8/03/2021, 18:19
(Última modificación: 8/03/2021, 18:20 por Amedama Daruu.)
La comitiva del Uzukage avanzó sin apenas encontrar oposición. Como mucho, un par de burócratas del edificio indignados. A esos se les pasaba rápido la indignación cuando veían el despliegue de armas que se les ceñía encima. Muchos de ellos mantenían la mirada unos segundos en Hanabi, asustados, pero había otros que se fijaban también en los demás, sobretodo en Eri, Reiji y Datsue. No en vano todos habían participado en el Torneo de los Dojos, donde algunos de estos trabajadores habían estado presentes.
A todos ellos Hanabi les ordenaba apartarse y a los que no salían corriendo les explicaba con tranquilidad lo que había ocurrido. Algunos de ellos exigían pruebas. "Las tendrán", era todo lo que Hanabi decía. De cualquier forma, ¿qué alternativa tenían estos funcionarios?
Ante todo, cabía una reflexión. ¿Cuántos de estos funcionarios serían, simplemente, sabandijas intentando salvar su pellejo, pero afines al legado de Zoku? ¿A cuánta gente habría que depurar?
¿Sería la democracia la verdadera respuesta a estos problemas?
«Uchiha Zaide también era un demócrata», pensó, triste, el Uzukage.
Hanabi frenó en seco y extendió a ambos lados sus brazos. Se oía jaleo, gritos. Voces que clamaban "¡traidores, traidores!". Armas. Algo se acercaba. Algo grande.
Y tan grande.
La pared de uno de los pasillos estalló en mil pedazos. Cuatro guardias armados hasta los dientes salieron despedidos y chocaron contra la otra pared, quedando completamente inconscientes. La sombra hinchada de un enorme puño asomó por el boquete. Y Hitochi, temblando como un flan, se agarró al brazo de Datsue como si el Uchiha fuese su madre.
—¡Traidores! ¿¡Quién más quiere apoyar a un discípulo de Zoku como Shiden, eh!? ¡Venga, valientes! —Akimichi Katsudon apareció de un salto como una mole dispuesta a arrollar con todo lo que se encontraba a su paso. Los miró un instante, con los ojos llenos de rabia, y comenzó a cargar contra ellos. Pero no tardó en darse cuenta de a quién tenía delante y la carga se convirtió en un abrazo del oso grupal—. ¡¡HANABIIIII!! ¡¡CHICOS!! ¡CREÍA QUE OS ESTARÍAN ATACANDO!
—¡¡AHHHHHH POR FAVOR NO ME MATES, ESTOY CON VOSOTROS, AAAGHHH!!
—Don... por... fav... agh. —Si Katsudon no tenía cuidado, los frágiles huesos de Hanabi estallarían en mil pedazos. Finalmente el hombretón les soltó, y el Uzukage tuvo que encorvarse para tomar aliento—. Don... La megafonía. Busquemos la sala de comunicaciones.
—Si me lo permiten, yo sé dónde está...
—¿Y este? ¡¡Otro lacayo de Shiden!!
—QUE NO, QUE NO. ¡Soy Hitochi! ¡Hitochi! ¿¡No me recuerdas, Katsudon!? ¡¡Por favor!!
—Ah, coño, sí, sí. No, este no puede... vale. Perdona, ¿eh?
Mientras tanto, los genin dominaban la situación contra los guardias allá fuera, pese a que al principio su confianza les hubiera traicionado. Lo cierto es que estaban logrando un muy competente trabajo en equipo. Cuando la atención de los guardias estaba ahora en el ninja del tejado y su extraña marioneta, el otro les propinaba, a ambos, una descarga eléctrica. El que estaba en el suelo no pudo levantarse y el otro terminó por caer encima de su compañero. Ambos fueron envueltos en una nube tóxica.
- Guardia 1:– (-20) (-5/30 por veneno)
- Guardia 2:– (-20) (-5/30 por veneno)
A todos ellos Hanabi les ordenaba apartarse y a los que no salían corriendo les explicaba con tranquilidad lo que había ocurrido. Algunos de ellos exigían pruebas. "Las tendrán", era todo lo que Hanabi decía. De cualquier forma, ¿qué alternativa tenían estos funcionarios?
Ante todo, cabía una reflexión. ¿Cuántos de estos funcionarios serían, simplemente, sabandijas intentando salvar su pellejo, pero afines al legado de Zoku? ¿A cuánta gente habría que depurar?
¿Sería la democracia la verdadera respuesta a estos problemas?
«Uchiha Zaide también era un demócrata», pensó, triste, el Uzukage.
Hanabi frenó en seco y extendió a ambos lados sus brazos. Se oía jaleo, gritos. Voces que clamaban "¡traidores, traidores!". Armas. Algo se acercaba. Algo grande.
Y tan grande.
¡¡BAAUUUUMMMM!!
La pared de uno de los pasillos estalló en mil pedazos. Cuatro guardias armados hasta los dientes salieron despedidos y chocaron contra la otra pared, quedando completamente inconscientes. La sombra hinchada de un enorme puño asomó por el boquete. Y Hitochi, temblando como un flan, se agarró al brazo de Datsue como si el Uchiha fuese su madre.
—¡Traidores! ¿¡Quién más quiere apoyar a un discípulo de Zoku como Shiden, eh!? ¡Venga, valientes! —Akimichi Katsudon apareció de un salto como una mole dispuesta a arrollar con todo lo que se encontraba a su paso. Los miró un instante, con los ojos llenos de rabia, y comenzó a cargar contra ellos. Pero no tardó en darse cuenta de a quién tenía delante y la carga se convirtió en un abrazo del oso grupal—. ¡¡HANABIIIII!! ¡¡CHICOS!! ¡CREÍA QUE OS ESTARÍAN ATACANDO!
—¡¡AHHHHHH POR FAVOR NO ME MATES, ESTOY CON VOSOTROS, AAAGHHH!!
—Don... por... fav... agh. —Si Katsudon no tenía cuidado, los frágiles huesos de Hanabi estallarían en mil pedazos. Finalmente el hombretón les soltó, y el Uzukage tuvo que encorvarse para tomar aliento—. Don... La megafonía. Busquemos la sala de comunicaciones.
—Si me lo permiten, yo sé dónde está...
—¿Y este? ¡¡Otro lacayo de Shiden!!
—QUE NO, QUE NO. ¡Soy Hitochi! ¡Hitochi! ¿¡No me recuerdas, Katsudon!? ¡¡Por favor!!
—Ah, coño, sí, sí. No, este no puede... vale. Perdona, ¿eh?
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Mientras tanto, los genin dominaban la situación contra los guardias allá fuera, pese a que al principio su confianza les hubiera traicionado. Lo cierto es que estaban logrando un muy competente trabajo en equipo. Cuando la atención de los guardias estaba ahora en el ninja del tejado y su extraña marioneta, el otro les propinaba, a ambos, una descarga eléctrica. El que estaba en el suelo no pudo levantarse y el otro terminó por caer encima de su compañero. Ambos fueron envueltos en una nube tóxica.
- Guardia 1:
15/80
- Guardia 2:
55/80
![[Imagen: MsR3sea.png]](https://i.imgur.com/MsR3sea.png)
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