22/04/2017, 12:58
Akame tomó asiento en una de las mesas sobre las cuales descansaba una hoja de papel con la letra "A" impresa. Todavía le dolían los brazos, y en menor medida la cabeza —«Maldito Nabi...»—; además, no estaba seguro de si debía sentirse satisfecho con su trabajo en la ronda anterior. El resultado final había sido más la suma de muchas caóticas acciones por parte del equipo contrario que proactividad por parte del suyo. Tampoco es que él fuese extremadamente competitivo.
Sin embargo, aquella prueba sí le parecía mucho más interesante. Ahí no cabrían jugarretas, harakiris ni gaitas. Sería un uno contra uno, el cerebro del Uchiha contra el ingenio de quien quiera que hubiese redactado las preguntas. Akame tomó el lápiz con la mano diestra y notó un leve pinchazo en la muñeca, todavía cargada. No le dio importancia.
Alzó la vista un momento y vio que el menos ruidoso de los dos jueces había sacado un cronómetro y su pulgar deambulaba sobre el botón de inicio. Oyó cómo sus compañeros tomaban asiento uno a uno, y entonces...
—¡YA!
El Uchiha volteó la hoja, agarró firme el lápiz, y comenzó a leer.
Sin embargo, aquella prueba sí le parecía mucho más interesante. Ahí no cabrían jugarretas, harakiris ni gaitas. Sería un uno contra uno, el cerebro del Uchiha contra el ingenio de quien quiera que hubiese redactado las preguntas. Akame tomó el lápiz con la mano diestra y notó un leve pinchazo en la muñeca, todavía cargada. No le dio importancia.
Alzó la vista un momento y vio que el menos ruidoso de los dos jueces había sacado un cronómetro y su pulgar deambulaba sobre el botón de inicio. Oyó cómo sus compañeros tomaban asiento uno a uno, y entonces...
—¡YA!
El Uchiha volteó la hoja, agarró firme el lápiz, y comenzó a leer.