Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
¿Qué iban a encontrar dos gennins como nosotros? Joder, ni siquiera teníamos claro que buscábamos, tan solo alguien con ganas de pelea o de joder a los demás. En el mejor de los casos, sería aquel chulito de tres al cuarto el que nos encontraría a nosotros. Pero al rubio no se le ocurría nada mejor que seguir tocando los cojones.
-Jeh... No hace falta que te preocupes tanto, se cuidar de mi mismo-afirmé con seguridad mientras toqueteaba mi comunicador-Canal 4. No nos separemos demasiado así te podré ayudar rápidamente cuando estés en problemas-
Era cierto, la relación entre ambos era de lo más efímera. Podíamos pasar del buen rollo al odio más injustificado en cuestión de segundos, pero era momento de colaborar como si fuéramos un equipo, ambos ya habíamos tenido los primeros pinitos en aquello del trabajo en equipo, era el momento de ponerlo en práctica. Pero el Uchiha me quitó aquellas palabras, iba a preguntar exactamente lo mismo. Bueno, exactamente quizás no, pero si era cierto que tenía dudas de saber que narices estábamos buscando exactamente.
-Lo cierto es que no sé quién puede llegara a ser tan hijo de puta así que no sé decirte qué estamos buscando. Quizás lanzar un cebo para emboscarle sería lo suyo pero... ¿Y si no actúa solo? Lo más probable es que sea un grupo de machitos de pacotilla. Así que abre bien los ojos-
Debía ganar tiempo para los demás. Era vital que hiciesen lo que les dije y se apresurasen con tal de llegar antes de que Nabi tirase por la vía directa.
-¿Y tú? ¿Alguna idea de quién o quiénes podrían ser?-pregunté en un intento desesperado de ganar tiempo mientras me colocaba el comunicador en la oreja.
La carrera duró más de lo esperado para la kunoichi, que ya comenzaba a generar gotitas de sudor que recorrían su frente, hasta que por fin los tres shinobi llegaron al hospital de la villa oculta del remolino. Suspiró cuando lo vio y sin esperar entró y entregó el niño a la primera enfermera que encontró en la recepción. Luego posó sus manos sobre sus rodillas y esperó a que la enfermera llevase al niño rápidamente a que lo inspeccionase un médico.
''Al menos ya está en buenas manos...''
Se giró rápidamente a sus dos compañeros temporales, y con una mirada y una pequeña sonrisa a modo de que habían cumplido con su cometido, decidió salir del edificio camino a el Jardín de los Cerezos.
''Un momento...''
-Kazuma. - Llamó la kunoichi de cabellos azules. - De nosotros tres, tu no tienes la orientación de una patata. - Esperó a que entendiesen por donde iban los tiros, aún así no esperó mucho y le señaló con el dedo índice de su mano izquierda. -Guíanos hasta el Jardín para encontrarnos con Yota y el Uchiha. - Dijo, más como petición que como orden, no le apetecía discutir ni crear otro escándalo como en el estadio de celebraciones, ya había pasado suficiente.
Así, cuando el de cabellos blancos decidiera que era hora de tomar el camino, los tres shinobis del remolino llegarían a tiempo antes de que Yota y el-que-no-debe-ser-nombrado en la cabeza de la chica de ojos verdes se encontrasen con el enemigo, o los enemigos, ya que no contaban con la información de a qué se enfrentaban, ni la cantidad de personas que eran, ni sus capacidades: nada. Suspiraría durante la marcha.
''Por favor, que sigan allí, que sigan allí sanos y salvos...''
Con suerte llegarían a tiempo para reunirse con ellos.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
24/09/2015, 22:48 (Última modificación: 24/09/2015, 23:32 por Eikyuu Juro.)
Los tres corrieron con Eri a la cabeza directamente hacia el hospital. Juro se preocupó por Eri, correr y llevar a un crió a cuestas no era tarea fácil. Pero la chica no se detuvo en ningún momento. Si no fuera por sus jadeos, Juro habría jurado que no se cansaba. Quedó impresionado al ver su dedicación.
Entró por la puerta del hospital, aprovechando para descansar un poco de la carrera. No quería parecer debil, pero no era de piedra...
Juro quiso alabar a su compañera, pero no le dio tiempo. Se dirigió directamente hacia Kazuma, para pedirle que les llevase. Kazuma ya debía saber que la orientación de Juro era pésima. Esperó que no se opusiera, la de Eri tampoco era muy buena...
"No quiero pensar en lo que pasará si nos perdemos"
-Si, te necesitamos - admitió Juro, sonriendo - Tenemos que llegar rápido...
En realidad, no temia por ellos. Yota y Nabi eran muy habilidosos, no tenía por que preocuparse por ellos. La única cosa que podía pasar era que se matasen entre ellos...
Si Kazuma accedía, los tres se pondrían otra vez en marcha, rápidamente. Quizá aún pudieran llegar para apoyar a sus compañeros...
El camino hacia el hospital se hizo corto, quizás porque la chica de cabello azul mostraba verdadera determinación el lo que socorrer al herido se refería. De igual manera salió como entro, rápidamente. Aquel chiquillo ya se encontraba a salvo, pero aun tenían algo que hacer.
«Creo que debo suponer que lo del chico era algo para dividirnos y la vez provocarnos —razono el—. La cuestión es que… Bueno, igual no creo que haga nada hasta que nos encontremos todos, pues me imagino que por ahora solo está jugando con nosotros.»
En cuanto medio recupero el aliento Eri se dirigió a Kazuma y señalo el Jardín de los cerezos. Juro termino de darle a entender la situación. Al parecer ambos tenían dificultades con lo referente a la orientación.
Por lo que sin mediar palabra alguna, el Ishimura inicio un trote con dirección al lugar donde debían de estar su compañero y aquel otro chico.
Yota le contestó al instante la pregunta que el Uchiha habia formulado, parecia que no era el único que le habia dado vueltas a aquello. Al menos el Raitonero y él coincidian en una cosa, probablemente no fuera uno solo. Finalmente, le devolvió la pregunta, y la verdad es que él sí tenia a alguien en mente.
La verdad es que pensandolo en frio es bastante obvio quienes podrian ser. ¿Recuerdas a los idiotas que suspendieron el examen de gennin y que se pasaban el dia molestando a cualquiera que se les cruzara en la academia? Pues nuestro amigo Kazuma les dio un buen escarmiento cuando nos graduamos. ¿Qué piensas de ellos?
Era la opción más razonable y probable, y si así era, esos no eran más que unos matones que eran incapaces de hacer un simple bunshin, nada de lo que preocuparse. El problema venia de si tenian primos, hermanos, padres, amigos, que compensaban las dos neuronas estropeadas con habilidad en el combate. Aunque... al menos así la cosa tendria algo de emoción.
Estaba pasando por un camino de piedras rodeado de cerezos, con algunos bancos para que la gente se pudiera sentar a contemplar aquel escenario tan propio de Uzushiogakure, cuando un shuriken se cruzó ante él, haciendole un corte en la mejilla cuando se giro para comprobar su trayectoria con sus ojos tiñiendose del carmesi de la sangre que brotaba de su herida. Frenaria en seco y casi como acto reflejo se llevaria la mano al portaobjetos y devolveria un shuriken por donde habia aparecido el primero. Un quejido mal disimulado seguido de un quejido en voz alta romperia el silencio del ambiente.
Hijo de puta, me ha dado así de buenas.
De entre las sombras de los arboles apareció un musculado muchacho que se sacó el shuriken que el rubio habia lanzado a ciegas del antebrazo. Nabi viro su cabeza buscando el rastro de otros por los alrededores y efectivamente aparecieron hasta tres chicos más que probablemente le sacaban varios años al Uchiha.
Yota-chan, creo que los he encontrado, pero ni idea de quienes son.
El más fortachón era el que se habia comido un shuriken así de primeras, aunque parecia algo irrelevante para él, pues se lo habia sacado como si nada y ni siquiera hacia gesto de que le doliera. Despues, uno regordete a la izquierda del rubio, iba armado con una especie de bastón que parecia bastante duro. A la derecha, un enano escualido llevaba un par de kunais oxidados y mugrientos, uno en cada mano, tenia toda la pinta de que si le cortaba con eso le pegaba por lo menos tres enfermedades. Por último, un hombre, porque debia rondar los veintimuchos, que llevaba el pelo por los sobacos y alrededor de esa masa de cabello y mierda se arremolinaban hasta treinta tipos distintos de insectos. Este no llevaba ningún arma ni parecia siquiera que quisiera pelear, pero desde luego, Nabi no iba a dejar que se acercara a él.
La cosa estaba tensa, en cualquier momento aquellos indeseables lanzarian su ataque combinado y el Uchiha debia estar preparado, no perdia de vista a ninguno mientras pensaba en alguna tactica para sacarselos de encima.
En otro lado del Jardín se encontraba Yota, que al mismo tiempo que recibia el aviso de Nabi de que habia encontrado a los culpables veria como, de detras de los arboles, incluso detras de los bancos y de cualquier estructura cercana, aparecian un montón de ninjas, vestidos completamente de negro con todo tipo de armas arrojadizas en sus manos. Estos se acercaban cada vez más al shinobi de forma intimidante.
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Más allá del parque plagado de cerezos se encontraba el trio Erijuruma, que acababan de salir del hospital en dirección a donde sus compañeros estaban teniendo apuros ahora mismo. Sin embargo, algo que ninguno de los tres se esperaba, sucedió. Un kunai, apareció de la nada y se clavó ante Kazuma, que si no se detenia se le clavaria en un pie, quedandose invalido para siempre jamás. Inevitablemente, todos mirarian hacia el origen de aquel arma arrojadiza intentando localizar al culpable, pero solo verian una sombra y una risita aguda salir por patas del lugar.
Pero habia más, antes de que pudieran volver a centrarse en lo qeu tenian delante, el que capitaneaba el trio se llevaria una soberana patada en la cara en cuanto se girara de nuevo. Y un muchacho mazado, se plantaria ante ellos al mismo tiempo que el peliblanco salia disparado por la patada.
Hombre, si es Eri la macizorra y Juro el debilucho. ¿Que tal os trata la vida? Eri, chupame la oreja.
Ambos lo reconocerian, era el pervertido de clase. Era un abuson neutro, iba cuadno le apetecia y basicamente se dedicaba a decirle guarradas a Eri y a las demas kunoichis. Ya se habia llevado más de un escarmiento de Nabi, a quien le sudaban bastante las normas de no pelearse cuando se trataba de este muchacho en cuestión.
*Bueno, pensándolo mejor... No creo que fuesen capaces de hacer todas esas heridas a aquel chaval, no por voluntad o ganas, sino por qué no disponen de los medios para ello..* me dije para mis adentros.
Acto seguido, con las radios sintonizadas y en el mismo canal, ambos empezamos a caminar aunque eso si, sin alejarnos lateralmente el uno del otro, con tal de tener un tiempo de reacción y poder socorrer al otro en caso de ser necesario.
caminaba a paso lento pero seguro, observando todo lo que iba dejando atrás; desde bancos de madera donde la gente solía sentarse para relajarse entre todos aquellos cerezos que inundaban la zona de un rosa intenso, hasta zonas adecuadas para los niños, lugar al que solían ir con sus padres o con los abuelos en caso de que los padres no pudiesen ir con ellos.
Hasta que de aquel pinganillo Nabi me susurro al oído.
-¿Entonces quieres que te salve el trasero?-pregunté ante la intervención del Uchiha, pero sin esperar la respuesta vi que no era una opción-Vaya, por lo visto yo también tengo visita. Cambio y corto-
Para no gastar batería inútilmente con mi mano posada sobre mi oreja accioné el mecanismo y desactivé el dispositivo.
De detrás de los bancos, de los arboles y del horizonte empezaron a parecer unos figuras de unos supuestos ninjas, vestidos completamente con un atuendo azabache, disponían de armas arrojadizas y a priori no se mostraban dispuestos a jugar al parchís, iban en busca de jaleo.
*Puto niñato, ¿A cuantos has convencido para que no te reviente la cabeza de un puñetazo?*
Aquellos ninjas, llamémoslos así, se iban acercando a mí sin articular palabra alguna.
-Vale, ya lo pillo. ¿Queréis jugar a los dardos, verdad?-Lancé la pregunta al aire-Perooooooo, resulta que estoy un poco ocupado ahora mismo, así que tendrá que ser en otra ocasión-
Posé mi mano diestra sobre la empuñadura de mi wakizashi, sin sacarla de su funda, solo a modo de apoyo y de salida de emergencia mientras avanzaba a paso seguro en la dirección de aquellos supuestos ninjas..
Casi al llegar a las puertas que indicaban que se encontraban en el Jardín de los Cerezos, un kunai los sorprendió a los tres, y Eri terminó retrocediendo, llevándose a Juro con ella hacia detrás por la cercanía del chico a la kunoichi, el kunai se dirigiría a Kazuma, que no observó bien si lo esquivaba o no. Pero para guinda del pastel, un chico alto y robusto le pegaría una patada al peliblanco justo donde ella le había pegado el puñetazo.
'' A ver si lo de que todos los golpes van al mismo lugar es verdad...''
Fue lo primero que cruzó la mente de la huérfana, pero luego negó con la cabeza repetidamente al notar como el chico antes mencionado miraba a los dos restantes del grupo, o sea, Juro y a ella misma. Al final terminó reconociéndolo. Era el subnormal, pervertido, y machista de turno que había estado yendo a sus clases diciéndole guarradas a todas las kunoichis de su generación y de la siguiente. Frunció el ceño cuando pronunció su nombre y rápidamente se posicionó cerca de Kazuma, intentando protegerle con su cuerpo. De su portaobjetos sacó dos shuriken y se posicionó en una forma defensiva.
- A ti no te toco ni con un palo, gilipollas. - Ese chico lograba sacarle de sus casillas, incluso más que Kazuma, y eso era decir mucho. - ¿Fuiste tú quién escribió esa nota y nos la envió a todos? - Preguntó sin cortarse ni un pelo, estaba harta de jueguecitos, además, Kazuma necesitaba ayuda en ese momento y no tenía ganas de perder el tiempo con el pervertido este. - Venga, no tenemos todo el día, ¿o te da miedo perder contra una señorita? - Se burló, sabiendo que tenía la capacidad mental de un gorila.
Espera...
''Si nosotros estamos aquí... Y el chico este que no recuerdo su nombre está con nosotros... ¿Y el Uchiha y Yota? Significa entonces... ¿Que ha venido el responsable a pararnos a nosotros tres? O quizá... ¿No están solos?''
Tomó aire, no sabía que pensar. Al menos esperaría que Juro la ayudase si él no se encontraba solo.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Mientras el grupo de tres avanzaba, un arma surgió de la nada. Un Kunai que aterrizó junto a Kazuma. Eri retrocedió instintivamente por el lanzamiento, y el chico, que estaba detrás suyo, retrocedió también, llevándose un pisoton de propina, que no tuvo más remedio que aguantar.
Antes de poder hacer nada, Kazuma se llevó una patada en la cara, que lo derribo al suelo. Sintió pena por el, siempre se llevaba todas las hostias.
Juro esperó que se levantase. Aun así, eran dos contra uno, no debería haber problemas... Sin embargo, parecía habilidoso con el taijutsu. Se tenso en cuanto Eri habló. Parecía realmente enfadada, cosa que tenía sentido tratándose de ese tío. No podía caerle peor. Si no fuera por su látigo, habría sido presa fácil para muchos abusones... En realidad, siempre pasaba desapercibido. Al meno, hasta hoy.
- No pensé que un estudiante podría ser tan despreciable como para atacar a un niño.. .- escupió Juro, sin poder evitarlo. No podía creer que de verdad era todo una broma de aquel ser tan despreciable. ¿Pero que, sino? ¿Como sabía que irían por aquel camino? No era casualidad.
Se llevó una mano a la cintura y arrancó el látigo de ella. Si había que luchar, pues lucharía. Seguía manteniendo su arma secreta en la muñeca, sólo por seguridad. Tenía que cubrir a Eri como fuese... Miró a los arbustos mientras contestaba, sólo para asegurarse.
Mientras trotaba lo único que ocupaba su mente era el hecho de entender que era lo que estaba ocurriendo. Razón por la cual falto poco para que un mal intencionado kunai le arrebatara un dedo del pie.
Poco fue lo que pudo ver, pues el agresor había desaparecido. Justo cuando se iba a dar la vuelta para ver a sus acompañantes; un gordo y enorme pie le golpeo en la cara, mandándole directamente al suelo.
Pasaron unos instantes y Kazuma pudo percibir como Juro y Eri se interponían entre ambos.
«Este día se pone cada vez peor… Comienzo a molestarme» —pensó mientras dejaba escapar un fuerte resoplido.
Luego de unos instantes el Ishimura se sentó. En aquel momento su rostro no era visible pues el cabello suelto ocultaba su expresión. Inmediatamente torció un poco el cuello y escupió una pequeña flema sanguinolenta al suelo.
Entonces se levanto silenciosamente, de sus ropas saco una pequeña libreta y procedió a anotar algo, para luego guardarla lentamente.
—Hay formas más sutiles de buscar que te den una paliza, pero igual te has ganado una cita conmigo —dijo con una sonrisa un tanto perturbadora—. Pero eso tendrá que esperar, ya que por ahora estamos un poco ocupados.
En aquel momento le hubiese gustado darle una buena lección a aquel sujeto, pero había mucha gente alrededor. Si aquello era parte de un plan, en nada les beneficiaria quedarse ahí armando un escándalo.
—Chicos… Creo que lo mejor es seguir nuestro camino —dijo a sus dos compañeros que se encontraban de espaldas a él.
Yota negó en redondo que pudieran ser los pardillos inutiles abusones que no habian logrado pasar el examen de gennin en casi un lustro. Sí, eran inutiles, pero una habilidad oculta que tienen los estupidos es que se atraen entre ellos, y de un estupido pueden aparecer cinco más, y de esos cinco otros cinco por cada estupido. Hasta llegar a un ejercito de estupidos que nadie sabe de donde ha salido.
Y así fue, pues ahora Nabi se encontraba en la precaria situación de uno contra cuatro. La prometida ayuda de Yota se vio denegada por el mismo, afirmo que él tambien tenia visita. Antes de que el Uchiha le pudiera replicar nada, el locuelo de los huesos apagó el aparato sin pararse a pensar en que era su único medio de comunicación.
Joder, Yota, joder.
Su cabeza analizaba las posibles soluciones a aquella situación demasiado deprisa, habia multitud de opciones pero ninguna de ellas parecia lo suficiente buena, así que apagó el cerebro y dejo actuar al instinto. Al menos, haria algo en vez de dejarles tomar la iniciativa. Sus ojos carmesies dejaron claro que se habian acabado los preambulos, sacó su kunai oculto y rapidamente concentró chakra en este para mandar un destello cegador al montón de musculos que tenia en frente y al que llevaba aquel especie de bastón que tenia toda la pinta de poder abrirle la cabeza sin tener siquiera que proponerselo. Esos dos eran los que más le preocupaban.
Cogedle, joder. Maldito criajo.
Acto seguido, lanzó el kunai al enano con los kunais oxidados, directo a la cabeza. Reaccionó rapido y lo paró con sus kunais, pero para entonces el Uchiha ya habia cumplido su objetivo, salir de aquella encerrona. Corrió entre el fortachon cegado y el enano distraido por el kunai, escapando de allí. Rapidamente hizo sellos y se volteó para volver a encarar el cuarteto de matones que habian mandado tras él. Un chorro de llamas saldria de su boca directo a ellos, sin embargo, para cuando el rubio se diera cuenta, no eran cuatro, sino tres los que estaban ante él. Faltaba el maloliente.
Un par de shurikens se dirigian hacia él desde su espalda, y para cuando se volteó ya era tarde. Uno impactó en su hombro izquierdo y otro en su muslo derecho, y no solo eso, sino que dichas armas estaban cubiertas de una sustancia extraña y maloliente como el mismo lanzador. Si no era veneno, desde luego, bueno no iba a ser.
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Mientras tanto, a unos cuantos metros de allí, en el mismo jardín, Yota se encontraba más que rodeado, sobrerodeado. Tenia que andarse con mil ojos, pues habia hombres extraños por cada uno de sus flancos y todos armados. De repente, uno de delante suyo lanzó un shuriken. Parecia bastante sencillo, alguna trampa tendria, mas notoria seria su sorpresa, cuando de la dirección contraria, aparecerian una docena más de shurikens, la mitad no iban hacia él, sino que simplemente, habian sido lanzados, unos pasarian por su izquierda, otros por su derecha, si no se movia, claro.
La cuestión es que antes de que esas armas arrojadizas impactaran, los cientos de ninjas desaparecerian, pero el crudo metal en forma de estrella seguiria, pues era real como la vida misma.
¿¡ES QUE ERES IMBECIL!? ¡¿PARA QUE COJONES LOS LANZAS TODOS DE GOLPE?! ¡Habia que sincronizar la ilusión con los shurikens joder!
Pero... tú me has dicho que los lanzara, y los he lanzado.
Un chico escualido y palido se encontraba medio oculto en unos arbustos con un mastodonte, que parecia tener menos luces que Ame cuando se va la luz, pero cuya complexión no tenia nada que envidiarle a los rinocerontes. El chico se quedaria a cuadros cuando se diera cuenta de que Yota les podia ver.
Encima me has jodido el Genjutsu, ¡con lo que me cuesta ejecutarlos! A tomar por culo todo el plan.
Pues vuelvelo a usar.
No tengo tanto chakra...
¿Entonces?
¡¿ A ti que te parece ?! Ves a por él, aplastalo.
Y sin cruzar otra palabra, aquel ogro con menos seso que una hormiga avanzó a pasos torpes y que parecia que se iba a caer en cualquier momento hasta donde se encontraba el Kaguya y lanzó un manotazo hacia el cuerpo del muchacho, sin buscar ningún punto en concreto. Simplemente, balanceó la mano con fuerza hacia él.
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En una calle poco transitada de Uzu, nuestro trio EriJurUma se enfrentan a Pervertido-chan, que al parecer, nadie se acuerda de como se llama, o no se quieren acordar. Estos habian lanzado acusaciones graves hacia el pobrecillo que solo se habia pasado a saludar.
Hey, hey, parad el carro. ¿Qué niño? Yo solo estoy aqui porque Kazuma-kun me ha mandado una nota citandome para pelear.
Dicho eso, el chico sacaria una hoja de papel identica a la que habian recibido ellos, sin embargo, esta sí estaba firmada, por ni más ni menos que Kazuma, el espadachin sospechoso. Obviamente, no era su firma, pero era más que suficiente para pensar que a lo mejor el peliblanco solo estaba jugando con ellos y que él era el misterioso mandador de notas.
Así que venga, saca las pocas agallas que tengas, Ishimaru.
Parecia que tantos años compartiendo aula e intercambiando hostias no eran suficiente para él, estaba dispuesto a pelearse con el peliblanco así de buenas, a pesar de que este llevaba su espada consigo y el pervertido iba a pelo. A pelo, Kenjutsualmente hablando, por no tener, no tenia ni kunais. Pero eso, el trio magnifico no lo sabia.
Había perdido al cuenta de cuantos energúmenos me rodeaban. algunos escondidos y otros a la vista como ese imbécil que se había colocado en frente. Poco me importaba, tenía que librarme de aquellas molestias de atuendo ninja color azabache y reunirme con el Uchiha antes de que lo matasen.
el tipo de enfrente lanzó una de aquellas armas habituales de todo ninja, en línea recta, directa hacía mí, la cual no me tomo muchas molestias de esquivar lanzándome hacía mi derecha.
*Puto imbécil, ¿Acaso me toma por un inútil?*
No, no lo hizo, aquello era un simple cebo. Por detrás pude sentir el vuelo de otros tantos shuriken, pero era demasiado tarde como para esquivarlos todos. Algunos pasaron de largo puesto que no todos iban en la misma dirección, activé el mecanismo de mi manga para que sobresaliese mi kunai y con un barrido bloquee unos cuantos, pero no pude evitar que se me clavase uno en la pantorrilla. con la diestra arranque el arma clavada lanzándola al suelo, volviéndola a clavar pero esta vez en la arena del suelo hasta que pudo oír un par de voces no muy lejos de mi posición.
Un ogro y un fideo de esos que se meten en el ramen, el segundo más blanco que la nieve. Sin duda se trataba de una pareja cómica cuanto menos. De ehcho, el escuálido le estaba pegando una buena bronca al gordote. ¿Un genjutsu? Joder, parecía que me había librado por los pelos. Aquella era una de mis principales debilidades. Lo cual me hizo pensar que, o bien me conocían a la perfección o que tenía una flor en el maldito culo.
-Vaya, vaya, ¿Pero qué tenemos aquí? El gilipollas se ha quedado gilipollas fallando un genjutsu-
Pero no me dio tiempo a acabar de hablar, puesto que su gorila sin cerebro se lanzó a por mí sin pensarlo dos veces tras su pequeña discusión. Craso error, el combate cuerpo a cuerpo, a diferencia de los genjutsus eran mi principal habilidad. Lo cual descartaba que me conociesen al dedillo, sino que eran un par de tontos más. Gracias a mi agilidad no tuve demasiados problemas en esquivar el golpe, torcerle las rodillas con la ayuda de mi pierna para que se arrodillará irremediablemente y colocarle el kunai de mi mano zurda a escasos milímetros de la fina piel de su cuello.
-Venga, hazme el favor y no te muevas. Tu jefe y yo tenemos que charlar, ¿Lo has entendido, cabeza de chorlito?-Levante la mirada hasta el paliducho -Bueno, dime, ¿Has sido tu el imbécil de la cartita amenazadora? Ahora que te veo bien debo decir que fue una estúpida idea-
''Tanto esperar está haciendo que me empiece a doler la cabeza...''
La joven de cabellos azules se llevó una mano a la cabeza y cerró los ojos con fuerza, intentando evitar que el dolor pudiese meterse más y más dentro de ella. Se estaba cansando de toda esta situación y quería llegar cuanto antes al lado del Uchiha y su compañero de equipo. Por eso se chasqueó su lengua, cabreada y estiró sus manos hacia delante, ignorando completamente lo dicho anteriormente por el chico del que no recordaba el nombre. Así, abrió los ojos y en una rapidez bastante importante logró concentrar chackra en la planta del pie izquierdo. Avanzó en los segundos que concentró el chackra hacia el estúpido que se les había cruzado y le propinó una patada lanzándolo justo contra la pared que se encontraba detrás de él, haciendo que cayese inconsciente sentado en el suelo.
Limpió sus manos y recogió la nota que había dejado caer al no esperarse la reacción de la kunoichi y la leyó. No era la misma nota que ellos habían recibido, si no una nota con una letra tan difícil de descifrar que tardó unos cuantos segundos en saber qué decía. Y, efectivamente, estaba firmada por Kazuma, pero... Algo le decía a Eri que él no había escrito eso. Hizo una bola con el papel y se lo tiró al chico que se encontraba inconsciente.
-Estoy un poco harta de encontrarnos con este tipo de problemas - Soltó para que sus dos compañeros la escucharan. - Siempre se llevan la mejor parte, ¡Tío! Yo también quiero darle de hostias a quien haya escrito esa nota machista - Se quejó mientras se chasqueaba los dedos. Desde que había gastado chackra en su Okashō tenía ganas de más, así que sin volver a mirar a Juro y Kazuma, echó a correr hacia delante, dejándose llevar por su vista, ya que su orientación, como bien sabíamos, era bastante pésima. Pero la suerte estaba de su parte y esta vez se perdió a posta para acabar en el lugar donde tenía que ir. ¿La habrían seguido? No esperó a saberlo, ya que se metió directamente al Jardín para buscar a sus compañeros de villa.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Juro, avergonzado a más no poder, guardo lentamente el látigo, la darse cuenta de que quizá, hubiese malinterpretado la situación.
Pero no tuvo tiempo a más, Eri pasó al ataque, directamente, y le propinó una patada con toda la mala leche que pudo. El pobre no pudo aguantarlo. ¿Quién podría soportar un dolor semejante a los golpes de Eri? Acabas inconsciente o loco.
- Eri... Te has pasado... - murmuró, aun sorprendido por el cambio de actitud de su compañera. Con lo pacifica que era antes...
Eri cogió la nota, la miró y la tiró. Juro no tenía que verla para saber que Kazuma no la había sido, o al menos, eso quería creerlo. Se la arrojó al chico, y mencionó algo sobre que ella también quería pegar a la gente. Como si no lo hiciese. Acto seguido, los miró por última vez y salió corriendo.
- Kazuma, Confío en ti, esperó que no nos estés mintiendo - mencionó, seriamente. Lo había pensado, pero no encajaba. El Kazuma que había dado una paliza a matones, ¿Siendo el culpable de toda esta treta? ¿Pegando a niños indefensos? No, además, él había estado con ellos en ese momento. No podía ser él. - Vamos, no podemos dejarla atrás.
Y dicho esto, saldría corriendo todo lo rápido que pudiese para coger a Eri. Ella podía defenderse sola, pero no pensaba quedarse ahí, quieto, sin hacer nada. Probablemente, Yota y Nabi estuviesen por ahí, a saber en que condiciones. Le dirigió una última mirada al tio pervertido ese. No le dio mucha pena, la verdad. Siguió corriendo, esperando que su compañero pudiese seguirles.
Aquel chico obeso parecía estar empeñado en buscar pelea, y aquel deseo estaba motivado por una supuesta nota enviada por Kazuma. De inmediato se hizo obvia la falsedad de la nota, y aunque bien hubiesen podido explicar aquello, la chica de cabellos azules no espero investigación alguna. Rápidamente se acerco a aquel sujeto y sin mediar palabras con él, le propino una fuerte patada que lo arrojo contra una pared y un montón de periódicos viejos.
«Bueno creo que así está bien. Digo obtuvo lo que quería» —pensó mientras se sobaba la cara.
Luego de decir algunas palabras, la chica de cabellos azules se apresuro a seguir su camino al Jardín de los cerezos. El Ishimura se disponía a hacer lo mismo pues como había dicho tenían prisa, pero un comentario de Juro logro pararlo en seco.
—Mira Juro… De verdad que eres una de las personas más amables y bien intencionadas que conozco, eso sin mencionar que eres un buen compañero de equipo.
—Pero te pones insoportable cuando empiezas a dudar, pareciera que fueses a sospechar del aire que respiras si te enviara una nota anónima diciendo que tiene algo malo.
—Así que te lo diré… No vuelvas a decirme que confías en mí cuando obviamente estas teniendo un momento de sospechas dirigidas hacia mí persona. Ese tipo de cosas realmente puede dañar una relación de equipo.
Quizás fuera que estaba molesto por lo golpes o por la desilusión de no resolver el problema a puñetazos. Pero lo cierto es que pensar que una persona a la cual consideraba libre de sospechas desconfiara de el… Pues lo hacía sentirse realmente molesto.
Había dicho aquello mientras el pelinegro iniciaba su carrera tras Eri. Con aquello dicho se dio vueltas sin esperar respuesta alguna y se dirigió hacia donde se encontrar aquel chico medio inconsciente. Se paro a su lado y le dio una pequeña patada en el costillar, como para liberar un poco de estrés y desquitarse de momento.
Luego se agacho a su lado y mientras le alzaba el rostro tomandolo por el cabello, le hablo suavemente.
—Me has hecho enojar y me has causado problemas. Así que puedes estar completamente seguro de que luego vendré a pagarte por ello —Dijo con una sonrisa, para luego dejarlo ahí tirado y salir corriendo al jardín de los cerezos.
Ojala pudiera decir que dejó de sentir las extremidades en cuestión, ojala. Los lugares donde habian impactado aquellas armas mugrientas y olorosas estaban empezando a escocerle con el ardor de mil infiernos y un dedo lleno de cera de oido en sus ojos. Y por si eso no fuera suficiente, los otros tres venian heridos y furiosos hacia él. Sin embargo, aquella molestia dolorosa no le frenaria, por lo menos aún no.
¡Me cago en todo! Nadie nos habia dicho que nos iban a asar, joder.
Esta vez con una voz cargada de verdadera ira, y con ese sentimiento predominando por encima de toda razón y logica, se lanzaron el trio de heridos a por él. Con quemaduras más que serias por el cuerpo, conjuntamente con su enagenación mental, sus movimientos se volvieron más lentos. Nabi, que normalmente no hubiera tenido problema gracias a su dojutsu, con la lentitud adicional podria lidiar con ellos aún siendo tres, pero debia estar atento para no volver a cometer el error de ser cogido por sorpresa por el maloliente.
El musculado que era el único que habia hablado por el momento fue el primero en tirarse a por la cabeza del rubio, lanzó un puñetazo a la mandibula del shinobi, que este esquivo facilmente. Contraatacar le fue denegado por el del bastón, que habia lanzado un bastonazo directo a sus costillas. Nabi, que se habia agachado para esquivar el puñetazo, se tiro de espaldas al suelo para evitar el bastonazo, aprovechó que el bastón estaba entre él y el musculado para patear el arma verticalmente, así, consiguió que se golpearan entre ellos.
Pero no habia acabado ahí, el enano quiso aprovechar la movilidad reducida del rubio en el suelo para lanzarle un kunai. Por suerte, Nabi no era ningún novato, no habia perdido de vista al hombre, así que pudo leer sus movimientos y ver venir el arma sin mayor problema, la esquivó con una voltereta hacia atras. De momento, no habia ni rastro del maloliente, para el alivio del Uchiha. El escozor hacía de todo, menos relajarse. Si no venia nadie en su ayuda no le quedaria más remedio que matar a esos matones, algo que estaba intentando evitar a toda costa. Aún siendo retrasados, eran de Uzushio.
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Su excompañero de clase habia intentado dialogar con ellos y unicamente habia retado al peliblanco a una pelea de machos por el honor de su familia que se habia visto comprometido por aquella carta. Tras su explicación y aún habiendo enseñado la carta, no habia sido suficiente para convencer a Eri, que hasta los ovarios de todo, se acerco lentamente a él, mientras este la miraba con cara de "Mira que mona, intentando hacer cosas de hombres". Cuando se encontró a una distancia de cuerpo a cuerpo con él, le propinó una patada, que el chico ni intentó bloquear, queria hacerse el duro delante de la muchacha. Craso error.
El cuerpo del alocado se dobló, literalmente, para milisegundos despues salir volando a toda velocidad hasta hacer contacto con la pared que tenia detras, haciendo un boquete en la misma. La fuerza de la chica era monstruosa, pero esa información la recibia tarde el muchacho, que habia quedado completamente inconsciente tras el golpe. ¿Volveria a andar? ¿Podria tener descendencia? Lo sabremos en el proximo episodio de "Locuras y Uzushiogakureños".
Hecho eso, y sin dirigirle la mirada siquiera, la chica salió en dirección al Jardin de Cerezos. Juro salió detras suyo sin dudar un instante, a diferencia de Kazuma que se tomaria su tiempo para acercarse al cuerpo del muchaho y jurarle venganza. Una vez se pusiera en marcha, no encontraria ni rastro de Eri y su compañero de equipo, seguramente se hubieran adelantado a él, y puesto que ambos eran más veloces y pequeñitos que él se le antojaba imposible darles alcance incluso si dejaba su alma en la carrera.
La pareja de shinobis llegarian al Jardin de los Cerezos y se adentrarian sin mirar atras con fe ciega en que el peliblanco acabara por encontrarles. Despues de unos minutos encontrarian un escenario de lo más perturbador. Un cuerpo escualido se encontraba boca abajo en un charco de sangre y a su lado un enorme cuerpo lleno de magulladuras y encima de la misma sustancia que el primero. Yota se encontraba acostado en el arbol más cercano lleno de cortes, el más profundo e inconsciente... o muerto. Eso ya lo tendria que determinar un medico.
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Kazuma, por su parte, entraria al Jardin momentos despues. Incapaz de reconocer el camino que habian seguido sus compañeros se fue por una dirección totalmente diferente. Tras unos minutos, un olor penetrante alcanzaria su olfato de una forma más que penetrante. Cuando buscara la fuente de dicha pestilencia, sus ojos se encontrarian con un hombre de pelo mugriento agazapado en unos arbustos atento a lo que pasaba ante él, pero totalmente ajeno a lo que pasaba detras de él, es decir, sin haberse percatado de la presencia del Kenjutsero. Si se asomaba por encima del hombre podria ver lo que él veia, que era la espalda de un rubio siendo atacado por otros tres hombres.