7/03/2016, 18:48
Karamaru pensaba que la vela se había apagado al tocar el suelo, antes de caer al abismo. Pero no, solamente había bajado su intensidad por el tacto con la tierra y todos los presentes se llevarían la sorpresa de su vida. Primero un terremoto que rompe el suelo, y luego, un infierno bajo esos agujeros que generaba el temblor. Si alguien podía llegar a tener mal a suerte, nunca se compararía con lo que estaban viviendo todos esos gennin. Gennin que el calvo solo escuchaba gritos y pasos y siluetas moviéndose de acá para allá.
¡Venid todos aqui! ¡Es el sitio más seguro!
¡Ritsuko! ¡Aquí!
¡Hey! ¡Nabi! ¡Ayúdame!
¡Ven! ¡Ya! ¡Acabaremos muertos sino vamos con Nabi!
El cenobita venía de rezagado. Su punto de salvación estaba siendo invadido por unas cuantas personas antes de que llegase. Un hombre que se clavaba a uno de los pilares y luego salía despedido para atrás, una silueta que se colgaba del borde para después subir, y otros que llegaban con mejor suerte y facilidad a la tierra firme.
El suelo se resquebrajaba haciendo imposible poder correr en línea recta. Lo único que quedaba era saltar de entre los pedazos que parecían firmes, o mejor dicho, los que todavía no habían comenzado su descenso. Pero poco a poco Karamaru se acercaba y el tumulto de gente se hacía cada vez más notorio. Quería contar cuantos eran pero su concentración debía de enfocarse en otra cosa. No ser chupado por el fuego que lo corría a sus espaldas.
«Tu sabes que puedes llegar, tu lo sabes, eres shinobi, vamos, vamos, vamos...
El suelo que no le permitía ir en línea recta hacía que tenga que rodear la plataforma mientras se acercaba. Giró y giró alrededor de ella hasta darse cuenta que frente a él, y también yendo hacia la plataforma, había dos personas que trataban de obtener un lugar en ese lugar de salvación. ¿Qué podía hacer un monje al que le enseñan que ayudar al otro es primordial? Olvidarse de ese redondo pedazo de tierra y acercarse a las dos figuras.
Poca atención les había prestado, no sabían si eran shinobis, kunoichis, civiles ni tiburones, pero el tomó el cuerpo de la persona que estaba siendo ayudada y cruzó su brazo por la espalda y puso la mano en su pecho para hacer fuerza y ayudar a la otra persona a llegar más fácilmente a la zona segura. Dos individuos cargarían mucho mejor a otro que uno solo. Lamentablemente, estaba dejando un fiel amigo atrás. No había visto al peliblanco y lo dejó a su propia suerte.
¡Venid todos aqui! ¡Es el sitio más seguro!
¡Ritsuko! ¡Aquí!
¡Hey! ¡Nabi! ¡Ayúdame!
¡Ven! ¡Ya! ¡Acabaremos muertos sino vamos con Nabi!
El cenobita venía de rezagado. Su punto de salvación estaba siendo invadido por unas cuantas personas antes de que llegase. Un hombre que se clavaba a uno de los pilares y luego salía despedido para atrás, una silueta que se colgaba del borde para después subir, y otros que llegaban con mejor suerte y facilidad a la tierra firme.
El suelo se resquebrajaba haciendo imposible poder correr en línea recta. Lo único que quedaba era saltar de entre los pedazos que parecían firmes, o mejor dicho, los que todavía no habían comenzado su descenso. Pero poco a poco Karamaru se acercaba y el tumulto de gente se hacía cada vez más notorio. Quería contar cuantos eran pero su concentración debía de enfocarse en otra cosa. No ser chupado por el fuego que lo corría a sus espaldas.
«Tu sabes que puedes llegar, tu lo sabes, eres shinobi, vamos, vamos, vamos...
El suelo que no le permitía ir en línea recta hacía que tenga que rodear la plataforma mientras se acercaba. Giró y giró alrededor de ella hasta darse cuenta que frente a él, y también yendo hacia la plataforma, había dos personas que trataban de obtener un lugar en ese lugar de salvación. ¿Qué podía hacer un monje al que le enseñan que ayudar al otro es primordial? Olvidarse de ese redondo pedazo de tierra y acercarse a las dos figuras.
Poca atención les había prestado, no sabían si eran shinobis, kunoichis, civiles ni tiburones, pero el tomó el cuerpo de la persona que estaba siendo ayudada y cruzó su brazo por la espalda y puso la mano en su pecho para hacer fuerza y ayudar a la otra persona a llegar más fácilmente a la zona segura. Dos individuos cargarían mucho mejor a otro que uno solo. Lamentablemente, estaba dejando un fiel amigo atrás. No había visto al peliblanco y lo dejó a su propia suerte.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘
-Maestro Yoda.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