12/04/2023, 18:31
TOdo estaba ocurriendo tan rápido, que el titiritero no sabía ni dónde poner el ojo. Quería hacer mucho, pero había demasiado que hacer. Era como la pescadilla que se muerde la cola. De buenas a primeras, un chico de pelo verde le interrumpió, inquiriendo que lo que debía hacer con aquél hombre no era animarlo a ayudar al resto, si no llevarlo al hospital. Si, quizás tenía razón...
Y antes siquiera de que respondiese con una afirmación u algo, el Uzukage se presentó ante ellos. Fue conciso, tajante, directo. Culebra afirmó con un gesto rápido y contundente de cabeza. Debía llevar a cuantos pudiese al hospital, y entre tanto él llamó tipo ese, Daigo. Tan rápido como había llegado, se fue. Literalmente en un pestañeo, junto al peliverde. El marionetista, ni corto ni perezoso, tomó con ayuda de su marioneta al tipo herido, y comenzó a movilizarse hasta el hospital. Allí dejaría al hombre en manos de quien fuera que se encontrase, su objetivo era el dicho por su superior, llevar al hospital a cuantos heridos pudiese.
Y por lo que sus orbes podían vislumbrar, la tarea iba a llevarle un buen tiempo.
Y antes siquiera de que respondiese con una afirmación u algo, el Uzukage se presentó ante ellos. Fue conciso, tajante, directo. Culebra afirmó con un gesto rápido y contundente de cabeza. Debía llevar a cuantos pudiese al hospital, y entre tanto él llamó tipo ese, Daigo. Tan rápido como había llegado, se fue. Literalmente en un pestañeo, junto al peliverde. El marionetista, ni corto ni perezoso, tomó con ayuda de su marioneta al tipo herido, y comenzó a movilizarse hasta el hospital. Allí dejaría al hombre en manos de quien fuera que se encontrase, su objetivo era el dicho por su superior, llevar al hospital a cuantos heridos pudiese.
Y por lo que sus orbes podían vislumbrar, la tarea iba a llevarle un buen tiempo.