Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
¿Oyen eso? Es el orgullo de un Uchiha haciéndose añicos.
Datsue no lo oyó. Como tampoco oyó su propio chillido, desgarrador, cuando la tormenta se descargó sobre su cabeza. Ni oyó al público estallar en vítores y silbidos de admiración. Ni a su propio cuerpo cuando lamió el suelo. Ni siquiera, como ya habíamos dicho, el sonido metálico del ōkunai desplomándose en el tatami. No, estaba demasiado confuso, demasiado aturdido. Daruu estaba allí, al jodido frente, y de repente lo estaba a su espalda. Dónde se suponía que el Susano’o más le protegía. Donde se suponía no tenía puntos ciegos.
La oscuridad le empañó la vista. El chakra no relucía en el cuerpo de Daruu. La sangre de sus ancestros no respondía a su llamada. Incluso le costaba mantener los párpados abiertos, que le pesaban toneladas. ¿Qué había pasado? ¿Qué estaba ocurriendo?
«¡Tres!»
Sí oyó a Shukaku. La voz atronadora del Padre del Desierto retumbó en su cabeza como si fuesen las nueve de la mañana y él con resaca. Pero lo que decía no tenía ningún sentido. ¿Tres? ¿A qué venía aquel número?
«¡Dos!»
«¿¡Pero dos de qué!? ¿¡Qué kusañada me estás contando!?»
«¡La cuenta, pedazo de im…!»
«¡Hostia! ¡¡La cuenta!!»
Ni siquiera llegó a levantarse. Saltó en dirección a Daruu, dando una voltereta sobre el suelo pese a quedar en una posición vulnerable. No le importó, porque a media voltereta…
¡¡¡¡BAAAAAAAAMMMMM!!!!
… el sello sonoro que llevaba pegado al abdomen, bajo el chaleco, estalló. Datsue no lo oyó, claro, como no había oído absolutamente nada de lo anterior. En sus ojos brillaban de nuevo el Sharingan, y en su mano, una esfera color turquesa. Datsue la estampó en el pecho de Daruu, pues así había hecho con todos sus contrincantes anteriores, y no quería hacer distinciones. Les repartiría el amor de Uzu por igual.
—¿Decías algo? —preguntó, llevándose una mano al chaleco y tirando lo suficiente como para que se viese el principio del pectoral. Eso, y el Sello de los Cuatro Sentidos. El mismo que le había colocado al propio Daruu y Ayame hacía no tanto. Bueno, casi el mismo. Porque en vez de suprimir el tacto, se había suprimido el sentido del oído.
Datsue padecía de una sordera pasajera más gorda que la de un kusareño cuando le retan a un combate.
- PV:
106/300
–
-16
–
-80
–
-26
–
+10
–*
- CK:
134/410
–
-18
–
-60
– (regen. dividida)
*
2/5
–
Fuerza 70 · Resistencia 40 · Aguante 70 · Agilidad 70 · Destreza100* Poder 100 · Inteligencia 80 · Carisma 80 · Voluntad 60 · Percepción80 (+20 a Percepción y Destreza *en tai y armas por San Tomoe no Sharingan)
- Técnicas: San Tomoe no Sharingan, Rasenganx2, Shikankaku Fūin ** (Séptima Evolutiva), (3 turnos atrás, el CK correspondiente ya se descontó en dicho post),
3/10
–
- Daños: 100 PV
- Acciones ocultas reveladas:
Cita:Acción Oculta 1: Colocar el Shikankaku Fūin en Datsue, pectoral izquierdo. Sentido suprimido: oído.
Acción Oculta 2: Colocar un Oto Fuda en el abdomen, bajo el chaleco, que estallará por sí solo en 3 turnos.
Hitai-ate [cuello]
Chaleco militar (4/5)
Ōkina Hyōrōgan x1
Ōkina Chirōgan x1x0
Esposas supresoras de chakra x1
Chīsana Makimono x1(3/3), sellado un Katon: Gōkakyū no Jutsux5, en forma de proyectil, con Poder 100(Usado)
Portaobjetos básico (8/10)[costado derecho]
A-ranku no Kibakudama x1
Hikaridama x1x0
Bomba sonora x1
Oto Fuda x1x0
Kunai x1
Shuriken x2
Hilo shinobi x1
Portaobjetos avanzado (7/10)[costado izquierdo]
Kunai x1
Shuriken x2
Paquete de 15 makabishi x1
Bomba de humo x1
Fuda Kami x1
Sello explosivo de rango A x1
Sellados en el cuerpo (6/7)
Kunai x1[palma derecha]
Sello explosivo de rango B x1 [palma izquierda]
Chūgata Makimono, sellado un Katon: Sogekihei Doragon (esfera) y un Fūton: Kazenami no Jutsu, ambos con Poder 100 [dorsal de la mano derecha]
Ōkunai (suelo)[Reforjada con el Toque de Herrero]
Dai Shuriken [pectoral derecho]
Tela y etiqueta de sellado [nuca]
Juego de ganzúas[interior dobladillo calzoncillo]
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Por primera vez, Daruu se creía ganador. Ganador frente al candidato a Uzukage. No se lo podía creer, estaba en una nube. Y lo que pasa cuando uno está en las nubes es que se la suelen colar, ya os digo. Y Datsue era un experto en colarlas, ya sabéis. El Uchiha dio una voltereta hacia él, exponiéndose por completo, y Daruu estaba a punto de volverle a alejar con el Hakke Kushō cuando un horrible chirrido le obligó a encogerse y taparse los oídos.
¿Lo siguiente? Lo siguiente pasó sin que supiese muy bien que pasó, por así decirlo. Sintió un terrible dolor en el abdomen, justo bajo la herida anterior. Sintió que sus pies se despegaban del suelo y que todo daba vueltas. Aterrizó de mala manera sobre la madera, malherido. Y lo supo.
Supo que el combate acabaría pronto. Es un instinto que un shinobi con algo de experiencia desarrolla. Sin embargo, no podía asegurar cuál de los dos acabaría en pie y cual mordiendo el polvo. Eso es algo que ni la experiencia te aseguraba.
«Me cago en las putas bombas de luz, las putas bombas de sonido, las putas bombas de humo y eso que las he usado yo, me cago en todas las putas bombas macho.»
Datsue le dijo algo, en la distancia, pero no pudo oírlo. Los oídos le pitaban. Se conformó con leerle los labios. «Hijo de puta». Ese maldito sello. ¡Ese maldito sello! No sabía si estaba más cabreado por el ataque que había encajado por culpa de él o por el mal rato que le había hecho pasar aquél otro día. Probablemente fuera por aquello, sí. «¿Se ha insensibilizado el oído con él?» La última vez, Datsue les quitó el sentido del tacto, dejándoles flotando como en una nube. El resultado había sido el contrario al que había pretendido. Pero eso es una historia que no merece la pena contar ahora.
Daruu avanzó renqueando hacia Datsue, formulando un único sello del Carnero. Escupió un denso chorro de niebla que giró alrededor de él y se lo tragó, expandiéndose cada vez más, inundando el campo de batalla, comiéndose también al Uchiha... y dejándolo también sin el sentido de la vista.
Poco después, cuatro agujas de colores dispares surcaron la niebla buscando clavarse en el torso, sendos brazos, y abdomen del uzujin.
E inmediatamente, el Uchiha volvió a sentir algo pasarle por el costado. A la espalda, un quejumbroso Daruu trató de golpearle con la palma de la mano en la nuca. Una ráfaga de chakra que atravesaría la columna y se dirigiría a la tráquea, buscando cortarle momentáneamente la respiración.
Y mientras tanto, claro, en el estadio había estallado la indignación —aunque Datsue era incapaz de escuchar el jaleo—. Al fin y al cabo, Amedama acababa de robarles un trocito más de espectáculo. Otra vez. Porque ya había pasado en otros combates.
—¡JODER, VALE YA CON LA PUTA NIEBLA, HIJOS DE PUTA!
—¡YA ESTÁ BIEN HOMBRE, YA ESTÁ BIEN!
- PV:
88/250
– (+30/50) (-100)
- CK:
207/380
– (-30) (-14) (regen. dividida)
Fuerza 40 · Resistencia 50 · Aguante 80 · Agilidad 60 · Destreza110* Poder 80 · Inteligencia 60 · Carisma 40 · Voluntad 60 · Percepción110 (+30 a Percepción y +10 a Destreza *en tai y armas por Byakugan)
Enfriamiento del Chishio: 1/3
Enfriamiento del Shunshin: 0/3
1 AO mantenida
2 AO nuevas
Daños: 8 PV por cada senbon, 16 PV por Jūken en forma de palmada (no cierra Tenketsu este).
Técnicas utilizadas: Shunshin no Jutsu(link), Jūken(link)
- Placa de Amegakure en la parte frontal del cinturón
Portaobjetos básico en el muslo derecho:(9/10 objs)
- x20 metros hilo (2pqs. de 10 metros)
- x0 kemuridama (6 metros de humo gris)
- x1 antídoto
- x1 respirador
- x1 esposa supresora del chakra
- x0 píldora estimuladora de sangre superior
- x1 píldora de soldado superior
Portaobjetos avanzado en el cinturón, en la espalda:(4/10 obs)
- x1 Bakūmi Fuda
¤ Suiton: Amedama no Buki: (2/20 obs)
- x7 senbon (2 paquetes) (4 PV/impacto, 8 PV con Byakugan activo)
Ocultas en ambos mitones, izquierdo y derecho:
- Futatsu Mukei (12 PV/golpe con mango o vaina, 18 PV/corte superficial, 22 PV/corte, 30 PV/penetración)
En el dobladillo de los calzoncillos:
- Juego de ganzúas
Oh, llevaba esperando aquel momento desde hacía casi dos semanas. Lo último que pudo ver el público de él, antes de ser devorado por la neblina, fue su sonrisa. No era una sonrisa triunfadora. Ni siquiera alegre. Era la sonrisa de un joven que se ha preparado mucho para un tema en específico, un tema que ve en la pregunta final de un examen. De aquella pregunta dependía el aprobado o el suspenso. De aquella pregunta dependía todo.
No necesitaba pensar la respuesta. La tenía. Hana, Eri y el propio Shukaku habían ayudado a confeccionarla. Lo primero, era actuar más rápido que un kusareño en gritar: ¡me rindo! Lo segundo… Bueno, lo segundo están a punto de verlo.
El Sharingan se apagó al mismo tiempo que llevaba una mano a un bolsillo del chaleco. Se movió hacia un lado por puro instinto de supervivencia, pero ello no evitó que cuatro agujas más se clavaran en su torso.
—¡Tsk! —gruñó, soltando la esfera que había pillado. ¡Aquel hijo de puta sí pretendía dejarle como un erizo! Pensaba devolvérsela. Activó un sello de la Hermandad. Número nueve. Canal: Daruu.
Sintió una ráfaga de viento pasándole al lado. No se inmutó.
¡¡¡BAAAAAAAAAMMMMMMMM!!
La bomba sonora tocó el suelo y estalló con violencia. Él no la oyó, claro, pero sabía que por unos preciosos segundos era casi invulnerable y, su oponente, un blanco más fácil. No por nada se había asegurado de que le afectase aún si se encontraba lejos, aprovechándose, como había hecho Daruu, de cierto regalo que le había colocado detrás de la oreja. Las venganzas saben mejor cuando se las endulza con ironía.
Apoyó las manos en el suelo para tomar impulso con las piernas cargadas de chakra y saltó, elevándose a diez metros de altura. Sus manos se entrelazaron en el sello Serpiente.
¡¡¡BOOOOOOOOMMMM!!!
El sello explosivo que había dejado al apoyarse en el suelo estalló con violencia. Pero algo le decía que si Daruu había repetido táctica, el Sunshin que había sentido a su espalda no era más que un clon.
Se llevo una mano al pecho; la otra al dorsal de esa mano. El sello de los Cuatro Sentidos desapareció de su piel; un pergamino mediano surgió de una mano. Volvía a oír y, de algún modo, eso le permitía recuperar cierta vista.
—¡¡¡DARUU!!!! —rugió, todavía con el sello de la Hermandad Intrépida activado.
Abrió el pergamino allí donde su voz se repitió como un eco. Una esfera flamígera salió disparada y estalló en algún punto.
¡¡¡BOOOOOOOMMMM!!!
