27/01/2016, 20:56
Curiosamente todo individuo vivo allí presente la había pasado por alto completamente, ni siquiera Haruto siendo su compañero de aldea se había dignado a responderle o a darle señal de haberla escuchado, absolutamente nada, del mismo modo todos los demás que se hicieron presentes por mucho que se hayan topado prefirieron mantener distancias. ~ Claro… Si no doy motivos para que me señalen no existo… ~ Fue lo primero que se cruzó por la mente de la kunoichi que había decidido retirarse de la zona y seguir con la búsqueda de aquella persona que había escrito aquella carta.
- Ritsuko… No deberías separarte… - Le decía aquella suave voz femenina que solo la kunoichi era capaz de escuchar. - ¿Para qué voy a quedarme? ¿Para hacer bulto? - Preguntó de mala gana la chica que decidió guardar el fragmento de la gema en el portaobjetos.
Habiéndose alejado ya unos metros de lo que parecía ser el centro del espectáculo, la tierra comenzó a sacudirse con la suficiente fuerza para tumbar a la frustrada chica y dejarla recostada boca arriba en el lodo, en el momento justo para ver como una estructura se le venía encima. - Su puta madre… - Llegó a quejarse la kunoichi antes de levantarse y salir corriendo para evitar morir aplastada.
Finalmente las ruinas de lo que alguna vez fue un templo quedaron completamente inmóviles a unos metros de la kunoichi que apenas alcanzó a ver como de la tierra comenzaba a levantarse algo extraño que por la distancia apenas podía vislumbrarlo como una estructura negra, como una sábana inmensa que de a poco fue cubriendo a los shinobis dejándolos casi totalmente a oscuras, lo suficiente para que Ritsuko por lo menos no viera prácticamente nada.
- ¿Y ahora...? - Preguntó a la nada la pelirroja que intentaba recuperar el aliento. - La gema… - Respondió con serenidad la mayor. La azulada gema que se encontraba aprisionada en el puño de la chica, no podía verla por la pobre iluminación de aquel lugar, pero podía sentirla entre sus dedos y la palma. Guardarla en el portaobjetos era una buena opción, pero era más que seguro que no la sentiría y en cualquier momento alguien podría robársela sin que llegase a percatarse pero tenerla en la mano también era complicado, principalmente porque la imposibilitaba a realizar sello alguno. - ¿Qué tal la boca...? - Consultó la mujer que curiosamente había dicho lo mismo que estaba pensando Ritsuko.
Sin ninguna mejor opción, la kunoichi se llevó la gema a la boca y allí la retuvo entre la lengua y los dientes, total, a la hora de pelear en busca del otro pedazo de la gema no le afectaría en lo más mínimo tener la boca cerrada. ~ Ahora… ¿Quién de ellos la tiene...? ~
Por mucho que la hayan ignorado totalmente, estaba claro que el resto de shinobis había llegado al lugar por algún tipo de convocatoria, podría ser que los demás tuviesen fragmentos de otras cosas pero era más que seguro que alguno de todos ellos tendría la otra mitad del zafiro que tenía Ritsuko, la pregunta era quién.
Poco a poco la kunoichi de rojiza cabellera iba ordenando sus ideas y a causa de la pésima iluminación que tenía ahora mismo pefirió quedarse cerca de aquellas ruinas que habían caído muy cerca suyo, ¿Cómo las encontró? Tanteando el aire hasta que alcanzó algo sólido. ~ Si hago algo para iluminarme todos sabrán donde estoy… ~ Se decía a si misma mientras se mantenía de cuclillas dándole la espalda a la estructura más que nada para evitarse que su silueta fuese tan fácil de vislumbrar. Ahora mismo Ritsuko estaría tal vez a unos quince metros de la columna central donde la primera gema se había incrustado.
- Ritsuko… No deberías separarte… - Le decía aquella suave voz femenina que solo la kunoichi era capaz de escuchar. - ¿Para qué voy a quedarme? ¿Para hacer bulto? - Preguntó de mala gana la chica que decidió guardar el fragmento de la gema en el portaobjetos.
Habiéndose alejado ya unos metros de lo que parecía ser el centro del espectáculo, la tierra comenzó a sacudirse con la suficiente fuerza para tumbar a la frustrada chica y dejarla recostada boca arriba en el lodo, en el momento justo para ver como una estructura se le venía encima. - Su puta madre… - Llegó a quejarse la kunoichi antes de levantarse y salir corriendo para evitar morir aplastada.
Finalmente las ruinas de lo que alguna vez fue un templo quedaron completamente inmóviles a unos metros de la kunoichi que apenas alcanzó a ver como de la tierra comenzaba a levantarse algo extraño que por la distancia apenas podía vislumbrarlo como una estructura negra, como una sábana inmensa que de a poco fue cubriendo a los shinobis dejándolos casi totalmente a oscuras, lo suficiente para que Ritsuko por lo menos no viera prácticamente nada.
- ¿Y ahora...? - Preguntó a la nada la pelirroja que intentaba recuperar el aliento. - La gema… - Respondió con serenidad la mayor. La azulada gema que se encontraba aprisionada en el puño de la chica, no podía verla por la pobre iluminación de aquel lugar, pero podía sentirla entre sus dedos y la palma. Guardarla en el portaobjetos era una buena opción, pero era más que seguro que no la sentiría y en cualquier momento alguien podría robársela sin que llegase a percatarse pero tenerla en la mano también era complicado, principalmente porque la imposibilitaba a realizar sello alguno. - ¿Qué tal la boca...? - Consultó la mujer que curiosamente había dicho lo mismo que estaba pensando Ritsuko.
Sin ninguna mejor opción, la kunoichi se llevó la gema a la boca y allí la retuvo entre la lengua y los dientes, total, a la hora de pelear en busca del otro pedazo de la gema no le afectaría en lo más mínimo tener la boca cerrada. ~ Ahora… ¿Quién de ellos la tiene...? ~
Por mucho que la hayan ignorado totalmente, estaba claro que el resto de shinobis había llegado al lugar por algún tipo de convocatoria, podría ser que los demás tuviesen fragmentos de otras cosas pero era más que seguro que alguno de todos ellos tendría la otra mitad del zafiro que tenía Ritsuko, la pregunta era quién.
Poco a poco la kunoichi de rojiza cabellera iba ordenando sus ideas y a causa de la pésima iluminación que tenía ahora mismo pefirió quedarse cerca de aquellas ruinas que habían caído muy cerca suyo, ¿Cómo las encontró? Tanteando el aire hasta que alcanzó algo sólido. ~ Si hago algo para iluminarme todos sabrán donde estoy… ~ Se decía a si misma mientras se mantenía de cuclillas dándole la espalda a la estructura más que nada para evitarse que su silueta fuese tan fácil de vislumbrar. Ahora mismo Ritsuko estaría tal vez a unos quince metros de la columna central donde la primera gema se había incrustado.