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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#16
Por fin había llegado el día de la final, el estadio no sólo estaba lleno, sino que el número de espectadores excedía por mucho la capacidad total del recinto. Para fortuna de Tatsuya su padre había logrado reservar asientos con anticipación por lo que se salvó de tener que rebuscar un buen lugar. Después de perderse la primera ronda debido a su atraso y la semifinal por el castigo de su padre a Tatsuya le parecía muy extraño poder disfrutar de la final.

Tras el incidente por el exceso de sake esperaba una reprimenda aún mayor que él de la pelea en la casa de té, pero por azares del destino eso no ocurrió y ahora era un espectador más del evento. No había ningún representante de su aldea, de hecho se sintió frustrado al enterarse de lo ocurrido en la primera ronda, por lo que le daba bastante igual quién de las dos kunoichis resultara victoriosa.

"Al menos podré ver una pelea interesante"

Pronto hicieron acto de presencia las contendientes, la de Amegakure no aparentaba tener nada especial mientras que la de Uzushio parecía una niña pequeña, muy pequeña.

”¿Cuántos años tendrán?"

Menos que él seguramente, pero si estaban en la final era porque sus habilidades eran mucho mayores a lo que su apariencia podía denotar. Pronto la de Amegakure inició la ofensiva con un truco de shurikens que la de Uzushio esquivó con facilidad, respondiendo al ataque con su propia shuriken. La de Ame no se quedó atrás e interceptó el proyectil con algo que generó una humareda en el campo, a partir de ahí al Takanashi se le hizo difícil ver la acción en el campo, no era buen observador.

Para cuando todo se hizo más claro se quedó perplejo ante el mar de clones que había en el campo, pero más perplejo se quedó al escuchar cómo la de Uzushiogakure se rendía tan pronto. Quizás por la presión de ser observada, quizás se sintió abrumada por la técnica que tenía enfrente, lo cierto es que el combate había terminado. Su rival no parecía para nada complacida y atacó de todas formas, pero por más que quisiera seguir peleando ya no había nada que hacer.

—Tsk.

Pronto empezaron a lloverle abucheos y basura a la kunoichi, los espectadores no tenían clemencia y descargaban su frustración a punta de gritos. Tatsuya sintió pena por la chica que estaba siendo escoltada fuera de la arena, no se merecía para nada todo esto. Por la forma en que lo hizo pudo notar que no estaba emocionalmente bien, y la furia de los presentes no ayudaba en nada.

"Por eso no me agradan estos eventos, esta gente es repugnante. Si tanta es su gana de ver sangre deberían ir ellos mismos a pelearse entre sí a ver si les sigue divirtiendo"

En cuanto empezó el alboroto en el estadio su padre se esfumó en medio de una nube humo, dejando al Takanashi sólo y confundido por su repentina desaparición. A él también le habría gustado irse de ahí así de rápido, se levantó de su asiento y estaba a punto de marcharse cuando una cara conocida hizo acto de presencia en la escena. Los ojos del pelinegro parecían huevos estrellados al ver cómo Uchiha Datsue se deslizaba hacia la arena para obsequiarle una flor a la ganadora en una aparente declaración de amor.

Creía conocer al niño, aún no se olvidaba de ese kunai con sello explosivo por la espalda y por ende no se sorprendió tanto cuando supo que se había dejado sobornar, pero no pensó que fuera tan cínico para atreverse a aparecer ahora en medio del estadio a sabiendas de lo que hizo. Empezaba a creer que hizo mal en no decirle al Kawakage sobre el incidente de la misión, si le hubiera dicho quizás no le habría dejado participar en el torneo.

"Debí haberlo golpeado más cuando tuve la oportunidad"

Pero sería justamente el Kage de su villa el que se adelantaría a esa acción, el propio Yubiwa bajó a la arena para arremeter contra Datsue y darle quizás un regaño de proporciones monumentales, el asunto ya era muy serio para llegar a ese extremo.

—Sí con eso no se corrige, nada lo hará— Susurró para sí.

Todo era un desorden, pero el caos que vendría a continuación no tenía punto de comparación.





BOOM.



¡¡GRROOOOOOAAAAARR!!



Un estallido provocó que toda la estructura del estadio se sacudiera, llegando a colapsar en algunas partes. Mucha gente corrió despavorida y terminó siendo aplastada o atravesada por pedazos de roca afilada. Debido al espanto Tatsuya se quedó estático en su sitio pensando que hacer mientras escuchaba un rugido monstruoso, más no podía distinguirlo bien por culpa del polvo y escombros volando.

—¿¡Qué está ocurriendo!?.

Antes de poder reaccionar el suelo se resquebrajó bajo sus pies, siendo aquella enorme y grotesca figura entre la polvareda lo último que vió antes de poder reaccionar para intentar evitar su inminente caída, pero fue demasiado tarde. Terminó yéndose con todo y el piso hacia la planta inferior. El Takanashi empezó a toser con fuerza pues le costaba respirar, además seguían cayendo trozos de piedra y no lograba ubicarse, se sentía adolorido por el impacto aunque no parecía haberse lesionado.

¿Tatsuya-san?


Escuchó como una voz invocó su nombre, una voz que le resultaba extrañamente familiar.


¡Tatsuya-san, ¿estás bien?!

La voz se acercó a él y fue entonces que pudo distinguir a su compañera de aldea, la reconoció más por sus tatuajes que por otra cosa. De no ser porque los había visto con anterioridad quizás la habría confundido con un chico, pues lucía muy diferente a cuando la conoció vestida con aquel kimono azul.

—¿Anzu-chan?— Se sentía confundido al encontrarla en ese sitio, era imposible que cayera junto a él pues en ningún momento la vió sentada cerca de donde estaba —Sí, me encuentro bien, sólo estoy un poco adolorido— Se dejó ayudar por ella para levantarse —Te lo agradezco mucho— Apenas si inclinó la cabeza para disculparse pero estando en medio de una crisis lo último de lo que se iba a preocupar era de las formalidades —Ha pasado algo muy malo...

Malo era poco, pero sus ojos demostraban que en realidad estaba aterrorizado, poco antes de caer pudo ver algunas personas morir ante él y de no ser porque el piso se rompió quizás el también estaría muerto. Pero lo peor del asunto era aquella horrible y deforme bestia que atacó el lugar. Era una pesadilla, su peor pesadilla, rodeado de muerte y caos sin saber exactamente lo que era lo que estaba pasando a su alrededor.

"¿Qué era esa cosa? ¿Porqué está destruyendo todo? ¿Dónde está mi padre?"
[Imagen: 7FT8VMk.gif]

RushHablo || Pienso || NarroRush

~Ausente los fines de semana~
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#17
Ayame apretó los puños junto a los costados, con la sangre hirviéndole en las entrañas. Con mucho gusto se habría lanzado contra Datsuke por ridiculizarla de aquella manera después de su avergonzante victoria, y aún tuvo que recordarse a sí misma que se encontraba frente a una auténtica multitud de todos los países de Ōnindo y que decepcionaría a su familia y a sus amigos si se comportaba de una manera deshonrosa.

«Además, es sólo un niño.» Reparó, con la rabia aún carcomiendo su piel como una incesante urticaria.

Con un pequeño empujón a la hora de salir del estadio sería suficiente. Lo había decidido cuando una figura alta e imponente hizo acto de aparición a las espaldas del chico. Ayame palideció al reconocer las antinaturales cejas del hombre y su largo cabello azulado cayendo como una cascada tras su espalda. Pero antes de que pudiera decidir cómo debía comportarse ante la aparición de tan poderosa persona, el Kawakage se dirigió entre largas y retumbantes zancadas hacia su shinobi.

—¿¿NO HAS HECHO YA SUFICIENTE PARA DESHONRAR A LA VILLA, IDIOTA?? —bramó, y ante la colleja que le asestó al chico, Ayame no pudo evitar encogerse sobre sí misma en un súbito arranque de empatía—. Disculpa, cielo. Joder, siempre me olvido que este cabrón es duro como una piedra.

