Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
La anciana procedió a explicarnos nuestro trabajo detalladamente. Y la verdad es que toda la situación dio un giro muy inesperado cuando nos dijo que nos iba a poner a hacer parejas, con personas. Es decir, Juro y yo, dos negados en el tema del amor. A saber cual de los dos más. A hacer parejas, asín, a lo loco.
— A ver, yo no tengo ningún problema en cumplir el encargo, pero... Bueno, ya lo ha dicho usted, experiencia nula en estos asuntos. A ver cómo nos sale. Vamos, Juro.
No había mucho que pensar, solo había que encontrar a alguien con gustos parecidos y juntarlos para que sean felices y coman perdices. ¿Qué le gustaba a Eri? ¿Le gustaban los perros? ¿Esto era real? ¿Y si no hacía falta que tuviesen los mismos gustos? ¿O todo lo de Eri era paranoia mía? ¡Pero olía bien! Mejor de lo que huele la gente normal. ¿Qué es el amor? ¿De verdad eso de juntar a la gente por sus gustos funcionaba?
Caminé hasta la sala que nos había asignado la señora esa y entré, esperando encontrar la sala vacía y la mesa que nos había prometido, sentándome en un lado mientras esperaba que Juro hiciese lo propio. Una vez Juro se hubiese sentado, hablaría.
— ¿Cómo lo hacemos, Juro? ¡Estamos jugandonos el futuro de estas personas!
Juro escuchó cada palabra que les decía la anciana, con gesto serio. La misión que les esperaba era mucho más compleja de lo que él había imaginado. En aquel lugar — una zona de citas, al parecer — ellos tenían la misión de elegir sobre las futuras parejas que se formarían.
«¿En serio nos han llamado para esto? ¿Qué clase de trabajo es?» — pensó, entre sorprendido e indignado. Había imaginado muchas cosas, pero no que trabajaría como emparejador.
Ambos salieron del despacho y se metieron en el siguiente despacho. Se sentaron donde les habían dicho, en frente de la pila de fichas. Nabi parecía muy alterado.
— ¿Cómo lo hacemos, Juro? ¡Estamos jugandonos el futuro de estas personas!
— ¡Yo que sé! — protestó Juro. Tenía razón —. Pues... Dijo que gustos similares, ¿no? No se si funcionará algo así, pero habrá que probarlo. Vamos a mirar bien estas fichas, a ver si encontramos cosas parecidas.
Ambos siguieron las indicaciones de la mujer y se encaminaron a ponerse manos a la obra rápidamente, aunque cuestionándose seriamente si aquello era lo mejor.
Juro tomaría la primera ficha. Una joven de dieciocho años, amante de los perros y los dangos, odia las verduras y se considera una persona abierta y amigable. La segunda ficha no tardaría en llegar: un chico de veinte años, cuyo color favorito es el verde y adora cuidar del jardín y del huerto de sus padres.
Nabi tomaría otras dos después de ojear las de Juro. Un chico sería el primero en aparecer, de diecisiete años, le gustaría tener niños porque de pequeño cuidó a su hermano menor y comer dulces, además de charlar largas horas. El segundo fue otro chico, esta vez de veintitrés años, al que le gusta jugar al shogi y mantener largas conversaciones intelectuales.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Juro decidió lanzarse a la piscina y coger dos fichas a lo loco. Las leí y después cogí yo otras dos, porque no podía dejar que tomase el liderazgo así como así. Entonces leí las mías y me quedé como estaba, volví a mirar las de Juro, pues él al menos tenía una chica.
— La chica me cae bien, se nota que es buena persona y que sabe lo que es importante en la vida, así que la emparejaría con alguien bueno también. Además, le gustan los dangos, podríamos ponerla con el que le gusta los dulces. Los otros dos los dejamos aparte a ver si encontramos otra chica. Pero al del jardín no lo juntaría con una chica a la que le gustasen los perros. Si le gustan las plantas no puede ser buena gente.
Cogí la ficha de la chica que tenía Juro y la junté con la ficha del chico de los dulces que tenía yo, dejándolas boca abajo a un lado. Mientras cogía otra ficha para ver si encontrábamos moza a esos mozos que no eran tan buenos mozos como el mozo que acabábamos de emparejar.
Juro ojeó las fichas. La primera era una chica a la que le gustaban los perros y los dangos, odiaba a las verduras y consideraba que era una persona abierta y amigable.
El segundo, un chico de dos años más, cuyo color favorito es el verde y le gusta el jardín y el huerto.
Nabi, por otro lado, tenía otros dos, un chico de dieciseis años que le gustaría tener niños, y que le gustan los dulces, además de charlar largas horas.
El último, por otro lado, era otro chico al que le gustaba jugar al shogi y conversar.
« La primera y el segundo mejor no, perros y huerto no es buena combinación. La verdad es que ninguno coinciden demasiado»
— La chica me cae bien, se nota que es buena persona y que sabe lo que es importante en la vida, así que la emparejaría con alguien bueno también. Además, le gustan los dangos, podríamos ponerla con el que le gusta los dulces. Los otros dos los dejamos aparte a ver si encontramos otra chica. Pero al del jardín no lo juntaría con una chica a la que le gustasen los perros. Si le gustan las plantas no puede ser buena gente.
— No empecemos con eso otra vez — protestó Juro —. Esta bien. La verdad es que por descarte, es la única pareja que veo viable. Si vemos más, siempre podemos replantearnoslo.
Una vez apartada la primera pareja elegida por ambos genin, Nabi fue esta vez el primero en coger un par de fichas.
La primera ficha correspondía a una joven sería, de veinticinco años que detesta a cualquier tipo de animal que tenga que cuidar ella. Le gusta leer y hablar de cosas que le interesen. La segunda ficha era un chico de dieciocho años, bromista, al que le encanta cocinar y estar al aire libre.
Juro imitó al Inuzuka y tomó otras dos fichas. La primera era de una chica que adoraba jugar a juegos de mesa y a hablar solo cuando la otra persona es capaz de darle una conversación decente. La segunda estaba algo arrugada, pero se podía leer que era un joven, de edad desconocida, quien era algo tímido con las mujeres y al que le gustaba pasear y dibujar.
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Retomé mi lectura un tanto ensombrecido ante la primera que me había tocado, una loca que no le gustaban los animales. Lo que tiene que aguantar uno con tal de pagar las medicinas usadas para curar al shinobi que se llevó un garrazo en el hombro por reventarme con magia de aire.
— Tengo a una chica que podría ir bien con el listo del shogi, porque parece una intelectual repelente de cuidado. Dice que no le gustan los animales de compañía, ¿te lo puedes creer? Soporto levemente a los amantes de los gatos, pero que no te gusten ni los gatos, que son medio perros, joder, es de no tener corazón.
Entonces miré a ver qué tenía Juro y tuve que recular en mis intenciones.
— Espera, espera, tú tienes una chica bastante decente para el chico del shogi, y la verdad es que ese chico no me cae tan mal como para endosarle a la arpía sin corazón esta. Vale, vale, a la que odia a los animales la ponemos con el del jardín y vemos como arden en el infierno. ¿Cómo lo ves?
Le pregunté aunque sin esperar a su respuesta empecé a juntar las fichas, quitandoselas de las manos a Juro. ¡Tenía que mostrar quien era el macho alfa!
4/02/2018, 01:11 (Última modificación: 4/02/2018, 01:12 por Eikyuu Juro.)
Juro no pudo evitar reirse un poco del criterio de Nabi a la hora de elegir. Los animales era un tema que le tocaba la fibra sensible, al parecer. Y respecto a eso...
— Tranquilo, no te pongas tan subjetivo ---- protestó Juro —. Vamos a ver. Centremonos en las chicas. La primera que tengo yo, que adora los juegos de mesa y conversar, pega con el chico del shogi. Ambos disfrutan de lo mismo y les gusta hablar de cosas decentes. En eso estoy de acuerdo.
Juro reflexionó un poco sobre la otra.
— A la segunda, odia a los animales y le gusta hablar — Juro ojeó las fichas restantes —. No se que decirte. Si odia cuidar de animales, no creo que le guste la idea de cuidar plantas. Igual pega más con el cocinero. Es bromista y podría conversar de lo que le guste...sea lo que sea.
Juro evitó que Nabi decidiese por sí mismo. Eran un equipo después de todo. Tenían que decidirlo.
Se les iban acumulando las fichas aún por emparejar en la mesa, y seguían sacando más por si, en algún momento, salía la media naranja de alguno que estaba esperando.
La primera ficha que sacó Nabi era de una chica, a quien le gustaban los chicos con gafas y las artes, ya sean plásticas o musicales. La segunda fue de otra joven, de unos veinte años a la que le gustaba cuidar de sus bonsáis y leer libros de cocina.
Juro sacó dos también. Una era de una joven de dieciséis años del País de la Tormenta, le gusta viajar y escuchar el sonido de la lluvia al caer. La segunda que sacó era de un chico que prefería a los hombres que a las mujeres por todo el daño que le habían hecho, algo rencoroso pero que adora a los gatos, tiene uno que se llama Kuro y es negro.
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La cosa se estaba saliendo de madre, íbamos sacando fichas mientras teníamos las antiguas y encima Juro ponía pegas sobre mis parejas. Ahora teníamos todavía que emparejar a la loca esa a la que no le gustan los perros con alguien igual de malvado que ella y el kuseño este no me dejaba hacerlo como yo quería. Qué raro, ¿no? Si yo suelo convencer a la gente fácilmente. No me reí de mi broma interna porque estaba concentrado.
— Mira, aqui hay una chica que le gusta leer libros de cocina. ¡Si hubiéramos puesto a la antianimales con el cocinero le habríamos condenado a una vida triste pegado a una mujer que no le satisfacería tanto como esta chica! ¿Ves? A la loca esta hay que ponerla con el jardinero, si odia los animales seguro que tolera a las plantas.
Intentaría nuevamente emparejar al jardinero con la loca anti animales si Juro no se ponía de por medio y al cocinero con la chica que lee libros de cocina. ¡Era perfecto!
Juro trató de orientarse ante tal vaivén de fichas. La primera ficha de Nabi era una chica a la que le gustaba las artes y los chicos con gafas.
La segunda, otra chica, de veinte años, a la que le gusta cuidar bonsais y leer libros de cocina.
Los de Juro eran una joven a la que le gusta viajar y escuchar el sonido de la lluvia.
El segundo chico prefería a los hombres, y le gustan los gatos.
— Mira, aqui hay una chica que le gusta leer libros de cocina. ¡Si hubiéramos puesto a la antianimales con el cocinero le habríamos condenado a una vida triste pegado a una mujer que no le satisfacería tanto como esta chica! ¿Ves? A la loca esta hay que ponerla con el jardinero, si odia los animales seguro que tolera a las plantas.
Juro suspiró, rodando los ojos.
— Vale, vale. Juntamos a la chica que le gusta leer libros de cocina y los bonsais con el chico al que le encanta cocinar y estar al aire libre — dijo Juro, juntando ambas tarjetas —. Nos quedan tres mujeres, la que le gusta los chicos con gafas y arte, la que odia los animales y la que le gusta escuchar el sonido de la lluvia y viajar. Luego nos quedan tres hombres, el jardinero, el chico tímido con las mujeres, y el amante de los gatos. Pero este dice que prefiere los hombres. Y no tenemos ningún chico más que cumpla con eso.
Juro reflexionó un poco. Eso dejaba con tres chicas y dos chicos para emparejar, dejando a ese otro aparte. Pero no encontraba ninguna unión decente como para poder hacerlo.
— Que no te gusten los animales no quiere decir que te gusten las plantas, ¿sabes? Esos dos no tienen nada en común — protestó Juro —. No veo ninguna unión tan clara como las otras en ninguno de los que quedan...
Aun así, Juro revisó las fichas que tenían y se dio cuenta de algo.
— Oye, puede que aquí podamos hacer algo. Mira, al chico tímido le gusta dibujar, y a la primera chica de esta ronda tuya le gusta el arte . Puede que no tenga gafas, pero la otra tampoco dice nada de que le guste conversar mucho. Creo que tienen cosas en común . ¿Tú que dices?
Si Nabi no decía nada, juntaría ambos. Eran ya demasiados y se estaba empezando a agobiar.
Juro había hecho recuento de las personas que aún quedaban por emparejar, viendo que todavía quedaban bastantes junto con los dos montones. Parecía agobiado y poco de acuerdo con una de las proposiciones de Nabi, además de que él había dado también su opinión.
Cuando sacasen las siguientes dos de cada montón, encontrarían primeramente un hombre que prefiere la compañía masculina a la femenina, tiene un perro de raza desconocida y en su tiempo libre le gusta cuidarlo y mimarlo. La segunda ficha era de una joven con gafas y pelo corto, suele sentirse cohibida con facilidad y tiende a decir muletillas cuando está nerviosa.
Nabi sacaría otras dos, claro, la primera viene de la mismísima Amegakure, de un chico solitario que busca otra chica solitaria también; y un artista muy poco conocido que actúa en algunos locales, además de pintar retratos de otras personas.
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Juro hizo una pareja y yo no le dije nada, porque eso es lo que hacen los compañeros, apoyarse silenciosamente, aunque se ve que eso no lo enseñan en Kusa, porque el maldito lechugo seguía empecinado en no dejarme juntar a esos dos hijos de Satanás para ahorrar sufrimiento a las personas inocentes que tendrán que soportarlos si los emparejamos con gente decente.
Le dejé hacer y fui a mi montón a ver qué sorpresas nos deparaba. Aunque ya ni me acordaba muy bien de quien quedaba por emparejar.
— Mira, mira, un amenio. ¿No había una chica que le gustaba la lluvia? Pues aquí tengo a uno que sabe de esas cosas.
Buscaría la ficha de la chica del País de la Tormenta, que es que encima, les pillaba cerca. Los muy suertudos. Y después de emparejarlos y apartarlos, miraría la segunda ficha nueva.
— ¿No tienes a una moza que le guste el arte y esas cosas?
Si Juro no interrumpía o hacía de las suyas para tocarme lo que no suena, volvería a atacar mi montón, a ver qué clase de magia nos esperaba en las siguientes dos fichas.
A Juro empezaba a dolerle la cabeza. Les quedaba demasiadas personas. A por otros cuatro.
El primero, un hombre que disfrutaba más con la compañía masculina y que tenía un perro.
En segundo lugar, una joven con gafas y pelo corto, tímida y con muletillas.
En tercer lugar, un chico solitario de Amegakure.
Por último, un artista muy poco conocido.
— Mira, mira, un amenio. ¿No había una chica que le gustaba la lluvia? Pues aquí tengo a uno que sabe de esas cosas.
— Si, harán buena pareja — afirmó Juro, asintiendo ante el emparejamiento de su compañero.
— ¿No tienes a una moza que le guste el arte y esas cosas?
— Si, tienes razón. Pegaría más con este — murmuró Juro, un poco desesperado. Entonces, cogió la ficha de la mujer que había estado a punto de emparejar con el chico tímido y lo cambio de sitio, uniéndola a la del artista.
Suspiró. Estaba perdiendo la cuenta.
— Supongo que deberíamos juntar a estos dos chicos. Uno tiene un gato y otro un perro, pero los dos adoran los animales y estan interesados en los hombres — murmuró Juro, con sus dos fichas —. ¿Crees que podríamos juntar al chico tímido con la chica que se cohíbe con facilidad? Igual entre ellos se entienden.
Esperó el permiso de Nabi, y si este llegaba, haría dos nuevas parejas además de la del duo de la lluvia. Puede que no siguiese el mejor de los criterios, pero se estaba ahogando en gustos y fichas.
Haciendo recuento de las fichas que habían dado la vuelta, les quedaban por emparejar a la joven que odiaba a los animales y el chico jardinero. Claro que Nabi tenía que dar el visto bueno a la pareja que acababa de formar Juro: el chico tímido y la chica cohibida.
Nabi atacó su montón de nuevo, donde ya solo quedaban cuatro fichas, cogiendo una donde había encontrado a una chica que había adjuntado una foto a su ficha: y es que sabía que era una mujer porque lo ponía en el sexo, porque parecía un chico en toda regla, además, le gustan los trabajos manuales y la carpintería. Si cogiera otra tarjeta, encontraría a una chica florista que busca a un compañero para su trabajo, y lo que surgiese.
El montón de Juro era menor que el de Nabi, pues solo quedaban dos tarjetas. La primera tarjeta hablaba de un niño que no soporta a los animales porque su madre tenía cinco gatos, prefiere estar al aire libre y los juegos de deporte. La segunda era una chica que le encanta ir de compras y admirarse en el espejo.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100