5/05/2017, 17:41
(Última modificación: 5/05/2017, 17:51 por Uchiha Datsue.)
El dedo de Sobokuna pulsaba el cronómetro cada vez que un concursante entregaba su examen, pese a que el tiempo, en aquella batalla intelectual tan en desventaja numéricamente, no parecía que fuese a ser un factor determinante.
Cuando el tiempo estaba llegando a su fin, levantó tres dedos, haciendo una señal a Okura. Cerró uno de ellos y entonces solo quedaban dos. Luego uno…
—¡¡¡TIEEEEEEEMPOOOOOOOO!!! —Un rugido que nadie en la redonda había podido no oír. Ni siquiera Noemi, ya a mitad de camino a su mansión a aquellas alturas, pudo pasar inadvertida a semejante bramido.
Sobokuna se apresuró en recopilar todos los exámenes de los concursantes, que más rápidos o lentos, habían cumplido su parte de no seguir escribiendo fuera de tiempo. Ahora era la hora de las correcciones. Sobokuna extrajo una plantilla con las respuestas correctas del examen “A” —la prueba que Nabi y Akame habían hecho—, se inclinó sobre la mesa circular y empezó a hacer anotaciones:
El lápiz de Sobokuna tembló en varias ocasiones. En la pregunta dos pareció dudar si poner un tick o una cruz a cierta respuesta, y lo mismo pasó con la cinco. Decidió dejarlo para después, y prosiguió con las correcciones hasta llegar a la pregunta ocho, donde apenas pudo contener una risilla por lo bajo.
Se detuvo en la última pregunta más que en el resto, y, tras hacer un par de anotaciones más, pasó al siguiente examen. El examen “B”, la prueba que, debido al abandono prematuro de una de las concursantes, solamente había hecho Eri. Sobokuna tomó la hoja de respuestas correspondientes y empezó a tachar y poner ticks.
La Prueba estaba más ajustada de lo que hubiese podido parecer en un primer momento. El Equipo Amarillo, pese a su desventaja numérica, todavía tenía una oportunidad de llevarse aquel punto también a casa. Todo dependía de lo bien que Kotetsu lo hiciese… o lo mal que Riko lo hubiese hecho.
Sin perder más tiempo, Sobokuna se dispuso a corregir la prueba “C”.
Las anotaciones finales. Los últimos ticks. Sobokuna revisó la nota provisional que les había puesto a cada concursante y comprobó que, aun si era favorable con el Equipo Amarillo en las pocas respuestas que se podían considerar dudosas, y desfavorable en las mismas con el Equipo Rojo, el ganador iba a ser el mismo.
No valía la pena complicarse.
Avanzó hasta Okura y le susurró el equipo ganador.
—¡Pues bien, damas y caballeros! ¡Tras una laboriosa e impecable e intachable e irrefutable corrección, se ha llegado a la conclusión de que el ganador de la Prueba de Inteligencia es…
»¡¡¡EL EQUIPO ROJO!!!
Una tromba de enorme de vítores, aplausos y silbidos inundo la plaza del Jardín de los Cerezos… o eso al menos pensó Okura que iba a suceder. Giró sobre los talones, extrañado, y se horrorizó al ver su máxima pesadilla hecha realidad: el público había desaparecido.
Se veía que eso de estar veinte minutos de pie mirando como media docena de críos respondían las preguntas de un examen no era muy divertido de presenciar. No mientras, a pocos metros de allí, el resto de la población se lo pasaba en grande en el festival en honor a los Dioses.
Cierto era que un pequeño grupo se había quedado, chavales jóvenes en su mayoría, pero hasta ellos parecían estar prestando más atención a sus propias conversaciones que al devenir de los Juegos. Okura miró de nuevo a sus concursantes y su mirada se topó con Eri, todavía con los ojos rojos por las anteriores lágrimas de frustración vertidas.
No, aquello no estaba yendo como había previsto.
—Te dije que teníamos que haber empezado por el Juego que nos recomendó Dat…
—¡Lo sé! ¡Maldita sea, lo sé! El maldito Juego de la Bandera —se dio la vuelta—. ¡AKIKO!
Una mujer de melena rubia y mirada dulce —la única que quedaba entre el reducido público— se acercó. A algunos les sonó: era una Jounnin reconocida en la Villa, famosa por sus increíbles genjutsus.
—Akiko, ¿crees que podrías hacer ese genjutsu ambiental ahora?
Akiko alzó las cejas.
—Okura… —echó una visual a su alrededor: primero, al público; luego, a los concursantes—. ¿No crees que es mejor dejarlo aquí? El resultado no ha salido tan mal… —Se notaba que se estaba esforzando por ser dulce y comprensiva, pese a que aquello no cambiase su pequeña indirecta—. Ese chico parece que necesita atención médica —señaló a Nabi—. Y, según me habías explicado, cada equipo tendría que esconder una bandera y buscar la contraria, pudiendo incluso llegar a enfrentarse entre ellos si se cruzaban por el camino. Con el campo tan grande que generaría con la ilusión, no creo que eso saliese bien en un dos contra dos. Menos en un tres contra dos…
—¡Está bien! —exclamó Okura, harto. A veces se hacía el sordo, pero hasta uno de verdad hubiese captado el torrente de indirectas que la Jounnin, y antigua compañero de equipo, le estaba lanzando—. Está bien, maldita sea. Tienes razón… ¡como siempre! —exclamó, resentido. No era la mejor imagen que un Chunnin podía dar a unos recién graduados Gennins como los que tenía en frente—. Chicos, ya habéis oído. Espero que hayáis disfrutado de los Primeros Juegos de Uzushiogakure no Sato.
¡Plaf! Una nube de humo se tragó a Okura, que desapareció sin dejar rastro. Sobokuna pareció dudar, como si aquello de relacionarse con las demás personas aparte de su eterno compañero de equipo le viniese grande. Al final, tras abrir y cerrar la boca un par de veces, indeciso, imitó a su compañero y se esfumó en una nube blanca, como si nunca hubiese estado allí.
Solo quedaba Akiko, que por un momento había puesto los ojos en blanco.
—Perdonad a mis compañeros, muchachos. Últimamente han pasado por momentos… delicados. Pero oye, ¡lo habéis hecho muy bien! —exclamó, tratando de darles ánimos—. ¿Os importa si me llevo los exámenes? —preguntó, tomándolos de la mesa—. Tengo el presentimiento de que a Shiona le gustará actualizar el pequeño expediente que tiene sobre vosotros —les guiñó un ojo, risueña, mientras pasaba distraída la mirada por las preguntas—. ¡Cuatro semanas! —exclamó, de pronto, sorprendida—. Pero quién ha respondido que un mes tiene… ¡Oops! —se tapó la boca con una mano, roja por la vergüenza, dándose cuenta de que todavía la estaban escuchando—. ¡N-no he dicho nada! —exclamó apresuradamente, tratando de quitarle hierro al asunto—. Es un fallo muy común, sí. Lo podría haber tenido cualquiera —Parecía tan convencida como cuando le decía a Okura que los Juegos habían sido todo un éxito—. B-bueno, pues yo me voy también. Ve al médico a que te miren eso, ¿eh? —guiñó un ojo a Nabi, y, al igual que el resto, desapareció ella también tras una nube de humo.
