14/01/2016, 23:31
La kunoichi de cabellos rojizos ardía de ira mientras se dirigía a las construcciones más grandes que conocía gracias a un viaje pasado en el que recorrió gran parte de las ruinas, solo tenía que seguir en línea recta y tener cuidado con el terreno que con la pésima iluminación y la lluvia se había vuelto bastante traicionero. ~ Espero que esté ahí adentro… ~ Decía para si misma mientras mantenía ambas manos fuertemente cerradas además de la mandíbula casi haciendo que los dientes le rechinaran.
- Ritsu tranquilizate… - Pidió una madre preocupada a su hija que no estaba en sus cabales. - Y una mierda… - Sentenció mientras mantenía la marcha hacia el lugar en cuestión, no corría solamente por querer reservar sus energías para la función principal que parecía ser no tardó demasiado en hacerse presente. Un fuerte estallido se hizo presente, como si un trueno hubiese caído justo frente a ella y algunas ruinas se desplomaron y unas luces adicionales se hicieron presentes, a simple vista de la kunoichi estas últimas fueron causadas por fuego aunque con la lluvia esto no debería de haber sido posible.
La realidad era que Ritsuko se negaba a aceptar que había sido un shinobi el que escribió la nota, además que ella no tenía absolutamente nada lo suficientemente extravagante como para que alguien la fuese a buscar de esa manera a excepción del kekkei genkai que claro, no era la única en el mundo que pudiese manipular la lava así que carecía de sentido en especial considerando lo inexperta que era ella.
De cualquier manera, la chica ya estaba corriendo en la dirección que la gema azulada de su mano le estaba indicando, parecía querer ir en dirección al fuego y ella no le negaría ese privilegio, con un poco de suerte se encontraría con el autor de la nota pero no, era demasiado pedir. Para cuando ella llegó solamente se encontró con una serie de shinobis de los cuales solamente reconocía a unos cuatro, Datsue, Haruto, Juro y Mitsuki, destacando que el primero de ellos estaba echo un trapo en el piso. ~ ¿Qué hacen ellos aquí...? ~ Fue la primer incógnita de la kunoichi que lejos de esbozar una sonrisa se acercó hasta sus compañeros de aldea con cara de pocos amigos suponiendo que si su rubio compañero no estaba haciendo nada era porque los demás no eran enemigos.
- Cómico… La carta no se equivocaba… - Dijo de mala gana mientras observaba como una chica de cabellos claros estaba tratando a su compañero y por ende era de suponer que seguía vivo, devastado, pero vivo.
Siendo que había tantos shinobis allí que en teoría no eran enemigos, Ritsuko se guardó el baikunai y relajó la zurda mantenindo la gema atrapada entre su dedo índice y pulgar. - Haruto… ¿A ti también te dejaron una carta con una gema...? - Preguntó al rubio sin dar importancia si alguien más la escuchaba, es más, esperaba que fuera así y con un poco de suerte se enteraba de algo ya que no tenía idea de nada de lo que estaba pasando.
- Ritsu tranquilizate… - Pidió una madre preocupada a su hija que no estaba en sus cabales. - Y una mierda… - Sentenció mientras mantenía la marcha hacia el lugar en cuestión, no corría solamente por querer reservar sus energías para la función principal que parecía ser no tardó demasiado en hacerse presente. Un fuerte estallido se hizo presente, como si un trueno hubiese caído justo frente a ella y algunas ruinas se desplomaron y unas luces adicionales se hicieron presentes, a simple vista de la kunoichi estas últimas fueron causadas por fuego aunque con la lluvia esto no debería de haber sido posible.
La realidad era que Ritsuko se negaba a aceptar que había sido un shinobi el que escribió la nota, además que ella no tenía absolutamente nada lo suficientemente extravagante como para que alguien la fuese a buscar de esa manera a excepción del kekkei genkai que claro, no era la única en el mundo que pudiese manipular la lava así que carecía de sentido en especial considerando lo inexperta que era ella.
De cualquier manera, la chica ya estaba corriendo en la dirección que la gema azulada de su mano le estaba indicando, parecía querer ir en dirección al fuego y ella no le negaría ese privilegio, con un poco de suerte se encontraría con el autor de la nota pero no, era demasiado pedir. Para cuando ella llegó solamente se encontró con una serie de shinobis de los cuales solamente reconocía a unos cuatro, Datsue, Haruto, Juro y Mitsuki, destacando que el primero de ellos estaba echo un trapo en el piso. ~ ¿Qué hacen ellos aquí...? ~ Fue la primer incógnita de la kunoichi que lejos de esbozar una sonrisa se acercó hasta sus compañeros de aldea con cara de pocos amigos suponiendo que si su rubio compañero no estaba haciendo nada era porque los demás no eran enemigos.
- Cómico… La carta no se equivocaba… - Dijo de mala gana mientras observaba como una chica de cabellos claros estaba tratando a su compañero y por ende era de suponer que seguía vivo, devastado, pero vivo.
Siendo que había tantos shinobis allí que en teoría no eran enemigos, Ritsuko se guardó el baikunai y relajó la zurda mantenindo la gema atrapada entre su dedo índice y pulgar. - Haruto… ¿A ti también te dejaron una carta con una gema...? - Preguntó al rubio sin dar importancia si alguien más la escuchaba, es más, esperaba que fuera así y con un poco de suerte se enteraba de algo ya que no tenía idea de nada de lo que estaba pasando.