—No... pasa... nada... —balbuceó ella, aunque las ascuas de la rabia seguían candentes dentro de ella.

Pero la sorpresiva llegada del Kawakage la había pillado totalmente desprevenida, y ese asombro de alguna manera había enfriado sus ánimos.

De hecho, aquella no iba a ser la única sorpresa del día.

Porque la Uzukage y sus inconfundibles cabellos del color de la sangre también hicieron acto de presencia.

Durante un brevísimo instante, y juzgando el alarmado gesto de la mujer, Ayame creyó que iba a regañar a Eri tal y como había hecho el líder de la Cascada con su ninja.

Pero ni siquiera podía imaginar la magnitud del problema que se les cernía, como la ominosa sombra de las alas de una rapaz sobre sus cabezas.

—¡¡Mira, estaba pensando en tener una charla contigo desde el otro día, pero se me ocurre que te la voy a dar ahora con la suela de mi zapatilla!! —Siguió hablando el Kawakage—. Primero, pactas un amaño con otro participante, y ahora, ¿qué se supone que es este numerito? ¿¡Es que no ves que no es momento de juegueci...!?



BOOM.




¡¡GRROOOOOOAAAAARR!!



Aquel extraño sonido, que parecía sacado de lo más profundo de los infiernos, reverberó en cada célula de su cuerpo. Todo lo demás, a su alrededor, enmudeció de repente. Como si se hubiese sumergido de repente en una densa masa de agua. Ayame se aferró el pecho con ambas manos, como si tratara de retener a su propio corazón dentro de él, cuando se vio sacudida por una fuerza antinatural y desconocida. No pudo evitar caer de rodillas al suelo, temblando como una niña pequeña, y con los ojos fijos en un único punto del estadio. El punto donde las gradas habían saltado por los aires y un colosal monstruo con forma de tanuki del color de la arena y piel atigrada con marcas azuladas había aparecido repentinamente.

—N... no... —suplicó la aterrada Ayame, con los ojos anegados de lágrimas—. O... otra vez... no...

El monstruo había levantado una densa humareda de polvo con su aparición pero a Ayame no le costó distinguir que, aquí y allá, las gradas estaban salpicadas de escombros y cuerpos ensangrentados y desmembrados. La gente moría a su alrededor. Los supervivientes trataban de escapar de aquel infierno con todas sus fuerzas. Incluso le pareció ver a varias personas saltar al vacío de forma voluntaria antes de resultar aplastados por nuevos escombros arrancados de cuajo. Otros pasaban, simplemente, por encima de otros más débiles o que no se veían capaces de moverse por sí mismos. Estaba reviviendo sus propias pesadillas en primera persona y con otros protagonistas. ¿Aquello era lo último que habían visto los habitantes de Kusagakure antes de morir? ¿Habían sentido aquel terror casi primitivo?

Y sin embargo, a aquel sentimiento de terror se le sumaban muchos otros de manera frenética y alocada. Tenía miedo. Pero entonces sintió una súbita felicidad. Y entonces ira. Añoranza. Rabia. Fe. Rabia. Esperanza. Angustia.

—¡Yui, ocúpate de los heridos y la evacuación, por favor! ¡Nosotros nos ocuparemos de él!

«¿Yui-sama?» Aquel nombre la despertó de su extraño letargo. Ayame alzó la mirada hacia su Amekage, y entonces sintió las mejillas húmedas. ¿Estaba llorando?

—¿Estás segura de eso? ¿Podréis?

—Podré... —replicó la Uzukage.

El cuerpecillo de Eri aterrizó súbitamente de nuevo a escasos metros de la posición de Ayame, sobresaltándola.

Le habría gustado acercarse a ella. Preguntarle si estaba bien. Pero su cuerpo se negaba a responderle, y de su garganta apenas salió un débil gañido.

—Yubiwa, ¿has dicho que este niño tuyo, Datsue se llamaba, no? ¿Has dicho que es duro? —la voz de la Uzukage volvió a reverberar en sus oídos, y Ayame sintió una extraña opresión en el pecho.

—Sí, ¿por...? —replicó el Kawakage, y el presentimiento se hizo aún más punzante en su pecho.

—No...

—Espera, ¡preferiría castigarle, no darle un premio por su comportamiento!

—No estoy tan seguro de que soportar este peso sea un premio —replicó la líder del Remolino, cerrando los ojos con pesar.

El bijū alzó su pata delantera sobre ellos. Iba a aplastarlos.

—Eri, Jinchūriki de Amegakure. Haríais bien en buscar a vuestros seres queridos y abandonar este lugar. ¡Rápido!

Pero Ayame no se movió del sitio. El calificativo que había utilizado la Uzukage para referirse a ella había le había sentado como si le hubiesen echado un cubo de agua congelada por encima de la cabeza. No sólo había delatado su identidad como jinchūriki de Amegakure, sino que lo había hecho como si no fuera más que un objeto. Un arma.

—¡Esperad!

Ni siquiera supo por qué lo hizo. Para cuando se dio cuenta de sus acciones se había posicionado entre Datsue y el resto de los Kages. En un vago intento de corregir su comportamiento, Ayame inclinó el torso en una profunda reverencia.

—Po... ¡Por favor, no lo hagáis! ¡Tiene que haber otra manera! —suplicó, hincándose de rodillas de nuevo en el suelo—. ¡No le condenéis de esta manera! ¡No le hagáis lo mismo que me hicieron a mí! ¡Convertir a más personas en jinchūrikis no es la solución!

Estaba terriblemente aterrorizada, pero el impulso de intentar detener aquella locura había sido aún más grande.

—Además... además... Ellos... —añadió, con voz temblorosa—. Ellos también sufren las consecuencias de ser sellados dentro de las personas... ¡Nos tienen miedo! ¡El Ichibi sólo está terriblemente asustado! ¡Quizás más que nosotros mismos! Por favor...
[Imagen: kQqd7V9.png]
Sprite por Karvistico.


—Habitación de Ayame: Link

No respondo dudas por MP.
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#18
Era algo que sabía desde hace mucho, que había confesado a mucha gente, y, aún así, no se hubiese imaginado ni en cientos de años cómo dolía esa sensación, aquella sensación de frustración, de saber que no hacía lo correcto para su gente, para su villa, para aquellas personas que ahora la abucheaban desde las gradas, pero, por otro lado, en lo más profundo de su corazón algo chillaba, algo que la decía que por fin había hecho lo que ella había querido desde un principio.

Pero no podía.

—Somos kunoichis, Eri... Estamos aquí para servir a nuestros superiores. Esto iba a ser un honorable combate entre dos amigas, no una matanza entre dos enemigos Y le daba toda la razón del mundo, porque ellas habían compartido algo, y ahora la peliazul lo había echado todo a perder, todo por dejarse llevar por su estúpido corazón en un mundo donde los sentimientos no estaban permitidos.

Cuando por fin logró incorporarse, dos personas que parecían ser árbitros, la apremiaron a abandonar el lugar, diciendo palabras que para Eri solo eran sonidos lejanos a los que asentía sin ganas, hasta que se dejó hacer, y éstos se la llevaron, cabizbaja, con un sabor agridulce del que no podía deshacerse. A sus espaldas, no escuchó las voces de Datsue, ni de ninguno de las cabezas de las tres villas, solo escuchaba a sus pensamientos, contradiciéndose de los anteriores.

Era un total desastre, como el que estaba a punto de suceder.




BOOM.




¡¡GRROOOOOOAAAAARR!!





Un aullido capaz de dejar sin el sentido del oído a más de uno, un grito desgarrador, un chillido terrorífico inundaron los oídos de Eri, haciendo que por un instante se librase del agarre de ambos brazos de los árbitros y se los llevase a los oídos, sintiendo que en cualquier momento iban a explotar. Retrocedió dos pasos, con los ojos totalmente cerrados, cuando ocurrió: un trozo de madera había acabado con las vidas de aquellos que habían intentando escoltarla a un lugar seguro, fuera de los abucheos de la gente, fuera del peligro que suponía quedarse allí con toda esa gente sedienta de sangre.

Pero ahora eran ellos los que habían quedado sepultados, sin vida. Junto con la mayoría de gente que habían estado ocupando aquellas gradas ahora destrozadas, el polvo y el humo predominaba en todo el lugar... Si había una palabra para definir aquello, se podía definir como masacre.

La onda de choque que había creado el trozo de madera había hecho que la joven de Uzushiogakure volviese sobre sus pasos, pero de una forma violenta y agresiva, haciendo que la chica acabase de culo, de espaldas a lo sucedido. En un rápido movimiento - y doloroso - se puso de pie, cerca de donde se encontraba Ayame. Y cuando lo vio, allí, frente a ella, tan grande y majestuoso, a la par que terrorífico, sintió algo indescriptible: algo rugía en su interior, y el rugido se convirtió en fuego, abrasador, puede que fuera una llama, o solo ascuas; pero estaba allí, como un recuerdo, un recuerdo cercano, doloroso, sofocante. Imposible de describir.

—Yubiwa, ¿has dicho que este niño tuyo, Datsue se llamaba, no? ¿Has dicho que es duro?

—Sí, ¿por...? Espera, ¡preferiría castigarle, no darle un premio por su comportamiento!

Escuchó algo, una réplica, un no cercano, pero estaba ensimismada, estaba escuchando la conversación de los kages sin moverse ni un ápice, estática, como si su mente y su cuerpo fueran dos cosas diferentes que no estuviesen ligados, ¿qué era lo que estaba ocurriendo? ¿Qué tenían que debatir en el estado en el que se encontraban? Aquel estado que parecía lejano, y que, a la vez, estaba tan cerca de acabar con sus vidas como una katana afilada.

—No estoy tan seguro de que soportar este peso sea un premio

''¿Premio?'' Fue lo único que pasó por su mente, un susurro de sus pensamientos, cuando la pata del gran bijuu se alzaba sobre ellos, queriendo acabar con sus vidas como si de pequeñas hormigas se tratase.

—Eri, Jinchuriki de Amegakure —anunció Shiona, y Eri no pudo más que abrir los ojos con sorpresa, clavando éstos en la joven que había sido su rival escasos minutos antes. ¿Ella? ¿Jinchūriki? Una mueca, parecida a una sonrisa se instauró en su rostro mientras la líder de su propia villa seguía hablando. —Haríais bien en buscar a vuestros seres queridos y abandonar este lugar. ¡Rápido!

''Pero... Ayame es una jinchūriki, y eso significa tener... Un bijuu en su interior, como el que está aquí... Entonces...'' Pero antes de seguir con la conversación, algo la sacó de su ensimismamiento, una voz demasiado familiar.

¡Eri, hay que salir de aqui! ¡AHORA!

La susodicha parpadeó varias veces, y su corazón empezó a latir con rapidez. ¿Qué narices hacía él ahí? ¿Y qué iban a hacerle a Datsue? ¿Qué iba a pasar? ¡Ella no quería que nadie más acabase mal parado!

Pero... Pero... — Indecisa, echó otra mirada al lugar donde estaba ahora Ayame, postrada frente a los kages, sin escuchar nada, ajena, ¿debía irse, debía evitar que le pasase algo a Datsue? ¡Era una decisión de los propios kages! Aunque... Tampoco había hecho mucho caso de lo que Shiona le había enseñado sobre el respeto... ¡¿Qué debía hacer?!

Qué difícil era todo.

¡No le hagan nada malo a Datsue-san, por favor! — Chilló con voz desgarradora desde su propia posición, con las manos en el pecho, llevándose de nuevo por sus sentimientos.
[Imagen: ksQJqx9.png]


—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
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#19
—¿Qué clase de broma de mal gusto es esta, Datsuke? —le espetó, con un hilo de voz—. ¿No tuviste suficiente...? ¿Tenías que volver para tomarme el pelo...? ¿Para hundirme aún más en el barro delante de toda esta gente...?

La voz a punto de quebrarse de la kunoichi resonó en la cabeza del Uchiha y su eco bajó hasta el pecho, provocándole una sensación incómoda. Era una sensación familiar. Recordaba haber sentido algo parecido cuando había abandonado a Ayame en aquella taberna de mala muerte. No era algo placentero, tampoco doloroso. Solo algo que le oprimía el corazón y le resultaba agobiante.

¿Acaso eran remordimientos?

Por suerte, como en aquella ocasión, tenía el truco perfecto para quitarse de encima aquel fardo de conciencia que a veces, en su desbordante empatía, se molestaba en cargar. Tan solo tenía que cerrar los ojos y pensar en otra cosa. Luego, todo volvería a la normalidad…

¿¿NO HAS HECHO YA SUFICIENTE PARA DESHONRAR A LA VILLA, IDIOTA??

¿Hmm? ¿Yubiwa? No, no. Mejor que pienses en algo más alegre, idiota. Por ejemplo, No…

¡Auch!

Se suponía que su truco era infalible, pero de pronto la nuca le ardió y cayó de bruces contra el suelo. Aquello le dolió mucho más que la dichosa presión en el pecho.

Pero, ¿qué…?

Datsue se quedó de piedra: Yubiwa-sama en persona se alzaba frente a él. Tras su imponente figura, alguien más acababa de unirse a la fiesta. Una mujer de cabellos rojos y ojos púrpura. ¿La Uzukage? No le dio tiempo a cerciorarse. Yubiwa había vuelto a fijar en él su mirada, tras intercambiar unas breves palabras con la campeona del Torneo.

¡¡Mira, estaba pensando en tener una charla contigo desde el otro día, pero se me ocurre que te la voy a dar ahora con la suela de mi zapatilla!!

P-puedo explicarlo, sea lo que sea…

Se quedó con la palabra en la boca. No había creído que lo de la suela de la zapatilla fuese en sentido literal. Craso error. Una lección que esperaba recordar en el futuro: cuando Yubiwa se enfada, sus bromas dejan de ser bromas.

Primero, pactas un amaño con otro participante, y ahora, ¿qué se supone que es este numerito? ¿¡Es que no ves que no es momento de juegueci...!?





Y el mundo se vino abajo.

Como el rayo que precede al trueno, Datsue sintió un escalofriante temblor en la espina dorsal que fue seguido un instante más tarde por un rugido atronador y desquiciante, tan fuerte que el dolor rebotó por toda su cabeza. La tierra tembló, una grada se convirtió en polvo y el viento ondeó y se arremolinó por todo el estadio, azotando sus ropas y estando a punto de tirarlo al suelo.

Un segundo sonido siguió al primero, mucho menos uniforme. El sonido de una multitud chillando, aterrorizada. Quizá Datsue los hubiese acompañado con su propia voz, de no ser porque se había olvidado hasta de respirar.

Hubo más voces a su alrededor. Órdenes. Intercambio de palabras. Datsue las oía de fondo, distorsionadas, como el sonido de la televisión a la que no prestas atención. Y es que sus sentidos estaban puestos en la enorme bestia que se alzaba frente a él. Un monstruo de tamaño gigantesco y cuyas fauces amenazaban con engullir cualquier esperanza del mundo.

—Eri, Jinchuriki de Amegakure. Haríais bien en buscar a vuestros seres queridos y abandonar este lugar. ¡Rápido! —logró escuchar finalmente, cuando se acordó de coger aire.

Sin embargo, sus palabras apenas cobraron sentido en su paralizada mente. Solo sabía que quería salir de allí. Rápido. Y de una pieza, a ser posible.

—¡Esperad!

Ayame acababa de ponerse entre él y Yubiwa, realizando una profunda reverencia. A Datsue no le parecía el momento de ponerse serios con las formalidades, pero aún le parecía menos momento para sacar su lengua a pasear.

—Po... ¡Por favor, no lo hagáis! ¡Tiene que haber otra manera! —suplicó, hincándose de rodillas de nuevo en el suelo—. ¡No le condenéis de esta manera! ¡No le hagáis lo mismo que me hicieron a mí! ¡Convertir a más personas en jinchūrikis no es la solución!

¿Qué cojones… está diciendo?

—Además... además... Ellos... —añadió, con voz temblorosa—. Ellos también sufren las consecuencias de ser sellados dentro de las personas... ¡Nos tienen miedo! ¡El Ichibi sólo está terriblemente asustado! ¡Quizás más que nosotros mismos! Por favor...

Seguramente por la conmoción que sentía, no entendió nada. ¿Ese monstruo asustado? ¡Él sí que estaba asustado! No sabía ni cómo no se había cagado por los pantalones abajo todavía. Lo que si comprendía Datsue era que estaba en peligro, y en un peligro de tres pares de narices. Y para Uchiha Datsue, ante el peligro solo había una posible reacción. Hinchó el pecho y se llenó de valor:

¡Y-yubiwa-sama! —logró balbucear—. C-creo que al contrario que Ayame yo no esperaré más e iré en busca de mis seres queridos y esas cosas. —Ya que la Uzukage no lo había incluido en su oferta de salir por patas de allí, ya se incluía él solito. En otra cosa no, pero en echarle cara no le ganaba nadie. Por otro lado, y por suerte, sus seres queridos estaban muy lejos del estadio, de camino a la Ribera del Norte—. Cualquier cosa, ya sabe… Me llama y yo aparezco en seguida. P-por supuesto. Faltaría más, vaya...

¡No le hagan nada malo a Datsue-san, por favor!

El chillido de Eri le heló la sangre. ¿Qué demonios se estaba perdiendo?
[Imagen: ksQJqx9.png]

¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado



Grupo 0:
Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 1:
Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80

Grupo 2:
Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 5:
Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Responder
#20
La garra del Shukaku se posó al lado de Yota y le rozó un hombro, enganchándose con su trenza. Al Shukaku pareció molestarle, de modo que lo levantó del suelo y lo puso delante de su cara mientras allá abajo en la arena todos discutían y en las gradas todos corrían intentando salvar su vida. El monstruo gruñó y gritó tan cerca de su cara que sus oídos quedaron completamente cegados, y luego... luego...

...se lo comió. Allá dentro todo estaba oscuro, pero Yota se sentía flotar, como si nada pudiera hacerle daño...


···

A pesar de que intentaba amarrarse al suelo con ayuda del chakra, las cosas no parecían irle bien a Kazuma. La gente quería pasar, y querían pasar antes que el resto de la gente. Puñetazos, codazos, rodillazos... De todo tuvo que aguantar el pobre, hasta el punto de que casi estaba ya sin conocimiento. La concentración le falló un momento, y pronto estaba en el suelo, siendo arrastrado y pateado por la multitud. Un niño saltó justo encima de su cara y le rompió la nariz.

El cabezazo contra Kazuma dejó aturdido el tiempo suficiente como para que perdiera el equilibrio cuando un corpulento hombretón pasara a su lado y lo arrojara encima de su compañero, que al parecer tenía la nariz rota y había perdido el conocimiento. Tres personas más se tropezaron con ellos dos y cayeron encima, pero el miedo que tenían era mucho más fuerte que su empatía. Siguieron pateando y removiéndose, tratando de levantarse, y ellos dos estaban empezando a ahogarse de verdad...


···


Un ANBU de Amegakure pasó por delante de Mitsuki y se dio cuenta de su presencia.

—¡Vamos, vamos, ven conmigo, sal de ahí, no te quedes mirando a ese bicho! Ayúdame a evacuar a los heridos. —Señaló una zona unos cinco metros más abajo, donde una madre lloraba la pérdida de dos de sus niños. Un cascote había... aplastado sus cabezas. Era una visión horrible.

Como horrible era la herida de la pierna amputada de la madre.


···


Riko y sus padres avanzaban por el pasillo lleno de pura masacre. Al final del corredor había una abertura que daba afuera del estadio. Si salían, podrían observar a un extraño encapuchado rebuscando en los bolsillos de un ANBU de Uzushiogakure...


···


Kaido y Karamaru se preguntaban qué hacer en aquella horrible situación mientras Daruu se sujetaba la pierna y chillaba de dolor.


···


Amekoro Yui, la Arashikage, pasó volando al lado de Katomi y Mogura y se detuvo patinando al lado de ellos. Llevaba un herido a cada hombro. Su fuerza era sorprendente, y que pudiera moverse con aquella agilidad era más sorprendente aún.

Apenas hacía unos días que se habían enterado que esa era su Arashikage de verdad. Y aún así, la contundencia y la imperiosidad de sus palabras sonaron bien claras:

—¡¿Pero qué hacéis, joder?! ¡¡Moved el culo y ayudadme a poner orden y a evacuar a la gente!! ¡Sois shinobi! ¡Vosotros NO HUÍS NI OS QUEDÁIS PLANTADOS COMO UN VEGETAL, MOVÉIS EL CULO Y ARREGLÁIS LA SITUACIÓN!

No les dio tiempo a responder, porque Yui desapareció de su vista de un nuevo salto.


···


Noemi se llevaba al acomodador y Ritsuko se acercó a un niño que deambulaba, sólo y llorando. El niño, en medio del caos, levantó la mirada y la observó un momento. Luego, empezó a rebuscar en su capa mientras seguía sollozando.

—Lo, lo siento... Yo... lo siento mucho... —sollozó, incomprensiblemente.

Acto seguido, se lanzó contra ella como un animal rabioso, e intentó clavar un puñal en su vientre.

—¡¡LARGA VIDA A KUSAGAKURE!! ¡¡LARGA VIDA AL PAÍS DEL BOSQUE!! ¡¡MUERTE A LAS RATAS DE YUBIWA!!


···


En la penumbra, y en medio del polvo de los escombros, Anzu y Tatsuya podrían haber pasado desapercibidos para cualquiera. De hecho, pasaron desapercibidos para dos encapuchados que pasaban por el pasillo que había enfrente de los baños. Cuchicheaban, en voz alta. Se sentían seguros: ¿quién iba a estar allá abajo? Afuera reinaba el caos, y el ruido absorbería sus conversaciones.

No para los dos genin.

—Esto es un golpe de buena suerte, sí... Con suerte, si pedimos refuerzos podríamos hacernos con el bijuu, ¿no te parece?

—Tú eres tonto, chaval —Hablaba ahora una voz más aguda, probablemente una mujer—. ¿Cuánto crees que tardarán en encargarse de él? Están aquí los tres kages.

—Si estuviera aquí Namiron-sama, les reventaba a los tres sin despeinarse...

—Espera, ¿has oído algo?

Los encapucharos miraron alrededor, y no tardarían en encontrarlos si no se escondían detrás de alguna cosa. Y rápido.


···


Otro rugido. La bestia miró a un lado y a otro mientras los Kage que estaban en la arena junto a Eri, Ayame, Datsue y el espontáneo Nabi discutían sobre lo que había o no había que hacer.

Shiona giró la cabeza lentamente mientras Ayame hablaba. Y las pupilas que se clavaban en la jinchuuriki de Ame eran duras, y temblaban de ira. Pero su voz sonó con firmeza cuando dijo:

—Largáos de aquí, genin, no lo repetiré una vez más. ¡¡LARGO!! —El rugido de la Uzukage se levantó por encima de la voz de Ayame, que insistía en unas bobadas que para Shiona, sólo un loco habría osado pronunciar—. ¡¡Y TÚ TE QUEDAS AQUÍ, CHICO DE TAKI!!

—Te tenía más respeto, jinchuuriki de Ame.

—¡Oye, que ese genin es de mi aldea! ¡¡Y TÚ TE QUEDAS AQUÍ, DATSUE!! Eso.

Los gritos de Shiona atrajeron los oídos de alguien... algo más, sin embargo. El bijuu les estaba mirando. Y antes de que pudieran reaccionar...

—¡Cuidado! —advirtió Yubiwa, y con una velocidad francamente impresionante se les echó encima y apartó a los presentes de un garrazo de la bestia. A todos... menos a Nabi, que estaba un poco más lejos.

El mapache consiguió agarrarlo, y ahora lo sostenía entre sus garras.

Cuando los ojos de Eri se cruzaron con lo que había pasado, la extraña energía que surgía en su pecho se vio desbordada...

...y una capa de chakra rojizo la envolvió mientras una sombra rojiza aparecía en sus párpados inferiores. Una fuerza sobrehumana apartó a todos los presentes, menos a Ayame, que pareció nutrirse de la misma fuerza. Las energías resonaron la una con la otra, y pronto las dos estaban envueltas en una capa bestial con dos colas...

...y por primera vez, parecían estar en pleno control de la situación.

—¿Pero qué demonios...?

Shiona se levantó, con dificultad. Lo mismo hizo Yubiwa. Datsue estaba al lado de su kage, todavía en el suelo.

—Pero... ¿La jinchuuriki no era la morena? ¿Qué estás ocultando, Shiona?

—No tengo ni idea de lo que está pasando, pero no voy a pararme a pensar, tenemos que...

Shiona intentó lanzarse hacia adelante, pero la fuerza que emitían las dos muchachas, como un viento fuerte que le empujaba desde allá adelante, le impedía avanzar...


Cambios en la política de posteo. Lo siento, pero si no no avanzamos.

A partir de ahora, tenéis 96 horas (4 días) para postear, TODOS, según os queráis ordenar. Después de ese período, masterizaré, y lamentándolo mucho tendré que saltar al que no haya posteado o manipularlo.
[Imagen: MsR3sea.png]

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#21
—¡Niño! ¡Por aquí! —Gritó la kunoichi mientras aprovechaba que todo el mundo prefería usar las escaleras para bajar rápidamente a grandes saltos entre los asientos.

La orden había sido sencilla y siendo realista, con solo sacar a una persona tenía una hermosa excusa para luego borrarse de allí y tal. Pero las cosas para ella siempre eran complicadas y el crío comenzó a balbucear algunas cosas entre sollozos.

—¿Pidió disculpas…? —Consultó sorprendida la madre de Ritsuko que no parecía dispuesta a desvanecerse.

—Qué me estás contando… —Al momento de finalizar la frase se pudo escuchar una ligera risita nerviosa.

Había que aceptarlo, la chica no estaba en óptimas condiciones y es que el miedo y los nervios la estaban empezando a alterar, de allí que la ilusión de su difunta madre siguiera allí pese a tener su atención supuestamente centrada en un ser humano vivo a unos metros de distancia.

—¡¡LARGA VIDA A KUSAGAKURE!! ¡¡LARGA VIDA AL PAÍS DEL BOSQUE!! ¡¡MUERTE A LAS RATAS DE YUBIWA!!

Bramó a todo pulmón el pequeñajo al que la kunoichi de Taki debía de ‘rescatar’ al mismo tiempo que se le lanzaba encima con un puñal en mano y la más que clara intención de herirla si no matarla.

Pero por muy nerviosa que estuviese la chica, aun se mostraba en condiciones de defenderse o incluso en mejores condiciones que las usuales por lo que con un movimiento lleno de gracia de ambos brazos le lanzó un tajo doble en forma de cruz dirigido a las manos del pequeño y de paso rasgando buena parte de las mangas de la gabardina que mantenían ocultas las dos cuchillas negras que la chica traía acopladas a los antebrazos. Con un poco de suerte una de las cuchillas interceptaba el puñal y la segunda le daba un profundo corte en la muñeca, si no le amputaba la mano completa probablemente se la deje totalmente inutilizada, o mismo le corte algunos dedos.

—¡No lo mates! —Se apresuró a exclamar la fémina como si a Ritsuko realmente se le hubiese pasado por la cabeza la idea de hacerlo.

—Ya sé… El pendejo este sabe algo que a Yubiwa le interesará seguro. —Respondió a secas aunque con una mueca de terror adornando su rostro por debajo de la máscara.

Nerviosa y todo, la chica sabía que al Senju de Takigakure le serviría cualquier tipo de información sobre la supuestamente destruida aldea de Kusagakure por lo que no dudó ni un instante en lanzarle un fuerte puñetazo directo a la boca del estómago ajeno con la intención de dejarle inconsciente y acto seguido cargarlo sobre su hombro. Tras aquello correría lo más rápido posible en dirección a la bestia y donde permanecían aquellas personas, entre ellas su compañero de aldea y también el propio Kage.

—¡Yubiwa-sama! —Exclamó a todo pulmón la pelirroja sin parar la marcha.

El lado positivo era que pese a lo amplio de la arena si uno corría con un peso tan minúsculo como el de aquel niño era sencillo cortar las distancias por lo que en un abrir y cerrar de ojos la de ojos rojos ya se encontraba al alcance de su Kage y de los demás allí presentes. Lo único malo era que justo llegó para presenciar como el bijuu atrapaba a un chico de cabellera rubia que podía reconocer fácilmente aunque cariño no le tenía.

~¡Mira! ¡Tan concentrado que estaba! ~Pensaba burlona aunque la sonrisita que se le había dibujado se borró en el instante en que vio a las otras dos kunoichis rodeadas de un aura de lo más perturbadora que la dejó en shock.

—Este… Yubiwa-sama, hay enemigos entre los civiles, este niño intentó matarme en nombre de Kusagakure. —Informó con tono algo tembloroso manteniéndose de pie a un lado de su Kage, sin despegar la mirada del espectáculo que tenía delante.



Si el niño era en realidad algún shinobi haciéndose el inocente o lo que sea y era jodidamente OP como para violarme ignoren todo lo que vino después del intento de amputarle las manos xD!
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#22
El reencuentro con su compañera de aldea se dió en el peor momento posible, ahí en medio de la calamidad el espadachín tenía miles de preguntas en la cabeza pero ninguna respuesta. Quería hacer algo, por una vez en la vida dejar de ser un idiota para comportarse como un ninja. Pero poca ayuda podría ofrecer él considerando la posición en la que se encontraba, lo primero que debía hacer era intentar razonar, pero nada de lo que estaba ocurriendo tenía lógica alguna. Anzu tendría dudas sobre lo que estaba ocurriendo, pero el Takanashi no podría darle ninguna respuesta. De pronto le pareció oir pasos en el corredor, pasos tranquilos y serenos cómo quién se pasea por su casa.

—Shhhhh....— Intentó acallar a su compañera para escuchar mejor.

—Esto es un golpe de buena suerte, sí... Con suerte, si pedimos refuerzos podríamos hacernos con el bijuu, ¿no te parece?

"¿¡Bijuu!?"

Casi desfallece ahí mismo al escuchar la palabra maldita, si aquella monstruosa silueta en verdad era una de las legendarias bestias con cola cómo la que destruyó Kusagakure pocas eran sus esperanzas de salir con vida. El miedo se apoderaba de su ser mientras la presencia de otra persona se hizo notar.

—Tú eres tonto, chaval —Hablaba ahora una voz más aguda, probablemente una mujer—. ¿Cuánto crees que tardarán en encargarse de él? Están aquí los tres kages.

—Si estuviera aquí Namiron-sama, les reventaba a los tres sin despeinarse...


La confusión se fundió con su temor, ¿quién era Namiron? ¿que tenía que ver ese alguien con lo que ocurría? Lo que estaban hablando carecía de sentido... Hasta que se dió cuenta de lo que realmente estaba pasando; Con un movimiento brusco tomó a Anzu y la acercó a él, tapándole la boca con su mano izquierda. Quienquiera que fueran esas personas no eran aliados.

—Espera, ¿has oído algo?

"No... No, no ¡NO!"

Mientras abrazaba a la peliblanca buscaba desesperadamente un lugar para ocultarse, hasta que su mirada se centró en uno de los baños cuya puerta estaba medio abierta. Soltó a la kunoichi y sin pronunciar palabra alguna señaló con su mano hacia el baño. Su mirada era muy diferente a lo habitual, aunque Anzu no lo conociera a profundidad podría notar que aquellos ojos dispares y amables se habían tornado en una expresión afilada reflejando su estado de alerta. Tenían que esconderse sí o sí, el Takanashi empezó a caminar hacia el sitio tratando de hacer el menor ruido posible al andar para evitar delatarlos.

La puerta no podía moverse pues unas rocas lo impedían, pero por suerte había suficiente espacio para poder pasar. Tatsuya volteó a ver a su compañera y movió su cabeza para indicarle que entraran. Estando ya en el interior se paró sobre la tapa del retrete para que no vieran sus pies, además de arquear un poco su espalda para que no vieran su cabeza por encima. Apoyó sus manos en las paredes, tratando también de darle espacio a la morena para que ella también pudiese ocultarse.

No iba a cometer una imprudencia, había aprendido su lección y esta vez actuaría con cautela, pero decirlo era más fácil que hacerlo... Estaba nervioso y le costaba mantener la compostura, respiraba agitado, prestando atención a lo que pudieran decir mientras rogaba que no los encontrasen.
[Imagen: 7FT8VMk.gif]

RushHablo || Pienso || NarroRush

~Ausente los fines de semana~
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#23
Anzu tuvo que contener una risotada cómica cuando vio a su compañero de Aldea —tan cortés como lo recordaba— disculparse con una serena inclinación de cabeza por haber caído del techo en el baño de mujeres. Sin embargo, pronto aquella risa se ahogó en su garganta, entre polvo y arena, y la Yotsuki tosió un par de veces.

¿Qué cojones está pasando ahí arriba? Desaparezco un par de minutos y todo se va al diablo... —preguntó, confusa, tratando de intuir algo por el hueco que había en el techo, sobre la cabeza de Tatsuya.

Las paredes del edificio eran gruesas como puertas acorazadas, porque cuanto se podía intuir desde el baño de chicas era que todo temblaba de tanto en tanto —y nada más—. Sin embargo, Tatsuya sí parecía saber lo que estaba ocurriendo, a juzgar por sus palabras, y estaba a punto de contárselo a la kunoichi cuando de repente...

«¡Alguien viene!» Instintivamente, Anzu se colocó a un lateral de la puerta de los baños, que daba al pasillo de donde provenían las voces. Aguzó el oído —que ya era de por sí bastante bueno— y pudo escuchar la conversación con claridad... Quizás desearía no haberlo hecho. «¿Bijuu? ¿Están diciendo que ha aparecido un bijuu? ¿¡Aquí en medio!? ¿Qué...?»

De repente, uno de los misteriosos personajes pareció advertir que la conversación ya no era privada. Anzu sintió como un escalofrío le subía por la espalda, y a punto estaba de esconderse, cuando notó que alguien tiraba de ella con fuerza y le tapaba la boca. Se dio cuenta de que era Tatsuya un momento antes de sacudirle un codazo en las costillas. El shinobi la manejó como si fuera un muñeco de trapo, o aún peor, una civil; Anzu se puso furiosa, pero no dijo nada.

«Sé cuidarme sola, socio.»

En cuanto Tatsuya la soltó, ignoró deliberadamente su consejo de esconderse en el baño, y se tumbó junto a la pila de escombros que correspondía a la sección de techo derrumbado. Se aseguró de colocarse al otro lado, de forma que no estuviera a la vista, e hizo unos simples sellos.

Instantes después, un pedrusco apenas distinguible de los otros escuchaba con total atención lo que ocurría en el pasillo.
Diálogo - «Pensamiento» - Narración

Mangekyō utilizado por última vez: Flama, Verano de 220

¿Eres nuevo en el rol? ¡Echa un vistazo a mi Compendio de Buenas Prácticas!
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#24
El tiburón pareció debatirse por unos instantes si era más apropiado salir de allí como liebre huyendo del zorro, o por el contrario; quedarse un tiempo más con el fin de ayudar a otros sobrevivientes de la catástrofe. Pero lo cierto es que en la zona donde él se encontraba, no era mucho lo que había quedado en una sola pieza; y eran él y el calvo lo único que se movía por esos lares. Así que supuso que su advertencia a Karamaru sería suficiente como para que el muchacho se viera convencido de que había que dejar los linderos del estadio tan pronto como fuera posible, pero pronto se daría cuenta que estaba muy equivocado.

Mientras el tiburón peinaba la zona con la vista en la incesante búsqueda de una salida segura, no pudo evitar echar un ojo hacia donde se cocía todo el meollo del asunto. Hasta entonces no había podido ver al causante de semejante destrucción, y seguía sin percatarse de la enorme bestia, pero los rugidos le daban una buena idea de lo que podría estar cerca. Y además, pudo comprobar de primera mano como la conversación ininteligible entre los reunidos en el centro del campo de batalla se vería ferozmente interrumpido por el garrotazo de una mano gigante de color desierto, que se llevaría entre su agarre a una de las personas que se encontraba allí abajo.

«¡¿Pero qué mier?!»

En ese instante se sintió como una mísera mosca en un bol de sopa demasiado grande para sus ínfimas patas. Y por los vientos que soplaban, las probabilidades de ahogarse allí eran muy altas. Pero no lo haría sin dar pelea, eso estaba claro.

¡EEEHH!-advirtió el pelón entre gritos, atrayendo la atención del tiburón de forma inmediata- Allí abajo hay uno de los nuestros, debemos ayudarlo.

Kaido movió su azulado trasero hasta la abertura en la pared y asomó la cabeza por el vacío. Abajo, entre los matorrales, se encontraba nada más y nada menos que el conocido Daruu; sosteniéndose la pierna con gestos inconfundibles de dolor. Si no fuera porque se mesó un par de veces allí en el suelo el tiburón le habría dado por muerto.

—¡Eh, Hanaiko; ¿estás bien?! —era la voz inconfundible de su "buen amigo" el tiburón—. ¡no es momento de tomar una siesta, capullo... levántate y piremos de aquí!

Volvió a observar su alrededor. Parecía que la única forma de salir de allí era descendiendo por la estructura contigua del estadio y caer donde estaba Daruu. Entonces miró a Karamaru y le señaló el descenso.

»Bajemos.
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#25
La sangre seguía volando por todos lados, las personas, acompañadas de sus insesables gritos, corrían con o sin fortuna hacía la salida más cercana. Muchos shinobis y kunoichi de poca experiencia corrían, ayudaban, escapaban. lloraban y morían al mismo tiempo que la bestia gigante de arena echaba gritos y manotazos. Tomó contacto con algunos puntos de la tribuna, llevandosé gente y vidas.

Pero Karamaru no estaba dispuesto a dar su vida sin luchar antes. No eran el objetivo del animal, por lo menos por ahora, y ese tiempo podría darle la seguridad necesaria al calvo y su compañero de aldea para liberarse de ese problema sin que sea más que solo malos recuerdos. Los segundos pasaban lentos y la espera para la respuesta y reacción de ese hombre azulado se hizo eterna.

¡Eh, Hanaiko; ¿estás bien?! ¡No es momento de tomar una siesta, capullo... levántate y piremos de aquí!

El shinobi finalmente se había acercado a la misma abertura y visto al muchacho que, por lo que parecía, conocía de sobra.

«¿Hanaiko? ¿Y ese quien es?

La orden en ese momento estaba clara. El hombre que yacía en el suelo no hacía nada más que moverse unos centímetros para cada lado y probablemente necesitase de ayuda. Solo había que bajar pero alguien se le anticipo a su orden.

¡Bajemos!

A punto de seguir esas palabras, el calvo se detuvo durante un instante tras escuchar una voz.

¡Vamos, vamos, ven conmigo, sal de ahí, no te quedes mirando a ese bicho! Ayúdame a evacuar a los heridos.

Una muchacha y un ANBU se encontraba a unos poquitos metros de su posición, pero con otro objetivo. Karamaru se dio cuenta de eso y rápidamente retomó su plan de acción y bajo por el muro pegando sus pies con chakra. Sin importar si su compañero de aldea lo siguiese o no el calvo llegaría al cuerpo y se arrodillaría junto a él.

