6/05/2017, 14:52
Antes de poder decir algo o formular cualquier pregunta, todo había terminado: El público, aburrido de manera mortal, se había marchado a disfrutar de los otros entretenimientos que el jardín de los cerezos ofrecía en aquella agradable ocasión. Como si fuera poco, los mismos organizadores desaparecieron en un acto que parecía tener como motivo el mitigar su vergüenza.
Kōtetsu permaneció allí, de pie y a la espera de que algo pasara, pero más nada sucedió. Todos comenzaron a dispersarse como hojas en el viento, en busca de algo mejor que hacer. Por su parte, se limito a marcharse en silencio y a retirarse hacia donde se encontraba su mentor, lugar donde por fin pudo quitarse aquella mascara demoniaca que le impedía reconocer a la gente.
—¿Qué te ha parecido? —pregunto el anciano, mientras disfrutaba una taza de té y un poco de música suave.
—Esto… Creo que fue un poco interesante, aunque los que dirigían el evento parecían no tenerlo planeado adecuadamente.
—¿Y la máscara? —inquirió, curioso sobre cómo le había afectado.
—Es inquietantemente cómoda… —admitió con cierta incomodidad—. Puedo ver, respirar y moverme con bastante facilidad, pero no reconozco a nadie, en voz o apariencia. Es extraño, pero de alguna forma me ha ayudado a estar más concentrado en lo que estaba haciendo.
—Ya veo ¿Volverías a participar en estos juegos?
—Sí, pero la próxima vez será sin ocultarme tras una máscara de privación.
Kōtetsu permaneció allí, de pie y a la espera de que algo pasara, pero más nada sucedió. Todos comenzaron a dispersarse como hojas en el viento, en busca de algo mejor que hacer. Por su parte, se limito a marcharse en silencio y a retirarse hacia donde se encontraba su mentor, lugar donde por fin pudo quitarse aquella mascara demoniaca que le impedía reconocer a la gente.
—¿Qué te ha parecido? —pregunto el anciano, mientras disfrutaba una taza de té y un poco de música suave.
—Esto… Creo que fue un poco interesante, aunque los que dirigían el evento parecían no tenerlo planeado adecuadamente.
—¿Y la máscara? —inquirió, curioso sobre cómo le había afectado.
—Es inquietantemente cómoda… —admitió con cierta incomodidad—. Puedo ver, respirar y moverme con bastante facilidad, pero no reconozco a nadie, en voz o apariencia. Es extraño, pero de alguna forma me ha ayudado a estar más concentrado en lo que estaba haciendo.
—Ya veo ¿Volverías a participar en estos juegos?
—Sí, pero la próxima vez será sin ocultarme tras una máscara de privación.