27/01/2016, 01:23
La situación se tornaba más bizarra a cada instante. En aquel lugar las personas comenzaban a aglomerarse como si de un día de campo se tratara.
«Tanta gente…» —Pensó al verlos a todos.
Pudo ver como Nabi se incorporaba, mientras que Eri parecía haber logrado regresar de entre los muertos a aquel muchacho que yacía inconsciente. También estaba Juro que lucía tan confundido como él. Incluso estaba Mitsuki, la chica que había conocido durante los sucesos en el mar del té. Había otras personas, pero ninguna parecía tener intenciones hostiles, por los momentos.
—Bueno, ya les encontré. Así que ahora podemos marcharnos de aquí. —Dijo para sí mismo y sus compañeros, pues todo aquel asunto le daba mala espina.
Como si sus palabras fueran algún detonante verbal, el suelo comenzó a sacudirse violentamente, tanto así que tuvo que utilizar chakra en sus pies para poder mantenerse erguido. La sacudida provocó que las ya inestable ruinas cercanas comenzaran a desmoronarse. Luego de que el sismo comenzará a mermar, unas paredes de piedra comenzaron a emerger alrededor de ellos, una trampa evidente aún pero el menos brillante de los ninjas. Cuando parecía que el domo iba a completarse y a dejarlos sumidos en la oscuridad, se detuvo formado una especie de agujero en la cima, por donde seguía entrando el agua de lluvia.
—¡Joder Nabi! ¿En qué clase de problema te has metido ahora? —Preguntó a su compañero, mientras este se levantaba y se ponía en guardia, como esperando que pasara algo más.
De repente, cerca de donde se encontraban todos, surgió del suelo una especie de columna donde fue a incrustarse una curiosa gema roja. Pero aquello no fue lo más extraño de todo, pues de la nada el Ishimura comenzó a experimentar una fuerte sensación de ansiedad y aprensión, que se centraban en la piedra preciosa que escondía bajo su capa negra.
«Esto es demasiado extraño… Solo tengo la mitad de una gema que me trajo hasta aquí, y no sé cómo, pero estoy seguro de que si tuviera la parte faltante podría salir —pensó, desafiando su habitual sentido común. Pese a eso, aún conservaba la calma—. Debo permanecer tranquilo. Estoy seguro de que alguien más tiene lo que busco, solo… Solo debo esperar el momento adecuado y no fiarme de nadie.»
No estaba seguro de que pasaba ni porque pensaba de aquella manera, pero todo eso no importaba cuando estaba sumido en una húmeda oscuridad y rodeado de gente que seguramente no querrían darle lo que buscaba. La piedra tenía la respuesta, él lo intuía. Quería que todo saliera lo mejor posible pero... Pero si tuviera que pasarse a alguien por el filo de su espada, pues quizás lo hiciera.
«Tanta gente…» —Pensó al verlos a todos.
Pudo ver como Nabi se incorporaba, mientras que Eri parecía haber logrado regresar de entre los muertos a aquel muchacho que yacía inconsciente. También estaba Juro que lucía tan confundido como él. Incluso estaba Mitsuki, la chica que había conocido durante los sucesos en el mar del té. Había otras personas, pero ninguna parecía tener intenciones hostiles, por los momentos.
—Bueno, ya les encontré. Así que ahora podemos marcharnos de aquí. —Dijo para sí mismo y sus compañeros, pues todo aquel asunto le daba mala espina.
Como si sus palabras fueran algún detonante verbal, el suelo comenzó a sacudirse violentamente, tanto así que tuvo que utilizar chakra en sus pies para poder mantenerse erguido. La sacudida provocó que las ya inestable ruinas cercanas comenzaran a desmoronarse. Luego de que el sismo comenzará a mermar, unas paredes de piedra comenzaron a emerger alrededor de ellos, una trampa evidente aún pero el menos brillante de los ninjas. Cuando parecía que el domo iba a completarse y a dejarlos sumidos en la oscuridad, se detuvo formado una especie de agujero en la cima, por donde seguía entrando el agua de lluvia.
—¡Joder Nabi! ¿En qué clase de problema te has metido ahora? —Preguntó a su compañero, mientras este se levantaba y se ponía en guardia, como esperando que pasara algo más.
De repente, cerca de donde se encontraban todos, surgió del suelo una especie de columna donde fue a incrustarse una curiosa gema roja. Pero aquello no fue lo más extraño de todo, pues de la nada el Ishimura comenzó a experimentar una fuerte sensación de ansiedad y aprensión, que se centraban en la piedra preciosa que escondía bajo su capa negra.
«Esto es demasiado extraño… Solo tengo la mitad de una gema que me trajo hasta aquí, y no sé cómo, pero estoy seguro de que si tuviera la parte faltante podría salir —pensó, desafiando su habitual sentido común. Pese a eso, aún conservaba la calma—. Debo permanecer tranquilo. Estoy seguro de que alguien más tiene lo que busco, solo… Solo debo esperar el momento adecuado y no fiarme de nadie.»
No estaba seguro de que pasaba ni porque pensaba de aquella manera, pero todo eso no importaba cuando estaba sumido en una húmeda oscuridad y rodeado de gente que seguramente no querrían darle lo que buscaba. La piedra tenía la respuesta, él lo intuía. Quería que todo saliera lo mejor posible pero... Pero si tuviera que pasarse a alguien por el filo de su espada, pues quizás lo hiciera.