2/11/2022, 18:59
Bajo la seguridad de la villa, el gamberro de Culebra no se sentía demasiado aliviado. Pero. PERO. A espaldas de uno de los más grandes shinobis de la historia, o más bien de dos grandiosos shinobis. No, la verdad es que la cosa tampoco cambiaba demasiado. Ni con el mismísimo Uzukage allí en persona habría cambiado demasiado. Se trataba del puto Kyuubi, ante esa amenaza... solo unos pocos podían permitirse el privilegio de permanecer erguidos.
En ese preciso instante, se podía sentir como una bolsa de basura. O más bien como dos bolsas de basuras, apilada una sobre la otra. O más bien como dos bolsas de basuras, apilada una sobre la otra, pero de esas que tienen un viscoso liquido pestoso chorreando por un agujero.
¿Qué mierdas podía hacer en una situación como ésta?. Había estado entrenando toda su vida para afrontar situaciones peligrosas, pero ésto se salía demasiado de la escala habitual. El chico no tenía nada que ofrecer allí, absolutamente nada. Por un instante, hasta olvidó que había más gente alrededor. Olvidó que estaba temblando como un puto flan, o una gelatina. Ni tan siquiera había prestado atención a que el chico del perro y un guardia habían recibido ordenes. Aunque tampoco es que eso importase tanto en ese preciso instante...
En ese preciso instante, el chico tan solo podía sentir una profunda decepción de no estar a la altura. Pocos podían estar a ese nivel.
En ese preciso instante, se podía sentir como una bolsa de basura. O más bien como dos bolsas de basuras, apilada una sobre la otra. O más bien como dos bolsas de basuras, apilada una sobre la otra, pero de esas que tienen un viscoso liquido pestoso chorreando por un agujero.
¿Qué mierdas podía hacer en una situación como ésta?. Había estado entrenando toda su vida para afrontar situaciones peligrosas, pero ésto se salía demasiado de la escala habitual. El chico no tenía nada que ofrecer allí, absolutamente nada. Por un instante, hasta olvidó que había más gente alrededor. Olvidó que estaba temblando como un puto flan, o una gelatina. Ni tan siquiera había prestado atención a que el chico del perro y un guardia habían recibido ordenes. Aunque tampoco es que eso importase tanto en ese preciso instante...
En ese preciso instante, el chico tan solo podía sentir una profunda decepción de no estar a la altura. Pocos podían estar a ese nivel.