Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
10/01/2021, 16:21 (Última modificación: 10/01/2021, 16:25 por Amedama Daruu. Editado 1 vez en total.)
Ni Daruu ni Yuki eran capaces de discernir qué era exactamente aquella figura, pero ambos tuvieron la certeza de que era alguien peligroso. El Hyūga intercambió una mirada con el gato y asintió, antes de apuntar con la cabeza hacia la salida de la cueva. Yuki se dio la vuelta y echó a correr a través de la grieta.
«¿Un jinchūriki? No, no puede ser, ¿Juro? No... ¿el shinigami?», se preguntaba, mientras daba un par de pasos casi sin tocar el suelo. Miró al niño aterrorizado de la esquina y le hizo la seña de que mantuviera silencio con el dedo índice. Y de ahí...
Carnero.
La cueva se inundó poco a poco de una espesa niebla gris. Una sensación de humedad invadió la estancia. De mientras, Daruu formó un clon de sombras. Su Kage Bunshin se dirigió sigilosamente hacia la ubicación del niño, y su yo real trató de distraer a aquella cosa con una retahila de cuatro senbon por la espalda.
El Kage Bunshin cortó las cadenas que apresaban al crío gracias al flujo de chakra Raiton y lo agarró bien fuerte en un abrazo. Carnero, Pájaro, y una palmada. Un destello rojizo anunció su huída.
El niño aparecería sano y salvo en la parte superior de la cueva, al lado de la roca que Daruu había marcado con su sangre. Pero el clon de Daruu desaparecería en una nube de humo, y él sólo encontraría otro niño como él. Uno con los ojos de un azul claro intenso, y el cabello completamente blanco. Vestía una chaqueta de plumas de color azul pálido.
—Rápido, chico. Vamonyos de aquí —dijo, e hizo una seña con la cabeza en dirección al bosque.
- Placa de Amegakure en la parte frontal del cinturón
Portaobjetos básico en el muslo derecho:(8/10 objs)
- x20 metros hilo (2pqs. de 10 metros)
- x1 kemuridama (6 metros de humo gris)
- x1 antídoto
- x1 respirador
- x1 esposa supresora del chakra
- x1 píldora estimuladora de sangre superior
- x1 píldora de soldado superior
Portaobjetos avanzado en el cinturón, en la espalda:(1/10 obs)
- x1 Bakūmi Fuda
¤ Suiton: Amedama no Buki: (4/20 obs)
- x16 senbon (4 paquetes) (4 PV/impacto, 8 PV con Byakugan activo)
Ocultas en ambos mitones, izquierdo y derecho:
- Futatsu Mukei (12 PV/golpe con mango o vaina, 18 PV/corte superficial, 22 PV/corte, 30 PV/penetración)
En el dobladillo de los calzoncillos:
- Juego de ganzúas
11/01/2021, 22:07 (Última modificación: 11/01/2021, 22:14 por Aotsuki Ayame. Editado 1 vez en total.)
Yota corría todo lo rápido que le permitían sus piernas. Era rápido, bastante rápido para un shinobi de su rango y su experiencia, pero la distancia seguía siendo la distancia, y, de tejado en tejado, ahora se encontraba recorriendo las calles centrales de Yachi en dirección este.
Kumopansa había llegado al mismo parque que había estado revisando Eri unos cuantos minutos atrás. Y se encontró con una escena similar: ya no había ninguna pelota abandonada, pero seguía estando allí el árbol caído, su tronco cortado limpiamente, y arrastrando al columpio que alguna vez había colgado de sus ramas. No había sangre, pero sí que vio el rastro de dos pares de huellas humanas, unas más pequeñas que las otras, adentrándose de nuevo en Yachi.
. . .
Daruu se internó en interior de la caverna, sigiloso como un gato. Tanto, que el hombre que se encontraba frente a él parecía estar demasiado concentrado en su tarea como para reparar en su presencia.
Akashi, la Muerte Roja, terminó de escribir justo en el momento en el que una espesa niebla comenzó a inundar la guarida. Sorprendido por la inesperada intromisión, se dio la vuelta a toda velocidad, abandonando la carta sobre la mesa.
—¡Ugh! —gimió, cuando sintió cuatro pinchazos en su torso. Pero sus labios se curvaron en una sonrisa. Una tenebrosa sonrisa.
Sus manos se entrelazaron en cuatro sellos y, justo a la espalda de Daruu, la roca se separó del suelo y se elevó bruscamente, bloqueando la salida. Aquello no fue todo, Akashi había alargado un brazo hacia una Ōdama que reposaba junto a él, y con un brusco aspaviento liberó una cuchilla de viento que atravesó limpiamente la niebla, disipándola tras su paso, y sus restos se dirigieron hacia el torso de Daruu con el propósito de arrancarle un arañazo.
—Así que han venido los shinobi de Amegakure a jugar. ¡Genial! —exclamó, ensanchando aún más su sonrisa. Se trataba de un hombre alto y fornido, notablemente fornido, de cabellos cortos pero rojos como el fuego y ojos oscuros como el más profundo de los infiernos. Unos ojos que repararon en la esquina de la caverna, donde ahora estaban las cadenas libres de su presa, y sus ojos chispearon con furia—. Maldito hijo de puta... ¡Entonces tú serás el sustituto de ese maldito mocoso! —Extendió su mano libre frente al pecho, en una actitud de rezo, y entonces recitó de nuevo, esta vez de forma audible para Daruu—: Un Susurro Blanco para la Blanca Muerte de todos. Purifica este mundo llevándote a los Indignos, a los Indignos. La Muerte Sangrienta cumplirá su propósito.
Eri se detuvo a escasos centímetros de la catástrofe, al borde de un peligroso acantilado que caía decenas de metros y cuya profundidad se perdía engullida por la oscuridad. Se dio la vuelta, dispuesta a internarse en las profundidades del bosque de nuevo para seguir buscando la misteriosa entrada de la caverna, pero apenas había dado unos pocos pasos cuando el inconfundible sonido de dos volutas de humo estallaron tras su espalda.
—Rápido, chico. Vamonyos de aquí.
Y la Uzumaki se encontró cara a cara con el chiquillo que había venido a buscar, ahora lloroso y aterrorizado, junto a otro niño de cabellos blancos y ojos de un chispeante color azul junto a él.
Esta cuenta representa a la totalidad de los administradores de NinjaWorld.es
11/01/2021, 23:27 (Última modificación: 11/01/2021, 23:27 por Uzumaki Eri.)
La última comida que había ingerido se estaba posando en su garganta amenazante con salir si no calmaba sus latidos, pero ella se negaba a hacerlo. Estaba nerviosa y asustada por el niño, Daruu y todo lo que podría estar pasando en esos momentos. Dio media vuelta, alejándose del acantilado cuando, de pronto, escuchó algo detrás de ella que le era tan familiar como respirar.
Puff.
—Rápido, chico. Vamonyos de aquí.
Se giró y pudo comprobar como el chiquillo, aun con su rostro lleno de terror; estaba vivo y de una pieza. Quiso llorar de alivio pero se contuvo, sin embargo, se acercó a él rápidamente para comprobar sí estaba bien sujetándole con cuidado por los hombros. Luego se giró a mirar al extraño acompañante que le había dicho que salieran de allí. «Cabello blanco, ojos azules...» No sabía quién era y, sin embargo; preguntó:
—¿Sabéis dónde está Daruu? —se acercó rápidamente a los niños, agachándose para ponerse a su altura, luego recordó que el nombre de Daruu no sería de mucha ayuda si ellos no lo conocían en realidad. «¡Qué tonta eres a veces!»—. Chico alto, moreno, con unos ojos blancos... Tendría que estar por aquí, cerca de una cueva... Lo estoy buscando, por favor... —pidió.
Su voz sonaba angustiada.
Si el niño estaba huyendo y él no se encontraba por allí, podrían estar relacionados tanto la escapada del niño como el crío de cabellos blancos, pero no lo sabía, solo sabía que estaba cerca. Tenía que estarlo.
Igualmente y esperando a una contestación, levantó la vista y buscó la entrada.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
12/01/2021, 12:55 (Última modificación: 12/01/2021, 13:00 por Sasagani Yota. Editado 1 vez en total.)
No importaba el frío de la noche, ni siquiera el cansancio, había que llegar a destino lo antes posible. Con ese objetivo en la mente seguía moviéndome entre los tejados. Ya había superado la zona en la que la alcaldesa nos había recibido horas antes y sabía que cada vez estaba más cerca de llegar, pero los recuerdos volvieron y, con ellos, los fantasmas del pasado.
«¿Llegaré demasiado tarde?»
Tuve que sacudir la cabeza a medida que avanzaba. No, esta vez no. Esta vez tenía que hacer lo que estuviera en mi mano, y lo que no también, para que las cosas salieran a pedir de boca. al cabo del rato, el bosque que citó Daruu se empezaba a vislumbrar. Cada vez estaba más cerca...