Quizá el público no lo vio, pero sintió el característico calor que se tiene al estar cerca de un incendio.
—¡¡¡DARUU!!
Terminó de desenrollar el pergamino, apuntando de nuevo a su eco, y un vendaval surgió despedido del papel con la fuerza para tumbar a un elefante. Tiró el pergamino. Aterrizó en el suelo como buenamente pudo —no era fácil con una visión tan limitada—.
—¡Daruu! ¡Daruu! ¡Daruu! —exclamaba, imitando a cierta kunoichi de Amegakure que también usaba su voz para localizar a la presa. Si bien él no con tanta eficacia, había que reconocer.
- PV:
84/300
–
-32
–
+10
–*
- CK:
99/410
–
-15
–
-5
–
-5
–
-10
–
*
3/5
–
Fuerza 70 · Resistencia 40 · Aguante 70 · Agilidad 70 · Destreza100* Poder 100 · Inteligencia 80 · Carisma 80 · Voluntad 60 · Percepción80 (+20 a Percepción y Destreza *en tai y armas por San Tomoe no Sharingan)
Hasta ahora, Datsue y Daruu sólo habían estado jugando. Era en los últimos movimientos donde siempre se decidía quién ganaba y quién perdía. Era en los últimos y desesperados coletazos. Como el que planeaba Daruu, quien vio ligeramente frenado su plan cuando el Uchiha le sorprendió con el suyo propio. El chirrido, que vino desde su nuca y desde abajo, le hizo taparse los oídos, y se tambaleó desde su improvisada fortaleza unos instantes. Pero probablemente no había sido lo que el uzujin había esperado.
Datsue reventó a su Kage Bunshin con una potente explosión, apenas un instante después de dar un salto enorme...
...y condenarse.
¿Saben lo bueno de una técnica shinobi que uno mantiene cultivada en secreto, y que casi no utiliza? Que cuando lo hace, siempre es una sorpresa. Que uno no se la espera. Que cuando llega, ya es demasiado tarde.
Porque lo que Datsue no sabía era que saltando, había entrado en un dominio que Daruu había aferrado hacía mucho, mucho tiempo. En sus inicios como shinobi. Antes de que los dos se reconciliaran, de que se enemistaran, e incluso de que se conocieran. No era una técnica tan sofisticada como el de Ayame, pero le había servido fielmente en múltiples ocasiones. En las más importantes, quizás. Incluso en aquella, pues había evitado que cayese sin remedio en picado hacia una explosión.
Saltó. Saltó y se dejó caer hacia la niebla.
—¡¡¡DA...!!!
¡SPLOFSH!
Un ave gigantesca de caramelo plateado golpeó al Uchiha desde algún punto en su espalda. La sustancia pegajosa lo envolvió, inmovilizándole los brazos a medio camino de su destino. Inmovilizándole las piernas. El torso. Sólo un breve instante.
El breve instante que marcaría su fin.
¡SPLASH!
Otro golpe más; el furioso bocado de un tiburón de agua que chocó contra él desde la misma dirección, buscando noquearlo de forma definitiva y dar fin al encuentro.
Daruu aterrizó torpemente de costado contra la tarima de madera, gimiendo de dolor. La niebla comenzó a disiparse...
- PV:
83/250
– (+40/50) (-15 por caída)
- CK:
145/380
– (-20 t. anterior) (-42) (regen. dividida)
Fuerza 40 · Resistencia 50 · Aguante 80 · Agilidad 60 · Destreza110* Poder 80 · Inteligencia 60 · Carisma 40 · Voluntad 60 · Percepción110 (+30 a Percepción y +10 a Destreza *en tai y armas por Byakugan)
Enfriamiento del Chishio: 2/3
Enfriamiento del Shunshin: 1/3
1 AO mantenida
2 AO reveladas: El que te atacaba era, sí, un Kage Bunshin. El real había creado un pájaro de caramelo y daba vueltas alrededor de ti en lo alto.
Daños: 20 PV por el pájaro + prisión de unos segundos, 70 PV por Suikōdan
Técnicas utilizadas: Amedori no Jutsu (segunda evolutiva), Suiton: Suikōdan no Jutsu(link)
- Placa de Amegakure en la parte frontal del cinturón
Portaobjetos básico en el muslo derecho:(9/10 objs)
- x20 metros hilo (2pqs. de 10 metros)
- x0 kemuridama (6 metros de humo gris)
- x1 antídoto
- x1 respirador
- x1 esposa supresora del chakra
- x0 píldora estimuladora de sangre superior
- x1 píldora de soldado superior
Portaobjetos avanzado en el cinturón, en la espalda:(4/10 obs)
- x1 Bakūmi Fuda
¤ Suiton: Amedama no Buki: (2/20 obs)
- x7 senbon (2 paquetes) (4 PV/impacto, 8 PV con Byakugan activo)
Ocultas en ambos mitones, izquierdo y derecho:
- Futatsu Mukei (12 PV/golpe con mango o vaina, 18 PV/corte superficial, 22 PV/corte, 30 PV/penetración)
En el dobladillo de los calzoncillos:
- Juego de ganzúas
¿¡A su espalda!? Apenas le dio tiempo a girar el cuello. Sus manos se quedaron a medio camino de extender el pergamino. Sus brazos: inmovilizados. Su torso: inmovilizado. Sus piernas: inmovilizadas. Su voz: ahogada. Fue en ese momento cuando lo supo: el Intrépido volvería a besar el polvo ante el Demonio de Ojos Blancos. Iba a perder. Iba a caer.
A su mente acudió un verso del más grande de los poetas:
Mientras haya una pupila escondida
en un mar de granate;
mientras haya un alma que se desgarre
y sus lágrimas sean de sangre;
mientras siga el Sharingan heredando
el espíritu del Dios padre;
mientras exista un Uchiha vengativo…
¡habrá combate!
Sus manos no podían entrelazar sellos. Sus brazos no podían moverse. Sus piernas eran incapaces de impulsarle. Ni siquiera podía doblar el torso. Cualquiera en esta situación habría asumido su derrota, mas un Uchiha jamás puede rendirse mientras conserva lo único que de verdad importa.
Sus ojos.
Solo tuvo que concentrar una ínfima cantidad de chakra. Un trébol de la suerte se dibujó en su ojo derecho. Abrió la puerta; recibió el golpe. Un golpe tan contundente que le quitó el aliento, al mismo tiempo que liberaba su último as bajo la manga. Una carta de amor que voló al eco. Un poder ancestral, llamado por muchos nombres a lo largo de la historia.
Muchos lo conocían como: Onda de Viento.
Otros como: Kazenami no Jutsu.
Algunos dirían que era el vendaval generado por la sábana de Fūjin.
Unos pocos, como un servidor, simplemente preferían llamarle…
Carisma y Voluntad.
Quiso amortiguar la caída, pero sus músculos no le respondieron. Fue un aterrizaje feo, sobre el gran cráter que se había generado por el sello explosivo. Su cuerpo quedó tendido boca arriba, con los brazos en perpendicular, incapaz de volver a levantarse. Incapaz de seguir luchando. «Qué patético», no pudo evitar pensar. Él, que había contado millares de chistes a costa de ellos. Él, que se había reído, burlado, y les había insultado incluso. Y resultaba que en la gran final de aquel majestuoso torneo del Valle de los Dojos, su última baza era depender…
Fuerza 70 · Resistencia 40 · Aguante 70 · Agilidad60* · Destreza90** Poder 100 · Inteligencia 80 · Carisma 80 · Voluntad 60 · Percepción80 (+20 a Percepción y Destreza*en tai y armas por San Tomoe no Sharingan) * Contusión:
1/5
–
- Técnicas: Fūton: Kazenami no Jutsu, Aizen Myō-ō (técnica de Daigo sellada en la Primera ronda)
- Daños: 100 PVFūton: Kazenami no Jutsu)
Hitai-ate [cuello]
Chaleco militar (4/5)
Ōkina Hyōrōgan x1
Ōkina Chirōgan x1x0
Esposas supresoras de chakra x1
Chīsana Makimono x1(3/3), sellado un Katon: Gōkakyū no Jutsux5, en forma de proyectil, con Poder 100(Usado)
Portaobjetos básico (8/10)[costado derecho]
A-ranku no Kibakudama x1
Hikaridama x1x0
Bomba sonora x1
Oto Fuda x1x0
Kunai x1
Shuriken x2
Hilo shinobi x1
Portaobjetos avanzado (7/10)[costado izquierdo]
Kunai x1
Shuriken x2
Paquete de 15 makabishi x1
Bomba de humo x1
Fuda Kami x1
Sello explosivo de rango A x1
Sellados en el cuerpo (6/7)
Kunai x1[palma derecha]
Sello explosivo de rango B x1 [palma izquierda]
Chūgata Makimono, sellado un Katon: Sogekihei Doragon (esfera) y un Fūton: Kazenami no Jutsu, ambos con Poder 100 [suelo]
Ōkunai (suelo)[Reforjada con el Toque de Herrero]
Dai Shuriken [pectoral derecho]
Tela y etiqueta de sellado [nuca]
Juego de ganzúas[interior dobladillo calzoncillo]
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Pero si Datsue había mordido el polvo, ¿cómo es que aquella onda de viento gigantesca se abalanzaba sobre él? Si estaba en el suelo, ¿cómo es que había podido lanzar un ataque tan poderoso? ¿Si había ganado, cómo es que Daruu tenía, ahora más que nunca, miedo a la derrota?
¿Miedo a la derrota?
¿Él, que nunca había querido destacar?
Algo en su interior se revolvió. Algo en su interior se negó a aceptar que iba a perder.
Defensa de 50 PV + Poder 80 vs. Daño de 100 PV + Poder 40
Daruu cruzó los brazos por delante suyo, en cruz, y realizó un movimiento circular sobre un eje perpendicular a su cuerpo. Una maniobra exprés de defensa que había ideado tiempo atrás y que adaptaba una de las técnicas más famosas de su clan. Una cúpula de chakra en espiral que se enfrentó de lleno a la onda de viento y la partió en dos. El suelo de madera a ambos lados se resquebrajó, dejándole en una isla sin conquistar. Tan sólo recibió el daño residual equivalente a un pequeño golpe.
El Hyūga chasqueó la lengua, molesto, y agitó el brazo, lanzando tres nuevos senbon al costado malherido de su oponente. Sus ojos detectaban una pequeña llama, todavía latente.
Pero a veces, una llama a punto de apagarse incendiaba todo a su alrededor. Había que extinguirla.
«¡Ríndete, ríndete ya, cabronazo! ¡No eres invencible! ¡NO ERES INVENCIBLE!»
- PV:
83/250
– (-10) (+50/50)
- CK:
125/380
– (-20) (regen. dividida)
Fuerza 40 · Resistencia 50 · Aguante 80 · Agilidad 60 · Destreza110* Poder 80 · Inteligencia 60 · Carisma 40 · Voluntad 60 · Percepción110 (+30 a Percepción y +10 a Destreza *en tai y armas por Byakugan)
Enfriamiento del Chishio: 3/3
Enfriamiento del Shunshin: 2/3
1 AO mantenida
- Placa de Amegakure en la parte frontal del cinturón
Portaobjetos básico en el muslo derecho:(9/10 objs)
- x20 metros hilo (2pqs. de 10 metros)
- x0 kemuridama (6 metros de humo gris)
- x1 antídoto
- x1 respirador
- x1 esposa supresora del chakra
- x0 píldora estimuladora de sangre superior
- x1 píldora de soldado superior
Portaobjetos avanzado en el cinturón, en la espalda:(4/10 obs)
- x1 Bakūmi Fuda
¤ Suiton: Amedama no Buki: (1/20 obs)
- x4 senbon (1 paquete) (4 PV/impacto, 8 PV con Byakugan activo)
Ocultas en ambos mitones, izquierdo y derecho:
- Futatsu Mukei (12 PV/golpe con mango o vaina, 18 PV/corte superficial, 22 PV/corte, 30 PV/penetración)
En el dobladillo de los calzoncillos:
- Juego de ganzúas
Sintió la decepción en la voz de Shukaku, y aquello le dolió más que si le hubiese gritado, insultado o recriminado por no haberlo hecho mejor. Lo hubiese preferido, de hecho. ¿Pasaría así también con los demás? Sus camaradas habían depositado demasiadas expectativas en él. El Intrépido, el Matakages, el que había derrotado a Hanabi y luego aún le habían quedado fuerzas para enfrentarse a un General. También el que besaba la lona en la gran final.
Encajó aquello como mejor supo: levantando una mano en señal de rendición. ¿Besarían su piel de nuevo otra tanda de senbons? Bueno, difícil saberlo con esa niebla. Pero era la niebla precisamente la que le confirmaba que Daruu seguía consciente, y con la suficiente energía como para mantener el Kirigakure no Jutsu. A él ya no le quedaba nada. Sus ojos estaban ciegos. Su cuerpo estaba al límite. Seguir luchando era de temerario, y él nunca había sido uno. ¿Liante? Sin duda. ¿Algo inconsciente a veces? También. Pero siempre había puesto su pellejo por encima del orgullo.
—He perdido… He perdido —murmuró, como si todavía no se lo creyese.
Qué sabor tan amargo.
Ya casi lo había olvidado.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
27/06/2020, 19:33 (Última modificación: 27/06/2020, 19:34 por Amedama Daruu. Editado 1 vez en total.)
El Byakugan de Daruu penetró a través de los jirones de niebla que aún quedaban y a través del cuerpo de Datsue, maltrecho. La pequeña llama no era más que un ascua mortecina. El corazón del Hyūga se aceleró, incapaz de creer lo que acababa de pasar. Cosa curiosa, porque lo cierto es que se había empleado al máximo para ganar. «¿Qué es lo que quieres? ¿Por qué te sientes mal ahora, idiota?»
Por Datsue, claro. Al fin y al cabo, eran amigos. Muy buenos amigos, aunque eso también seguía sin creérselo, en parte.
El muchacho se levantó haciendo caso omiso a los vítores del público. Se acercó con pasos renqueantes a donde estaba el uzujin, y se arrodilló a su lado.
—He perdido… He perdido... —murmuró él.
—No, Datsue —contestó Daruu. Tomó su mano levantada, y unió sus dedos índice y corazón con los suyos. El Sello de la Reconciliación. Miró hacia las gradas. A Hanabi. Especialmente a Yui. Y por último, un breve vistazo a Kintsugi. Bien sonriente. Luego, desvió de nuevo la atención a su compañero—. Hemos ganado. Hemos subido el nivel. La Alianza Tormenta-Espiral ha enseñado al mundo quiénes son los que llevan las riendas. ¿Ves a algún kusareño aquí, en la final? No, ¿verdad? Pues eso.
»Ven, levántate. Compartamos la alegría de esta gente. —Amedama agarró a Datsue por debajo del hombro y, con muchísimo esfuerzo, le puso en pie junto a él. Cogió su mano y la levantó, bien feliz.
27/06/2020, 19:43 (Última modificación: 27/06/2020, 19:47 por Uchiha Datsue. Editado 1 vez en total.)
Todo empezó con una larga sombra, que se proyectó a lo largo de todo el estadio a una velocidad antinatural. Las temperaturas bajaron repentinamente. El cielo azul se convirtió en una vorágine de nubarrones oscuros. Los bebés en brazos de sus progenitores empezaron a llorar. Los vítores y aplausos por el combate se transformaron en caras de desconcierto y voces agitadas. Nadie sabía ni comprendía exactamente qué estaba pasando, pero como el cervatillo que oye una rama partiéndose a su espalda, intuyeron que algo no iba bien.
Fue entonces cuando se oyó un cuerno de guerra y el estadio entero retumbó con su eco.
Daigo, te encuentras en una pequeña sala en la que un enfermero te está colocando unas vendas. Te has despertado hace un rato, pero el cansancio sigue apoderado de ti y lo único que te mantiene despierto es el dolor que sientes en los nudillos. En la carne. En los huesos. Tus ojos deambulan por la enfermería y te encuentras con Roga, tumbado en otra camilla, inconsciente. No obstante, no tienes tiempo a preguntar por su estado. Acabas de notar algo. El vello se te eriza; la sangre te hierve, emocionada, como siempre te ocurre antes de un gran combate. Algo instintivo, primitivo incluso, hace que te levantes ante la mirada atónita del enfermero. Tu cuerpo nunca te engaña, y ahora te lo está diciendo a gritos.
