Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Al parecer el chico estaba contento con la villa. El orfanato le había acogido, le habían dado facilidades para conseguir una vivienda propia, y su estancia en la Academia había pasado sin incidentes remarcables. Sin embargo, había una cosa, sola una, en la que el genin necesitaba un favor.
—¿De qué se trata?
«Espero que no sea una subida de sueldo. Eso no va a poder ser. No señor»
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
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La curiosidad rápidamente hizo su efecto en el cerebro del Uzukage. sonreí, parecía en disposición de escucharme de verdad, no de escucharme para luego olvidarlo. Así que, teniendo aquella percepción, porque no intentarlo.
— Como ya le he dicho, mi agradecimiento para con la aldea es y será eterno. Pero eso no es suficiente, ya va llegando la hora de que además de las palabras haga algo para compensar todo lo que Uzushiogakure ha hecho por mí
Fueron muchos años de cariño en el orfanato. Guardaba un grato recuerdo de todos y cada uno de los trabajadores de allí, también de los demás huérfanos con los que compartí recuerdos e incluso algo más. Experiencias. Aquello me ayudó a crecer y a ser mejor. Por otro lado la academia ninja. No pagaba lo mismo que pagaban los estudiantes que si tenían un sustento en forma de padres, al igual que el resto de estudiantes del orfanato. Al final, la aldea había cargado muchos gastos que me hubiesen correspondido a mí.
— Por ello no se me ocurre mejor forma que convertirme en su sombra, Rokudaime-sama —lo había dicho y me sonaba de lo más extraño.— Quiero ser su protector, Rokudaime-sama, quiero ser útil de verdad para esta aldea, para el Remolino. Ayúdeme a crecer, a mejorar mis habilidades, el sharingan... yo por mi parte le prometo que no se arrepentirá en invertir en mí
«Cómo si fueras a convencer a nadie con tus sueños de grandeza»
Pero como se suele decir, el que no arriesga no gana. Y aquella era mi oportunidad. La sentí como tal y supe que debía aprovecharla para no arrepentirme cuando mirase atrás.
«Vaya con el chaval, me ha salido ambicioso». Lo cierto es que, años atrás, siempre había tenido la ilusión de ser un sensei. Ahora se había convertido en algo más que eso, desde luego, y no estaba del todo seguro de si disponía del tiempo para estar encima de nadie. Quizá de mes en mes pudiese sacar algún ratillo suelto, eso sí…
—¡JAAAA! —Shukaku, en una esquina del despacho, saltó de la hamaca en la que estaba tumbado y se colocó sobre la mesa. Tenía su figura original, aunque en versión diminuta, lo que hacía que su sonrisa afilada y sus ojos dorados asustasen un poco menos. No imponía tanto como en su tamaño original, desde luego, aunque cuando le mirabas directamente a los orbes, seguías teniendo la sensación de que no te observaba un igual, sino un depredador—. Yo podría estar interesado en… moldearte.
—¿Qué? ¿Tú? —soltó, anonadado.
—¿Qué pasa? Desde que te has vuelto Kage es un poco coñazo. ¡Me aburro, hostias! Necesito algo de… entretenimiento —miró a Natsu con ojos hambrientos—. Piénsalo bien, Natsu. He convivido con los dos Uchihas más poderosos de la historia de Ōnindo. He visto cómo alcanzaban su cénit recorriendo caminos distintos. ¡Nadie tiene más experiencia en Uchihas que yo! Con Datsue, alcanzarías tus sueños, oh, sí. Seguro. Conmigo, conquistarías un poder que no eres ni capaz de soñar. ¡NO PIENSES QUE VOY EN BROMA! ¡Soy Shukaku, Dios del Fūinjutsu, el más grande de los bijūs!
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Di un buen respingo desde mi asiento. entre que ya estaba nervioso por aquello de que el propio Uzukage me hubiese citado allí mismo para hablar conmigo, ahora había un... «¿Qué es eso?». A decir verdad, parecía una especie como de tanuki de un marrón claro. sus ojos eran oscuros con una estrella dibujada en su interior que hacía la función de iris. También tenía una característica cola. Tras el susto inicial me parecía divertido y curioso a partes iguales. Desde luego captó toda mi atención.
