14/02/2016, 18:05
Todo había decaído hacia la locura y la oscuridad, como si estuvieran en la mente de alguien malo y retorcido. Por un instante pensó que por fin había sucumbido a la locura de Bohimei, pero se dio cuenta de que si fueran sus propios pensamientos todo sería más gris y en espacios abiertos. Tampoco le convencía el que fuese una ilusión, pues el olor terroso, la suavidad del lodo y el sonido de la lluvia le parecían demasiado presentes y claros.
«Necesito mi gema, necesito tocarla.»
De manera extraña lo domó la necesidad de tocar su gema, por lo que se dedicó a sostenerla bajo su oscura capa. De pronto algo lo sacó de su retorcido deleite; un sujeto no muy inteligente que proponía demoler la cúpula. Cosa que resultaba nada recomendable, puesto que era una cúpula y estas solo colapsan hacia dentro si las golpeas desde dentro. En su mente era posible que los demás también estuvieran experimentando aquella locura.
—Kazuma, creo que hay tres esferas más. Ya has visto como ha quedado el chaval que ha completado su gema. No sé qué va a pasar, mantente alerta e intenta no verte envuelto en choques de Katon y Futon.
Las palabras del Uchiha lograron que tomara un poco de conciencia sobre la situación. Claro, su rostro y postura indicaban su típica calma absoluta, pero por dentro lo carcomía la ansiedad por completar su gema. Se limitó solo a escuchar a su compañero y sin responder comenzó a caminar hacia uno de los extremos para tomar distancia.
Trataba de tomar aire y calmarse mientras caminaba en las sombras. Sabía que su mente se encontraba caótica y sus pensamientos dispersos, sabía qué pasaría si hacía contacto con su espada. De por sí Bohimei ya causaba estragos en su cabeza, y no quería ni imaginarse cómo se pondrían las cosas si lo conseguía tan inestable.
«¡Vamos cálmate, tienes tu gema y solo te falta la otra mitad! ¡Tranquilízate!» —Se gritaba a sí mismo.
La demencia vino de la nada. Un brillo a los pies de un chico extraño, el evidente pensamiento colectivo de que era la media gema que faltaba, su compañero corriendo y un sonido desgarrador. Se movió solo por el instinto de equipo que le pedía seguir a Juro. Se movió mientras todo se agitaba ante el comienzo de un combate. Y antes de poder darse cuenta, ya había llevado las manos hacia su espada.
—Te sugiero que des vuelta y vuelvas a donde están tus amiguitos —dijo, victorioso—. la piedra es mía.
—Yo te sugiero que te quedes quieto y me entregues la gema —dijo, siniestro—, si quieres conservar la cabeza claro está.
En medio del alboroto el Ishimura se había movido hacia el extremo opuesto con la intención de esperar a quien tenía la gema que buscaba. Para cuando aquel chico con facciones de pez se detuvo a hablar, el ojos grises ya estaba detrás de él como una sombra, si, como una sombra que sostenía un mortal filo a escasos centímetros de su cuello.
«Cortale la cabeza, cortarle la cabeza y toma aquello que tanto quieres.» —Ya era tarde para él, pues en el impulso del momento había echado mano a su katana, solo esperando que aquel sujeto hiciera algún movimiento en falso para así decapitarlo.
«Necesito mi gema, necesito tocarla.»
De manera extraña lo domó la necesidad de tocar su gema, por lo que se dedicó a sostenerla bajo su oscura capa. De pronto algo lo sacó de su retorcido deleite; un sujeto no muy inteligente que proponía demoler la cúpula. Cosa que resultaba nada recomendable, puesto que era una cúpula y estas solo colapsan hacia dentro si las golpeas desde dentro. En su mente era posible que los demás también estuvieran experimentando aquella locura.
—Kazuma, creo que hay tres esferas más. Ya has visto como ha quedado el chaval que ha completado su gema. No sé qué va a pasar, mantente alerta e intenta no verte envuelto en choques de Katon y Futon.
Las palabras del Uchiha lograron que tomara un poco de conciencia sobre la situación. Claro, su rostro y postura indicaban su típica calma absoluta, pero por dentro lo carcomía la ansiedad por completar su gema. Se limitó solo a escuchar a su compañero y sin responder comenzó a caminar hacia uno de los extremos para tomar distancia.
Trataba de tomar aire y calmarse mientras caminaba en las sombras. Sabía que su mente se encontraba caótica y sus pensamientos dispersos, sabía qué pasaría si hacía contacto con su espada. De por sí Bohimei ya causaba estragos en su cabeza, y no quería ni imaginarse cómo se pondrían las cosas si lo conseguía tan inestable.
«¡Vamos cálmate, tienes tu gema y solo te falta la otra mitad! ¡Tranquilízate!» —Se gritaba a sí mismo.
La demencia vino de la nada. Un brillo a los pies de un chico extraño, el evidente pensamiento colectivo de que era la media gema que faltaba, su compañero corriendo y un sonido desgarrador. Se movió solo por el instinto de equipo que le pedía seguir a Juro. Se movió mientras todo se agitaba ante el comienzo de un combate. Y antes de poder darse cuenta, ya había llevado las manos hacia su espada.
—Te sugiero que des vuelta y vuelvas a donde están tus amiguitos —dijo, victorioso—. la piedra es mía.
—Yo te sugiero que te quedes quieto y me entregues la gema —dijo, siniestro—, si quieres conservar la cabeza claro está.
En medio del alboroto el Ishimura se había movido hacia el extremo opuesto con la intención de esperar a quien tenía la gema que buscaba. Para cuando aquel chico con facciones de pez se detuvo a hablar, el ojos grises ya estaba detrás de él como una sombra, si, como una sombra que sostenía un mortal filo a escasos centímetros de su cuello.
«Cortale la cabeza, cortarle la cabeza y toma aquello que tanto quieres.» —Ya era tarde para él, pues en el impulso del momento había echado mano a su katana, solo esperando que aquel sujeto hiciera algún movimiento en falso para así decapitarlo.