Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Era imposible. Por mucho que intentase calmar a alguien, no funcionaba, y por cada intento, otros dos se ponian violentos. No era suficiente con Yota enfadado, sino que ahora Kazuma se ponía a rayar cosas y Eri a golpear.
Trato de calmar a Yota, y mientras, el chico del tigre se acerco a Kazuma, algo amenazante según lo que escuchó. Aunque con esa extraña forma de hablar, era difícil amenazar a alguien.
Eri le miro, avergonzada. Juro no le dijo nada, pero en su rostro se dibujo una sonrisa, aunque se había pasado, no estaba enfadado. Ahora mismo ella no era el problema. En ese momento, Nabi pareció hartarse, y se puso en medio de todos, enseñando la carta que habia recibido.
Juro sonrió, era el momento que estaba esperando.
— Yo igual — exclamó, con la carta en la mano.
Yota y Eri tambien lo mostraron, a su manera. Solo quedaban dos sospechosos , y Juro estaba seguro de que no eran ninguno. Les miro, esperando que dijesen lo de la carta.
Eri le pregunto a Kazuma si había sido él. Parecía descartar al otro. Juro se acercó a todos, tratando de evitar mas problemas. A sus ojos, ninguno de los dos parecían una amenaza para ninguno de ellos. El tigre era caso aparte.
— No creo que haya sido ninguno de los que estamos aquí — argumento — si hubiese sido él, no querria llamar la atención como ya ha hecho.
—Y nyaunque consiguiera nyarrancarla, donde esperas que guarde la barandilla?
Pregunte dudoso. La cosa se había vuelto mas rara de lo que me esperaba, el chico del pelo blanco se había disculpado por sus actos, cosa que esperaba de él, si no igual le hubiese pegado un pequeño bocadito. Y luego el rubio había sacado un papelito como el que la noche anterior me había comido y había dicho que guardáramos las barandillas. Pero la barandilla estaba sujeta al suelo, y era muy grande, donde esperaba que la metiera?
Ademas, todos empezaron a sacar sus papelitos y a enseñarlos a los demás, preguntándose quien los había enviado. Yo no podía mostrarlo, bueno, podía expulsarlo de mi organismo de una forma un tanto obscena para la situación, pero aun no era tan salvaje. El caso es que pensaba que se comía, y que sabría a carne, pero casi sabia peor que la verdura que mama me obligaba a comer.
Tampoco sabia con exactitud si se trataba del mismo papel, así que lo mejor era comprobarlo. De un salto baje de la barandilla sin lograr comprender todavía donde había que guardarla y me acerque al rubio, mas concretamente a su cacho de papel, seguidamente lo olfatee para comprobar que olia igual que el de la noche anterior.
—Si, nya mi también me llego uno de esos, pero me lo comí por que pensaba que sabría a carne, estaba nyasqueroso —Después olfatee al rubio —Nya Nyas sido tu—Luego al peliblanco —Ni tu —Luego a la chica —Ni tu —Luego al chico del pelo negroNi tu —Y por ultimo al peliblanco —Ni tu tampoco, y evidentemente no huele nya tigre, nya si que nosotros tampoco hemos sido
A eso, el pequeño tigre que ya estaba panza arriba satisfecho con su desayuno, respondió con un gruñido que solo yo entendí.
—Ya se que nya sabes escribir —Le respendí, a lo que me respondió indignado —Yo si se escribir! nyaunque me cueste un poquito
Luego de haber recibido el golpe y antes de que las cosas se fueran a mayores, Nabi, su compañero de equipo, se interpuso entre Kazuma y la chica que acababa de golpearlo. En aquel momento se le podía notar un poco más tranquilo, pues parecía que solo quería que se resolviera la situación.
«Claro. Creo que debí comenzar por eso» —pensó Kazuma mientras el rubio sacaba un papelillo con una nota que supuestamente todos habían recibido.
De forma un poco forzada, aquel chico llamado Yota acepto la proposición del Uchiha. En aquel momento lo más importante era averiguar quién había escrito la nota, después podrían hacer lo que quisieran.
Viendo que todo se calmaba un poco, el Ishimura se levanto de su asiento y mientras sacaba la nota que le habían enviado se acerco a Nabi. Mientras hacía esto pudo escuchar como la jovencita que lo había golpeado le preguntaba algo.
