22/06/2020, 18:17
Desde que había descubierto que ya no había motivo real para entrenar más allá del entrenamiento habitual que hacia en la villa ya no madrugaba tanto. Todos estaban disfrutando de los últimos días en el Valle, no iba a ser la única tonta que fuese a primera hora a pegarse con los troncos del Bosque Sesgado o a correr alrededor del Lago Partido. Ella también quería dormir más.
Se levantó de golpe, casi la puso en pie el mismo temblor de la explosión. Eso... había sido una explosión.
— ¿Qué demonios? — murmuró para sí mientras se frotaba los ojos y salía al pasillo a ver qué pasaba.
Era totalmente imposible que hubiese habido una explosión en Nantonoya. Seguramente a algún iluminado se le hubiese ido el Ninjutsu en los campos de entrenamiento exteriores.
Sin embargo, solo poner un pie en el pasillo se dio cuenta de que no era así. La explosión había sido dentro de la residencia. El suelo estaba resquebrajado, al igual que las paredes y había una iluminación que no era natural, bueno, natural sí era, pero no de los rayos del sol. Ardía, Nantonoya ardía. ¿Qué demonios había pasado? Bajó las escaleras a toda prisa, pues parecía que era en la planta baja donde había sucedido la tragedia. Prácticamente tuvo que saltar los escalones, porque la mitad no parecían capaces de sostener ningún peso sin venirse abajo.
No había nadie más abajo, por lo menos a primera vista, ¿era la primera en bajar?
— ¡¿Chicos?! ¡¡Esto está en llamas!! — anunció desde abajo.
Al inspeccionar la zona con más detenimiento vio un cuerpo, irreconocible desde la distancia por las heridas de quemaduras que lo adornaban de una forma funesta. Hana, vistiendo su pijama de una camiseta de manga corta y pantalones cortos y unas zapatillas aterciopeladas por zapatos, se dirigió al cuerpo sorteando todo tipo de muebles destrozados y posibles fuegos. Una vez a una distancia razonable logró distinguir de quien se trataba.
— ¡Es Reiji-san! ¡¡Reiji está herido!! — lo anunciaba sin mirar ni esperar que nadie le contestase.
Parecía que aún estaba consciente, se agazapó a su lado, intentando ayudarle sin hacerle más daño, sabía que las quemaduras eran algo complicado, si tocaba donde no debía podía joderla aún más.
— ¿Reiji-san? ¿Me oyes? — había aguantado la presión por la adrenalina, probablemente, ahora el peso de la situación caía sobre ella más que nunca. — Intenta... intenta mover el brazo, pasalo por encima de mis hombros. Tenemos que salir de aquí.
No era el momento, pero los ojos se le inundaron al ver el estado de su compañero. Tanto si él la ayudaba como si no, intentaría pasar el brazo del muchacho por encima de sus hombros. Era evidente que o la ayudaba alguien o ella sola no podría con él, si Reiji tenía suficiente fuerza para andar, podrían salir de allí, a lo mejor, si no les caía el edificio encima.
— ¡¡Chicos!!
¡¡BOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOM!!!
Se levantó de golpe, casi la puso en pie el mismo temblor de la explosión. Eso... había sido una explosión.
— ¿Qué demonios? — murmuró para sí mientras se frotaba los ojos y salía al pasillo a ver qué pasaba.
Era totalmente imposible que hubiese habido una explosión en Nantonoya. Seguramente a algún iluminado se le hubiese ido el Ninjutsu en los campos de entrenamiento exteriores.
Sin embargo, solo poner un pie en el pasillo se dio cuenta de que no era así. La explosión había sido dentro de la residencia. El suelo estaba resquebrajado, al igual que las paredes y había una iluminación que no era natural, bueno, natural sí era, pero no de los rayos del sol. Ardía, Nantonoya ardía. ¿Qué demonios había pasado? Bajó las escaleras a toda prisa, pues parecía que era en la planta baja donde había sucedido la tragedia. Prácticamente tuvo que saltar los escalones, porque la mitad no parecían capaces de sostener ningún peso sin venirse abajo.
No había nadie más abajo, por lo menos a primera vista, ¿era la primera en bajar?
— ¡¿Chicos?! ¡¡Esto está en llamas!! — anunció desde abajo.
Al inspeccionar la zona con más detenimiento vio un cuerpo, irreconocible desde la distancia por las heridas de quemaduras que lo adornaban de una forma funesta. Hana, vistiendo su pijama de una camiseta de manga corta y pantalones cortos y unas zapatillas aterciopeladas por zapatos, se dirigió al cuerpo sorteando todo tipo de muebles destrozados y posibles fuegos. Una vez a una distancia razonable logró distinguir de quien se trataba.
— ¡Es Reiji-san! ¡¡Reiji está herido!! — lo anunciaba sin mirar ni esperar que nadie le contestase.
Parecía que aún estaba consciente, se agazapó a su lado, intentando ayudarle sin hacerle más daño, sabía que las quemaduras eran algo complicado, si tocaba donde no debía podía joderla aún más.
— ¿Reiji-san? ¿Me oyes? — había aguantado la presión por la adrenalina, probablemente, ahora el peso de la situación caía sobre ella más que nunca. — Intenta... intenta mover el brazo, pasalo por encima de mis hombros. Tenemos que salir de aquí.
No era el momento, pero los ojos se le inundaron al ver el estado de su compañero. Tanto si él la ayudaba como si no, intentaría pasar el brazo del muchacho por encima de sus hombros. Era evidente que o la ayudaba alguien o ella sola no podría con él, si Reiji tenía suficiente fuerza para andar, podrían salir de allí, a lo mejor, si no les caía el edificio encima.
— ¡¡Chicos!!