2/07/2018, 12:28
(Última modificación: 2/07/2018, 13:44 por Uzumaki Eri.)
Uno de los adjetivos que probablemente definirían mejor a Eri durante ese día, sin duda, era nerviosa. Aunque ordenase a sus piernas que cesasen el temblor, ellas seguían en un universo a parte donde los estímulos que el cerebro de la kunoichi les mandaban estaban en un idioma completamente diferente al suyo. Se sentía gelatina, e incluso durante el discurso de Akimichi Katsudon, donde pretendió mantener la compostura, al final acabó cediendo a los nervios que se le acumulaban en el estómago y pronto a todo el cuerpo. Se podía ver en las uñas mordidas, o incluso en el despeinado flequillo que se había estado tocando durante toda la mañana.
Los anteriores días solo había entrenado y estudiado, aunque sentía que todo aquello no había servido de nada. Suspiró, probablemente sería una deshonra para su familia. De camino a la Academia de las Olas pudo comprobar como, al menos, no estaba rodeada de gente que no conocía de nada: pudo ver a Datsue, aunque no había compartido ningún tipo de palabra con él, a Ayame, quien le había sonreído aun presa de los nervios, Daruu, aquel amable —y un poco extraño— muchacho de Amegakure, aunque parecía que algo había diferente con él. Juro también estaba entre los participantes, y eso la alegró bastante, aunque no lo suficiente para dejar de estar nerviosa. Por último, vio a Riko, pero estaba muy alejado de ella. La situación no dejaba que pudieran saludarse e intentar animarse entre ellos, ni tampoco bajar la guardia, ya que ellos habían venido a hacer el examen, como ella, y tenían que concentrarse.
Al llegar al lugar indicado, Eri ya casi había logrado arrancarse la uña entera del dedo meñique izquierdo. Allí un hombre les esperaba, comenzando a dar indicaciones sobre el examen. Si había estado nerviosa todo ese tiempo, ahora estaba nerviosa y asustada. «vivir, suspenso...», había pensado tras escuchar todos los contras y los posibles suspensos que había escuchado en menos de cinco minutos.
Entró en la clase y se sentó en el pupitre indicado. No tocó nada, e incluso contenía el aliento por si acaso movía algún papel con el mismo.
—Podéis comenzar.
Eri llenó sus pulmones y le dio la vuelta a su hoja, encontrando diferentes preguntas. Intentó serenarse y mentalmente recordó cual era su protocolo de actuación en los exámenes que había hecho en la academia. Empezó por la primera, leyendo detenidamente el enunciado.
Sintió que un sudor frío resbalaba por su frente, ¿qué clase de pregunta era esa? Si eran todas así, ay... Estaba perdida, ¿y si no les gustaba sus respuestas? «Es un examen, Eri, si suspendes puedes presentarte al siguiente...» Se calmó, y tomando uno de los lápices que tenía, comenzó a escribir, primero su nombre, luego comenzó con la pregunta.
Releyó su contestación un par de veces, no muy satisfecha con lo que había escrito. ¿Por qué era incapaz de ir al grano? Borró unas cuantas palabras y las sustituyó por otras, cambiando la última frase en el proceso. Se mordió el labio inferior y pasó a la siguiente.
La pregunta era algo larga, pero por lo que había entendido, estaba al cargo de unos genin y uno cuestionaba su habilidad de liderar el grupo. Se llevó el lápiz a los labios y pensó brevemente su respuesta, luego comenzó a redactar.
Sin duda alguna, iba a suspender, seguro, cien por cien claro. Quería llorar, pero ella era así, y si estaba siendo sincera, al menos se quedaría en genin de forma honesta... Los gatos no se iban a rescatar solos. «Veamos la siguiente...» Torció el labio y leyó la tercera pregunta, esta parecía más sencilla de responder que las anteriores. Tragó saliva y comenzó a redactar de nuevo.
Bien, la tercera pregunta ya estaba, faltaban dos más... Y podría terminar la primera prueba. Oh, sí, por fin. Una pequeña llama de alegría calentó su interior y con el ánimo más alto, continuó. Aunque...
«¿¡PERO ESTO QUÉ ES!?» Se preguntó mentalmente, sujetando el papel con ambas manos. Parpadeó varias veces, sopesando si era alguna clase de trampa o algo. Giró el papel, por si acaso, pero no, esas eran las preguntas. «Me están tomando el pelo...», quiso llorar de nuevo, ¿pero de dónde sacaban esas preguntas?
Intentó serenarse, respiró varias veces seguidas y leyó detenidamente el enunciado. Algo raro había en él, sí, pero no sabía de qué servía verlo. Aunque con ello en mente, comenzó a sopesar lo que podría ser. Tras un rato, lo descubrió, y escribió solo dos cosas.
¡Ya solo quedaba una! Bajó la mirada hasta la última pregunta, la más corta y sencilla de leer de todas, pero la que probablemente llevaba más carga bajo su respuesta. «¿Qué es un ninja?» ¿Qué era un ninja para ella? Un ninja... Se llevó de nuevo el lápiz a los labios, sin morderlo, pensativa. ¿Qué es un ninja? Era difícil de plasmar en un papel, incluso definirlo por voz ya le resultaría complicado, pero tenía que hacerlo, no le quedaba mucho tiempo.
No muy convencida de sus respuestas, Eri releyó el examen antes de entregarlo, borrando y corrigiendo fallos, revisando si en todas las hojas escritas había puesto su nombre y si no tenía ninguna falta. Suspiró, agotada, pero con algo parecido tranquilidad en su interior.
La primera parte del examen ya estaba hecha.
Los anteriores días solo había entrenado y estudiado, aunque sentía que todo aquello no había servido de nada. Suspiró, probablemente sería una deshonra para su familia. De camino a la Academia de las Olas pudo comprobar como, al menos, no estaba rodeada de gente que no conocía de nada: pudo ver a Datsue, aunque no había compartido ningún tipo de palabra con él, a Ayame, quien le había sonreído aun presa de los nervios, Daruu, aquel amable —y un poco extraño— muchacho de Amegakure, aunque parecía que algo había diferente con él. Juro también estaba entre los participantes, y eso la alegró bastante, aunque no lo suficiente para dejar de estar nerviosa. Por último, vio a Riko, pero estaba muy alejado de ella. La situación no dejaba que pudieran saludarse e intentar animarse entre ellos, ni tampoco bajar la guardia, ya que ellos habían venido a hacer el examen, como ella, y tenían que concentrarse.
Al llegar al lugar indicado, Eri ya casi había logrado arrancarse la uña entera del dedo meñique izquierdo. Allí un hombre les esperaba, comenzando a dar indicaciones sobre el examen. Si había estado nerviosa todo ese tiempo, ahora estaba nerviosa y asustada. «vivir, suspenso...», había pensado tras escuchar todos los contras y los posibles suspensos que había escuchado en menos de cinco minutos.
Entró en la clase y se sentó en el pupitre indicado. No tocó nada, e incluso contenía el aliento por si acaso movía algún papel con el mismo.
—Podéis comenzar.
Eri llenó sus pulmones y le dio la vuelta a su hoja, encontrando diferentes preguntas. Intentó serenarse y mentalmente recordó cual era su protocolo de actuación en los exámenes que había hecho en la academia. Empezó por la primera, leyendo detenidamente el enunciado.
Sintió que un sudor frío resbalaba por su frente, ¿qué clase de pregunta era esa? Si eran todas así, ay... Estaba perdida, ¿y si no les gustaba sus respuestas? «Es un examen, Eri, si suspendes puedes presentarte al siguiente...» Se calmó, y tomando uno de los lápices que tenía, comenzó a escribir, primero su nombre, luego comenzó con la pregunta.
Releyó su contestación un par de veces, no muy satisfecha con lo que había escrito. ¿Por qué era incapaz de ir al grano? Borró unas cuantas palabras y las sustituyó por otras, cambiando la última frase en el proceso. Se mordió el labio inferior y pasó a la siguiente.
La pregunta era algo larga, pero por lo que había entendido, estaba al cargo de unos genin y uno cuestionaba su habilidad de liderar el grupo. Se llevó el lápiz a los labios y pensó brevemente su respuesta, luego comenzó a redactar.
Sin duda alguna, iba a suspender, seguro, cien por cien claro. Quería llorar, pero ella era así, y si estaba siendo sincera, al menos se quedaría en genin de forma honesta... Los gatos no se iban a rescatar solos. «Veamos la siguiente...» Torció el labio y leyó la tercera pregunta, esta parecía más sencilla de responder que las anteriores. Tragó saliva y comenzó a redactar de nuevo.
Bien, la tercera pregunta ya estaba, faltaban dos más... Y podría terminar la primera prueba. Oh, sí, por fin. Una pequeña llama de alegría calentó su interior y con el ánimo más alto, continuó. Aunque...
«¿¡PERO ESTO QUÉ ES!?» Se preguntó mentalmente, sujetando el papel con ambas manos. Parpadeó varias veces, sopesando si era alguna clase de trampa o algo. Giró el papel, por si acaso, pero no, esas eran las preguntas. «Me están tomando el pelo...», quiso llorar de nuevo, ¿pero de dónde sacaban esas preguntas?
Intentó serenarse, respiró varias veces seguidas y leyó detenidamente el enunciado. Algo raro había en él, sí, pero no sabía de qué servía verlo. Aunque con ello en mente, comenzó a sopesar lo que podría ser. Tras un rato, lo descubrió, y escribió solo dos cosas.
¡Ya solo quedaba una! Bajó la mirada hasta la última pregunta, la más corta y sencilla de leer de todas, pero la que probablemente llevaba más carga bajo su respuesta. «¿Qué es un ninja?» ¿Qué era un ninja para ella? Un ninja... Se llevó de nuevo el lápiz a los labios, sin morderlo, pensativa. ¿Qué es un ninja? Era difícil de plasmar en un papel, incluso definirlo por voz ya le resultaría complicado, pero tenía que hacerlo, no le quedaba mucho tiempo.
No muy convencida de sus respuestas, Eri releyó el examen antes de entregarlo, borrando y corrigiendo fallos, revisando si en todas las hojas escritas había puesto su nombre y si no tenía ninguna falta. Suspiró, agotada, pero con algo parecido tranquilidad en su interior.
La primera parte del examen ya estaba hecha.