El peliblanco se planteo responderle alguna impertinencia. Quizás fuera porque aun le molestaba el hecho de que le hubieran dado un golpe mientras tenia la guardia baja. Sin embargo aunque hubiera estado atento, lo más probable es que no le hubiese respondido el golpe. Después de todo resultaba ser una de las chicas más guapas de la academia. Hacerle un solo rasguño en el rostro le hubiera ganado muchos enemigos.
Teniendo en cuenta eso, se limito a soltar un suspiro que indicaba flojera y mientras pretendía ignorarle se acerco a su compañero.
Mientras, Juro parecía haberse cansado de tratar de calmar a todos. Por lo general el terminaba haciendo el papel de mediador y pacifista, pero incluso su calma y buena disposición tenían un límite. Por lo que se hizo a un lado y procedió a decir que no creía que ninguno de los presentes pudiera haber escrito la carta.
Curiosamente eso resultaba ser lo más sensato que alguien había dicho desde que comenzó aquel problema.
El chico felino parecía el más relajado de todos. De cierta forma, a Kazuma le recordaba a un gato que se mantiene tranquilo mientras a su alrededor la gente discute por problemas mundanos. Quizás por eso no le costó nada el decir que no tenía la nota puesto que había tratado de comérsela. También olfateo a los presentes para luego asegurar que ninguno había sido.
—Nabi —le llamo mientras mostraba la nota—. Hasta donde he entendido, todo esto se trataba de una estúpida broma, así que ¿Por qué simplemente no nos vamos, digo tu, Juro y yo? —dijo aquello lo suficientemente alto como para que Juro le escuchara.
—¿Qué opinas tu Juro? —pregunto a su compañero antes de dejar que Nabi le respondiera. Todo aquello mientras ignoraba la presencia de las otras tres personas.
Al parecer, lo que dijo el Uchiha era exactamente lo que todos querian escuchar. Excepto el felino, no tenia muy claro que es lo que ese ente en concreto queria sacar de aquella situación, pero una cosa era clara, era el más sospechoso. Venia sin carta, soltando la tipica excusa que le pone un niño pequeño a su sensei de la academia, "mi mascota se ha comido mis deberes" solo que en el caso de Reiji, él era el niño y la mascota. Además, si no habia recibido la carta, ¿por que estaba allí? Todas las pruebas circunstanciales apuntaban a él, pero no tenia nada solido para señalarle en medio del grupo, así que guardó silencio.
Todos empezaban a desconfiar los unos de los otros, de nuevo, la excepción era el tigriño, medio tigre, medio niño, él se dedicó a decir que no era ninguno de los presentes por el olor de la carta. Y aunque eso fuera cierto, no tenian ninguna pista sobre el sujeto en cuestión, o sujetos. Ahora que estaban todos reunidos dudaba que fuera un solo individuo, lo único que se le ocurrió al rubio fue comparar la carta con las letras de los estudiantes de la academia. Y eso era algo que no sabia si podian/si querian hacer.
Justo cuando el Uchiha iba a abrir la boca para sugerirlo algo entró en su rango visual, un jovenzuelo de corta estatura y edad entró al estadio por la puerta principal, caminaba tambaleandose hasta que poco despues de entrar en el circulo central cayó al suelo inconsciente. El niño no tendria más de 8 años y tenia el cuerpo lleno de todo tipo de moratones y golpes, así como algún que otro dedo roto. El rubio era consciente que poco podia hacer él por el herido, así que sin demorarse demasiado en un sprint se colocó en las gradas que habia encima de la entrada y con ayuda del chakra se posó encima de la pared. Vio a un individuo alejarse a lo lejos, pero no pudo reconocerle y sabia que en cuanto apartara la mirada no recordaria exactamente por donde se habia ido.
Chasqueó la lengua y se acercó al muchacho, sabiendo que muy probablemente Eri ya le hubiera dado los primeros auxilios. Esperaba que esta les explicara más detalladamente el estado del niño, quien en la espalda tendria una nota con un solo kanji que ocupaba la mayor parte de la espalda del muchacho que se habia caido de boca al suelo. Sakura.
Uno de nosotros deberia llevar a este pobre niño al hospital y no sé vosotros, pero yo voy a ir al Jardín de los Cerezos.