¿Estas bien? ¿Te puedes parar?
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"  
-Maestro Yoda.


HabloPienso
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#26
La peliblanca seguía sumida en un shock total, de un momento a otro lo que era tan sólo un torneo se acababa de convertir en un infierno como nunca antes había visto y en mitad del caos, aquella enorme bestia que con cada rugido hacia temblar lo que quedaba de la estructura del estadio.

—¡Vamos, vamos, ven conmigo, sal de ahí, no te quedes mirando a ese bicho! Ayúdame a evacuar a los heridos—

La voz de aquel Anbu que pasó casi como un relámpago la hizo volver a centrarse en la realidad, aunque la vuelta fue casi tan aturdidora como el shock.

Mitsuki miró hacia abajo, observándose así misma, su kimono estaba totalmente destrozado, salpicado por sangre de otras personas. Levantó la mirada hacia donde le habían indicado y el mundo se le vino encima de nuevo, una mujer lloraba desconsoladamente junto a los cadáveres de los que debían de ser sus hijos mientras se desangraba por la amputación de su pierna.

"¡¿Por qué está pasando esto?!" la peliblanca sabía que era una absoluta estupidez buscarle una explicación, solo había sucedido, aunque consiguiese una respuesta que la satisficiera eso no cambiaría ni un poco lo ocurrido.

Sin pararse a pensar más, decidida a seguir las instrucciones del Anbu. La de Kusabi saltó sobre el resto de asientos para caer junto a la mujer, procuró no caer demasiado cerca para no ponerla aún más nerviosa. Desde su posición podía ver los cuerpos descabezados de los dos críos.

"Por Fuujin-sama..." la Hyuga no pudo evitar dejar escapar un hondo suspiro mientras se aproximaba a la madre, tenía que detener la hemorragia como fuese si no quería que aquella mujer muriese allí mismo. De un solo tirón, arrancó la manga derecha de su kimono, que apenas opuso resistencia.

Se agachó junto a la mujer, que no paraba de llorar histericamente, casi parecía no haberse percatado de que la peliblanca estaba allí. Ella aprovechó para hacerle un torniquete como buenamente pudo, sabía que no sería muy efectivo pero era mejor que nada, debía de encontrar a un shinobi médico pero antes tenía que sacarla de allí

—Señora, permítame llevarla a un lugar seguro— pidió la joven con suavidad mientras apoyaba su mano en la espalda de la mujer.

Está giró la cabeza y se quedó un instante en silencio, con los ojos desbordados por las lágrimas

—¡Ayuda a mis hijos!— gritó desesperadamente mientras la agarraba por el kimono —¡Por favor! ¡Ayuda a mis hijos!— suplicó una vez más

Mitsuki dedicó una fugaz mirada a las pobres criaturas y negó con la cabeza —No hay nada que pueda hacer, lo lamento, lo único que puedo hacer ahora es ponerla a salvo... por favor—

—¡Mis hijos, mis hijos!— la mujer soltó a la peliblanca para comenzar a arrastrarse hasta los cuerpos de los niños, Mitsuki la agarró con fuerza para evitar que se alejase y la abrazó, dejando la cabeza de la pobre madre justo debajo de su barbilla —¡Son mi vida... por favor!—

Beso la cabeza de la mujer con suavidad mientras cerraba ambos ojos, dejando escapar lágrimas ahogadas

—Espero que algún día pueda perdonarme— la peliblanca recuperó la verticalidad sosteniendo a la madre y comenzó a arrastrarla por la fuerza hacia una de las bocas de acceso a la grada

—¡No por favor, no!— la mujer se zarandeaba con una fuerza impropia de una personas que acababa de perder esa cantidad de sangre, pero Mitsuki se mantenía firme mientras avanzaba esquivando rocas y cuerpos.

"No dejaré que muera aquí, no así... sé que es egoísta... que usted desea morir junto a ellos... pero no puedo permitirlo, lo siento..." la joven no podía contener las lágrimas mientras arrastraba contra su voluntad a aquella buena mujer que no quería separarse de los cuerpos de sus hijos
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#27
La mirada de Eri no perdía de vista la posición de ambos kages que se encontraban cercanos a ella, junto con Ayame, aquella chica que, tan dulce y serena parecía, guardaba algo indescriptible en su interior, y de Datsue, un Uchiha que había compartido con ella una experiencia imposible de olvidar. Sin embargo, ni sus gritos ni el discurso de Ayame pudieron hacer mella en el corazón de ambos líderes, ya que el grito de la Uzukage hizo que su cuerpo entero temblase, olvidando la oportunidad que creía haber tenido.

—Largáos de aquí, genin, no lo repetiré una vez más. ¡¡LARGO!! — Su voz sonó incluso por encima de todo el ruido que se formaba alrededor de ellos, cosa que hizo enmudecer su voz —. ¡¡Y TÚ TE QUEDAS AQUÍ, CHICO DE TAKI!!

Al final, no podría evitar que Datsue recibiese un ''premio'', un ''premio'' que podría causarle sufrimiento, o, ¿quién sabía? Incluso podría costarle la vida. La de ojos verdosos clavó la vista en Nabi, con el pensamiento de que allí lo único que hacía era ser una carga para el Kawakage y la Uzukage, y, aunque no quisiera, debía abandonar el lugar o ayudar a evacuar a la gente de lo que quedaba de aquel estadio ya destruido.

Debía hacerle caso a Nabi por primera vez.

Ajena a lo demás, no se dio cuenta de que ahora era el bijuu quien les miraba, y antes de que pudiese si quiera cerciorarse de que no ocurría nada malo, el grito del líder de Takigakure les alertó, y sin tiempo para asustarse o pensar si quiera en lo que estaba ocurriendo, el cuerpo de la joven se vio apartado del zarpazo dell gran mapache que se alzaba ante ellos contra sus personas, salvada por el mismísimo Yubiwa.

Pero uno de los presentes no corrió la misma suerte.

Y cuando Eri posó sus ojos verdosos en la zarpa que tenía cautiva a la persona más importante de su vida, inmediatamente la pequeña energía que sentía dentro de sí misma, ardiente y melancólica, llena de ira y tristeza a partes iguales, se desbordó, creando alrededor de su pequeña figura una capa de chakra rojido dotándola de algo, algo indescriptible para ella.

Pero no era la única, ya que la chica que había sido su rival se encontraba a su lado, Ayame, la jinchuriki de Amegakure, estaba siendo rodeada por la misma capa rojiza que la envolvía a ella, mientras que ambos Kages y Datsue habían sido arrastrados por una extraña fuerza que ni a Ayame ni a ella le había movido ni un solo centímetro de su posición.

''¿Qué... Es esto?'' Se preguntó a sí misma en su interior, mirándose las manos como si en alguna de ellas fuera a encontrar la respuesta a su pregunta. Pero sabía que de ahí no iba a sacar nada, así que de nuevo mirando hacia el gran tanuki que mantenía preso a su mejor amigo de la infancia, con el ceño fruncido, los dientes apretados y los ojos llenos de algo parecido a rabia, ahí, en ese preciso instante, sentía que podría salvarle, que sería ella por fin la que le rescatase a él y no al revés.

Comenzó a correr hacia la gran bestia de una cola, y, confiando quizás demasiado en su agilidad y fuerza de impulso en sus pequeñas piernas, saltó lo más alto que pudo para llegar a la garra que tenía a Nabi cautivo, agarrándose lo más fuerte que podía a ella para trepar hasta el Uchiha.

Vamos... — Se alentó en un susurro.
[Imagen: ksQJqx9.png]


—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
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#28
Lejos de haberse vuelto tan fuerte como ansiaba, los nervios y la tensión acumulada habían causado que la kunoichi fuese un cero a la izquierda a la hora de la verdad. Era incapaz de moverse, por mas que su mente le gritaba que lo hiciese. Hasta la misma piel se le quedó helada, casi tan petrificada como su blanquecino aspecto sugería al imitar el color del mármol.

Dios, que desperdicio de chica...

Su mirada gélida casi parecía mostrar sentimientos, brillaban casi indicando sus ganas de desahogarse. Había llegado hasta límites insospechados, abrazándose a la persona que más parecía ser su amigo, buscando cobijo moral o a saber qué... pero no consiguió mas que palabras vacías; palabras vacías que a la vez tenían todo un arsenal de verdades. El médico tenía parte de razón, tenían que salir del lugar antes de que fuese tarde. Pero ahí la discordia, no podían dejar a su suerte al resto de personas. Eran simples civiles que habían acudido de espectadores al torneo, no tenían opción alguna a sobrevivir por si solos.

Para antes de que la chica llegase a reaccionar aún, una inesperada visita llamó la atención de ambos. La mismísima Arashikage se presentó ante ellos con una grácil acrobacia, portando sobre los hombros a dos civiles. Sus palabras fueron realmente duras, pero no por ellos carentes de sentido. Tenía toda la razón del mundo, debían solucionar el problema, no quedarse allí plantados como meros vegetales... menos aún huir del problema como simples gallinas.

«MUÉVETE YA!!»

Casi tan rápida como había aparecido, la todopoderosa Arashikage volvió a la acción, llevándose bien lejos al par de heridos. En segundo plano, el mapache gigante se había comido a una persona. Además, las siluetas de las dos finalistas se imbuyeron con una especie de manta de chakra, de la cuál surgían un par de colas. Cosas a las que la kunoichi no estaba realmente prestando demasiada atención, pero que era imposible dejar pasar de largo.

Sin mas, Katomi llevó el brazo diestro hacia arriba, y lo soltó con toda su fuerza contra el respaldo que había frente a ella. Obviamente había dejado de tomar el brazo de su compañero, para estampar su puño a la velocidad que un yunque de acero cae contra el suelo.

GYAHHHHHH!!!— Gritó a todo pulmón, desahogándose con el mismo golpe. Los trozos de plástico saltaron disparados con el golpe seco y contundente, y hasta algo de sangre procedente de los nudillos de la chica. Exaltada, su respiración se aceleró a la par que su sangre fluía a mas velocidad, la adrenalina no quedaba atrás en el proceso.

Rápidamente giró la cabeza, buscando con la mirada a Mogura. —Ella tiene razón. Debemos ayudar a la gente a salir de aquí!— Su mirada de nuevo mostraba su determinación. No pensaba caer en ese campo de batalla, aún le faltaban batallas para poder ganar su propia guerra.

Sin mediar mas palabras, o tan siquiera esperar a la confirmación de su compañero, la chica echó un vistazo rápido a su alrededor, en pos de encontrar a alguien que realmente necesitase su ayuda. Lo lamentable era que aproximadamente un 70% de las personas necesitaban de ella... el otro 30% o eran fiambres, o shinobis. Entre tanto, la Sarutobi había apretado tanto los puños que hasta parecía estar cortándose la circulación en las manos, las cuales estaban bañadas en un ligero liguero de sangre.

Vamos, por allí!— Reafirmó además de con su mirada con su dedo índice.

Señalaba un pequeño grupo de mujeres que llevaban un bebé entre manos. Quizás e grupo estaba formado por tres o cuatro, pero entre una malherida, la gente que no paraba de gritar y pasar corriendo de un lado a otro como gallinas descabezadas, y el intenso fragor de terror que emanaban varias grandes potencias de chakra... la cosa se ponía realmente difícil para ponerse a hacer cálculos innecesarios. Tenían que actuar, y rápido.

No tardó en avanzar a toda velocidad, intentando evadir a toda persona posible en el camino. Al menos contaba con el apoyo de su compañero, Mogura.
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#29
Las palabras de Mogura no tenían mayor objetivo que el de llamar a su compañera a la tierra nuevamente y además plantear un objetivo en medio de todo ese caos que se había estado desencadenando muy pero muy rápido. A él mismo no le hubiesen venido mal unas palabras que pudiesen levantar su moral, pero en aquel instante no se le ocurría nada para decir, ya sea porque hubiese sido imposible para él imaginarse en aquella situación o que por su corta experiencia no se había enfrentado a un nivel de estrés tan grande como el que estaba pasando.

Fue entonces que la mismísima Arashikage habría aterrizado junto a ellos para lanzarle unas palabras bastante duras y directas, palabras dichas en un tono que hicieron que al shinobi se le erizara la piel del cuerpo.

¡HAI!

Exclamó con toda la fuerza que tuvo en ese momento, gritando prácticamente. Había girado su cuerpo para lograr ver la silueta de su líder y fue cuando esta se marchó que hizo contacto con lo que ocurría en la arena donde se había celebrado el combate final, cosas que escapaban totalmente el entendimiento del joven Manase, pero que no serían fáciles de olvidar tampoco.

Volvió su mirada a su compañera cuando esta lanzó aquel grito. ¿Sería qué a ella también le habían llegado las palabras de su kage? No tardaría en confirmar ese pensamiento cuando las palabras comenzaron a fluir de sus labios, ambos estaban en posición de actuar finalmente.

Lo dijo Arashikage-sama, no perdamos más el tiempo.

Fueron las palabras que escogió para contestarle el comentario a la chica de ojos rojos.

Miró en la dirección señalada por la kunoichi y tras verla marchar sin pensarlo mucho más ya las cosas habían quedado claras, se había lanzado de lleno avanzando entre las personas como un dragón serpenteando en el aire, esquivando a cualquier cosa que podría considerarse un obstáculo. Mogura por su parte correría a una corta distancia de aquel dragón de ojos rojos como si fuese la corriente de viento que provocaría al cruzar por el cielo.
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#30
—Largáos de aquí, genin, no lo repetiré una vez más. ¡¡LARGO!!

No hacía falta que se lo dijesen dos veces. Se levantó como una centella, giró sobre sus talones y bendijo el nombre de Uzumaki Shiona. Una mujer comprensiva. Atenta. Considerada. Empezaba a hacerle cambiar de opinión respecto a los habitantes de Uzu…

—¡¡Y TÚ TE QUEDAS AQUÍ, CHICO DE TAKI!!

Una ráfaga eléctrica recorrió su espina dorsal y le paralizó por completo.

¿Y-yo? —logró balbucear, señalándose con un dedo.

—¡Oye, que ese genin es de mi aldea!—intervino el bueno de su Kawakage. Habían tenido sus pequeñas diferencias, eso no lo podía negar. Pero era más que evidente que Yubiwa era un gran hombre. Una gran persona, de hecho, y un grandísimo…— ¡¡Y TÚ TE QUEDAS AQUÍ, DATSUE!! Eso.

¡Y UN GRANDÍSIMO HIJO DE LA GRAN PUTA! ¿Qué había hecho él para merecer aquello? ¿Por qué todos los que se querían quedar, les imploraban que se marchasen, y a él, que quería irse, le ordenaban que se quedase?

—¡Cuidado!

No le dio tiempo ni a reaccionar. Justo antes de ser aplastado por el zarpazo de la bestia, salió despedido de la zona gracias a la vertiginosa velocidad de su Kage. Se le revolvió el estómago. Un segundo más tarde, y estaría muerto. Darse cuenta de aquella realidad le dejó mareado.

Levantó la cabeza, mientras permanecía a gatas sobre el suelo, y vio como el Ichibi atrapaba a un shinobi de cabellos rubios. Creyó reconocerlo: era el Uchiha del que se había jurado vengar. En aquellos instantes, le pareció ridículo el tan solo haberse enfadado con él.

Hubo más voces. Una capa de chakra burbujeante, de color rojizo, cubrió a Eri y a Ayame. Datsue no pudo escuchar ni ver nada más. Al final, entre el Bijuu, el empujón del Kawakage y los centenares de cadáveres que adornaban las gradas derruidas con las tripas fuera, las cabezas cercenadas y las extremidades amputadas, sucedió lo que tenía que suceder:

Vomitar a los pies de Yubiwa.
[Imagen: ksQJqx9.png]

¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado



Grupo 0:
Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 1:
Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80

Grupo 2:
Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80

Grupo 5:
Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
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