12/04/2016, 22:39
Un momento… ¿¡y Haruto?!
Entre el caos, la tensión y el miedo se le había olvidado por completo. Ahora recordaba que le había abandonado, y aquel recuerdo le pareció lejano, como si hubiese sucedido años atrás. Pero sí, no había duda, le había abandonado como a un juguete roto. O peor, pues además había proclamado que ya estaba muerto para evadir responsabilidades por su omisión en ayudarle.
Ahora, contemplando las toneladas de rocas que cubrían irregularmente un suelo partido en pedazos, se preguntó si su mentira se habría convertido en verdad. ¿Serían aquellos escombros la tumba de Haruto?
Sintió una punzada en el pecho. Una parte de su ser se sentía mal. Profundamente mal. La otra…
… La otra le recordaba que podía haber aprovechado para robarle la bolsa de ryos. Al fin y al cabo, ¿para qué querría dinero un muerto?
Tsk… No tiene gracia… El tío vino por mí, por mi carta. Acudió en mi ayuda y le dejé tirado cuando estaba inconsciente… Joder, mierda. Es como si le hubiese matado yo mismo.
De pronto, alguien le agarró por el cuello de la yukata. Era Ritsuko, que le pedía volver a la aldea y hablar sobre el equipo.
—Espera un segundo… ¿piensas dejar a Haruto aquí?
Suficiente había sido ser el responsable de la muerte de un compatriota como para que aún por encima abandonase su cadáver. Aunque, ahora que lo pensaba… ¿Qué importaba ya?
A los muertos no les importa dónde duermen.
Abatido, dejó arrastrarse por Ritsuko como un niño haría con una madre enfadada, dócil. A medida que se alejaban de camino a la villa, la presión que sentía en el pecho, lejos de desaparecer, iba en aumento. Era como si alguien le estuviese comprimiendo el corazón desde dentro.
Entonces, por un instante, creyó oír una vocecilla que le susurraba en lo más profundo de su mente:
—Te advertí que dejaras eso en casa cada vez que salieras…
Era la misma voz que le había hablado en Shinogi-to, cuando había sufrido una sobredosis de omoide junto a Anzu. Datsue sacudió la cabeza y aceleró el ritmo, tratando de no pensar en lo ocurrido. Era lo mejor que podía hacer: no pensar.
Entre el caos, la tensión y el miedo se le había olvidado por completo. Ahora recordaba que le había abandonado, y aquel recuerdo le pareció lejano, como si hubiese sucedido años atrás. Pero sí, no había duda, le había abandonado como a un juguete roto. O peor, pues además había proclamado que ya estaba muerto para evadir responsabilidades por su omisión en ayudarle.
Ahora, contemplando las toneladas de rocas que cubrían irregularmente un suelo partido en pedazos, se preguntó si su mentira se habría convertido en verdad. ¿Serían aquellos escombros la tumba de Haruto?
Sintió una punzada en el pecho. Una parte de su ser se sentía mal. Profundamente mal. La otra…
… La otra le recordaba que podía haber aprovechado para robarle la bolsa de ryos. Al fin y al cabo, ¿para qué querría dinero un muerto?
Tsk… No tiene gracia… El tío vino por mí, por mi carta. Acudió en mi ayuda y le dejé tirado cuando estaba inconsciente… Joder, mierda. Es como si le hubiese matado yo mismo.
De pronto, alguien le agarró por el cuello de la yukata. Era Ritsuko, que le pedía volver a la aldea y hablar sobre el equipo.
—Espera un segundo… ¿piensas dejar a Haruto aquí?
Suficiente había sido ser el responsable de la muerte de un compatriota como para que aún por encima abandonase su cadáver. Aunque, ahora que lo pensaba… ¿Qué importaba ya?
A los muertos no les importa dónde duermen.
Abatido, dejó arrastrarse por Ritsuko como un niño haría con una madre enfadada, dócil. A medida que se alejaban de camino a la villa, la presión que sentía en el pecho, lejos de desaparecer, iba en aumento. Era como si alguien le estuviese comprimiendo el corazón desde dentro.
Entonces, por un instante, creyó oír una vocecilla que le susurraba en lo más profundo de su mente:
—Te advertí que dejaras eso en casa cada vez que salieras…
Era la misma voz que le había hablado en Shinogi-to, cuando había sufrido una sobredosis de omoide junto a Anzu. Datsue sacudió la cabeza y aceleró el ritmo, tratando de no pensar en lo ocurrido. Era lo mejor que podía hacer: no pensar.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado