11/01/2016, 20:06
Para la joven kunoichi de Taki aquel era un día completamente normal, deambulando sin objetivos claros por toda la aldea acompañada de su madre, la cual como siempre nadie aparte de ella misma podía vislumbrar, además que todo mundo seguía mirándola raro por pasearse hablando sola aunque los últimos días al llover de semejante manera no había podido mantener el maquillaje negro de su rostro y la máscara que solía utilizar tampoco la llevaba consigo, la había perdido en algún lugar de su casa y lejos de querer hacer otra, siguió buscándola por toda la casa sin éxito.
De cualquier manera, ese día estaba llegando a su fin y Ritsuko ya no tenía ningún motivo para seguir deambulando por aquellas calles por lo que se dirigió con mucha flojera hasta su hogar que estaba casi por las afueras de la villa, extrañamente en un terreno prácticamente abandonado y que incluso, parecía una especie de cementerio aunque este último estaba en la dirección contraria. - ¿Tienes idea de lo que harás mañana? - Consultó con una sonrisa cordial la fémina que la acompañaba a donde fuera. - Puede que me pida una misión… No sé, depende como me levante. - Fue la única respuesta que dio la pelirroja mientras giraba la llave para abrir la única puerta que conectaba con el interior de la pequeña casa que parecía más una cabina.
La idea que tenía la kunoichi era sencilla, comer algo e irse a dormir, era temprano si para ello pero de todas maneras, no tenía muchas ganas de seguir perdiendo el tiempo en cosas tan poco productivas así que aprovecharía para dormir unas cuantas horas extras pero claro, había alguien que no estaba de acuerdo con ello y le dejó un sobre allí en el piso frente a la puerta, como si lo hubiesen pasado justo por debajo de la misma. - Tienes que reparar eso… - Fue lo primero que se escuchó luego de que la joven levantase el sobre extrañamente pesado. Luego de ello cerró la puerta y se sentó mirándola notando como la parte inferior estaba algo dañada y permitía el paso de su propia mano incluso. - ¿Hace cuánto que está así...? - Preguntó la chica caprichosa que miraba semejante abertura entre la puerta y el suelo con las mejillas infladas.
De todas formas, eso tendría que esperar hasta otro día, si bien el agua de la lluvia entraba perfectamente por allí, no representaba ningún drama para la chica que se había levantado y dejó el sobre encima de la única mesa que había en esa casa, la prioridad no era aquel papel que probablemente terminaría insultándola, lo que a ella le importaba era cenar y no tardó en prepararse un pote de de ramen instantáneo mientras miraba con suma atención aquella nota que le habían dejado y de paso, se notaba que algo en su interior había, no solo por el peso, si no por lo abultado que se veía el sobre.
Una vez terminada su cena, Ritsuko se dio un baño rápido y ahora si, tomaría la carta y la leería echada en su cama, pero claro, al abrir el sobre lo primero que pudo notar fue como una piedra le cayó en la cara y por poco le da en el ojo. - P*ta mier*a… - Se quejó tras el leve golpe que se llevó y tomó la joya, o la mitad de esta para observarla con atención. - ¿Será de Reiji...? - Se preguntó la joven kunoichi sin despegar la mirada de aquel zafiro que parecía estar partido. - ¿No te había regalado ya un rubí completo? - Preguntó su madre que parecía estar sentada a un lado de la cama.
Efectivamente, el shinobi de Ame le había regalado un rubí que llevaba a donde fuere como un collar, pero resultaba extraño que enviase la mitad de la gema para colmo azul, aunque claro, el sobre posiblemente explique el por qué.
Ya sin más conclusiones que sacar de la piedra, la kunoichi tomó el sobre y lo abrió para encontrarse con suerte con dos líneas de texto para colmo mal escritas que hacía que la chica fuese incapaz de tomárselo en serio a excepción de las últimas tres palabras que estaban completamente en mayúsculas. - Muerta… ¿Eso crees...? - Susurró la kunoichi para si misma.
Sin decir nada más, se levantó y vistió con las prendas que habitualmente usa para los días fríos, la playera y los pantalones negros y por encima la infaltable gabardina roja. Luego claro, la bandana y el portaobjetos donde metió tanto el sobre como la gema. Ya sin más preparativos de por medio simplemente partió en dirección a los templos donde había estado hace muy poco.
- ¿Tanto te importan los cráneos de tus amigos...? - Consultó la fémina que le acompañaba. - Los cráneos me importan un bledo. - Respondió a secas la kunoichi que parecía estar a punto de escupir fuego por la boca, aunque realmente eso era posible. - Que se mueran, yo voy a matar a ese infeliz que dijo que estabas muerta. - Agregó al cabo de unos instantes.
Por fortuna, la orientación de la pelirroja no era tan mala y logró al lugar que la carta mencionaba, aunque puede que con un par de días de retraso por el simple hecho de haber ido caminando sin ningún apuro. ~ ¿Fuiste tú Reiji...? ~ Se preguntó la joven que había optado por tomar un baikunai con su diestra mientras que con la zurda apresó la pequeña gema partida que podría decirse, era la única pista que tenía la chica que ahora se mostraba completamente seria.
Aparte de la indicación de los templos no tenía nada más, no había nadie ahí a la espera, no habían marcas de nada, tan solo la acompañaba la lluvia y su propia madre que parecía sumamente preocupada a diferencia de la kunoichi que se mantenía cabizbaja ocultando así su rostro con la inmensa capucha de la gabardina. ~ ¿Dónde están...? ~ Pensaba la pelirroja constantemente mientras se encaminaba en dirección a aquellas construcciones en ruinas.
De cualquier manera, ese día estaba llegando a su fin y Ritsuko ya no tenía ningún motivo para seguir deambulando por aquellas calles por lo que se dirigió con mucha flojera hasta su hogar que estaba casi por las afueras de la villa, extrañamente en un terreno prácticamente abandonado y que incluso, parecía una especie de cementerio aunque este último estaba en la dirección contraria. - ¿Tienes idea de lo que harás mañana? - Consultó con una sonrisa cordial la fémina que la acompañaba a donde fuera. - Puede que me pida una misión… No sé, depende como me levante. - Fue la única respuesta que dio la pelirroja mientras giraba la llave para abrir la única puerta que conectaba con el interior de la pequeña casa que parecía más una cabina.
La idea que tenía la kunoichi era sencilla, comer algo e irse a dormir, era temprano si para ello pero de todas maneras, no tenía muchas ganas de seguir perdiendo el tiempo en cosas tan poco productivas así que aprovecharía para dormir unas cuantas horas extras pero claro, había alguien que no estaba de acuerdo con ello y le dejó un sobre allí en el piso frente a la puerta, como si lo hubiesen pasado justo por debajo de la misma. - Tienes que reparar eso… - Fue lo primero que se escuchó luego de que la joven levantase el sobre extrañamente pesado. Luego de ello cerró la puerta y se sentó mirándola notando como la parte inferior estaba algo dañada y permitía el paso de su propia mano incluso. - ¿Hace cuánto que está así...? - Preguntó la chica caprichosa que miraba semejante abertura entre la puerta y el suelo con las mejillas infladas.
De todas formas, eso tendría que esperar hasta otro día, si bien el agua de la lluvia entraba perfectamente por allí, no representaba ningún drama para la chica que se había levantado y dejó el sobre encima de la única mesa que había en esa casa, la prioridad no era aquel papel que probablemente terminaría insultándola, lo que a ella le importaba era cenar y no tardó en prepararse un pote de de ramen instantáneo mientras miraba con suma atención aquella nota que le habían dejado y de paso, se notaba que algo en su interior había, no solo por el peso, si no por lo abultado que se veía el sobre.
Una vez terminada su cena, Ritsuko se dio un baño rápido y ahora si, tomaría la carta y la leería echada en su cama, pero claro, al abrir el sobre lo primero que pudo notar fue como una piedra le cayó en la cara y por poco le da en el ojo. - P*ta mier*a… - Se quejó tras el leve golpe que se llevó y tomó la joya, o la mitad de esta para observarla con atención. - ¿Será de Reiji...? - Se preguntó la joven kunoichi sin despegar la mirada de aquel zafiro que parecía estar partido. - ¿No te había regalado ya un rubí completo? - Preguntó su madre que parecía estar sentada a un lado de la cama.
Efectivamente, el shinobi de Ame le había regalado un rubí que llevaba a donde fuere como un collar, pero resultaba extraño que enviase la mitad de la gema para colmo azul, aunque claro, el sobre posiblemente explique el por qué.
Ya sin más conclusiones que sacar de la piedra, la kunoichi tomó el sobre y lo abrió para encontrarse con suerte con dos líneas de texto para colmo mal escritas que hacía que la chica fuese incapaz de tomárselo en serio a excepción de las últimas tres palabras que estaban completamente en mayúsculas. - Muerta… ¿Eso crees...? - Susurró la kunoichi para si misma.
Sin decir nada más, se levantó y vistió con las prendas que habitualmente usa para los días fríos, la playera y los pantalones negros y por encima la infaltable gabardina roja. Luego claro, la bandana y el portaobjetos donde metió tanto el sobre como la gema. Ya sin más preparativos de por medio simplemente partió en dirección a los templos donde había estado hace muy poco.
- ¿Tanto te importan los cráneos de tus amigos...? - Consultó la fémina que le acompañaba. - Los cráneos me importan un bledo. - Respondió a secas la kunoichi que parecía estar a punto de escupir fuego por la boca, aunque realmente eso era posible. - Que se mueran, yo voy a matar a ese infeliz que dijo que estabas muerta. - Agregó al cabo de unos instantes.
Por fortuna, la orientación de la pelirroja no era tan mala y logró al lugar que la carta mencionaba, aunque puede que con un par de días de retraso por el simple hecho de haber ido caminando sin ningún apuro. ~ ¿Fuiste tú Reiji...? ~ Se preguntó la joven que había optado por tomar un baikunai con su diestra mientras que con la zurda apresó la pequeña gema partida que podría decirse, era la única pista que tenía la chica que ahora se mostraba completamente seria.
Aparte de la indicación de los templos no tenía nada más, no había nadie ahí a la espera, no habían marcas de nada, tan solo la acompañaba la lluvia y su propia madre que parecía sumamente preocupada a diferencia de la kunoichi que se mantenía cabizbaja ocultando así su rostro con la inmensa capucha de la gabardina. ~ ¿Dónde están...? ~ Pensaba la pelirroja constantemente mientras se encaminaba en dirección a aquellas construcciones en ruinas.