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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#41
Una citación con Datsue. Estaba jodida. Seguramente ahora que había tomado el relevo a Hanabi quería saber qué había pasado con ella. O la habría visto en su discurso, o no la habría visto. En cualquier caso, iba a caerle una bronca legendaria.

No sabía qué hacer. Era evidente que no podía escapar de una citación del Uzukage. Tal vez si se unía a Kurama sí pudiese, pero era la única alternativa y... seguro que Datsue no estaba tan enfadado. Esperaba que sí lo estuviese, esperaba que alguien le dijese lo que ella pensaba, que era una desgracia para la villa.

Lo peor que podía pasar es que no estuviese enfadado. Que estuviese decepcionado o, la peor opción, que simplemente estuviese feliz de verla de vuelta. Contra mejor reaccionase peor se sentiría por haber desaparecido, por haber huido. Vio salir a una chica con una tabla de surf del lugar y cuando preguntó por Datsue la encargada le dijo que estaba reunido y que esperase.

Había pensado en venir disfrazada, porque le daba toda la vergüenza del mundo volver a aparecer ahora por una citación. Parecería que iba solo por obligación. Pero desechó la idea rápidamente. Era la hora de dar la cara.

Así que ahí estaba, con su vestimenta habitual y la cara descubierta. Y más nerviosa que una ardilla hasta la cola de cafeína. Jugaba con su pelo, con sus manos, daba golpecitos a sus piernas... Finalmente salió un muchacho del edificio y Kiyomi le hizo una seña de que le tocaba.

Aún más nerviosa dio un par de golpes a la puerta y procedió a abrirla lentamente hasta tener visión del lugar.

Datsue-san... Digo, eh, buenos días, Uzukage-sama. Eh, me has... ¿Me quería ver? — se trabó múltiples veces, incapaz de decidirse ni en cómo llamar a Datsue.

Enseño la citación que tenía entre las manos sin llegar a moverse del marco de la puerta.


Avatar obra de Sagiso Ranko


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Mensajes en este tema
RE: El escudo, las espadas y los cerezos silvestres - por Himura Hana - 23/03/2022, 14:18


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