29/06/2020, 10:24
Silencio.
Nadie decía ni una sola palabra. Eri, Hana, Takumi, Datsue y los dos desconocidos habían enmudecido. ¿Tan grave era lo que había dicho? Quizás. Pero no se escuchaba nada. Ni siquiera sus respiraciones. No podía abrir los ojos, no podía articular palabras para pedir respuestas, ni siquiera podía moverme. ¿Por que de repente nadie decía nada? ¿Por que los que me llevaban habían dejado de moverse? ¿Que narices estaba pasando?
Desde la explosión, solo podía ver oscuridad. No había podido abrir los ojos para ver nada. Había sentido el calor de las llamas, pero había desaparecido de repente tas un grito de Datsue. El pitido en los oídos provocado por la explosión había hecho que escuchará las voces cercanas como si estuvieran lejos, y solo sabia sabía que estaban cerca por que me sujetaban.
¿Me sujetaban?
No, ya no. Ya no había nadie ahí. Los hombros donde habían apoyado mis brazos ya no estaban. Estaba cayendo. Pero esa sensación no duró demasiado, apenas unos segundos. Y...
Un fuerte golpe de nuca contra el suelo. El dolor hizo que abriera de golpe los ojos. ¿El dolor? Si, pero no el de llamas, no el de las quemaduras. Solo el golpe de mi cabeza contra el suelo. Y podía moverme.
Miré a mi alrededor. La luz de la luna se colaba por la venta de ¿¡Mi habitación!? Y yo me había caído de ¿¡La cama!?
No había llamas, ni fuego, ni olía a quemado. Fui al baño y me miré al espejo tras encender la luz. Estaba intacto. Mi cara estaba intacta, y mi pelo también. Lo único que habían eran gotas de sudor.
Me lavé la cara y suspire. Recordé. Me había acostado temprano por que al día siguiente era la final del torneo. Yo contra una kusajin. Estaba soñando con mi triunfo y de repente, mi sueño se había convertido en una pesadilla.
Ese hijo del hierro me perseguía incluso hasta en mis sueños para jodermelos.
—Ese cabrón no me ha dejado dormir tranquilo el día antes de la final, esta me la paga.
Dije en voz baja mientras volvía a meterme en la cama.
Nadie decía ni una sola palabra. Eri, Hana, Takumi, Datsue y los dos desconocidos habían enmudecido. ¿Tan grave era lo que había dicho? Quizás. Pero no se escuchaba nada. Ni siquiera sus respiraciones. No podía abrir los ojos, no podía articular palabras para pedir respuestas, ni siquiera podía moverme. ¿Por que de repente nadie decía nada? ¿Por que los que me llevaban habían dejado de moverse? ¿Que narices estaba pasando?
Desde la explosión, solo podía ver oscuridad. No había podido abrir los ojos para ver nada. Había sentido el calor de las llamas, pero había desaparecido de repente tas un grito de Datsue. El pitido en los oídos provocado por la explosión había hecho que escuchará las voces cercanas como si estuvieran lejos, y solo sabia sabía que estaban cerca por que me sujetaban.
¿Me sujetaban?
No, ya no. Ya no había nadie ahí. Los hombros donde habían apoyado mis brazos ya no estaban. Estaba cayendo. Pero esa sensación no duró demasiado, apenas unos segundos. Y...
¡CLONK!
Un fuerte golpe de nuca contra el suelo. El dolor hizo que abriera de golpe los ojos. ¿El dolor? Si, pero no el de llamas, no el de las quemaduras. Solo el golpe de mi cabeza contra el suelo. Y podía moverme.
Miré a mi alrededor. La luz de la luna se colaba por la venta de ¿¡Mi habitación!? Y yo me había caído de ¿¡La cama!?
No había llamas, ni fuego, ni olía a quemado. Fui al baño y me miré al espejo tras encender la luz. Estaba intacto. Mi cara estaba intacta, y mi pelo también. Lo único que habían eran gotas de sudor.
Me lavé la cara y suspire. Recordé. Me había acostado temprano por que al día siguiente era la final del torneo. Yo contra una kusajin. Estaba soñando con mi triunfo y de repente, mi sueño se había convertido en una pesadilla.
Ese hijo del hierro me perseguía incluso hasta en mis sueños para jodermelos.
—Ese cabrón no me ha dejado dormir tranquilo el día antes de la final, esta me la paga.
Dije en voz baja mientras volvía a meterme en la cama.