Su mirada fria estaba clavada en aquel muchacho, contra más lo miraba más rabia le entraba, pensaba dejar a los culpables igual o peor, no soportaba a los abusones. Si todos se negaban iria solo, no era su primera pelea multitudinaria ni la última.
Todos y cada uno de los presentes respondió de la misma manera; mostrando aquella carta de mierda y repitiendo la misma frase "yo también la recibí". Todos menos el tigre. Él se limitó a responder que se la había comido su mascota. Muy original. Aquello no hizo más que dar pie a que todos dudásemos seriamente de que decía la verdad porque la verdad, no lo parecía. En cualquier caso, no daba con el perfil de un pequeño matón que va buscando sus víctimas y se toma tantas molestias.
Pero entonces apareció aquel muchacho. Era más joven que todos nosotros y por su aspecto hizo que el corazón me diese un vuelco y mantuviese la respiración durante unos pocos segundos sin saber qué hacer o decir. Hasta que cayó al suelo.
-Joder..-Musité apenas sin abrir la boca, realmente aturdido por lo que estaba viendo.
Apreté los puños y mientras el Uchiha se fue gradas para arriba y me acerqué hasta el chico que se acababa de desplomar sobre la arena del estadio. cayó de cabezazo, dejando su espalda al descubierto así que pude apreciar y leer sin dificultades aquel kanji que le habían grabado. Aquello era obra del hijo de la gran puta que nos había citado. Estaba jugando con nosotros y a juzgar por aquel espectáculo visual se lo estaba pasando pipa.
Pero antes de ocuparme de ese pequeño cabrón tenía que hacerme cargo del niño, o mejor dicho, teníamos que hacernos cargo del niño. Pero de nuevo, el Uchiha no estaba dispuesto a ello, simplemente tenía ganas de satisfacer su ego y darle una paliza a aquel desgraciado. No iba a negar que mi cuerpo me pedía seguirle, pero no era lo que procedía.
-No.-Negué rotundamente-Lo que deberíamos hacer es socorrer a este pobre chaval que ha sido atacado por nuestra culpa. Ninguno de los aquí presentes redactó esa carta de mierda, fue el que le ha hecho esto a este niño y pagará por ello, desde luego. Pero antes hay que llevarle a un hospital. Luego iré al jardín de los cerezos-
Con la ayuda de mi brazo diestro recosté al chaval y con mi zurda levanté sus piernas, cargándolo así con ambos brazos para terminar levantándome. Di una última ojeada a todos los presentes, incluido el Uchiha.
-Si alguien me acompaña le estaré agradecido-
Acto seguido me di la vuelta y puse rumbo al hospital.
Después de todo, Kazuma había recibido, al igual que tres más y ella, la carta que convocaba a todos en el estadio. Todos la tenían encima, a excepción del chico-tigre que alegaba habérsela comido, cosa que, obviamente, sonaba a excusa. Sin embargo tal y como lo decía le resultaba tan difícil que fuera él, que dudaba de pensar si el albino era el culpable o no. Negó con la cabeza, intentando pensar sobre el verdadero culpable.
Sin embargo, algo inesperado pasó, y un niño más joven que la chica de cabellos azules entró por la puerta del estadio lleno de golpes y magulladuras por todo su cuerpo, así cayó al suelo y Eri no dudó en ir a socorrerlo mientras Nabi subía por el estadio, seguramente intentando vislumbrar algo desde las alturas, la verdad es que no lo sabía y poco le importaba en ese momento ya que el chico que acababa de aparecer requería más atención de la kunoichi que cualquier otro.
Yota bajó el primero y ella no dudó en seguirlo, sin embargo cuando llegó allí pudo apreciar un kanji en la espalda del pobre chico, al parecer había sido otra nota, pero algo más siniestra.
Hey Yota, puedo llevarle yo si quieres, ya me sé el camino de memoria. - Y menos mal, porque con su pésimo sentido de la orientación lo llevaba claro. Intentó ayudar a coger al niño, pero el rubio platinado se le adelantó de nuevo. El Uchiha había mencionado de llevarlo uno solo mientras los demás se encargaban del machista que había enviado aquellas notas, pero, ¿y si era una trampa para que todos fueran al lugar que él había predijo y pillar a alguno en el hospital?
