17/01/2016, 12:56
(Última modificación: 17/01/2016, 13:00 por Sasagani Yota.)
-Sí, será lo mejor-
Sin perder más tiempo, hice caso a la indicación de Mitsuki poniéndome bajo techo y dejando de mojarme la ropa la cual empezaba a estar verdaderamente mojada, la cual iba ganando algo de peso y haciendo que la piel empezase a mojarse puesto que ya no era capaz de retener por más tiempo al elemento líquido.
Un destello fugaz.
-¿Una tormen..-
Antes de terminar la frase pudimos oír el derrumbe que se estaba sucediendo unos cuantos metros más allá y una onda expansiva me hizo retroceder dos pasos pese a estar bajo zona cubierta.
-Esto no es una tormenta... Es algo peor-
¿Desde cuando las tormentas daban aquellas sacudidas. No, aquello era distinto, pero desde nuestra posición no se llegaba a discernir nada. La noche era traicionera, como una puñalada trapera, y no se distinguía prácticamente nada más allá de unos pocos metros, producto de la absoluta oscuridad.
De pronto la piedra que sostenía en mis manos empezó a tomar vida propia. Primero fue un magnético brillo el cual hizo que abriese dos ojos como platos.
*Qué cojones*
Instantes más tarde empezó a moverse y aunque hice el movimiento para agarrarla, se movió algo más rápido que mi brazo y empezó a mostrarnos el camino a seguir, o mejor dicho, el camino que quería que siguiéramos.
La hyuga quería comprobar de qué se trataba, aprisiono mi brazo e indicó que fuéramos a ver qué pasaba.
-¡Qué me sueltes, coño!- me paré en seco, bajo la lluvia, y con un rápido movimiento me liberé de sus ataduras pero ella no se detuvo -Podría ser una trampa...
Chasquee la lengua con las manos en la cintura y la cabeza gacha.
*Joder... Menuda colleja tienes*
Maldita inconsciente. ¿Es que no veía más allá de su nariz? Tenía que seguirla, pero desde un lugar a buen recaudo, con que se metiera ella en la maldita boca del lobo era suficiente. Pronto tendría que elaborar un plan para que no acabase muerta. Lo último que me apetecía era tener que dar explicaciones en Uzushiogakure ¡Me tomarían por loco!
Canalizando chakra, escalé uno de los árboles y empecé a moverme, de rama en rama, desde las alturas, siguiendo el foco de los problemas. desde allí podían verse las ruinas que habían sido derrumbadas hacia poco, aunque era de noche, una enblina en forma de polvo se podía vislumbrar, que además era hacia donde había ido la de Uzushio.
-Mierda..- pensé en voz baja.
Aceleré un poco el ritmo hasta que llegué al lugar en cuestión. Ahora se tartaba de no hacer ruido y examinar el nuevo escenario.
Un escenario dantesco.
Sí, ahí estaba Mitsuki, en efecto. Estaba al lado de la chica de conocí en Yachi, la cual estaba ayudando a un joven moreno que estaba tendido en el suelo echo una bazofia. Había chakra en las manos del peliazul. Me puse de cuclillas sobre aquella rama gruesa sobre la que me mantenía quieto, con las manos apoyadas sobre la rasposa corteza.
Al otro lado, había otro tipo, tenía los ojos tintados de sangre, como yo, y estaba cabreado, con los puños cerrados. Pero había más gente ahí. Otro conocido. La sardinita de Amegakure estaba ahí, expectante, sin pronunciar palabra alguna. Otro rubio que estaba hablando con Eri, seguramente interesándose por el estado del que yacía hecho una mierda en el suelo.
*Camaradas..*
Junto al rubio, una pelirroja que también hablaba con ella. Habían dos figuras más. Un chico moreno que parecía normal y otro peliblanco que poseía una katana digna de temer.
Así pues, como decía, una reunión dantesca.
Alcé la vista mientras emitía un suspiro y a través de un muro d llamas, fruto de la evidente pelea que se acababa de producir, pude ver la figura de un tipo que no tenía brazos, huyendo.
-¡Está allí!- chillé advirtiendo a la gente.
Sin perder más tiempo, hice caso a la indicación de Mitsuki poniéndome bajo techo y dejando de mojarme la ropa la cual empezaba a estar verdaderamente mojada, la cual iba ganando algo de peso y haciendo que la piel empezase a mojarse puesto que ya no era capaz de retener por más tiempo al elemento líquido.
Un destello fugaz.
-¿Una tormen..-
Antes de terminar la frase pudimos oír el derrumbe que se estaba sucediendo unos cuantos metros más allá y una onda expansiva me hizo retroceder dos pasos pese a estar bajo zona cubierta.
-Esto no es una tormenta... Es algo peor-
¿Desde cuando las tormentas daban aquellas sacudidas. No, aquello era distinto, pero desde nuestra posición no se llegaba a discernir nada. La noche era traicionera, como una puñalada trapera, y no se distinguía prácticamente nada más allá de unos pocos metros, producto de la absoluta oscuridad.
De pronto la piedra que sostenía en mis manos empezó a tomar vida propia. Primero fue un magnético brillo el cual hizo que abriese dos ojos como platos.
*Qué cojones*
Instantes más tarde empezó a moverse y aunque hice el movimiento para agarrarla, se movió algo más rápido que mi brazo y empezó a mostrarnos el camino a seguir, o mejor dicho, el camino que quería que siguiéramos.
La hyuga quería comprobar de qué se trataba, aprisiono mi brazo e indicó que fuéramos a ver qué pasaba.
-¡Qué me sueltes, coño!- me paré en seco, bajo la lluvia, y con un rápido movimiento me liberé de sus ataduras pero ella no se detuvo -Podría ser una trampa...
Chasquee la lengua con las manos en la cintura y la cabeza gacha.
*Joder... Menuda colleja tienes*
Maldita inconsciente. ¿Es que no veía más allá de su nariz? Tenía que seguirla, pero desde un lugar a buen recaudo, con que se metiera ella en la maldita boca del lobo era suficiente. Pronto tendría que elaborar un plan para que no acabase muerta. Lo último que me apetecía era tener que dar explicaciones en Uzushiogakure ¡Me tomarían por loco!
Canalizando chakra, escalé uno de los árboles y empecé a moverme, de rama en rama, desde las alturas, siguiendo el foco de los problemas. desde allí podían verse las ruinas que habían sido derrumbadas hacia poco, aunque era de noche, una enblina en forma de polvo se podía vislumbrar, que además era hacia donde había ido la de Uzushio.
-Mierda..- pensé en voz baja.
Aceleré un poco el ritmo hasta que llegué al lugar en cuestión. Ahora se tartaba de no hacer ruido y examinar el nuevo escenario.
Un escenario dantesco.
Sí, ahí estaba Mitsuki, en efecto. Estaba al lado de la chica de conocí en Yachi, la cual estaba ayudando a un joven moreno que estaba tendido en el suelo echo una bazofia. Había chakra en las manos del peliazul. Me puse de cuclillas sobre aquella rama gruesa sobre la que me mantenía quieto, con las manos apoyadas sobre la rasposa corteza.
Al otro lado, había otro tipo, tenía los ojos tintados de sangre, como yo, y estaba cabreado, con los puños cerrados. Pero había más gente ahí. Otro conocido. La sardinita de Amegakure estaba ahí, expectante, sin pronunciar palabra alguna. Otro rubio que estaba hablando con Eri, seguramente interesándose por el estado del que yacía hecho una mierda en el suelo.
*Camaradas..*
Junto al rubio, una pelirroja que también hablaba con ella. Habían dos figuras más. Un chico moreno que parecía normal y otro peliblanco que poseía una katana digna de temer.
Así pues, como decía, una reunión dantesca.
Alcé la vista mientras emitía un suspiro y a través de un muro d llamas, fruto de la evidente pelea que se acababa de producir, pude ver la figura de un tipo que no tenía brazos, huyendo.
-¡Está allí!- chillé advirtiendo a la gente.
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa