20/01/2016, 19:13
Fue terminando lentamente de traspasar su chakra al chico que reposaba en el suelo, cuando en el momento en el que la joven de cabellos azules posó sus orbes esmeralda en los párpados cerrados del joven de pelo moreno éste los abrió lentamente. Dejó entrever una sonrisa de alivio al ver como había podido llegar a tiempo y, además, de como su mera existencia había logrado ayudar otra vida que necesitaba de sus habilidades. Giró un poco la cabeza, lentamente, intentando no desconcentrarse de su tarea para así agradecer a la melodiosa voz que había cubierto el cuerpo magullado del muchacho con una sonrisa y unas palabras tranquilas -Se pondrá bien... Aunque no tiene mucho chakra... - Murmuró para su compañera de villa. Entonces lo escuchó.
—¿Eres un ángel? — La chica viró su mirada rápidamente para observar de nuevo al joven al que trataba con tanto esmero porque no se esperaba que le hablase - y menos para preguntar semejante tontería -, sin embargo sus mejillas se colorearon sin querer de una tonalidad rosada, a contra de su voluntad, cabe decir —. ¿Estoy en el cielo? - Suspiró, seguramente estaba divagando. Sin embargo, antes de terminar con la técnica una profunda voz la sacó de sus pensamientos, a parte de que un cuerpo zarandeó al pobre malherido cuando ni éste se podía mantener en una posición erguida.
- Eh, ¿quien eres? ¿Tienes algo que ver con esos tipos?
La delicadeza de Nabi brillaba por su ausencia. Le fulminó con su verdosa mirada y resopló por lo bajo. Negó con la cabeza y terminó con su cometido. Así, apartó sus manos del cuerpo del chico y los posó en sus rodillas, en las que estaba apoyado su cuerpo desde que había comenzado con la técnica, dispuesta a incorporarse sobre ambas piernas de nuevo, ya que había notado como había llegado mucha gente hasta donde ellos se encontraban, y cuando decía ellos, decía a Nabi, el muchacho que yacía en el suelo, la joven Hyuuga que recordaba haber visto por su villa pero que no recordaba su nombre con exactitud, y ella misma, así que sin esperar mucho más se compuso sobre sus dos piernas y se limpió los restos de barro que podían haberse instaurado en sus botas ninja. No paró a intentar recordar las caras de los recién llegados que desconocía, pero sí frunció el ceño al ver a Juro -al que había oído antes pero había ignorado en contestar centrada en su tarea -, y a Kazuma allí, también notó una presencia familiar, era ese chico tiburón que conoció una vez.
No pudo hacer ni pensar nada más ya que el suelo empezó a temblar de una manera antinatural que hizo que la kunoichi huérfana cayese al suelo gracias a su tan ya tan conocida torpeza. No pudo evitar sorprenderse al ver como una cúpula de piedra los envolvía lentamente, dejando justo encima de ella un agujero, por el que pasaba el agua de la lluvia que se disputaba fuera de aquel lugar. A Eri le recordó como si ahora mismo ellos fuesen animales domésticos a los que encerraban en una jaula y observaban para su propio goce y disfrute, por ello ahogó un gritillo. ¿Es que las desgracias nunca venían solas?
Recordó que en su próxima vida, montaría una estúpida tienda de pasteles, vaya que lo haría.
Notó como Nabi se levantó, y el otro muchacho que yacía cerca de ella intentaba incorporarse apoyándose en su rodilla, también observó como todos los presentes se hacían más fácil de ver en aquel momento, siendo iluminados por la luz que emitía la gema - ésta se había metido en una columna que ni si quiera rondaba el metro de altura -.
''¿Y-y ahor-a qué pasa...? - balbuceó mientras se sentaba sobre el barro.
—¿Eres un ángel? — La chica viró su mirada rápidamente para observar de nuevo al joven al que trataba con tanto esmero porque no se esperaba que le hablase - y menos para preguntar semejante tontería -, sin embargo sus mejillas se colorearon sin querer de una tonalidad rosada, a contra de su voluntad, cabe decir —. ¿Estoy en el cielo? - Suspiró, seguramente estaba divagando. Sin embargo, antes de terminar con la técnica una profunda voz la sacó de sus pensamientos, a parte de que un cuerpo zarandeó al pobre malherido cuando ni éste se podía mantener en una posición erguida.
- Eh, ¿quien eres? ¿Tienes algo que ver con esos tipos?
La delicadeza de Nabi brillaba por su ausencia. Le fulminó con su verdosa mirada y resopló por lo bajo. Negó con la cabeza y terminó con su cometido. Así, apartó sus manos del cuerpo del chico y los posó en sus rodillas, en las que estaba apoyado su cuerpo desde que había comenzado con la técnica, dispuesta a incorporarse sobre ambas piernas de nuevo, ya que había notado como había llegado mucha gente hasta donde ellos se encontraban, y cuando decía ellos, decía a Nabi, el muchacho que yacía en el suelo, la joven Hyuuga que recordaba haber visto por su villa pero que no recordaba su nombre con exactitud, y ella misma, así que sin esperar mucho más se compuso sobre sus dos piernas y se limpió los restos de barro que podían haberse instaurado en sus botas ninja. No paró a intentar recordar las caras de los recién llegados que desconocía, pero sí frunció el ceño al ver a Juro -al que había oído antes pero había ignorado en contestar centrada en su tarea -, y a Kazuma allí, también notó una presencia familiar, era ese chico tiburón que conoció una vez.
No pudo hacer ni pensar nada más ya que el suelo empezó a temblar de una manera antinatural que hizo que la kunoichi huérfana cayese al suelo gracias a su tan ya tan conocida torpeza. No pudo evitar sorprenderse al ver como una cúpula de piedra los envolvía lentamente, dejando justo encima de ella un agujero, por el que pasaba el agua de la lluvia que se disputaba fuera de aquel lugar. A Eri le recordó como si ahora mismo ellos fuesen animales domésticos a los que encerraban en una jaula y observaban para su propio goce y disfrute, por ello ahogó un gritillo. ¿Es que las desgracias nunca venían solas?
Recordó que en su próxima vida, montaría una estúpida tienda de pasteles, vaya que lo haría.
Notó como Nabi se levantó, y el otro muchacho que yacía cerca de ella intentaba incorporarse apoyándose en su rodilla, también observó como todos los presentes se hacían más fácil de ver en aquel momento, siendo iluminados por la luz que emitía la gema - ésta se había metido en una columna que ni si quiera rondaba el metro de altura -.
''¿Y-y ahor-a qué pasa...? - balbuceó mientras se sentaba sobre el barro.