24/10/2022, 23:01
Raito reconoció al amigo de Datsue al verle con el perro. Un tipo peculiar, según tenía entendido, al que odiabas o que te provocaba cierta ternura si eras de esos que tienen empatía con los que le falta un fervor. El Uchiha no era de estos últimos, aunque se veía que el actual Uzukage sí.
A la pregunta de quién estaba frente a la puerta, Raito se limitó a responder:
—Kurama. —Le observó de reojo mientras saltaba de un tejado a otro—. Deberías ir junto al resto al puerto. No es una orden —matizó—, solo un consejo de vida.
No era una orden, porque sabía que aquel Inuzuka era fuerte y podría venirle bien para ganar tiempo con Kurama. La Villa se estaba volviendo un caos. Los teléfonos de las casas no paraban de sonar; las televisiones dejaron de emitir la programación, sin importar en qué canal estuviesen; ninjas corrían de una vivienda a otra, gritando, avisando a la gente.
Era hora de ejecutar la Operación Una Brecha en el Escudo. Datsue había dejado preparadas una serie de instrucciones, aunque todo se podía resumir en algo muy sencillo: evacuar a la máxima gente posible. Consciente de que la amenaza de Uchiha Zaide a Kintsugi podía caer sobre su Villa en cualquier momento, había elaborado un plan para trasladar a civiles y ninjas en caso de que una Bijūdama se les cayese encima. Para ello, emplearían la mejor ruta de escape que Uzushiogakure tenía a mano: el puerto.
Barcos de toda índole —pesqueros, comerciantes, recreativos— tenían orden de cobijar a la máxima gente posible y salir escopeteadaoshacia Yamiria. Como todo plan que se ejecuta por primera vez sin un testeo previo, tuvo fallos. Con más caos del que debería, con más contratiempos de los que serían necesarios. Contra Kurama, la única misión de Raito era ganar tiempo. Era un buen ninja, y un buen ninja conoce sus limitaciones. Pero con Hanabi… Bueno, con Hanabi, quizá se pudiese permitir soñar con algo más.
Cuando llegó a la entrada de la Villa, lo sintió. En sus ojos, en su Sharingan. La cantidad de chakra que se concentraba entre Hanabi y, presumiblemente, Kurama, era abismal. Como mirar al puto sol. Un chūnin que se encontraba en medio salió corriendo de allí en dirección a las puertas.
Raito lo detuvo.
—¡Informe de la situación!
—¿Q-qué…? ¿C-cómo…? Ehm…
Estaba acojonado. No necesitaba el Sharingan para leerlo en su cara: toda su expresión corporal lo clamaba al cielo. Rápidamente, entendió tres cosas. La primera, que él no tenía la presencia de Hanabi para transmitirle valor a aquel hombre. La segunda, que tampoco contaba con el carisma de Datsue para enderezarle con una perorata. La tercera, que aunque se creía un tipo con cierto poder intimidatorio, definitivamente no estaba en lo más alto de la cadena alimentaria cuando Kurama entraba dentro de la ecuación.
Por eso le cruzó la cara de un sonoro bofetón.
—¡Espabila, uzujin! ¡Te he hecho una jodida pregunta!
—Es… ¡Es Kurama, señor! Un… Un Kage Bunshin. Me dijo que quería hablar con el ninja más importante de la Villa. E… Eso es todo, señor.
Raito le hizo un gesto con la cabeza que el Chūnin interpretó como que podía retirarse. Apenas tardó un segundo en realizar el sello del Shunshin, dejando a un Raito pensativo junto a la entrada, sin todavía acercarse a Hanabi y Kurama. Necesitaba concentrarse. Necesitaba un plan de contingencia para ganar tiempo si las cosas se ponían feas.
A la pregunta de quién estaba frente a la puerta, Raito se limitó a responder:
—Kurama. —Le observó de reojo mientras saltaba de un tejado a otro—. Deberías ir junto al resto al puerto. No es una orden —matizó—, solo un consejo de vida.
No era una orden, porque sabía que aquel Inuzuka era fuerte y podría venirle bien para ganar tiempo con Kurama. La Villa se estaba volviendo un caos. Los teléfonos de las casas no paraban de sonar; las televisiones dejaron de emitir la programación, sin importar en qué canal estuviesen; ninjas corrían de una vivienda a otra, gritando, avisando a la gente.
Era hora de ejecutar la Operación Una Brecha en el Escudo. Datsue había dejado preparadas una serie de instrucciones, aunque todo se podía resumir en algo muy sencillo: evacuar a la máxima gente posible. Consciente de que la amenaza de Uchiha Zaide a Kintsugi podía caer sobre su Villa en cualquier momento, había elaborado un plan para trasladar a civiles y ninjas en caso de que una Bijūdama se les cayese encima. Para ello, emplearían la mejor ruta de escape que Uzushiogakure tenía a mano: el puerto.
Barcos de toda índole —pesqueros, comerciantes, recreativos— tenían orden de cobijar a la máxima gente posible y salir escopeteadaoshacia Yamiria. Como todo plan que se ejecuta por primera vez sin un testeo previo, tuvo fallos. Con más caos del que debería, con más contratiempos de los que serían necesarios. Contra Kurama, la única misión de Raito era ganar tiempo. Era un buen ninja, y un buen ninja conoce sus limitaciones. Pero con Hanabi… Bueno, con Hanabi, quizá se pudiese permitir soñar con algo más.
Cuando llegó a la entrada de la Villa, lo sintió. En sus ojos, en su Sharingan. La cantidad de chakra que se concentraba entre Hanabi y, presumiblemente, Kurama, era abismal. Como mirar al puto sol. Un chūnin que se encontraba en medio salió corriendo de allí en dirección a las puertas.
Raito lo detuvo.
—¡Informe de la situación!
—¿Q-qué…? ¿C-cómo…? Ehm…
Estaba acojonado. No necesitaba el Sharingan para leerlo en su cara: toda su expresión corporal lo clamaba al cielo. Rápidamente, entendió tres cosas. La primera, que él no tenía la presencia de Hanabi para transmitirle valor a aquel hombre. La segunda, que tampoco contaba con el carisma de Datsue para enderezarle con una perorata. La tercera, que aunque se creía un tipo con cierto poder intimidatorio, definitivamente no estaba en lo más alto de la cadena alimentaria cuando Kurama entraba dentro de la ecuación.
Por eso le cruzó la cara de un sonoro bofetón.
—¡Espabila, uzujin! ¡Te he hecho una jodida pregunta!
—Es… ¡Es Kurama, señor! Un… Un Kage Bunshin. Me dijo que quería hablar con el ninja más importante de la Villa. E… Eso es todo, señor.
Raito le hizo un gesto con la cabeza que el Chūnin interpretó como que podía retirarse. Apenas tardó un segundo en realizar el sello del Shunshin, dejando a un Raito pensativo junto a la entrada, sin todavía acercarse a Hanabi y Kurama. Necesitaba concentrarse. Necesitaba un plan de contingencia para ganar tiempo si las cosas se ponían feas.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado