16/10/2022, 12:43
La cuerda estaba tensa, su flecha apuntaba directamente a la cabeza del desconocido. Cualquier movimiento sospechoso y sólo tendría que soltar dos dedos antes de que pudiera hacer nada más. Pero entonces lo vio. Lo vio como realmente era. Creía que lo había tenido bajo control en todo momento pero en realidad era al revés. Porque aquel hombre, no era ni siquiera un hombre. Un fugaz recuerdo acudió a su mente. El jōnin destensó el arco y rebuscó rápidamente entre sus bolsillos. De uno sacó un cartel con un rostro toscamente dibujado. No era un retrato elaborado por un especialista, sino por la única persona que había mirado a aquel monstruo a los ojos y había vuelto para contarlo:
—¡ES KURAMA! —gritó, hacia sus compañeros que estaban en el nivel inferior. Entonces se volvió a su compañera—: ¡Tienes que avisarle YA! ¡Le necesitamos!
—¡Ya lo he hecho! ¡Debe estar al caer!
—¡ES KURAMA! —gritó, hacia sus compañeros que estaban en el nivel inferior. Entonces se volvió a su compañera—: ¡Tienes que avisarle YA! ¡Le necesitamos!
—¡Ya lo he hecho! ¡Debe estar al caer!