16/03/2016, 01:55
La prisa por alcanzar la seguridad del pilar le jugó una mala pasada al peliblanco. Resultaba que había olvidado quitar la cubierta de chakra de su espada, por lo que cuando está impacto con la roca, sólo se introdujo en una hendidura superficial. Claro, se dio cuenta de todo esto cuando al apoyar su peso sintió como perdía agarre y comenzaba a caer.
«¡Maldición!» —Rugió en su interior cuando ya daba su vida por perdida.
Pero justo cuando estaba siendo esperado por el caluroso abrazo de las llamas en el fondo, una especie de proyectil viscoso le pego contra el pilar. El impacto contra la roca le hizo perder el aire, pero poco importaba si le había salvado la vida.
—¡Joder Kazuma, estoy aquí! —exclamó, bastante nervioso. Comenzó a correr en dirección hacia Nabi—. Vamos, Vamos, Vamos...
Como pudo se subió al pilar y alzó un pulgar en señal de que estaba bien para que sus compañeros lo vieran. Le hubiera gustado gritarles que se encontraba en buenas condiciones, pero el encontrarse boca abajo y sin aire le imposibilitaba el dar otras señales verbales. Por supuesto aún tenía fuerzas para sostener su espada, siempre tenía fuerzas para ello.
Mientras yacía recuperándose podía escuchar los gritos, las llamas, los derrumbes y un fuerte sonido de impacto que se había escuchado justo por encima de él. Todo se le hacía extraño; si bien todo se estaba volviendo una lluvia de peligros tras otros, se encontraba muchísimo más calmado que cuando sostenía la gema. Quizás fuera porque la suya propia se había caído en alguna parte, permitiéndole de a poco volver a sentirse como siempre.
—Díganle al pelo de caspa que se atrevió a rajarme el cuello que le haré una visita luego. De momento, será mejor salir de aquí todos... en una sola pieza, preferiblemente.
«Hijo de bacalao… Ninguno rufián se mete con mi cabello.» —Su reacción fue instantánea en cuanto escuchó la afrenta. Ciertamente no eran momentos para pelear, pero no iba a permitir que una decapitación fallida le intimidara.
—¡Bien, Sirenita, cuando sea o ahora mismo si quieres! —Exclamó, haciendo referencia a los femeninos y delicados seres mitológicos del mar, mientras se levantaba como podía—. La próxima vez que te licues mearé sobre tu acuoso ser, a ver si te quedan ganas de recomponerte.
«¡Maldición!» —Rugió en su interior cuando ya daba su vida por perdida.
Pero justo cuando estaba siendo esperado por el caluroso abrazo de las llamas en el fondo, una especie de proyectil viscoso le pego contra el pilar. El impacto contra la roca le hizo perder el aire, pero poco importaba si le había salvado la vida.
—¡Joder Kazuma, estoy aquí! —exclamó, bastante nervioso. Comenzó a correr en dirección hacia Nabi—. Vamos, Vamos, Vamos...
Como pudo se subió al pilar y alzó un pulgar en señal de que estaba bien para que sus compañeros lo vieran. Le hubiera gustado gritarles que se encontraba en buenas condiciones, pero el encontrarse boca abajo y sin aire le imposibilitaba el dar otras señales verbales. Por supuesto aún tenía fuerzas para sostener su espada, siempre tenía fuerzas para ello.
Mientras yacía recuperándose podía escuchar los gritos, las llamas, los derrumbes y un fuerte sonido de impacto que se había escuchado justo por encima de él. Todo se le hacía extraño; si bien todo se estaba volviendo una lluvia de peligros tras otros, se encontraba muchísimo más calmado que cuando sostenía la gema. Quizás fuera porque la suya propia se había caído en alguna parte, permitiéndole de a poco volver a sentirse como siempre.
—Díganle al pelo de caspa que se atrevió a rajarme el cuello que le haré una visita luego. De momento, será mejor salir de aquí todos... en una sola pieza, preferiblemente.
«Hijo de bacalao… Ninguno rufián se mete con mi cabello.» —Su reacción fue instantánea en cuanto escuchó la afrenta. Ciertamente no eran momentos para pelear, pero no iba a permitir que una decapitación fallida le intimidara.
—¡Bien, Sirenita, cuando sea o ahora mismo si quieres! —Exclamó, haciendo referencia a los femeninos y delicados seres mitológicos del mar, mientras se levantaba como podía—. La próxima vez que te licues mearé sobre tu acuoso ser, a ver si te quedan ganas de recomponerte.