11/03/2016, 17:32
Como si su grito desesperado hubiese funcionado, no Nabi, sino Kaido, había decidido acudir en su rescate - pero nada de lo que cabría esperarse de una persona educada, al menos podría celebrar que siguiese con vida -, por ello agradeció en sus adentros que el chico-pez ayudase a la peliazul de tal manera, ¡no moriría calcinada ni hecha cenizas!
''¡Muchas gracias Kaido-san!''
Caminando como buenamente podía además de intentar seguir el paso apresurado del de Amegakure, un chico de escaso pelo se unió en su ayuda, y los tres tomaron rumbo hacia el único lugar seguro, o aparentemente el único lugar seguro mientras piedras, escombros y partes de la cúpula en general caían, sin embargo la huérfana estaba tan sumergida en el mar de sus pensamientos que no notó como algo se dirigía sobre su cabeza, no hasta que su rubio amigo acudió a su rescate, pegándose contra el escombro de considerable tamaño para redirigir su trayectoria hacia otro lugar.
-¡Nabi! ¿Estás bien? - Preguntó girando su cabeza, observando como el chico se había posicionado a su espalda, sorteando - al igual que ellos -, las piedras, que aunque pequeñas, podrían causar bastantes daños sobre sus cabezas, y suspiró al comprobar que estaba entero, y que, dentro de lo que cabía, se podía apreciar que no tenía muchos daños - aunque el golpe tuvo que doler, eso seguro -, ¡al menos la cúpula ya se había desmoronado! -¡Vamos Kaido-san, Calvo-san! - Animó mientras aceleraba el paso caminansdo a la pata coja.
Una vez en la zona segura, cuando todas las piedras hayan caído y el suelo deje de desmoronarse, no dudaría en precipitarse a huir de aquel lugar, solo de pensarlo tiritaba del miedo, o quizás del frío... La verdad es que lo único que quería era llegar a casa.
''¡Muchas gracias Kaido-san!''
Caminando como buenamente podía además de intentar seguir el paso apresurado del de Amegakure, un chico de escaso pelo se unió en su ayuda, y los tres tomaron rumbo hacia el único lugar seguro, o aparentemente el único lugar seguro mientras piedras, escombros y partes de la cúpula en general caían, sin embargo la huérfana estaba tan sumergida en el mar de sus pensamientos que no notó como algo se dirigía sobre su cabeza, no hasta que su rubio amigo acudió a su rescate, pegándose contra el escombro de considerable tamaño para redirigir su trayectoria hacia otro lugar.
-¡Nabi! ¿Estás bien? - Preguntó girando su cabeza, observando como el chico se había posicionado a su espalda, sorteando - al igual que ellos -, las piedras, que aunque pequeñas, podrían causar bastantes daños sobre sus cabezas, y suspiró al comprobar que estaba entero, y que, dentro de lo que cabía, se podía apreciar que no tenía muchos daños - aunque el golpe tuvo que doler, eso seguro -, ¡al menos la cúpula ya se había desmoronado! -¡Vamos Kaido-san, Calvo-san! - Animó mientras aceleraba el paso caminansdo a la pata coja.
Una vez en la zona segura, cuando todas las piedras hayan caído y el suelo deje de desmoronarse, no dudaría en precipitarse a huir de aquel lugar, solo de pensarlo tiritaba del miedo, o quizás del frío... La verdad es que lo único que quería era llegar a casa.