30/11/2020, 18:42
(Última modificación: 30/11/2020, 18:43 por Amedama Daruu.)
Hanabi chasqueó la lengua, rio, y golpeó en el hombro a Datsue con el puño.
—¡Datsue! —protestó—. No, Eri, no tendrás que usar el jodido Yoroi y, pasen los minutos que pasen para poner a punto el barco, tienes tiempo de sobra. Te acompañamos —aseguró.
Así que, tras pasar por casa de la Uzumaki, los tres se dirigieron al barco. Mientras los muchachos desempolvaban la maquinaria, él se acercó a la proa y se quedó mirando los suaves remolinos del puerto con los ojos entrecerrados. «Desde que te dimos la bandana no has aparecido, Gyūki. Me pregunto si todavía sigues por ahí.»
Hanabi se dio la vuelta.
»¿¡Todo listo, chicos!?
—¡Datsue! —protestó—. No, Eri, no tendrás que usar el jodido Yoroi y, pasen los minutos que pasen para poner a punto el barco, tienes tiempo de sobra. Te acompañamos —aseguró.
Así que, tras pasar por casa de la Uzumaki, los tres se dirigieron al barco. Mientras los muchachos desempolvaban la maquinaria, él se acercó a la proa y se quedó mirando los suaves remolinos del puerto con los ojos entrecerrados. «Desde que te dimos la bandana no has aparecido, Gyūki. Me pregunto si todavía sigues por ahí.»
Hanabi se dio la vuelta.
»¿¡Todo listo, chicos!?
