15/03/2023, 14:16
Suzaku se había quedado petrificada en el sitio. Como una estatua, incapaz de moverse, incapaz de apartar los ojos de la escena que se dibujaba frente a sus infantiles ojos. Humo. Escombros. Fuego. Podía escuchar los gritos y los llantos en la lejanía, que se le clavaban en los tímpanos. Buena parte de Uzushiogakure, la Villa a la que había jurado proteger, su hogar, había sido reducida a cenizas.
En shock, fue incapaz de escuchar lo que los dos Uzukage discutían entre sí. Ni siquiera la voz de su hermana llegó hasta sus oídos. Era incapaz de mover un solo músculo y en su mente luchaban la incredulidad y la más absoluta impotencia con el deseo de poder hacer algo por ayudar. A quien fuera.
Una lágrima resbaló por su mejilla, incontrolable.
En shock, fue incapaz de escuchar lo que los dos Uzukage discutían entre sí. Ni siquiera la voz de su hermana llegó hasta sus oídos. Era incapaz de mover un solo músculo y en su mente luchaban la incredulidad y la más absoluta impotencia con el deseo de poder hacer algo por ayudar. A quien fuera.
Una lágrima resbaló por su mejilla, incontrolable.