···
Kumopansa, por su parte, no había tardado tanto en llegar a aquella plaza. El aspecto visual no era alentador. Un árbol caído que, a su vez había provocado que el columpio siguiese su mismo destino. Pero lo que realmente había llamado la atención del arácnido habían sido un par de huellas que se adentraban de nuevo en Yachi. De hecho, si algo había aprendido el animal de Yota era el hambre de curiosidad y el querer saber cuanto más mejor de todo lo que ocurría a su alrededor. Así que, casi de forma automática, sus patas empezaron a moverla siguiendo aquel rastro.
Yuki dio un brinco en cuanto vio a una kunoichi de Uzushio materializarse frente a él. Bueno, en realidad había sido al revés, pero todo en esta vida es relativo.
—¿Quién nyeres? —preguntó, de inmediato, y se plantó delante del niño—. ¿¡Amiga o enyemiga!? —exigió.
«¿Amiga de Nyaruu?», pensó Yuki, después de que Eri se explicara y se agachase lentamente. El crío se relajó, e indicó al otro chaval que se largase de allí.
»Sigue recto y ten cuidado, nyegarás al pueblo —le dijo.
¡Puff!
El niño que Eri tenía delante estalló en una nube de humo y se transformó en algo blanco, peludo y pequeño que se encaramó ágilmente por su pierna derecha y se le subió al hombro. Levantando una pata, el gato blanco que antes era un niño apuntó hacia adelante con una pata y habló:
»Nyaruu está en peligro. ¡Por nyallí!
· · ·
Daruu estaba en un considerable peligro.
Aquella masa de chakra heterogéneo resultó ser un enemigo —o al menos, contenía el chakra de un enemigo— al que Daruu se había enfrentado ya. Bueno, si es que ser poseído por algo era enfrentarse a ello. Se trataba de un shinigami, que estuvo a punto de hacerse con su cuerpo. Un grupo de cultistas lo había liberado hacía ya dos años en el Cementerio del Gobi. Por lo visto, la aldea no había hecho avances al respecto.
¡BAM! Cualquiera se habría dado la vuelta, pero los ojos de Daruu veían más allá de su espalda. Aún así, el Hyūga dio un brinco cuando el monstruo taponó la entrada. Esquivó el ataque que vino más tarde ladeando el torso hacia la izquierda y dando un rápido pero bajo salto hacia atrás. Apretó los dientes y tragó saliva.
Entonces se dio cuenta de que en realidad la descripción no cuadraba con el aspecto que tomó él cuando le poseyó el shinigami. «¿Esta vez poseyó a alguien "digno" o no se trata de eso?» Tragó saliva y sintió un escalofrío. Un bijū era un ser mítico pero un shinigami desde luego también lo era, quizás más que el mismo bijū. Si Kurama podía implantar sellos que le hacían a uno recibir su chakra y hablar a través de él, ¿podría el shinigami hacerlo? ¿Estaba ante un "General de la Blanca Muerte"?
De momento, no parecía hablar como él ni haberle reconocido. Eso era una buena señal. Recordar la impresión que le dió aquél espíritu hacía que sus rodillas temblasen.
El Hyūga habló por el Sello de la Hermandad Intrépida.
—Me ha dejado encerrado con él aquí dentro. Dejo este canal abierto, si dejáis de recibir noticias mías, largáos y pedid refuerzos a Amegakure de mi parte. Decidles que se trata del shinigami.
«Guau, imagínate oír eso, así tal cual.»
Daruu antepuso su espada por delante de él y desactivó la capa de electricidad. Intentó caminar lentamente, alejándose un poco de la roca.
»Eri, necesito tu fūinjutsu. —La última vez, él y Rōga habían llegado a la conclusión de que necesitarían de técnicas de sellado para vencer al shinigami. Si ese hombre estaba poseído por el espíritu...
(Percepción + 30 por Byakugan)
(Destreza +10 por Byakugan *sólo para cuerpo a cuerpo y armas) Refresco de Chishio:2 turnos
- Placa de Amegakure en la parte frontal del cinturón
Portaobjetos básico en el muslo derecho:(8/10 objs)
- x20 metros hilo (2pqs. de 10 metros)
- x1 kemuridama (6 metros de humo gris)
- x1 antídoto
- x1 respirador
- x1 esposa supresora del chakra
- x1 píldora estimuladora de sangre superior
- x1 píldora de soldado superior
Portaobjetos avanzado en el cinturón, en la espalda:(1/10 obs)
- x1 Bakūmi Fuda
¤ Suiton: Amedama no Buki: (4/20 obs)
- x16 senbon (4 paquetes) (4 PV/impacto, 8 PV con Byakugan activo)
Ocultas en ambos mitones, izquierdo y derecho:
- Futatsu Mukei (12 PV/golpe con mango o vaina, 18 PV/corte superficial, 22 PV/corte, 30 PV/penetración)
En el dobladillo de los calzoncillos:
- Juego de ganzúas
Yota consiguió dejar atrás las casas de Yachi y pronto se vio engullido por las sombras que proyectaban los árboles del bosque. Se vio obligado a frenar para no tropezar con alguna raíz un poco salida o no darse de bruces con el tronco de cualquier árbol porque estaba oscuro como la boca del lobo. Tan oscuro, que no veía más allá de un par de troncos. Era el momento de buscar la cueva de la que les había hablado Daruu pero, la pregunta era:
¿Cómo lo haría? De hecho, sus oídos captaron un crujido de ramas cerca de su posición...
Kumopansa, por otra parte, decidió seguir los dos pares de huellas que había encontrado. Uno de los pares era considerablemente más grande que el segundo, pero ambos iban en la misma dirección, subiendo por la calle principal de Yachi. A juzgar por la distancia de las pisadas, o tenían las piernas bastante largas o llevaban prisa.
Las huellas le condujeron hasta una pequeña casa de aspecto tradicional, con un tejado de tejas rojas y paredes de piedra. Enfrente de la puerta, había un pequeño jardín, repleto de calabazas iluminadas con diferentes caras. Daba la impresión de que la mayoría de ellas trataban de resultar terroríficas, pero sólo conseguían ser adorables. Las pisadas se dirigían hacia una de las ventanas de la fachada, en un lateral de la casa. Allí desaparecían las huellas pequeñas y las grandes volvían a echar a andar. Esta vez hacia el este.
. . .
Eri se abalanzó sobre el niño para comprobar su estado, pero enseguida se dio cuenta de que estaba bien. Aterrorizado, tembloroso, con los ojos llorosos y abiertos como platos, pero sano y salvo, de una pieza.
Yuki mandó de vuelta al chiquillo al pueblo y este, asintiendo débilmente, obedeció y pronto se perdió entre las sombras de los árboles. Fue entonces cuando el gato reveló su verdadera apariencia y, tras encaramarse al hombro de Eri, señaló con su patita hacia abajo en el acantilado. A varios metros por debajo de su posición, Eri sería capaz de ver un estrecho sendero en la pared del acantilado que se dirigía hasta la boca de una cueva iluminada con antorchas.
. . .
Akashi soltó una risilla aguda al percibir la sorpresa y el terror en el rostro del joven de Amegakure. Daruu había evitado los rescollos de su cuchilla de viento ladeando el cuerpo a un lado. En condiciones normales no le habría servido para evitar los daños, pero pronto se dio cuenta de que aquella cuchilla había avanzado bastante distancia y ya había perdido toda su potencia, quedando como una leve brisa inofensiva. El Hyūga dio un breve salto hacia atrás, y entonces su espalda dio de nuevo con la pared de roca. Se había arrinconado él solo.
—Me ha dejado encerrado con é... —comenzó a hablar al vacío.
Pero Akashi no estaba dispuesto a perder el tiempo ni la oportunidad brindada.
La Muerte Roja lanzó una canica a los pies de Daruu, que estalló en un potente destello de luz que acuchilló sin piedad los ojos del Hyūga, cegándolo momentáneamente. Esa ceguera no le dejaría ver la sombra que se abalanzaba sobre él a toda velocidad antes de que Akashi apareciera justo frente a él, en apenas un parpadeo, y enarbolando su Ōdama para cortar en diagonal su torso.
—¡Ja! Tienes unos ojos muy bonitos, ¿sabes? —le dijo, antes de soltar una carcajada que sonó como un ladrido seco y potente—. ¡No te preocupes! ¡Los rescataré de tu cadáver después de enviarte con Shiro Shinigami!
A pesar de que, al principio, aquel extraño niño no confiara en ella, pronto pareció relajarse y decidió mandar al niño a su casa en Yachi. No tardó en volver a encararse a la kunoichi una vez terminó con el pobre y tembloroso niño.
Y entonces... ¡Puff!
El crío de aspecto extraño se transformó en un animal, pequeño, blanco, y con mucho pelo que Eri identificó como un gato. Éste se subió a su hombro y le señaló una dirección.
—Nyaruu está en peligro. ¡Por nyallí!
«¡Que habla!» Se sorprendió al ver como un animal comenzaba a relacionarse con ella, tal cual. Intentó guardar su impacto y pensar que la araña de Yota también hablaba, pero no dejaba de sorprenderla. Negó con la cabeza para quitarse aquello de la cabeza.
—¡Vamos!
Fue de nuevo al acantilado, descubriendo que, bajo la posición en la que estaba, había un estrecho camino que se dirigía hasta la tan ansiada cueva iluminada por el fuego de las antorchas. Eri bajó con cuidado, dispuesta a entrar cuando, de pronto, la voz de Daruu se escuchó por el comunicador:
—Me ha dejado encerrado con é...
—¿Con él? ¿Con quién? ¡Daruu! ¿¡Qué pasa?! —exclamó, nerviosa, adentrándose en la cueva con rapidez.
Y cuando pensó que estaría cerca, por fin; de Amedama, gimió al notar como se encontraba cara a cara con un muro que cortaba su paso. «¡No puede ser!»
Paró frente al muro y, tras tres sellos, creó una ráfaga desde sus dos manos que impactó contra el muro que se alzaba frente a ella.
- PV:
330/330
–
- CK:
229/320
– -36 CK (Kangekiha multiplicado x3) (Regen. Dividida: Yoroi activada)
Poco a poco fui dejando el pueblo a mis espaldas, pero a medida que lo iba haciendo la oscuridad se iba adueñando del sendero y tuve que ir aminorando el paso. No solo eso, sino que tuve que desenvainar mi ninjatō y aplicar el chakura nagare para ver por donde avanzaba y así evitar que tropezase con alguna raíz rebelde o alguna piedra mal puesta.
—Me ha dejado encerrado con é...
Era Daruu a través de aquel sello comunicador que nos había puesto Eri tras la reunión con la alcaldesa de Yachi. Al parecer los peores presagios se iban cumpliendo. Ahora el amejin estaba encerrado contra nuestro enemigo y no solo eso, sino que por el corte de la comunicación todo apuntaba a que estaba totalmente incomunicado.
—¿Con él? ¿Con quién? ¡Daruu! ¿¡Qué pasa?!
Los gritos de angustia de Eri asaltaron mi cabeza. Todo estaba a punto de irse a la mierda.
— ¿Dónde coño estáis? ¿quién es él? No veo ninguna cueva y eso que he seguido las indicaciones que dio Daruu
Ahora el que empezaba a ponerse de los nervios era yo. Aún así, traté de buscar algún tipo de huella o algo y como si de un capricho diabólico del destino se tratase, no muy lejos una rama crujió.
— ¡Eh! ¿Quién anda ahí? —dije, girandome en dirección al ruido.
···
Kumopansa, por su parte, había seguido el rastro que había encontrado, elc ual la había guiado hasta un hogar adornado con aquellas indistinguibles calabazas tan adorables. Sin embargo, sólo desaparecieron los huellas más pequeñas, posiblemente de algún niño. en su lugar, las grandes, se dirigían hacia el este.
— A la mierda, no tengo nada mejor que hacer
Y siguió el rastro de las susodichas pisadas. A fin de cuentas, siempre podía volver a la casa en cuestión y echar una ojeada.
18/01/2021, 00:09 (Última modificación: 18/01/2021, 00:10 por Amedama Daruu.)
No lo vio venir, lo cual es, si me permitís, irónico.
La bomba de luz arrojada a los pies del Hyūga le arrebató lo que más fuerte le hacía. Daruu gimió de dolor dos veces: la primera cuando quedó cegado y en un intento casi inútil de protegerse asió con dos manos su Mukei derecha y la interpuso. La segunda, cuando su acero fue desplazado hacia un lado para que otro, grande y curvo, besara su torso. El arma circunvaló su defensa y se clavó un poco en su costado. Amedama apretó los dientes y movió ligeramente su espada. Todavía no había recuperado del todo su vista, pero sí lo suficiente para devolvérsela a ese hijo de puta.
—No te preocupes, estoy acostumbrado a las harpías y a los cuervos —espetó, y le escupió en la cara. Aprovechó la distracción para girar las muñecas y arrancar de las manos del hombre la guadaña que portaba, arrojándola a un lado. Desde ahí, sólo tuvo que dar un tajo en horizontal en su vientre, envolviendo su filo por un instante con la esencia de Raijin.
- Placa de Amegakure en la parte frontal del cinturón
Portaobjetos básico en el muslo derecho:(8/10 objs)
- x20 metros hilo (2pqs. de 10 metros)
- x1 kemuridama (6 metros de humo gris)
- x1 antídoto
- x1 respirador
- x1 esposa supresora del chakra
- x1 píldora estimuladora de sangre superior
- x1 píldora de soldado superior
Portaobjetos avanzado en el cinturón, en la espalda:(1/10 obs)
- x1 Bakūmi Fuda
¤ Suiton: Amedama no Buki: (4/20 obs)
- x16 senbon (4 paquetes) (4 PV/impacto, 8 PV con Byakugan activo)
Ocultas en ambos mitones, izquierdo y derecho:
- Futatsu Mukei (12 PV/golpe con mango o vaina, 18 PV/corte superficial, 22 PV/corte, 30 PV/penetración)
En el dobladillo de los calzoncillos:
- Juego de ganzúas
Yota desenvainó su ninjatō, y, de una forma similar a como había hecho Daruu anteriormente, utilizó su habilidad con el Raiton para infundir el arma con rayos e iluminar el camino. A medio camino recibió los mensajes de Daruu y Eri, el primero parecía encontrarse en apuros, mientras que la segunda se mostraba visiblemente preocupada por él. Pero la búsqueda de sus compañeros se vio interrumpida cuando escuchó el crujir de las ramas cerca de él.
—N... ¡No me hagas daño por favor!
Para su sorpresa, se trataba del mismo chiquillo que no llegaba ni a los diez años que les había asustado al llegar a Yachi. Entre violentos temblores y audibles sollozos, el chico se había cubierto el rostro, temiendo que Yota le hiciera algo. ¿Pero qué hacía allí, en mitad del bosque, en plena noche? Aquel muchacho no estaba en la lista de personas desaparecidas...
Mientras tanto, Kumopansa seguía fielmente las huellas, ahora reducidas a sólo un par. Enseguida se dio cuenta de algo: No sólo las zancadas se habían hecho más largas, sino que la tierra a su alrededor parecía haberse ennegrecido. Se dirigían hacia un bosque que había al este de Yachi, tras la colina más alta de todo el pueblo.
. . .
En un acto reflejo desesperado, el de Amegakure liberó una espada que llevaba oculta en su antebrazo y la interpuso entre su cuerpo y su atacante. Pero eso no evitó que el filo curvo de la guadaña terminara acariciando su costado, cortando tela y después piel. La sangre quedó al descubierto, y la sonrisa de Akashi se ensanchó aún más, visiblemente excitado. Pero Daruu no iba a rendirse sin luchar, y, aún a ciegas, hizo un característico movimiento con su espada. Buscaba desarmarle de su amada Ōgama. Pero Akashi también estaba versado en el estilo de lucha con armas, y respondió con un movimiento idéntico de su guadaña.
Ninpō: Bunkai
Intento de desarme de Daruu: 100 ([Destreza)) + 20 (Fuerza/2) + 30 (Daño más alto de la Futatsu Mukei) + 20 (Dos manos) = 170 Intento de desarme de Akashi: 70 (Destreza) + 40 (Fuerza/2) + 70 (Daño más alto de la Ōgama) + 20 (Dos manos) = 200
—¡VAS A NECESITAR ALGO MÁS QUE ESO, CHAVAL!
Sólo hizo falta un movimiento de muñeca para arrancar la espada de las manos de Daruu, y otr movimiento para realizar un corte en diagonal sobre su torso. Akashi reía, descontrolado, y estaba a punto de asestar un nuevo golpe, quizás de gracia, cuando...
¡¡¡BROOOOOOOOOOOOOOOOM!!!
El tapón de rocas que sellaba la entrada de la caverna saltó por los aires, y los pedruscos volaron en todas direcciones. Sobresaltado, Akashi saltó hacia atrás, alejándose de su presa hasta colocarse jusnto a su escritorio, al fondo de la caverna, desde donde tenía una buena visión de la entrada. Pero al otro lado sólo vio a una niñita de cabellos tan rojos como los suyos con un gato blanco al hombro. La bandana de Uzushiogakure relucía en su cabeza.
—¡Otra invitada a la fiesta! ¡Pasa, pasa, ponte cómoda! Estaba divirtiéndome con tu amigo... —dijo, señalando a Daruu con la guadaña. Entonces retrajo el brazo y lamió el filo del arma de la muerte, pasando la lengua por los restos de la sangre que le había arrancado al muchacho. Y unas extrañas marcas blancas aparecieron en su piel, bordeando sus ojos, recubriendo su nariz, ensanchando aún más su sonrisa. En contraste con su piel oscura, daba la sensación de haberse convertido en una terrorífica calavera—. ¿Bailamos?
A ojos de Daruu, fue como si el chakra blanco hubiese ganado la batalla sobre el propio chakra de Akashi. Ahora inundaba todo su cuerpo, e incluso se desbordaba de él.
Con la iluminación que brindaba el ninjato con el flujo chisporroteando su filo todo era más sencillo, era capaz de ver un poco más allá y anticiparme a los peligros que suponían los pequeños obstáculos del camino. Pero aún estaba por recibir respuestas de Daruu, a quien en un primer momento pareció que le falló por algún extraño motivo el chisme aquel, y Eri de la cual no tenía información alguna.
— ¡A tomar por culo!
Entonces apareció, ante mi vista, un niño. Si, le recordaba. Era el mismo niño que había tratado de asustarnos por la tarde en Yachi.
—N... ¡No me hagas daño por favor!
Pero el asustado en aquel momento era el chiquillo. Presa del pánico suplicaba que no le hiciese daño. Mi rostro, sin embargo, relataba la más absoluta confusión ante su repentina y totalmente inesperada aparición.
— No voy a hacerte daño, no te preocupes
Traté de acercarme un poco, alejando el ninjato de su rostro, ahora tapado por sus manos para tratar de calmarle un poco.
— ¿Qué haces aquí, chico? Deberías estar en tu casa
···
Kumopansa siguió avanzando. Finalmente dio con el bosque, donde aquellas pisadas aumentaron no solo su ritmo, sino que progresivamente la zancada. Quien fuera el dueño de aquellos pasos tenía prisa o quizás estaba huyendo de algún peligro. La curiosidad fue alimentando el ser de aquel arácnido, completamente mimetizado con la oscuridad que ofrecía la noche en aquel bosque, siguiendo aquel rastro.
«¡Bien!» Celebró por unos segundos en su interior una vez vio destaponada la entrada al lugar donde quería acceder, pero pronto su semblante triunfal cambiaría a uno más oscuro al divisar, cerca de ella, a un Daruu malherido y a quien parecía ser su contrincante: un hombre con una túnica blanca y una guadaña cubierta de sangre.
—¡Daruu! —exclamó, poniéndose a su lado mientras deshacía el sello que guardaba su arma en una de sus palmas. De ella salió una naginata—. ¿Qué está pasando? —Eri se puso en guardia.
El hombre relamió su arma y, de pronto, todo su aspecto comenzó a cambiar, creando en Eri una mueca de desagrado total que fue convirtiéndose, poco a poco, en miedo. ¿Quién era ese hombre? o, mejor, ¿qué era esa cosa?
Daruu chasqueó la lengua contra el paladar cuando su adversario le sobrepasó y consiguió arrancar la espada de sus manos. Aunque el hilo que mantenía la Mukei atada a su antebrazo le sirvió para volver a empuñarla, el margen de reacción era demasiado estrecho. El Hyūga apretó los dientes. Sabía que lo que vendría a continuación sería un corte mucho peor que el anterior.
Y de pronto... ¡BOOM! La pared de roca que bloqueaba la salida estalló. Tanto Daruu como el protegido de Shiro Shinigami se llevaron un buen susto: en este caso a favor del amejin.
—¡Eri! —gritó Daruu, aliviado—. ¡Yuki!
—¿Estás bien, Nyaruu?
—¡Otra invitada a la fiesta! ¡Pasa, pasa, ponte cómoda! Estaba divirtiéndome con tu amigo... —interrumpió el asesino, y se acercó el filo de la guadaña a la cara. Lamió la sangre de Daruu, quien arrugó el morro con asco, y luego levantó una ceja, preocupado. La piel de aquél extraño hombre se recubrió de unas marcas blancas que recordaban a un cráneo.
—¿Bailamos?
«No sé qué pretendes, pero no voy a dejar que lo hagas.»
Pájaro, Tigre, Serpiente, Pájaro, Tigre.
—¡Suiton: Suidanha! —Daruu apuntó a un lugar entre Eri y el hombre y giró bruscamente hacia él, escupiendo un chorro de agua que levantó una nube de polvo enorme y que casi parecía una cuchilla. Ese es precisamente el efecto que tendría sobre el pobre desgraciado, y sobre la pared, que quedaría grabada con una línea horizontal.
- Placa de Amegakure en la parte frontal del cinturón
Portaobjetos básico en el muslo derecho:(8/10 objs)
- x20 metros hilo (2pqs. de 10 metros)
- x1 kemuridama (6 metros de humo gris)
- x1 antídoto
- x1 respirador
- x1 esposa supresora del chakra
- x1 píldora estimuladora de sangre superior
- x1 píldora de soldado superior
Portaobjetos avanzado en el cinturón, en la espalda:(1/10 obs)
- x1 Bakūmi Fuda
¤ Suiton: Amedama no Buki: (4/20 obs)
- x16 senbon (4 paquetes) (4 PV/impacto, 8 PV con Byakugan activo)
Ocultas en ambos mitones, izquierdo y derecho:
- Futatsu Mukei (12 PV/golpe con mango o vaina, 18 PV/corte superficial, 22 PV/corte, 30 PV/penetración)
En el dobladillo de los calzoncillos:
- Juego de ganzúas
Yota intentó adoptar un tono de voz tranquilo, e incluso apartó el arma con suavidad para demostrar que no tenía ninguna mala intención. Pero el chiquillo estaba tan asustado que dio un par de pasos rápidos hacia atrás cuando intentó acercarse a él. Sus ojos estaban clavados en el filo de aquella katana, sollozando y temblando sin control.
—N... N... ¡No te acerques! —chilló, antes de salir corriendo y perderse en la inmensa oscuridad del bosque.
Pero antes de que Yota pudiera decidir qué hacer con el niño, tanto él como su araña escucharon un escalofriante alarido que les puso los pelos de punta a ambos. Y provenía del interior del bosque, justo de la misma dirección de la que había venido el niño:
La tensión crecía por momentos dentro de aquella caverna, como un volcán rugiente, a punto de entrar en erupción.
Akashi había fijado la vista en la recién llegada, quien, envuelta en aquella relampagueante capa de electricidad, se estaba preparando para entrar en acción con aquel minino al hombro. Él flexionó las rodillas, con una sádica sonrisa, pero antes de que pudiera actuar percibió el movimiento de Daruu por el rabillo del ojo. Instintivamente, se echó hacia atrás cuando un finísimo chorro de agua a presión se cruzó en su camino e impactó contra la roca, pero nada pudo hacer cuando el Amejin giró la cabeza hacia él, redirigiendo el chorro a presión que, como un preciso bisturí, fue trazando una fina línea en la roca hasta que dio con el cuerpo de La Muerte Roja.
El alarido del hombre reverberó por toda la caverna cuando su torso fue atravesado de parte a parte con un profundo tajo. Pero él no fue el único, porque, seguramente ante los atónitos ojos de Eri, el pecho de Daruu había estallado súbitamente en sangre, como si él mismo acabara de recibir su propia técnica.
Suiton: Suidanha
Daño: 180 PV/cortante] Resistencia de Akashi: 50, Umbral de dolor: 80 PV → Estado alterado de Hemorragia Resistencia de Daruu: 60, Umbral de dolor: 150 PV → Estado alterado de Hemorragia
Akashi había quedado inmóvil en el sitio, con los brazos abiertos de par en par como si hubiese abrazado su propio destino y la cabeza echada hacia atrás. Estaba de rodillas en el suelo. No se movía. Cualquiera podría haber asegurado que estaba inconsciente, quizás muerto, hasta que se reincorporó de golpe, enarbolando aquella temible guadaña. Y reía, con una carcajada que helaba el alma.
—¡¡¡JAAAJAJAJAJAJA!!! ¡SÍ! ¡DAME MÁS! ¡DÉJAME SENTIRLO! ¡SIÉNTELO CONMIGO! ¡¡¡SIENTE LA MUERTE ROJA!!!
Como un fiel reflejo de Akashi, Daruu había recibido una herida grave, muy grave. Su ropa, aún oscura, dejaba ver que estaban empapadas de su propia sangre.
Algo salió mal. El chaval se mostraba terriblemente asustado y dio un par de pasos hacia atrás. Había algo en mí que le torturaba, quizás era el ninjato empuñado. Lo tiré al suelo para ver si se trataba de eso.
— Vale, ya está, no pasa nada, todo va a ir bien, ¿vale?
Por supuesto que no. Todo lo que íbamos descubriendo aquella noche iba de mal en peor, ¿por qué iba a mejorar ahora de repente? pues eso. El niño se dio media vuelta y se adentro en la inmensidad del bosque. Hice el amago de estirar el brazo para lanzar una telaraña y así retenerlo por la fuerza pero...
Un tremendo alarido venía de la dirección de la que había venido el niño inicialmente haciendo que mi cuerpo se estremeciera ante aquel desgarrador alarido de ¿dolor?
— ¡Mierda, Daruu!
«Que le jodan»
Aquella debía de ser mi pista para localizar la cueva de las narices y dar con mis compañeros de misión y poner fin de una vez a aquella locura y, de paso, librar a Yachi de la pesadilla en la que se habían asentado en los últimos meses. Así que abandoné al niño a su suerte y me dirigí todo lo rápido que pude en la dirección de aquel grito.
···
Kumopansa, al recibir el grito, desde el camino que estaba siguiendo aceleró también el ritmo. La curiosidad que residía en sus er le impedía no hacerlo. Además...
— ¡Mierda, espero que nos ea el puto Yota, no tendrías que haberle hecho caso a la pelirroja esa, coño!
Así pues, trató de reducir las distancias entre su posición y aquella señal acústica que parecía diagnosticar un grito de dolor.