Yo podría estar interesado en… moldearte.
—¿Qué? ¿Tú?
— ¿Qué?
Fueron dos qué's distintos aunque parecidos. Ambos venían a decir lo mismo aunque su naturaleza probablemente fuese distinta. Debo decir que, sin embargo, la idea no me desagradaba aunque obviamente prefería que si alguien tomaba las riendas de mi adoctrinamiento este fuese el Uzukage. A decir verdad no sabía qué podía enseñarme un tanuki parlanchín.
—¿Qué pasa? Desde que te has vuelto Kage es un poco coñazo. ¡Me aburro, hostias! Necesito algo de… entretenimiento
Resultaba curioso las licencias que se permitía aquel animal. Le dirigía la palabra como si fuesen amigos de toda la vida.
—Piénsalo bien, Natsu. He convivido con los dos Uchihas más poderosos de la historia de Ōnindo. He visto cómo alcanzaban su cénit recorriendo caminos distintos. ¡Nadie tiene más experiencia en Uchihas que yo! Con Datsue, alcanzarías tus sueños, oh, sí. Seguro. Conmigo, conquistarías un poder que no eres ni capaz de soñar. ¡NO PIENSES QUE VOY EN BROMA! ¡Soy Shukaku, Dios del Fūinjutsu, el más grande de los bijūs!
«¡Hostias, un bijū!»
Mi boca se abrió por sorpresa, luego empezó a articular alguna que otra palabra.
— Sin ánimo de ofender a nadie, pero... ¿no era Kurama el bijū más poderoso de Ōnindo? —dije en una primera instancia.— Si Rokudaime-sama no ve ningún problema aceptaré la propuesta de Shukaku-kun
Sin ánimo de ofender a nadie. Era una frase hecha muy usada, pero Datsue, a sus diecisiete años, todavía no había visto a nadie que, tras emplearla, no provocase justamente lo que aparentemente tan poco ánimo tenía. Ofender. Cuando Yota continuó con el nombre de Kurama, Datsue hizo un gesto con la mano, como apuntándose los dedos al cuello y moviendo la muñeca de un lado a otro, en una clara señal de que cortase de inmediato el tema.
Natsu no supo, no quiso, o no lo vio. El caso es que fue demasiado tarde, y de sus labios salieron las palabras prohibidas.
—¿¡CÓMO DICES!? ¿ESE ZORRO APESTOSO CON SÍFILES EL MÁS PODEROSO DE LOS BIJŪ?
—Vamos, Shukaku. El chico claramente lo habrá escuchado en algún lado. No tiene forma de saber quién…
—¡Tú no le excuses! ¿Y qué es eso de llamarme Shukaku-KUN? ¿Te crees que soy tu colega? ¿Es eso? Oh, desde luego que tengo trabajo contigo. ¡JIA JIA JIA! ¡Esta noche empezamos la primera sesión! ¡A las doce, en el estadio!
—Pero, ¿en serio vas a…? —miró a Natsu, preocupado. No quería ni imaginarse el tipo de sesiones que iba a soportar. ¿Realmente sería un buen Kage permitiéndolo? Dioses, si es que ya tenía demasiadas preocupaciones—. Bueno, ¡cómo sea! Pero, Natsu, no te sientas presionado, ¿eh? Y si en algún momento quieres abandonar su… tutoría, recuerda que eres libre de hacerlo.
»La verdad es que yo no iba a tener mucho tiempo. Aún estoy adaptándome a esto de ser Uzukage, ¿sabes?
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—¿¡CÓMO DICES!? ¿ESE ZORRO APESTOSO CON SÍFILES EL MÁS PODEROSO DE LOS BIJŪ?
—Vamos, Shukaku. El chico claramente lo habrá escuchado en algún lado. No tiene forma de saber quién…
—¡Tú no le excuses! ¿Y qué es eso de llamarme Shukaku-KUN? ¿Te crees que soy tu colega? ¿Es eso? Oh, desde luego que tengo trabajo contigo. ¡JIA JIA JIA! ¡Esta noche empezamos la primera sesión! ¡A las doce, en el estadio!
Sentí el lamento de Shukaku como el mío propio. Había puesto el dedo en la herida más profunda del bijū. Por todo ello mi reacción fue completamente automática. me tiré hacía atrás, provocando que la silla se cayese de culo e hinqué mis rodillas en el suelo, las palmas de las manos también de moido que mi cabeza quedaba gacha y escondida.
— Lo siento, lo siento, LO SIENTOOOOO
«Mierda, puse la pata hasta el fondo»
—Pero, ¿en serio vas a…?
Mi cabeza volvió a levantarse, así como mis manos se despegaron del suelo. Rápidamente fui a recuperar la silla y volver a tomar asiento.
[p=turquoise]¿Me instruirá Shukaku-kun en serio?[/sub]
—. Bueno, ¡cómo sea! Pero, Natsu, no te sientas presionado, ¿eh? Y si en algún momento quieres abandonar su… tutoría, recuerda que eres libre de hacerlo.
»La verdad es que yo no iba a tener mucho tiempo. Aún estoy adaptándome a esto de ser Uzukage, ¿sabes?
— Claro, claro. Seré un pupilo ejemplar. Verá como aprendo rápido. a las 12 en el estadio, allí estaré como un clavo
Asentía con la cabeza, completamente feliz. Era increible porque nunca antes había sido tan expresivo pero ahora empezaba a ver que igual si tendría mi oportunidad de alcanzar mi sueño. Tenía que aprovechar las enseñanzas del Ichibi tan bien como buenamente fuese posible.
Datsue asintió, todavía no muy seguro de que aquello fuese una buena idea. Bueno, para qué engañarse: no era una buena idea. Pero por el momento, dejaría tener su pequeña diversión a Shukaku. Quizá Natsu hasta le sacaba provecho…
… si sobrevivía.
—Antes de que te marches —se acordó de pronto—. Tengo una misión para ti.
Datsue le extendió un pergamino.
(D) Primer Escudo, a los niños
Publicada en: Uzushio Rango recomendado: Genin Nivel recomendado: 1 Solicitante: Uchiha Datsue, Rokudaime Uzukage Lugar: Academia de las Olas
Se requiere de un informe exhaustivo de la Academia de las Olas. No en la parte educativa y de enseñanza, sino en el componente social. ¿Se produce algún tipo de bullying en las clases o en el interior del recinto? ¿Dónde, y con qué frecuencia? ¿Cómo lidian los profesores si ven, o sospechan, un caso de acoso escolar? ¿Siguen los protocolos? ¿Se resuelven estos problemas con prontitud, o es un mal que se mantiene en el tiempo?
Además del informe, se precisa de una serie de propuestas para mejorar el sistema de la Academia en este ámbito, con el objetivo de mitigar lo máximo posible este gran problema.
—Deberás presentarte mañana a las ocho de la mañana en la Academia de las Olas. Tu compañera de misión será Yuki Yakiniku. No sé si la conoces, pero la has visto. —Tenía que haberla visto—. Era la chica montada en una tabla de surf en mi discurso.
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Parecía que aquella breve y extraña reunión estaba finiquitada, pero algo vino a la cabeza del nuevo Uzukage.
Tengo una misión para ti.
Abrí dos ojos como platos al mismo tiempo que aceptaba el pergamino que llevaba impresos los detalles de aquella misión que el mismísimo Uzukage me estaba encomendando. Mi cabeza empezó a volar imaginando algo extremadamente peliagudo y con algún que otro combate emocionante. La realidad me golpeó en la frente cuando empecé a leer.
«¿Y qué esperabas?»
—Deberás presentarte mañana a las ocho de la mañana en la Academia de las Olas. Tu compañera de misión será Yuki Yakiniku. No sé si la conoces, pero la has visto. —Tenía que haberla visto—. Era la chica montada en una tabla de surf en mi discurso.
Oh, por supuesto, como olvidarla. Digamos que aquel día tuvo una entrada más bien curiosa. Después del bajón de realidad parecía que la misión tendría su dosis de picante. Seguro que tendríamos momentos divertidos que recordar. Con aquella chica todo era posible.
— Allí estaré. Si hay algún problema lo detectaremos
Datsue asintió, complacido por la respuesta contundente del Uchiha. Eso es lo que hacía falta en la villa. Gente optimista y echada para adelante, sin temor a las responsabilidades.
—Buena suerte, entonces. —Con la misión. Pero también con Yakiniku, porque como empezase con mal pie le iba a costar revertirlo. Luego, algo más formal, añadió—. Puedes retirarte.
¿Quién sería el próximo en entrar? Más le valía comprobarlo rápido, o se echaría toda la mañana con aquellas entrevistas antes de empezar con "el trabajo de verdad".
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Aquella breve entrevista había terminado. Así lo hacía indicar el Uzukage que me había invitado a retirarme. Asentí con la cabeza e hice una primera reverencia con la cabeza a Datsue y luego a Shukaku con quien iba a tener que reencontrarme al cabo de unas horas por la noche.
— Gracias por escucharme, Rokudaime-sama, se lo agradezco —luego mi atención se centró en Shukaku.— a las 12 en el estadio
Tras aquellas palabras inicié la salida del despacho volviéndome sobre mis pasos con la sensación de haber tenido una charla bastante productiva y e la que me sentía razonablemente orgulloso. El simple hecho de haber podido hablar cara a cara con el Uzukage ya se podría considerar un éxito rotundo. Pero la cosa no se había quedado allí, sino que salí con una misión por realizar bajo el brazo y lo que sentía que era aún más importante, el propio Shukaku se había postulado para entrenarme aquella misma noche. Las mariposas revoloteaban más nerviosas que nunca en mi estómago.
Una citación con Datsue. Estaba jodida. Seguramente ahora que había tomado el relevo a Hanabi quería saber qué había pasado con ella. O la habría visto en su discurso, o no la habría visto. En cualquier caso, iba a caerle una bronca legendaria.
No sabía qué hacer. Era evidente que no podía escapar de una citación del Uzukage. Tal vez si se unía a Kurama sí pudiese, pero era la única alternativa y... seguro que Datsue no estaba tan enfadado. Esperaba que sí lo estuviese, esperaba que alguien le dijese lo que ella pensaba, que era una desgracia para la villa.
Lo peor que podía pasar es que no estuviese enfadado. Que estuviese decepcionado o, la peor opción, que simplemente estuviese feliz de verla de vuelta. Contra mejor reaccionase peor se sentiría por haber desaparecido, por haber huido. Vio salir a una chica con una tabla de surf del lugar y cuando preguntó por Datsue la encargada le dijo que estaba reunido y que esperase.
Había pensado en venir disfrazada, porque le daba toda la vergüenza del mundo volver a aparecer ahora por una citación. Parecería que iba solo por obligación. Pero desechó la idea rápidamente. Era la hora de dar la cara.
Así que ahí estaba, con su vestimenta habitual y la cara descubierta. Y más nerviosa que una ardilla hasta la cola de cafeína. Jugaba con su pelo, con sus manos, daba golpecitos a sus piernas... Finalmente salió un muchacho del edificio y Kiyomi le hizo una seña de que le tocaba.
Aún más nerviosa dio un par de golpes a la puerta y procedió a abrirla lentamente hasta tener visión del lugar.
— Datsue-san... Digo, eh, buenos días, Uzukage-sama. Eh, me has... ¿Me quería ver? — se trabó múltiples veces, incapaz de decidirse ni en cómo llamar a Datsue.
Enseño la citación que tenía entre las manos sin llegar a moverse del marco de la puerta.
Datsue apenas se había despedido del último invitado cuando la siguiente de la lista entró. No tuvo tiempo a consultar su expediente, o siquiera ver el nombre de la kunoichi que acababa de entrar. Por suerte, no hacía falta.
La conocía perfectamente.
—¡Hana! ¡Cuánto tiempo! —exclamó, alegre, mientras Shukaku en su versió tanuki alzaba la mirada brevemente desde su hamaca para luego seguir enfrascado en el manga que estaba leyendo—. Por Susano’o, ¡parece que haya pasado una eternidad! No nos vemos desde… Desde lo del torneo, ¿no? —Y al darse cuenta de eso, su rostro se ensombreció un poco—. ¿Qué tal todo desde entonces?
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—¡Hana! ¡Cuánto tiempo!. Por Susano’o, ¡parece que haya pasado una eternidad! No nos vemos desde… Desde lo del torneo, ¿no? ¿Qué tal todo desde entonces?
Hana se quedó en el marco de la puerta, acariciandose un brazo con la mano opuesta. ¿Qué le iba a decir? Desde luego, no podía mentirle a Datsue. Apenas podía mirarle a los ojos cuando le decía algo incomodo.
— Bueno, yo... no me tomé demasiado bien lo de los dojos. Jeje. Em, supongo que lo sabrás pero... me he pasado los últimos meses algo fuera de servicio. Pe-pero he vuelto para ayudar en la guerra, Dats-...Uzukage-sama. — intentó mirar a Datsue a los ojos, pero tras exactamente una decima de segundo, devolvió la mirada al suelo, no estaba preparada para eso.
Lo cierto era que… no, no tenía ni idea de que había estado fuera de servicio. Ahora se sentía un poco mal por no saberlo. Habían hablado en varias ocasiones, después de todo. Había cuidado de Datsuse, ¡hasta había tomado clases con él para terminar de dominar el Rasengan! Y era alumna de Eri, para más inri. Aunque de esta última hacía mucho que tampoco sabía demasiado. «¿Qué será de Nabi, a todo esto?»
Joder, si es que con tantas cosas de las que se había tenido que ocupar, había descuidado lo más importante: a sus amigos.
—Entiendo… Por favor, toma asiento —dijo, viendo la clara incomodidad de la kunoichi—. Y trátame de Datsue, oh, que somos colegas —añadió, tratando de quitarle seriedad al asunto. Recordaba que ya la primera vez que se habían conocido, cuando no era más que un jōnin, Hana le había tratado de sama—. Los dojos… ¿Perdiste a alguien importante allí?
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—Entiendo… Por favor, toma asiento. Y trátame de Datsue, oh, que somos colegas. Los dojos… ¿Perdiste a alguien importante allí?
Hana se puso en marcha en cuanto le dio la señal de salida. Anduvo los pasos justos y necesarios para llegar hasta el asiento y se sentó, claramente tensa todavía. Encima ahora Datsue le había hecho la pregunta. Que si bien no era directamente la pregunta sí que estaba preguntandole por qué demonios se había puesto tan tonta con lo de los dojos. Abrió la boca y la cerró varias veces en pocos segundos, hasta que finalmente se clavó las uñas en las manos y se dio el valor para explicarse.
— No, bueno, verás, yo... Salí huyendo. En cuanto apareció Ryu y mató a un guardia en un parpadeo, yo solo pensé en huir. Sagiso Ranko se quedó a detenerle para darme tiempo y que pudiese sacar a Himura Ren y... y salimos todas sanas y salvas pero... — se apretó las manos con fuerza. — Pero yo huí. Era una kunoichi, y dejé a Ranko sola, con más heridos y... y cuando después supimos lo que había pasado... me desmoroné.
Tenía los ojos llorosos, clavados en el hermoso escritorio del Uzukage. Estaba apretando sus puños y sus dientes con toda su fuerza para no romper a llorar. No delante de Datsue, no cuando estaba decidida a ser más fuerte, más valiente. Tenía que resistir, guardarse sus miedos.