21/02/2016, 12:32
-Al completar mi gema hubo una especie de onda expansiva y despues esta cobró vida, lo siguiente que vi fue a este chico en el suelo y a los otros dos con el orbe.
Vale, sí, comprendía... No, espera. ¿Al completar una gema se creaba una onda expansiva? ¿Y después cobraba vida? ¿Y luego aparecía alguien medio muerto en el suelo sin un ápice de chakra por su cuerpo? ¡Ay Kami! ¡Ella no tenía tanto chakra para dar a todo el bullicio de gente que se encontraba allí! Y si... ¡¿Y si le pasaba a ella?! No estaba preparada... El miedo inundó su cuerpo cual tsunami arrasando ciudades enteras, ni si quiera se enteró de cuando Juro, el tranquilo e imperturbable Juro, se echaba a correr contra el chico de piel azulada, Samek- Kaido, Kaido y el brillo que tenía a sus pies.
Un dolor punzante se apoderó de su cabeza cuando un chillido desgarrador resonó por todo el interior de la cúpula, haciendo que se llevase ambas manos a los oídos por la dichosa bomba de sonido que había lanzado su compañero de villa al suelo, culpa suya, por no haberse dado cuenta. Sus ojos permanecieron cerrados debido a la intensidad del dolor de su cabeza, intentando atenuarlo, pero le era imposible. Lágrimas se formaban en sus ojos amenazando con salir si no hacía nada por evitarlo.
Cuando el dolor comenzó a desaparecer, todo se escuchaba amortiguado: ninjas cayendo conmocionados, tres de los que todavía seguían conscientes peleándose, otro chillando nombres que la huérfana desconocía, y un montón de sonidos más que no pudo distinguir por tal cantidad de información que no lograba procesar con claridad. Lo peor fue cuando notó que Nabi salió corriendo hacia el centro de la cúpula, alejándose de ella. No, no, no, no, no.
''Nabi... Nabi... No te vayas, no quiero quedarme sola, no, no, tengo miedo, no...''
Se apartó las manos de los oídos y las miró con los ojos entrecerrados, abriéndolas y cerrándolas lentamente. Estaba allí, estaba entera... Y entonces fue como una idea descabellada le invadió la cabeza. Con lentitud amoldó su propio chakra en su interior y luego lo dejó fluir hasta su mano izquierda... ''Uno, dos, tres... ¡Ya!''
Trozos de tierra mojada y tierra seca volaron al notar el impacto de la famosa técnica de la joven kunoichi de Uzushiogakure, tal como los pétalos que caían del los árboles tan característicos del Jardín de los Cerezos de su villa. Allí si que estaría tranquila... La tierra a su al rededor siguió temblando, y ella, metida en un pequeño trance, se acuclilló y llevó las manos de nuevo a sus oídos, las lágrimas caían ahora por sus sonrosadas mejillas. ¡Estaba sola en medio de un cúmulo de gente que se ponía a discutir sin sentido alguno!
Pues que se matasen, que ella necesitaba primero tranquilizarse. Y al que se acercase a la huérfana, pobre de él o ella.
Vale, sí, comprendía... No, espera. ¿Al completar una gema se creaba una onda expansiva? ¿Y después cobraba vida? ¿Y luego aparecía alguien medio muerto en el suelo sin un ápice de chakra por su cuerpo? ¡Ay Kami! ¡Ella no tenía tanto chakra para dar a todo el bullicio de gente que se encontraba allí! Y si... ¡¿Y si le pasaba a ella?! No estaba preparada... El miedo inundó su cuerpo cual tsunami arrasando ciudades enteras, ni si quiera se enteró de cuando Juro, el tranquilo e imperturbable Juro, se echaba a correr contra el chico de piel azulada, Samek- Kaido, Kaido y el brillo que tenía a sus pies.
Un dolor punzante se apoderó de su cabeza cuando un chillido desgarrador resonó por todo el interior de la cúpula, haciendo que se llevase ambas manos a los oídos por la dichosa bomba de sonido que había lanzado su compañero de villa al suelo, culpa suya, por no haberse dado cuenta. Sus ojos permanecieron cerrados debido a la intensidad del dolor de su cabeza, intentando atenuarlo, pero le era imposible. Lágrimas se formaban en sus ojos amenazando con salir si no hacía nada por evitarlo.
Cuando el dolor comenzó a desaparecer, todo se escuchaba amortiguado: ninjas cayendo conmocionados, tres de los que todavía seguían conscientes peleándose, otro chillando nombres que la huérfana desconocía, y un montón de sonidos más que no pudo distinguir por tal cantidad de información que no lograba procesar con claridad. Lo peor fue cuando notó que Nabi salió corriendo hacia el centro de la cúpula, alejándose de ella. No, no, no, no, no.
''Nabi... Nabi... No te vayas, no quiero quedarme sola, no, no, tengo miedo, no...''
Se apartó las manos de los oídos y las miró con los ojos entrecerrados, abriéndolas y cerrándolas lentamente. Estaba allí, estaba entera... Y entonces fue como una idea descabellada le invadió la cabeza. Con lentitud amoldó su propio chakra en su interior y luego lo dejó fluir hasta su mano izquierda... ''Uno, dos, tres... ¡Ya!''
Trozos de tierra mojada y tierra seca volaron al notar el impacto de la famosa técnica de la joven kunoichi de Uzushiogakure, tal como los pétalos que caían del los árboles tan característicos del Jardín de los Cerezos de su villa. Allí si que estaría tranquila... La tierra a su al rededor siguió temblando, y ella, metida en un pequeño trance, se acuclilló y llevó las manos de nuevo a sus oídos, las lágrimas caían ahora por sus sonrosadas mejillas. ¡Estaba sola en medio de un cúmulo de gente que se ponía a discutir sin sentido alguno!
Pues que se matasen, que ella necesitaba primero tranquilizarse. Y al que se acercase a la huérfana, pobre de él o ella.