Y, con ese caótico final, así fue como los Primeros Juegos de Uzushiogakure no Sato llegaron a su fin. Quizá no fueron ni la mitad de divertidos de lo que se hubiese podido esperar. Ni de emocionantes. Ni de competitivos. Pero, al menos, todos y cada uno de ellos habían aprendido algo en aquella tarde primaveral…
… incluido el propio Okura, que pensaba volver más fuerte, decidido y con mejores planes para los Segundos Juegos de Uzushiogakure no Sato. O quizá, en aquella ocasión, simplemente hiciese caso a los consejos de aquel criajo charlatán recién ascendido a Gennin…
Cuando el tiempo estaba llegando a su fin, levantó tres dedos, haciendo una señal a Okura. Cerró uno de ellos y entonces solo quedaban dos. Luego uno…
—¡¡¡TIEEEEEEEMPOOOOOOOO!!! —Un rugido que nadie en la redonda había podido no oír. Ni siquiera Noemi, ya a mitad de camino a su mansión a aquellas alturas, pudo pasar inadvertida a semejante bramido.
Sobokuna se apresuró en recopilar todos los exámenes de los concursantes, que más rápidos o lentos, habían cumplido su parte de no seguir escribiendo fuera de tiempo. Ahora era la hora de las correcciones. Sobokuna extrajo una plantilla con las respuestas correctas del examen “A” —la prueba que Nabi y Akame habían hecho—, se inclinó sobre la mesa circular y empezó a hacer anotaciones:
El lápiz de Sobokuna tembló en varias ocasiones. En la pregunta dos pareció dudar si poner un tick o una cruz a cierta respuesta, y lo mismo pasó con la cinco. Decidió dejarlo para después, y prosiguió con las correcciones hasta llegar a la pregunta ocho, donde apenas pudo contener una risilla por lo bajo.
Se detuvo en la última pregunta más que en el resto, y, tras hacer un par de anotaciones más, pasó al siguiente examen. El examen “B”, la prueba que, debido al abandono prematuro de una de las concursantes, solamente había hecho Eri. Sobokuna tomó la hoja de respuestas correspondientes y empezó a tachar y poner ticks.
La Prueba estaba más ajustada de lo que hubiese podido parecer en un primer momento. El Equipo Amarillo, pese a su desventaja numérica, todavía tenía una oportunidad de llevarse aquel punto también a casa. Todo dependía de lo bien que Kotetsu lo hiciese… o lo mal que Riko lo hubiese hecho.
Sin perder más tiempo, Sobokuna se dispuso a corregir la prueba “C”.
Las anotaciones finales. Los últimos ticks. Sobokuna revisó la nota provisional que les había puesto a cada concursante y comprobó que, aun si era favorable con el Equipo Amarillo en las pocas respuestas que se podían considerar dudosas, y desfavorable en las mismas con el Equipo Rojo, el ganador iba a ser el mismo.
No valía la pena complicarse.
Avanzó hasta Okura y le susurró el equipo ganador.
—¡Pues bien, damas y caballeros! ¡Tras una laboriosa e impecable e intachable e irrefutable corrección, se ha llegado a la conclusión de que el ganador de la Prueba de Inteligencia es…
»¡¡¡EL EQUIPO ROJO!!!
Una tromba de enorme de vítores, aplausos y silbidos inundo la plaza del Jardín de los Cerezos… o eso al menos pensó Okura que iba a suceder. Giró sobre los talones, extrañado, y se horrorizó al ver su máxima pesadilla hecha realidad: el público había desaparecido.
Se veía que eso de estar veinte minutos de pie mirando como media docena de críos respondían las preguntas de un examen no era muy divertido de presenciar. No mientras, a pocos metros de allí, el resto de la población se lo pasaba en grande en el festival en honor a los Dioses.
Cierto era que un pequeño grupo se había quedado, chavales jóvenes en su mayoría, pero hasta ellos parecían estar prestando más atención a sus propias conversaciones que al devenir de los Juegos. Okura miró de nuevo a sus concursantes y su mirada se topó con Eri, todavía con los ojos rojos por las anteriores lágrimas de frustración vertidas.
No, aquello no estaba yendo como había previsto.
—Te dije que teníamos que haber empezado por el Juego que nos recomendó Dat…
—¡Lo sé! ¡Maldita sea, lo sé! El maldito Juego de la Bandera —se dio la vuelta—. ¡AKIKO!
Una mujer de melena rubia y mirada dulce —la única que quedaba entre el reducido público— se acercó. A algunos les sonó: era una Jounnin reconocida en la Villa, famosa por sus increíbles genjutsus.
—Akiko, ¿crees que podrías hacer ese genjutsu ambiental ahora?
Akiko alzó las cejas.
—Okura… —echó una visual a su alrededor: primero, al público; luego, a los concursantes—. ¿No crees que es mejor dejarlo aquí? El resultado no ha salido tan mal… —Se notaba que se estaba esforzando por ser dulce y comprensiva, pese a que aquello no cambiase su pequeña indirecta—. Ese chico parece que necesita atención médica —señaló a Nabi—. Y, según me habías explicado, cada equipo tendría que esconder una bandera y buscar la contraria, pudiendo incluso llegar a enfrentarse entre ellos si se cruzaban por el camino. Con el campo tan grande que generaría con la ilusión, no creo que eso saliese bien en un dos contra dos. Menos en un tres contra dos…
—¡Está bien! —exclamó Okura, harto. A veces se hacía el sordo, pero hasta uno de verdad hubiese captado el torrente de indirectas que la Jounnin, y antigua compañero de equipo, le estaba lanzando—. Está bien, maldita sea. Tienes razón… ¡como siempre! —exclamó, resentido. No era la mejor imagen que un Chunnin podía dar a unos recién graduados Gennins como los que tenía en frente—. Chicos, ya habéis oído. Espero que hayáis disfrutado de los Primeros Juegos de Uzushiogakure no Sato.
¡Plaf! Una nube de humo se tragó a Okura, que desapareció sin dejar rastro. Sobokuna pareció dudar, como si aquello de relacionarse con las demás personas aparte de su eterno compañero de equipo le viniese grande. Al final, tras abrir y cerrar la boca un par de veces, indeciso, imitó a su compañero y se esfumó en una nube blanca, como si nunca hubiese estado allí.
Solo quedaba Akiko, que por un momento había puesto los ojos en blanco.
—Perdonad a mis compañeros, muchachos. Últimamente han pasado por momentos… delicados. Pero oye, ¡lo habéis hecho muy bien! —exclamó, tratando de darles ánimos—. ¿Os importa si me llevo los exámenes? —preguntó, tomándolos de la mesa—. Tengo el presentimiento de que a Shiona le gustará actualizar el pequeño expediente que tiene sobre vosotros —les guiñó un ojo, risueña, mientras pasaba distraída la mirada por las preguntas—. ¡Cuatro semanas! —exclamó, de pronto, sorprendida—. Pero quién ha respondido que un mes tiene… ¡Oops! —se tapó la boca con una mano, roja por la vergüenza, dándose cuenta de que todavía la estaban escuchando—. ¡N-no he dicho nada! —exclamó apresuradamente, tratando de quitarle hierro al asunto—. Es un fallo muy común, sí. Lo podría haber tenido cualquiera —Parecía tan convencida como cuando le decía a Okura que los Juegos habían sido todo un éxito—. B-bueno, pues yo me voy también. Ve al médico a que te miren eso, ¿eh? —guiñó un ojo a Nabi, y, al igual que el resto, desapareció ella también tras una nube de humo.
Y, con ese caótico final, así fue como los Primeros Juegos de Uzushiogakure no Sato llegaron a su fin. Quizá no fueron ni la mitad de divertidos de lo que se hubiese podido esperar. Ni de emocionantes. Ni de competitivos. Pero, al menos, todos y cada uno de ellos habían aprendido algo en aquella tarde primaveral…
… incluido el propio Okura, que pensaba volver más fuerte, decidido y con mejores planes para los Segundos Juegos de Uzushiogakure no Sato. O quizá, en aquella ocasión, simplemente hiciese caso a los consejos de aquel criajo charlatán recién ascendido a Gennin…
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado