10/01/2016, 20:00
(Última modificación: 10/01/2016, 20:03 por Uzumaki Eri.)
Unos arañazos provenientes de la puerta de su pequeño piso le habían sacado de su letargo más pronto de lo habitual, y es que era una hora más temprano cuando la joven kunoichi del remolino, ataviada en una pequeña bata siendo lo primero que encontró en su corto camino; fue a abrir a la insufrible criatura que la había despertado. Así, una vez la puerta fue abierta, un gran perro de pelaje oscuro saltó sobre ella mientras le lamía la cara de forma ansiosa. Eri suspiró y apartó al can con cara de pocos amigos. Pero Mike, lejos de resignarse, se sentó sobre sus dos patas traseras mientras movía su cola de lado a lado con rapidez y ladraba a la kunoichi, quien se sentó sobre sus piernas y observó detenidamente al animal.
-Vaya, por la Uzukage, lo que hay que ver - Susurró mientras tomaba la nota y la llave que adornaban junto al collar lleno de abanicos blancos y carmesíes. - Ya ni se digna a venir a decirme las cosas en persona, será... - Se ahorró un insulto recordándose mentalmente que su amigo Uchiha era especial y abrió la nota en la posición que se encontraba, mientras Mike aprovechaba la situación y colocaba la cabeza entre sus piernas para que la huérfana lo acariciase, cosa que hizo por inercia más que por otra cosa.
''He recibido un mensaje de alguien de mi clan, me cita en los Templos Abandonados del País del Rio. Si no vuelvo en un par de meses, diselo a nuestra kage. No me sigas. Cuida de Mike.''
''Ha progresado, vaya, ha puesto una de las tres tildes que se necesitan en este texto... Espera un momento...''
-¡Pero qué demonios, a este chico lo van a matar antes de decir trás! - Gritó alarmando al pobre animal que ya comenzaba a dormitar en sus piernas, pero a la chica eso no le importó en ese momento, ya que, como siempre; Nabi se había ido sin llevarla a ella con él de nuevo. Le importaba un pimiento que le dijera que no le siguiese. Era un caraculo y la iba a escuchar, y si no era a base de palabras, era a base de Ōkashōs. Rápidamente se vistió con sus prendas habituales, más la túnica de viaje ya que, por muy difícil que fuese, llovía en su pequeña aldea. Tomó las provisiones necesarias para el viaje que iba a realizar y dejó a Mike con su vecina, que era mejor que nada, suponía.
Suspiró una vez se encontraba en las puertas de su aldea, pensando en si el rubio había decidido avisar a alguien más de Uzushiogakure o no, llegando a la conclusión de que seguramente Juro y Kazuma se habrían enterado, y quizás en persona al contrario que ella. Frunció el ceño claramente disgustada por aquellos pensamientos y se alejó de la aldea con el propósito de traer de vuelta a Uchiha Nabi de los pelos y con la nota y la llave metidas en su portaobjetos.
Semana y media es lo que tardó en llegar a los Templos Abandonados del País del Río, habiendo viajado con un único pensamiento que la alentaba a seguir adelante y no mirar atrás, aunque podría haber tardado menos si no se hubiese parado en Kuroshiro a admirar los fantásticos animales que allí residían, ¿quién no se puede resistir a los pandas? Se había preguntado para excusarse de su retraso temporal. En fin, retomando el tema, llegó al noroeste del País del Río donde encontró las ruinas de los templos que se encontraban en medio del bosque, llegando cuando estaba anocheciendo en una tarde con nubes llorosas y oscuras. Buscó un lugar para acobijarse y recobrar el aliento que encontró al cabo de unos minutos por suerte debajo de algunas ruinas de un templo y allí quedó hasta el anochecer.
En la oscuridad y en el silencio de la noche, una llama a pocos metros de ella la sacó de sus pensamientos. Al principio se asustó porque la pillaba desprevenida, más no tardó ni un segundo en recoger sus cosas y salir corriendo hacia lo que podía ser el Uchiha perdido.
-Vaya, por la Uzukage, lo que hay que ver - Susurró mientras tomaba la nota y la llave que adornaban junto al collar lleno de abanicos blancos y carmesíes. - Ya ni se digna a venir a decirme las cosas en persona, será... - Se ahorró un insulto recordándose mentalmente que su amigo Uchiha era especial y abrió la nota en la posición que se encontraba, mientras Mike aprovechaba la situación y colocaba la cabeza entre sus piernas para que la huérfana lo acariciase, cosa que hizo por inercia más que por otra cosa.
''He recibido un mensaje de alguien de mi clan, me cita en los Templos Abandonados del País del Rio. Si no vuelvo en un par de meses, diselo a nuestra kage. No me sigas. Cuida de Mike.''
''Ha progresado, vaya, ha puesto una de las tres tildes que se necesitan en este texto... Espera un momento...''
-¡Pero qué demonios, a este chico lo van a matar antes de decir trás! - Gritó alarmando al pobre animal que ya comenzaba a dormitar en sus piernas, pero a la chica eso no le importó en ese momento, ya que, como siempre; Nabi se había ido sin llevarla a ella con él de nuevo. Le importaba un pimiento que le dijera que no le siguiese. Era un caraculo y la iba a escuchar, y si no era a base de palabras, era a base de Ōkashōs. Rápidamente se vistió con sus prendas habituales, más la túnica de viaje ya que, por muy difícil que fuese, llovía en su pequeña aldea. Tomó las provisiones necesarias para el viaje que iba a realizar y dejó a Mike con su vecina, que era mejor que nada, suponía.
Suspiró una vez se encontraba en las puertas de su aldea, pensando en si el rubio había decidido avisar a alguien más de Uzushiogakure o no, llegando a la conclusión de que seguramente Juro y Kazuma se habrían enterado, y quizás en persona al contrario que ella. Frunció el ceño claramente disgustada por aquellos pensamientos y se alejó de la aldea con el propósito de traer de vuelta a Uchiha Nabi de los pelos y con la nota y la llave metidas en su portaobjetos.
Semana y media es lo que tardó en llegar a los Templos Abandonados del País del Río, habiendo viajado con un único pensamiento que la alentaba a seguir adelante y no mirar atrás, aunque podría haber tardado menos si no se hubiese parado en Kuroshiro a admirar los fantásticos animales que allí residían, ¿quién no se puede resistir a los pandas? Se había preguntado para excusarse de su retraso temporal. En fin, retomando el tema, llegó al noroeste del País del Río donde encontró las ruinas de los templos que se encontraban en medio del bosque, llegando cuando estaba anocheciendo en una tarde con nubes llorosas y oscuras. Buscó un lugar para acobijarse y recobrar el aliento que encontró al cabo de unos minutos por suerte debajo de algunas ruinas de un templo y allí quedó hasta el anochecer.
En la oscuridad y en el silencio de la noche, una llama a pocos metros de ella la sacó de sus pensamientos. Al principio se asustó porque la pillaba desprevenida, más no tardó ni un segundo en recoger sus cosas y salir corriendo hacia lo que podía ser el Uchiha perdido.