4/03/2023, 23:03
El mundo se le había caido encima al shinobi de viperino sobrenombre. Por más frío, vándalo y gamberro que había sido tiempo atrás, por más que había sido rechazado por la villa, señalado u acusado de manera injusta... Nada cambiaba el presente. Nada cambiaba esa horripilante escena, y la manera en que le afectaba. Hoy día, ese dolor y esa destrucción le hería como si le hubiesen arrancado el corazón, le hubiesen apagado una colilla encima, y lo hubiesen echado a una pecera llena de pirañas con diabetes. Hoy le dolía más de lo que se pudiera expresar con meras palabras.
El shinobi unió las manos en un sello especial de manos, diseñado por el mismo. Varios hilos de chakra salieron disparados al suelo, justo a sus pies, y poco más tarde la tierra se resquebrajó. Fue apenas un instante, y tras ello una mano de piedras, metal, arena y algunos restos del lugar atravesó el camino para dar paso a una cabeza, otro brazo, más tarde una espalda...
—Ninpou: Sonobashinogi no ningyō
Sentenciado el nombre, la técnica culminó con un ente creado con la propia tierra, de forma humanoide. Fue el primero de tres, que tardaron poco en crearse, tras el primero.
Con un juego de dedos, el titiritero lanzó a las tres marionetas hacia los restos del arco torii. Casi al unísono, forzaron sus límites para elevar esos restos, aunque fuese por unos segundos. El marionetista aprovecharía entonces para sacar al pobre hombre de las piernas destrozadas. Era el primero al que ayudaba, y esperaba wue no fuese el último. Había demasiada desesperación y dolor en aquella devastada tierra. Una vez a salvo éste, correría con sus marionetas hasta el hombre que lloraba abrazándose las rodillas.
—¡V-vamos! ¡Hay que ayudar a los demás hermano! ¡Guarda las lágrimas para luego y ayuda! ¡Joder!.
No sabía ni quién sería el siguiente... Quizás la niña que lloraba por su padre, o buscaría al bebé al que no lograba ver. Quería ayudar, aunque no sabía ni por dónde continuar.
El shinobi unió las manos en un sello especial de manos, diseñado por el mismo. Varios hilos de chakra salieron disparados al suelo, justo a sus pies, y poco más tarde la tierra se resquebrajó. Fue apenas un instante, y tras ello una mano de piedras, metal, arena y algunos restos del lugar atravesó el camino para dar paso a una cabeza, otro brazo, más tarde una espalda...
—Ninpou: Sonobashinogi no ningyō
Sentenciado el nombre, la técnica culminó con un ente creado con la propia tierra, de forma humanoide. Fue el primero de tres, que tardaron poco en crearse, tras el primero.
Con un juego de dedos, el titiritero lanzó a las tres marionetas hacia los restos del arco torii. Casi al unísono, forzaron sus límites para elevar esos restos, aunque fuese por unos segundos. El marionetista aprovecharía entonces para sacar al pobre hombre de las piernas destrozadas. Era el primero al que ayudaba, y esperaba wue no fuese el último. Había demasiada desesperación y dolor en aquella devastada tierra. Una vez a salvo éste, correría con sus marionetas hasta el hombre que lloraba abrazándose las rodillas.
—¡V-vamos! ¡Hay que ayudar a los demás hermano! ¡Guarda las lágrimas para luego y ayuda! ¡Joder!.
No sabía ni quién sería el siguiente... Quizás la niña que lloraba por su padre, o buscaría al bebé al que no lograba ver. Quería ayudar, aunque no sabía ni por dónde continuar.