8/07/2018, 12:37
Recordaba muy bien su último examen. Cómo había sido engañado, creyendo que estaba siendo emboscado junto a Akame en una misión. Cómo había sido engañado de nuevo, al despertarse y verse atrapado por Zoku y su sensei. Habían puesto a prueba su lealtad de la manera más dura posible: haciéndole elegir entre su vida o la Villa. Recordaba cómo Akame, con sus actos, le había obligado a elegir la segunda. Aunque, en realidad, en su fuero interno sabía que no había elegido a la aldea…
…sino a su Hermano.
Recordaba la tensión y lo exhausto que estaba cuando, justo después de todo aquello, habían realizado el examen teórico. Por eso, en comparación, aquello le pareció poca cosa. Como si hubiese tenido que acertar con un shuriken a un punto ciego y ahora, simplemente, le pidiesen que lo lanzase con un poco de efecto.
Estaban todos reunidos. La gente se intercambiaba miradas nerviosas. Se sonreían. No Datsue. Datsue observaba. A Daruu. A Ayame. A Kaido. A Keisuke. Les observaba con la máscara pétrea que Akame mantenía día y noche. Y no tenía ojos para nadie más. Ni siquiera para Eri.
Cuando oyó su nombre, buscó su asiento, que por suerte estaba en la última fila. Las posiciones retrasadas eran las mejores. Observabas sin ser observado. Cuchicheabas con menor riesgo. Sin duda, su sitio favorito en la Academia.
Se sentó, y aguardó. Un minuto. Dos. Tres…
El sonido de una puerta al cerrarse.
—Podéis comenzar.
Suspiró. «Olvídalos y concéntrate». Le dio la vuelta a la hoja.
Bien. Primera. «Acabas descubriendo que el Kage de tu aldea…»
Tuvo que llevarse una mano a la boca y contener un ataque de risa. La risa que nacía en su pecho y afloraba en su garganta era más fuerte, y tuvo que tomar medidas drásticas. Se mordió la lengua hasta hacerse sangre, mientras los ojos le lloraban de la risa y se ponía rojo como un tomate por aguantar la respiración. Sudó.
«¡Tranquilízate o te suspenden, joder!»
Realmente, tampoco tenía tanta gracia. Era uno de esos ataques de risa que a uno le pillan de improvisto. Y es que él ya había respondido a aquella pregunta, en la vida real. ¿Qué hacer cuando tu Kage pone en riesgo tu Villa? «Matarle». Eso había hecho él y su Hermano, y, si la memoria no le fallaba, nadie se había quejado por ello.
Claro estaba que en su caso particular, había más condicionantes. Asesinar a la anterior Uzukage; matar a su mano derecha; eliminar al Consejo de Sabios y todo aquel que se le opusiese… «Eso y tratar de usarme como esclavo». Minucias, como apostaba diría Amekoro Yui.
Tomó uno de los lápices y empezó a escribir.
«De no hacerme caso», quiso agregar. «Me presentaría ante el Uzukage y… ¡Lo quemaría vivo!» Sonrió. «Va, va. Que no se te suba a la cabeza lo de Zoku. Deja de fantasear y concéntrate. Yo creo que está bien, sí. Usar el corazón para convencer a tu Kage, y, en caso de fracasar, delegar en un rango superior. Eso es lo que esperan de un genin o chūnin, sin duda».
Tras releérselo un par de veces más, pasó a la siguiente pregunta. Sus ojos se fueron abriendo más y más a medida que la leía. Aquel caso que le presentaban le recordaba tanto a…
Sacudió la cabeza. No era el momento de pensar en ellos.
Tras darle un par de vueltas, decidió dejarla para después, y pasó a la tercera pregunta. Aquella le parecía más asequible, si bien no podía confiarse. Hasta la más fácil daba problemas, como bien había aprendido en el examen de Raito. Todavía recordaba cómo había fallado la respuesta a los tipos de chakra que existían. «Qué vergüenza…»
Ordenó las ideas en su cabeza y empezó a escribir.
Suspiró nasalmente. De estar en una misión, dudaba que fuese tan categórico. No hacía tanto, de hecho, en una misión, se había aliado provisionalmente con un enemigo para derrocar a un enemigo mayor. Pero lo que importaba no es lo que él haría… sino lo que los examinadores esperaban que hiciese.
Todavía con algo de dudas, pasó a la siguiente…
… Se reprimió justo a tiempo para no soltar un exabrupto allí mismo. «Pero, ¿qué cojones? ¿Un puto código?» A decir verdad, no le disgustaba. De hecho, el Cifrado y Descifrado de Códigos era una de sus asignaturas favoritas de la Academia. Buscó con ojos ávidos un patrón, una constante… y empezó a escribir pequeñas pruebas e intentos en un folio en blanco.
«¡Te tengo, perra!» Ahí estaba. El código para descifrarlo. Miró al reloj con gesto preocupado. «Joder… Esto va a ser tedioso. Mejor espabilo».
Pasaron varios minutos hasta descifrarlo todo. Apenas medio, en preparar su respuesta cifrada, que decía así:
Y ahora llegaba la última pregunta. La más corta de todas, y, aparentemente, la más sencilla también. Pero nunca una pregunta tan sencilla le había parecido tan jodida al mismo tiempo. «La hostia. Esto… Un ninja es… Un ninja… Y también… ¡Jo-der!»
Calma. Lo mejor para preguntas aparentemente sencillas eran respuestas igual de sencillas.
No quedaba todo lo bien que hubiese querido, pero el reloj seguía corriendo en su contra. Era hora de rematar el examen con la pregunta dos.
Hubiese puesto alguna que otra cosa más, pero, teniendo en cuenta que quedaban tan solo diez minutos y que quería repasar todas las respuestas, se dio por contento. Repasadas todas, tan solo le quedó esperar a que recogiesen su examen.
…sino a su Hermano.
Recordaba la tensión y lo exhausto que estaba cuando, justo después de todo aquello, habían realizado el examen teórico. Por eso, en comparación, aquello le pareció poca cosa. Como si hubiese tenido que acertar con un shuriken a un punto ciego y ahora, simplemente, le pidiesen que lo lanzase con un poco de efecto.
Estaban todos reunidos. La gente se intercambiaba miradas nerviosas. Se sonreían. No Datsue. Datsue observaba. A Daruu. A Ayame. A Kaido. A Keisuke. Les observaba con la máscara pétrea que Akame mantenía día y noche. Y no tenía ojos para nadie más. Ni siquiera para Eri.
Cuando oyó su nombre, buscó su asiento, que por suerte estaba en la última fila. Las posiciones retrasadas eran las mejores. Observabas sin ser observado. Cuchicheabas con menor riesgo. Sin duda, su sitio favorito en la Academia.
Se sentó, y aguardó. Un minuto. Dos. Tres…
El sonido de una puerta al cerrarse.
—Podéis comenzar.
Suspiró. «Olvídalos y concéntrate». Le dio la vuelta a la hoja.
Bien. Primera. «Acabas descubriendo que el Kage de tu aldea…»
Tuvo que llevarse una mano a la boca y contener un ataque de risa. La risa que nacía en su pecho y afloraba en su garganta era más fuerte, y tuvo que tomar medidas drásticas. Se mordió la lengua hasta hacerse sangre, mientras los ojos le lloraban de la risa y se ponía rojo como un tomate por aguantar la respiración. Sudó.
«¡Tranquilízate o te suspenden, joder!»
Realmente, tampoco tenía tanta gracia. Era uno de esos ataques de risa que a uno le pillan de improvisto. Y es que él ya había respondido a aquella pregunta, en la vida real. ¿Qué hacer cuando tu Kage pone en riesgo tu Villa? «Matarle». Eso había hecho él y su Hermano, y, si la memoria no le fallaba, nadie se había quejado por ello.
Claro estaba que en su caso particular, había más condicionantes. Asesinar a la anterior Uzukage; matar a su mano derecha; eliminar al Consejo de Sabios y todo aquel que se le opusiese… «Eso y tratar de usarme como esclavo». Minucias, como apostaba diría Amekoro Yui.
Tomó uno de los lápices y empezó a escribir.
«De no hacerme caso», quiso agregar. «Me presentaría ante el Uzukage y… ¡Lo quemaría vivo!» Sonrió. «Va, va. Que no se te suba a la cabeza lo de Zoku. Deja de fantasear y concéntrate. Yo creo que está bien, sí. Usar el corazón para convencer a tu Kage, y, en caso de fracasar, delegar en un rango superior. Eso es lo que esperan de un genin o chūnin, sin duda».
Tras releérselo un par de veces más, pasó a la siguiente pregunta. Sus ojos se fueron abriendo más y más a medida que la leía. Aquel caso que le presentaban le recordaba tanto a…
Sacudió la cabeza. No era el momento de pensar en ellos.
Tras darle un par de vueltas, decidió dejarla para después, y pasó a la tercera pregunta. Aquella le parecía más asequible, si bien no podía confiarse. Hasta la más fácil daba problemas, como bien había aprendido en el examen de Raito. Todavía recordaba cómo había fallado la respuesta a los tipos de chakra que existían. «Qué vergüenza…»
Ordenó las ideas en su cabeza y empezó a escribir.
Suspiró nasalmente. De estar en una misión, dudaba que fuese tan categórico. No hacía tanto, de hecho, en una misión, se había aliado provisionalmente con un enemigo para derrocar a un enemigo mayor. Pero lo que importaba no es lo que él haría… sino lo que los examinadores esperaban que hiciese.
Todavía con algo de dudas, pasó a la siguiente…
… Se reprimió justo a tiempo para no soltar un exabrupto allí mismo. «Pero, ¿qué cojones? ¿Un puto código?» A decir verdad, no le disgustaba. De hecho, el Cifrado y Descifrado de Códigos era una de sus asignaturas favoritas de la Academia. Buscó con ojos ávidos un patrón, una constante… y empezó a escribir pequeñas pruebas e intentos en un folio en blanco.
«¡Te tengo, perra!» Ahí estaba. El código para descifrarlo. Miró al reloj con gesto preocupado. «Joder… Esto va a ser tedioso. Mejor espabilo».
Pasaron varios minutos hasta descifrarlo todo. Apenas medio, en preparar su respuesta cifrada, que decía así:
Y ahora llegaba la última pregunta. La más corta de todas, y, aparentemente, la más sencilla también. Pero nunca una pregunta tan sencilla le había parecido tan jodida al mismo tiempo. «La hostia. Esto… Un ninja es… Un ninja… Y también… ¡Jo-der!»
Calma. Lo mejor para preguntas aparentemente sencillas eran respuestas igual de sencillas.
No quedaba todo lo bien que hubiese querido, pero el reloj seguía corriendo en su contra. Era hora de rematar el examen con la pregunta dos.
Hubiese puesto alguna que otra cosa más, pero, teniendo en cuenta que quedaban tan solo diez minutos y que quería repasar todas las respuestas, se dio por contento. Repasadas todas, tan solo le quedó esperar a que recogiesen su examen.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado