12/01/2016, 17:38
(Última modificación: 12/01/2016, 17:56 por Inuzuka Nabi.)
Aquella noche acababa de empezar. Cinco figuras se reunian en el edificio más alto de aquellas ruinas, cuatro de ellas encapuchadas y la quinta arrodillada con una bolsa en la cabeza. Como si la noche no les impidiera ver y la lluvia no les tocara se alzaban dichas sombras, a excepción del pobre hombre que se encontraba arrodillado que temblaba, de miedo o de frio, o de ambos.
Su vestimenta reconocible no eran más que largas tunicas azules tan oscuras como su corazón, eran anchas y carecian de mangas, ademas de tener la capucha mencionada anteriormente. Cada uno estaba a su bola, excepto el de la bolsa en la cabeza, que estaba cabizbajo esperando algo, pero los otros cuatros simplemente lo ignoraban.
Uno de ellos estaba en el borde de la cornisa, mirando a las inmensas ruinas que se encontraban ante él. Estaba atento, expectante, incluso tenso e impaciente. Aunque su presencia era inmutable. Otro encapuchado estaba sentado al lado del que dirigia su mirada a los edificios con los pies cruzados. Tenia los ojos cerrados pero era el que más veia de todos. Podia sentir todo ser viviente o cosa con chakra en kilometros a la redonda, mientras un fino hilo de sangre caia de uno de sus ojos.
El siguiente estaba asomado por uno de los lados del tejado, ni de lejos tan seriamente como los otros, se estaba dedicando a tirar piedras sobre un enorme charco que habia en el suelo y ver cuanto salpicaba cada una. Era el más entretenido del lugar, sin duda. El último estaba apoyado en un resto de columna que parecia que se iba a caer en cualquier momento, al igual que el edificio, pero no lo hacia y no lo iba a hacer.
Estan aqui. Los ocho orbes.
Susurró la mujer que estaba sentada vigilando el perimetro. Esto detuvo al tirapiedras, que ya habia cogido una de tamaño considerable, en vez de tirarla la dejo caer en el resquebrajado suelo como si tal cosa, haciendo que todos en la sala se sorprendieran del sonoro golpe resultante.
¡Por fin algo de diversión! Me estaba quedando sin rocas que tirar... y sin charco.
La ninja sensora suspiró, iba a cancelar el jutsu, que ya le estaba pasando mayor factura de la que deberia, cuando algo raro entro en su rango de sensorialidad.
Esperad, aparte de los ocho orbes hay tres chakras más. No son muy fuertes, pero no son simples civiles.
¡Me pido a esos!
La mujer ignoró por completo a su compañero, esperaba la respuesta del que se alzaba magnanimo ante las ruinas. Este, inalterable como era, apenas se inmutó ante la noticia, solo ensanchó su sonrisa ya de por sí ancha enseñando aún más una dentadura perfectamente blanca, reconocible hasta en aquella oscuridad.
No te alarmes, de hecho, contaba con que aparecieran más. Ishigaki, preparalo todo para cuando te de la señal. Chi, descansa. Nabiruto, ven conmigo. Hay que dar la bienvenida. Oh, es verdad. Casi me olvido de ti.
Al girarse para encarar a su equipo vio al hombre que habia permanecido en silencio y arrodillado en medio de la habitación. Este tambien pensaba que se habian olvidado de él, pero su lider se acordó para su desgracia.
¿Pensabas que porque habias completado tu trabajo podrias huir y no te buscariamos?
Claro que no, señor. No sé que me paso... por favor, no me mates... tengo familia...
Oh, ¿te refieres al pequeño Nise y tu amada Uso? ¿Crees que no lo sé? ¿Crees que hay algo que escape de nosotros? Es hora de que recuerdes quienes somos y quien eres tú.
La bolsa que separaba su cabeza de la lluvia salió despedida a toda velocidad. El hombre inconscientemente levantó la mirada y antes de que pudiera suplicar desapareció del lugar. No quedo ningún rastro de su presencia más allá de la bolsa que ahora volaba libre donde el viento se la llevara. Nadie pareció sorprendido por lo que acababa de pasar, excepto por...
¡Es que mola un montón, joder!
Se acercó a toda prisa donde instantes antes habia un hombre de pleno derecho, con toda su biologia y sangre por las venas y ahora no quedaba más que la lluvia y el suelo agrietado. Pasó la mano como esperando que solo hubiera sido un genjutsu, a pesar de que sabia que eso no era posible.
Que alucine, tio. Bueno, a dar la bienvenida, ¿no?
Sí, quiero ver con mis propios ojos al Fenix y al Lobo
Dijo la Mariposa.
Te mataré.
Ambas figuras saltaron de edificio en edificio hasta desaparecer.
_____________________________________________________________________
Cuando el brillo de la semi esfera alcanzaba un nivel cegador incluso a traves de sus ropas, el fuego surgió de uno de los edificio cercanos. Al entrar, se encontró lo que ya veia venir. Un muchacho que observaba atento el vaiven de su elemento, y el simbolo Uchiha inscrito en llamas. Su gema rompió el bolsillo que la retenia para chocar a toda velocidad con la que se encontraba en el suelo.
¡CORRE!
Al colisionar, una gran luz cayó del cielo, llamalo relampago, cegando a ambos y desatando una fuerte onda expansiva que los mando volando. Las paredes intentaron pararlos, pero casi que no se aguantaban ellas mismas como para pararles a ellos. Nabi atravesó un par de ellas, quedando enterrado en un montón de escombros. Pasaron unos segundos tensos, el rubí, ahora completo, parecia estar totalmente cargado de electricidad y de otra cosa, ¿chakra? No, parecia más... consciente.
Los escombros se empezaron a mover segundos despues, y un brazo brotó de ellos, despues otro y finalmente, el rubio se levantó quitandoselo de encima. Se paró un momento para reconocer en qué dirección estaba la joya y el otro Uchiha, pero el orbe fue más rapido que él. Moviendose por voluntad propia se plantó ante la mirada incredula del muchacho.
Tú... No... Demasiado rubio para mi...
Y se fue a tal velocidad como habia venido. Nabi salió detras de aquella esfera tan rapido como pudo.
¡EH! Espera.
Siguió el mismo procedimiento con el otro Uchiha, se plantó ante él y lo evaluó.
Esto ya parece más un Uchiha
Y sin previo aviso, atravesó al pobre Datsue a la altura del pecho alojandose en su interior. Podia sentir, un gran poder recorriendole cada minusculo nanometro de su cuerpo, se sentia renovado, en calma. Hasta que de repente, como un remolino descontrolado, todo su chakra, hasta la parte más insignificante de energia que poseia su cuerpo se concentro en un solo punto. Dejandole vacio y totalmente extenuado cuando la esfera salió de su cuerpo. Antes de que el pobre y drenado Datsue pudiese alzar la mano hacia aquella maldita joya que le habia robado lo que era suyo, recibió una patada en el costado apartandolo.
Dos hombres encapuchados aparecieron en el edificio que se habia caido anteriormente encima de Datsue. Uno miraba apasionado el orbe flotante que ya parecia haber perdido su libre albedrio, el otro observaba al joven que acababa de patear como quien mira a un cachorro que no le hace caso cuando le pides la pata.
¿Este es el Fenix? Patetico. Nabiruto, llama al resto de orbes.
Tus ordenes son deseos, Mariposa-chan
Seras gilipollas.
Nabiruto se quitó la extraña tunica sin mangas que llevaban ambos dejando ver su ropa y su rostro. Llevaba una camiseta con una manga larga y una corta, la larga era de color rojo carmesí y la corta amarilla, el resto de la pieza de ropa era amarillo chillón. Al igual que su pelo, puntiagudo y amarillo como el de nuestro heroe. Sus pantalones negros y holgados apenas le llegaban hasta las rodillas y calzaba unas sandalias shinobi de color amarillo tambien. Sin dudar un segundo, extendió la mano y agarró el orbe flotante sin titubear.
Una capa de chakra de color negro cubrió todo su brazo, así como la canica flotante. El restro de su cuerpo estaba cubierto por un chakra amarillo que parecia intentar echar atras el negro, encarnando una lucha epica. En ese momento, apareció Nabi, que observó incredulo la escena.
Por fin haces acto de presencia, Lobo.
¿Quien demonios eres? ¿Y qué es ese orbe?
Yo no soy nadie, y si yo no soy nadie, imaginate lo que eres tú.
Sea lo que sea lo que estais haciendo, no lo voy a permitir.
Tras una breve secuencia de sellos, una gran bola de fuego surgió de sus labios en dirección al muchacho rubio que aguantaba el orbe. Sin embargo, una bola de mayor tamaño salió de los labios del misterioso encapuchado empujando su jutsu hacia un edificio cercano.
Tú, no es que no te haya visto hacer sellos... Es que no los has hecho.
Estalló en una risotada de un tono muy grave al oir las palabras del joven.
Sorprendentemente perspicaz. Aunque en verdad no es muy dificil cuando el sharingan lo hace todo por ti. Vosotros, malditos Uchihas, no haceis más que destruir, es el único proposito de vuestra existencia. Mi proposito es acabar con vuestro clan y el mal que representa.
Sus ojos eran igual de carmesies que los de Nabi, lo cual no hacia más que confundir aún más al pobre genin. Aunque poco iba a retroceder.
¿Qué clase de cuento me estas contando? ¡Tus ojos son tan rojos como los mios y tus manos estan tan manchadas de sangre como las mias!
Una hilera de dientes blancos salieron a la luz bajo su capucha dibujando un cierra parentesis vertical lleno de autosuficiencia.
Esto yasta.
Interrumpió el otro rubio, soltando la gema maldita, que se mantuvo en el mismo lugar levitando en el que habia estado desde el principio. Efectivamente, alrededor del lugar habia ido apareciendo gente, sus medias gemas se habian visto atraidas por la roja de la colección e inevitablemente la habian seguido. O de gente que habia seguido su instinto.
En eso te equivocas, muchacho. Yo...
Su tunica salió despedida dejando ver su figura bajo ella. Se echaba en falta algo en su silueta, no tenia brazos.
¡No tengo manos que ensuciarme!
Y desapareció sin dejar rastro. Lo único que quedo de él, fue la tunica oscura que cayó segundos más tarde al lado de Datsue.
Sigue siendo impresionante. ¿A que sí, chavales? Bueno, yo no puedo desaparecer de forma tan guay. Pero no esta de más intentarlo ¿no?
Tras una serie de sellos plantó sus manos en el suelo y una pared de fuego apareció entre él y los genin, y a traves de dicha pared, todos pudieron ver al hombre rubio irse saltando de edificio en edificio. Nabi se quedó helado, con los puños apretados de pura rabia. Tenia que ir a ver como estaba el pobre muchacho que se encontraba tendido en el suelo bajo la lluvia. ¿Pero para qué? ¿Qué iba a hacer por él? Nada, que era lo único que sabia hacer.
Su vestimenta reconocible no eran más que largas tunicas azules tan oscuras como su corazón, eran anchas y carecian de mangas, ademas de tener la capucha mencionada anteriormente. Cada uno estaba a su bola, excepto el de la bolsa en la cabeza, que estaba cabizbajo esperando algo, pero los otros cuatros simplemente lo ignoraban.
Uno de ellos estaba en el borde de la cornisa, mirando a las inmensas ruinas que se encontraban ante él. Estaba atento, expectante, incluso tenso e impaciente. Aunque su presencia era inmutable. Otro encapuchado estaba sentado al lado del que dirigia su mirada a los edificios con los pies cruzados. Tenia los ojos cerrados pero era el que más veia de todos. Podia sentir todo ser viviente o cosa con chakra en kilometros a la redonda, mientras un fino hilo de sangre caia de uno de sus ojos.
El siguiente estaba asomado por uno de los lados del tejado, ni de lejos tan seriamente como los otros, se estaba dedicando a tirar piedras sobre un enorme charco que habia en el suelo y ver cuanto salpicaba cada una. Era el más entretenido del lugar, sin duda. El último estaba apoyado en un resto de columna que parecia que se iba a caer en cualquier momento, al igual que el edificio, pero no lo hacia y no lo iba a hacer.
Estan aqui. Los ocho orbes.
Susurró la mujer que estaba sentada vigilando el perimetro. Esto detuvo al tirapiedras, que ya habia cogido una de tamaño considerable, en vez de tirarla la dejo caer en el resquebrajado suelo como si tal cosa, haciendo que todos en la sala se sorprendieran del sonoro golpe resultante.
¡Por fin algo de diversión! Me estaba quedando sin rocas que tirar... y sin charco.
La ninja sensora suspiró, iba a cancelar el jutsu, que ya le estaba pasando mayor factura de la que deberia, cuando algo raro entro en su rango de sensorialidad.
Esperad, aparte de los ocho orbes hay tres chakras más. No son muy fuertes, pero no son simples civiles.
¡Me pido a esos!
La mujer ignoró por completo a su compañero, esperaba la respuesta del que se alzaba magnanimo ante las ruinas. Este, inalterable como era, apenas se inmutó ante la noticia, solo ensanchó su sonrisa ya de por sí ancha enseñando aún más una dentadura perfectamente blanca, reconocible hasta en aquella oscuridad.
No te alarmes, de hecho, contaba con que aparecieran más. Ishigaki, preparalo todo para cuando te de la señal. Chi, descansa. Nabiruto, ven conmigo. Hay que dar la bienvenida. Oh, es verdad. Casi me olvido de ti.
Al girarse para encarar a su equipo vio al hombre que habia permanecido en silencio y arrodillado en medio de la habitación. Este tambien pensaba que se habian olvidado de él, pero su lider se acordó para su desgracia.
¿Pensabas que porque habias completado tu trabajo podrias huir y no te buscariamos?
Claro que no, señor. No sé que me paso... por favor, no me mates... tengo familia...
Oh, ¿te refieres al pequeño Nise y tu amada Uso? ¿Crees que no lo sé? ¿Crees que hay algo que escape de nosotros? Es hora de que recuerdes quienes somos y quien eres tú.
La bolsa que separaba su cabeza de la lluvia salió despedida a toda velocidad. El hombre inconscientemente levantó la mirada y antes de que pudiera suplicar desapareció del lugar. No quedo ningún rastro de su presencia más allá de la bolsa que ahora volaba libre donde el viento se la llevara. Nadie pareció sorprendido por lo que acababa de pasar, excepto por...
¡Es que mola un montón, joder!
Se acercó a toda prisa donde instantes antes habia un hombre de pleno derecho, con toda su biologia y sangre por las venas y ahora no quedaba más que la lluvia y el suelo agrietado. Pasó la mano como esperando que solo hubiera sido un genjutsu, a pesar de que sabia que eso no era posible.
Que alucine, tio. Bueno, a dar la bienvenida, ¿no?
Sí, quiero ver con mis propios ojos al Fenix y al Lobo
Dijo la Mariposa.
Te mataré.
Ambas figuras saltaron de edificio en edificio hasta desaparecer.
_____________________________________________________________________
Cuando el brillo de la semi esfera alcanzaba un nivel cegador incluso a traves de sus ropas, el fuego surgió de uno de los edificio cercanos. Al entrar, se encontró lo que ya veia venir. Un muchacho que observaba atento el vaiven de su elemento, y el simbolo Uchiha inscrito en llamas. Su gema rompió el bolsillo que la retenia para chocar a toda velocidad con la que se encontraba en el suelo.
¡CORRE!
Al colisionar, una gran luz cayó del cielo, llamalo relampago, cegando a ambos y desatando una fuerte onda expansiva que los mando volando. Las paredes intentaron pararlos, pero casi que no se aguantaban ellas mismas como para pararles a ellos. Nabi atravesó un par de ellas, quedando enterrado en un montón de escombros. Pasaron unos segundos tensos, el rubí, ahora completo, parecia estar totalmente cargado de electricidad y de otra cosa, ¿chakra? No, parecia más... consciente.
Los escombros se empezaron a mover segundos despues, y un brazo brotó de ellos, despues otro y finalmente, el rubio se levantó quitandoselo de encima. Se paró un momento para reconocer en qué dirección estaba la joya y el otro Uchiha, pero el orbe fue más rapido que él. Moviendose por voluntad propia se plantó ante la mirada incredula del muchacho.
Tú... No... Demasiado rubio para mi...
Y se fue a tal velocidad como habia venido. Nabi salió detras de aquella esfera tan rapido como pudo.
¡EH! Espera.
Siguió el mismo procedimiento con el otro Uchiha, se plantó ante él y lo evaluó.
Esto ya parece más un Uchiha
Y sin previo aviso, atravesó al pobre Datsue a la altura del pecho alojandose en su interior. Podia sentir, un gran poder recorriendole cada minusculo nanometro de su cuerpo, se sentia renovado, en calma. Hasta que de repente, como un remolino descontrolado, todo su chakra, hasta la parte más insignificante de energia que poseia su cuerpo se concentro en un solo punto. Dejandole vacio y totalmente extenuado cuando la esfera salió de su cuerpo. Antes de que el pobre y drenado Datsue pudiese alzar la mano hacia aquella maldita joya que le habia robado lo que era suyo, recibió una patada en el costado apartandolo.
Dos hombres encapuchados aparecieron en el edificio que se habia caido anteriormente encima de Datsue. Uno miraba apasionado el orbe flotante que ya parecia haber perdido su libre albedrio, el otro observaba al joven que acababa de patear como quien mira a un cachorro que no le hace caso cuando le pides la pata.
¿Este es el Fenix? Patetico. Nabiruto, llama al resto de orbes.
Tus ordenes son deseos, Mariposa-chan
Seras gilipollas.
Nabiruto se quitó la extraña tunica sin mangas que llevaban ambos dejando ver su ropa y su rostro. Llevaba una camiseta con una manga larga y una corta, la larga era de color rojo carmesí y la corta amarilla, el resto de la pieza de ropa era amarillo chillón. Al igual que su pelo, puntiagudo y amarillo como el de nuestro heroe. Sus pantalones negros y holgados apenas le llegaban hasta las rodillas y calzaba unas sandalias shinobi de color amarillo tambien. Sin dudar un segundo, extendió la mano y agarró el orbe flotante sin titubear.
Una capa de chakra de color negro cubrió todo su brazo, así como la canica flotante. El restro de su cuerpo estaba cubierto por un chakra amarillo que parecia intentar echar atras el negro, encarnando una lucha epica. En ese momento, apareció Nabi, que observó incredulo la escena.
Por fin haces acto de presencia, Lobo.
¿Quien demonios eres? ¿Y qué es ese orbe?
Yo no soy nadie, y si yo no soy nadie, imaginate lo que eres tú.
Sea lo que sea lo que estais haciendo, no lo voy a permitir.
Tras una breve secuencia de sellos, una gran bola de fuego surgió de sus labios en dirección al muchacho rubio que aguantaba el orbe. Sin embargo, una bola de mayor tamaño salió de los labios del misterioso encapuchado empujando su jutsu hacia un edificio cercano.
Tú, no es que no te haya visto hacer sellos... Es que no los has hecho.
Estalló en una risotada de un tono muy grave al oir las palabras del joven.
Sorprendentemente perspicaz. Aunque en verdad no es muy dificil cuando el sharingan lo hace todo por ti. Vosotros, malditos Uchihas, no haceis más que destruir, es el único proposito de vuestra existencia. Mi proposito es acabar con vuestro clan y el mal que representa.
Sus ojos eran igual de carmesies que los de Nabi, lo cual no hacia más que confundir aún más al pobre genin. Aunque poco iba a retroceder.
¿Qué clase de cuento me estas contando? ¡Tus ojos son tan rojos como los mios y tus manos estan tan manchadas de sangre como las mias!
Una hilera de dientes blancos salieron a la luz bajo su capucha dibujando un cierra parentesis vertical lleno de autosuficiencia.
Esto yasta.
Interrumpió el otro rubio, soltando la gema maldita, que se mantuvo en el mismo lugar levitando en el que habia estado desde el principio. Efectivamente, alrededor del lugar habia ido apareciendo gente, sus medias gemas se habian visto atraidas por la roja de la colección e inevitablemente la habian seguido. O de gente que habia seguido su instinto.
En eso te equivocas, muchacho. Yo...
Su tunica salió despedida dejando ver su figura bajo ella. Se echaba en falta algo en su silueta, no tenia brazos.
¡No tengo manos que ensuciarme!
Y desapareció sin dejar rastro. Lo único que quedo de él, fue la tunica oscura que cayó segundos más tarde al lado de Datsue.
Sigue siendo impresionante. ¿A que sí, chavales? Bueno, yo no puedo desaparecer de forma tan guay. Pero no esta de más intentarlo ¿no?
Tras una serie de sellos plantó sus manos en el suelo y una pared de fuego apareció entre él y los genin, y a traves de dicha pared, todos pudieron ver al hombre rubio irse saltando de edificio en edificio. Nabi se quedó helado, con los puños apretados de pura rabia. Tenia que ir a ver como estaba el pobre muchacho que se encontraba tendido en el suelo bajo la lluvia. ¿Pero para qué? ¿Qué iba a hacer por él? Nada, que era lo único que sabia hacer.
—Nabi—