Voy al hospital con Yota, lo mejor será encargarnos del niño primero. - Pensándolo mejor, era buena idea ir acompañados. - Quizás el culpable quiere que vayamos a donde nos ha dicho, pero puede ser una trampa, así que lo mejor será no separarnos. - Comentó su hipótesis, comenzando a andar al lado de su compañero.
Sin embargo sus pasos eran lentos y pausados, estaba preocupada por el niño, pero miraría hacia atrás para ver qué harían los demás ante esa estúpida situación sacada de una nota escrita por un gilipollas integral.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Tal y como Juro había esperado, todos habían recibido la carta que les citaba en el lugar con los insultos incluidos. Puede que Nabí fuese muy frío, o que Yota tuviese muy mal genio, pero ninguno era capaz de algo así. Y su teoría se reforzó al ver lo que vendría a continuación.
Un niño entró en el estadio. Juro observó como estaba, herido y desorientado. Se arrastró hasta caer al suelo, después de dar un par de pasos. A Juro se le partió el alma al verle. Pensó en su yo de nueve años, asustado y torturado por su padre...Un escalofrío recorrió su columna vertebral.
"¿Esto nos habría pasado si nos hubiésemos alejado?. Ni si quiera tendría fuerzas para defenderse..."- pensó, con amargura.
Entonces, todo se revolucionó. Nabí alegó que iría al jardín de los cerezos, debido al kanji de la espalda del chico. Yota se negoz tercamente, cogió al chico y empezó a caminar, sin ni si quiera quedarse a trazar un plan. Juro sintió rabia. Había dejado muy claro que lo que hicieran los demás le importaba bien poco.
Eri, con mucha mejor actitud, indico que no era seguro separarse, y menos aún, ir sólo. Entonces empezó a seguir a Yota. Todos parecían haber dejado clara su postura, al menos, la mayoría.
- Eri tiene razón, Nabí. Podría ser una trampa, podría no serlo. Pero esa persona nos esta manipulando. Deberíamos ir juntos al hospital - era su tuno de elegir, pero no pensaba dejar a Nabi con sus estúpidas ideas. Ni a Kazuma, claro - Y esperó que no pienses en ir sólo, porqué no es una opción.
Otro escalofrío recorrió su cuerpo. Todo se estaba poniendo tan tenso... Se preguntó si la persona esperaba dividirlos, si era un plan suyo. No podían dividirse, lo tenía claro. Y si lo hacían, al menos que fuese en grupos. Esperó que Kazuma le apoyase, o que Nabí entrara en razón antes de que sus compañeros se alejaran.
Daba igual si todos teníamos la nota, o nos la habíamos comido, el caso es que quien quisiera que la hubiese mandado, que no era yo ni mi tigre, quería que nos echáramos las culpas los unos a los otros. La verdad es que no era el tipo de juego en el que yo pensaba participar, lo mio era perseguir a una libre, no ser la marioneta de alguien que estaba muy aburrido en su casa.
Y de pronto algo irrumpió en mitad de aquel lugar. Un crío de no mas de ocho años entro en escena lleno de moratones y heridas. La sangre se podía oler incluso desde las gradas desde antes de que terminara de cruzar el umbral de la puerta. El rubio fue el primero en saltar en su ayuda, o mas bien en comprobar que era, pues enseguida quiso marcharse a los cerezos a por algo.
Al parecer el precursor de aquella broma macabra había decidido dar la siguiente pista de su estúpido juego en el cuerpo de una persona. La gran mayoría de los presentes había corrido en su ayuda, y ahora todos querían ir juntos al hospital a llevarlo. Yo sin embargo, solo había salido de mi casa para desayunar y almorzar, y el estúpido peliblanco había espantado a todo lo que quedaba por aquel lugar. Así que pensaba marcharme de allí.
—Yo me voy nya nyalmorzar, paso de ese tipo de juegos, solo he salido de casa para comer nyalgo, nyasi que me piro, suerte con el juegecito ese, por cierto, el crió tiene ese mismo olor desagradable que tenia la nota
Y con eso, cogí a mi pequeño compañero, y me marché del lugar.
19/09/2015, 15:50 (Última modificación: 19/09/2015, 16:15 por Hanamura Kazuma.)
La situación era confusa y la vez clara, pues el sentido común dictaba que ninguno de los presentes había redactado aquella carta. Pero poco valía el sentido común cuando las sospechas y la paranoia se imponían, pero quien podía culpa a esos jóvenes genin cuando la situación fluía tal cual como en una novela de misterio.
Kazuma había propuesto retirarse de aquel lugar, pero ya fuese por el estrés presente o simplemente porque aun estaban enojados por el ruido. Sus compañeros ignoraron sus palabras como si jamás las hubiese dicho.
«Bien… Quedémonos entonces pero luego no se quejen si no me quiero ir» —pensó el Ishimura.
De un momento a otro la tensión y las miradas de sospecha que había en el ambiente desaparecieron. Pues como si tratara de una historia de terror mal narrada un nuevo elemento fue introducido en el problema.
Se trataba de un chico al que parecía que habían apaleado. De inmediato todos cayeron presa del pánico en busca de alguna manera de socorrerlo. Aunque algunos parecían más preocupados por el supuesto mensaje que tenía en la espalda. Viendo que todos tomaban una postura preocupada, Kazuma decidió tomar la de incrédulo y desconfiando, puesto que parecía ser el único rol que faltaba.
«No creo que sirva de nada tratar de hacer entrar en razón a nadie» —inquirió él mientras se apoyaba de un barandal.
«De cualquier forma que lo vea esto es mas una burla que una trampa, aunque bien podría ser ambas. El chico podría estar confabulado con el que nos cito, podría hasta ser el mismo transformado»
«Esto definitivamente es obra de alguien que disfruta manipulándonos. Si quisieran hacernos daño simplemente nos hubiera atacado por separado y ya. Es molesto, pero debo admitir que utilizar a un chiquillo para revolucionar las emociones de todos fue una buena táctica»
«Bueno... Ya me entro un poco de curiosidad, así que por ahora le seguiré el juego. Además la sensei me reprocharía el que abandonara a mis compañeros en una confusión como esta»
Con su mente calmada y sus ideas claras se propuso el hablar.
—Este… Yo no estoy seguro de que hacer, pero viendo que Juro es el que está más calmado y que por lo general suele tener el mejor juicio digo que hagamos lo que dice.
El primer pensamiento del Uchiha cuando propuso lo de separarse para que una persona llevara el chico al hospital y los demas fueran a parar los pies a los matones fue Yota y Eri con el niño y el resto al Jardin de Cerezos. Pero la cosa no salió como él esperaba ni por asomo. En un momento, todos se habian decidido a ir juntos al hospital, lo cual sonanba a locura para él por razones que le parecian obvias, pero uno a uno todos se fueron posicionando, Juro incluso le instó a que no fuera al encuentro. A excepción de Tigreton, que se fue como habia venido, sin que nadie le entendiera.
¿De verdad no se dan cuenta?
En su mente la idea de irse a encarar a esos macarrillas de tres al cuarto él solo se iba haciendo presencia con cada latido de su corazón. Pero antes de hacerlo, tenia que dejarles claro que habia un motivo más allá de las ganas de impartir justicia por su propia mano.
Id todos a llevarle al hospital, yo me encargaré de detenerlos hasta que volvais. Pero pensad, ¿qué pensais que hara si no vamos rapido? ¿Se sentara pacientemente hasta que lleguemos? Estamos hablando de alguien que ha apaleado a un niño. Yo prefiero no correr el riesgo.
Dicho eso, escalaria a toda prisa por las gradas y se posaria en lo más alto de la pared, antes de salir saltando de tejado en tejado, en dirección al Jardin, o eso pensaba él. No se detendria por mucho que le llamaran ni esperaria a nadie, estaba decidido a llegar lo antes posible. Pidió indicaciones a cada persona que se le cruzó para poder llegar al Jardín por lo menos ese dia. Era consciente de su sentido de orientación, pero con todas las indicaciones que habia ido pidiendo a lo largo de su paseo habia conseguido llegar en un tiempo record (para él).
Ahora se encontraba ante un dilema que no sabia como no se le habia ocurrido antes. El maldito Jardin era jodidamente gigantesco. Se quedo parado en la entrada durante unos segundos, hasta que finalmente se dio cuenta de que no habia forma de localizar a ese canalla, por lo menos, no sin el Tigreton. No le quedaba otra que dar vueltas por el jardin hasta que pasara algo. Y así lo haria.
No sabría decir si el que llevaba la razón era yo, pero logré despertar el lado humano de los demás. Incluso el del peliblanco que parecía que le gustaba lamerle el culo a Juro. Eri tampoco dudó en seguirme, asegurando que se sabía el camino de memoria. Sus hipótesis junto con la de Juro parecían estar cargadas de lógica tenían demasiado sentido ¿Pero era cierto? No sabría decirlo. Lo que no me gustaba un solo pelo era que el rubio hubiese optado ir solo hasta el jardín de los cerezos. Habíamos recibido aquella carta todos pero en ningún momento decía que se trataba de un único emisor y a juzgar por el tono y por las intenciones, recopiladas entre la carta y el niño hecho trizas, era la típica conducta del típico grupito machito. En resumen, era un error que Nabi se fuese en solitario en su búsqueda.
Chasquee la lengua mientras veía como se largaba no sin antes dar un último juicio rápido.
-Cógelo, Eri-chan. Nabi se está metiendo en una ratonera. Iré con él, vosotros llevad a este niño al hospital y nos reencontraremos en el jardín de los cerezos. Trataré de ganar tiempo pero este gilipollas está demasiado ciego ¡Daós prisa! ¿Vale?-
Tras aquellas palabras, dejé en manos de la peliazul al pobre chaval magullado y salí por patas siguiendo el mismo camino que había tomado el Uchiha, tan rápido como pude. Subiendo aquella escalinata en forma de gradas y volando de tejado en tejado con la vista puesta en el joven de cabellos dorados hasta que se detuvo en la entrada del lugar citado. Entre bufidos producto de aquel sprint me puse a su lado.
-Maldito gilipollas, vas a conseguir que te maten. Ni siquiera sabemos cuantos son-explicaba a media que trataba de recobrar el aliento-Lo mejor será que nos separemos, así podremos explorar el lugar el doble de rápido. ¿Tienes un comunicador?-
De mi portaobjetos saqué mi comunicador. No aguantaría mucho rato encendido pero para aquella pequeña escaramuza sería suficiente.
Tanto Juro como Kazuma se habían unido a llevar al chico lleno de heridas al hospital, mientras que Nabi, haciendo un comentario que ni llegó a oír ni estaba segura de querer haberlo escuchado, ya que en ese mismo momento no se sentía con ganas de malinterpretar uno de sus comentarios como normalmente hacía, tomaba dirección al Jardín de los Cerezos de Uzushiogakure.
Pero antes de poder cambiar su rumbo y seguirlo aún sabiendo que le costaría bastante llegar hasta dicho lugar por su pésimo sentido de la orientación, Yota la frenó llamándola y dejándola a cargo del pobre niño, alegando que el Uchiha se acababa de meter solo en la ratonera. Los ratones no sabían escribir, así que en una ratonera no se podía haber metido ya que los ratones desconocen lo que es un lápiz y una hoja en blanco, seguramente serían matones, por lo cual... ¿No se estará metiendo en una matonera? En fin, su compañero al parecer deliraba, pero como cuando terminó de pensar todo eso ya se había marchado, no le quedaba otra que hacerse cargo ella misma del niño.
'' Juro también podría ir a ayudar, así cuantos más sean allí, más fácil lo tendrán ya que allí es donde se cita... Además, Kazuma por mucho odio que le tenga, sabría proteger al niño y yo podría ayudarle...''
Negó con la cabeza al mirar a Juro, según tenía entendido, él también tenía pésimo sentido de la orientación, así que descartó la idea de mandarle, por lo cual quedaba Kazuma, pero a él si que no le iba a sugerir que se fuese, si se quería ir, allá él.
- Bueno, pues si queréis ir con ellos, esta es vuestra oportunidad, si no, ¡en marcha! - Gritó mientras lograba colocarse al niño en su espalda, haciendo que pasase sus brazos por el cuello de la kunoichi mientras ella terminaba agarrándole por sus piernas, intentando por todos los medios que no se cayese de su posición. No esperaría al ver las reacciones de sus ahora compañeros, lo primero era lo primero: ayudar al niño e ir lo más rápido que pudiese al Jardín de los Cerezos para darle lo que se merecía al hijo de su madre que había escrito esa nota, y, para colmo, había herido de gravedad a un pobre inocente.
''¡Estúpido machista opresor!'' Era el único pensamiento que lograba tener en la cabeza en esos momentos.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Juro se sorprendió ante el repentino apoyo de Kazuma. Le extrañó bastante, no estaba acostumbrado a que le hicieran caso. Eri también opinaba similar a él, así que técnicamente eran cuatro contra uno.
Pero no, claro que no. Si antes le había molestado el comportamiento de Yota, Nabi lo llevó a otro extremo. Dijo que no tenían tiempo, y se marchó solo. A la aventura.
Yota pareció reaccionar mucho antes de que Juro hablase, les dejó encargados del niño junto con Eri, y siguió a Nabi al jardín de los cerezos. Juro sintió ganas de seguirles, pero una voz en su interior detuvo su tonto esfuerzo.
"No eres como ellos, solo serias un inútil ahí. Es mejor dejarles hacer su trabajo..." - le susurró su mente, a lo que este accedió, de mala gana.
Por lo tanto, siguió a Eri. Volvió la vista atrás, y vió que se habían ido. Si había tenido oportunidad alguna, ya la había perdido. Ni en sueños llegaría rapidamente al jardín sin perderse en el camino. Además, tampoco podía abandonar a la chica con el herido. Eri le sacó de sus pensamientos, informándole de que si querían irse, era el momento.
- Yo voy contigo, ahí solo estorbaría - le dijo, y siguió a Eri mientras corría, sin ver si Kazuma accedía o no. Tenía una mano en su látigo, solo por si acaso. Si algo pasaba, tenía que cubrir a Eri como pudiese.
El Uchiha aseguro no estar de acuerdo con ir todos al hospital a llevar al chico que había sido apaleado. Por lo que siendo fiel a su naturaleza tozuda, decidió marcharse hacia el jardín de los cerezos en busca del supuesto coordinador de toda aquella situación.
—Vale pero que cabezota —dijo con resignación—. Bueno ya es grandecito como para saber llevar los problemas.
Mientras decía aquello pudo notar como el joven de cabello platinado se devolvía para ir tras de Nabi. Lo cual resultaba extraño ya que era quien estaba a punto de pegarle a su compañero hacia un rato.
—Igual puede ser que se quieran muchísimo y peleen para ocultarlo… Cielos el orgullo es algo tremendo, hoy en día ese tipo de relaciones son normales —dijo en voz baja, aunque no lo suficientemente baja como para que Juro no le escuchara mientras caminaba hacia la salida del estadio.
Kazuma se había decidido por acompañar a los otros dos al hospital, aunque seguía preocupándose por Nabi puesto que su sentido de la orientación era pésimo. Pero ya no había mucho que hacer, solo le quedaba confiar en su compañero y esperar que aquel chico de piel bronceada no se convirtiera en una carga para él.
En lo que la chica de cabello azul y el Eikyu se pusieron en marcha, Kazuma se sumo a ellos.
Que panda de cabrones que tengo por equipo. ¿Seguiran resentidos por la paliza que les di?
Pensó el rubio cuando vio que el unico que le habia seguido para ayudarle era el que momentos antes amenazaba con arrancarle la cabeza. Pero así era su relación amistad-rivalidad-odio-confianza, muy en el fondo, Nabi sabia que Huesoscalcificados Yota era buena persona, pero muy en el fondo. Con la vista repasó lo que habia delante suyo de Jardin de Cerezos. Nada, nada fuera de lugar, nada sospechoso, ninguna señal de nada. Suspiró, iba a ser dificil y su sharingan no le iba a servir de nada.
Yota saltó con que si tenia comunicador. Tenia el que le habia dado Shiori, al parecer él tambien tenia uno, seguramente se lo habria dado su sensei. Sabia que él y Eri habian formado equipo al mismo tiempo que Nabi con los dos palurdos esos que le abandonaban vilmente.
Sí, separarnos suena como el mejor plan. Sincronicemos los comunicadores y que cada uno se vaya por su lado. Si te los encuentras, avisa y no te enfrentes a ellos directamente, ya han sufrido suficientes niños indefensos.
La puya final era necesaria, sino no seria una relación de amistad-rivalidad-odio-confianza. Una vez estuviera seguro de que los comunicadores funcionaban y estaban en el mismo canal de radio se iria por un camino de la derecha sin perder un instante. Era primavera, así que el Jardin estaba más rosa de lo que le gustaria al Uchiha. Tanto color vivo hacia más dificil buscar algo en aquel maldito lugar.
Yota, ¿quien crees que seria capaz de hacer algo así?