Algo no va bien.
Takumi, estuviste poco tiempo en la enfermería, dadas tus pocas heridas, y ahora te encuentras en el camerino. Había algo que los médicos no podían curar, algo que solo tú podías arreglar: Mono. Tu marioneta. Creíste que la wakizashi de tu adversario la había destrozado, pero por suerte no había tocado ningún engranaje delicado. Te perdiste de ver unos cuantos combates, pero ahora sonríes, satisfecho, al dejar a Mono casi como nuevo. Le faltan algunos parches, pero está funcional. Sales del camerino y oyes un estruendo en dirección contraria a la que caminas. Las puertas que conducen al ring se abrieron, y lo que hay al otro lado te deja temblando de arriba abajo.
Algo no va bien.
Ren, dos enfermeros conducen la camilla de ruedas sobre la que estás tumbada a lo largo de un pasillo. Estuviste al borde del desmayo, pero te inyectaron antídoto y te vendaron las piernas, y ahora te sientes algo mejor. Aún así, los enfermeros piensan llevarte directa al hospital. Estáis llegando a la puerta exterior cuando, de pronto, os cruzáis con una chiquilla que conoces muy bien. Tanto como para que en alguna ocasión la llamases hermana. Hana, no, claro que no. Claro que no podías esperar a visitarla en el hospital. Tenías que verla cuánto antes. Tú acabaste como una rosa el combate, y te sabes de memoria el camino. Ya lo tuviste que recorrer una vez, al fin y al cabo. Pero antes de que ambas os podáis saludar, oís un gran estruendo. Los cimientos sobre vuestras cabezas se sacuden. Los enfermeros se detienen, asustados. Oís el chillido de un samurái que vigilaba las puertas que dan acceso al ring.
Algo no va bien.
Etsu, Ranko, ambos os encontráis en una enfermería, donde unas personas con bata blanca os aplican primeros auxilios. Etsu, te encuentras tumbado en la cama mientras una enfermera te aplica un ungüento en los moratones. Ya te han vendado las heridas más sangrantes, así como también hicieron con Akane, que tuvo que recibir sutura. Ranko, han detenido la hemorragia por completo, te han vendado y te han ofrecido una píldora estimuladora de sangre. Minutos atrás estabas tan mal que casi te desmayas, pero ahora ya has recuperado algo de color en las mejillas. Los tres oís el sonido de un cuerno de guerra a través de las rejillas metálicas que beben aire del exterior. Justo después, llega a vosotros un alarido procedente del pasillo.
Algo no va bien.
Reiji, tuviste el privilegio de subir al piso de arriba del estadio, en las gradas superiores. Tienes unas vistas privilegiadas, lo has visto todo. De refilón, ves a un ANBU desapareciendo por unas escaleras internas. El peligro está en el ring, y ese ANBU, cuya placa no has visto, decide que es buen momento para escaquearse al interior del estadio. Tú, por partida doble, sabes que…
… algo no va bien.
Ayame, estás subiendo las escaleras internas del estadio. Pese a asegurar que te encontrabas bien, los médicos insistieron en hacerte una revisión completa. Finalmente, has conseguido pasar las pruebas y te diriges, a paso ágil, hacia las gradas superiores del estadio con la ilusión de llegar a tiempo para la gran final. Respiras algo extraño en el ambiente, demasiado eléctrico, demasiado tenso. Es algo que solo tú notarías. Entonces, escuchas decenas de gritos procedentes de las gradas. Una figura con máscara —un ANBU, aunque no le ves la placa—, aparece en tu camino y te dice lo que tú ya sabes:
Algo no va bien.
Eri, te encuentras en las gradas bajas del estadio, a pie de ring. Te has deleitado y sufrido por los tuyos en cada combate. Lo has visto todo. Concluyes que, definitivamente…
… algo no va bien.
Daruu, Datsue, os encontráis en medio del ring. Estáis de pie, con la mano alzada. Sonriendo a vuestros Kages. Oís desde la grada gritos que no corresponden a los habituales vítores de celebración. ¿Kusajines protestando? No, no... Son otra cosa. Son más bien chillidos. Son más bien peticiones de auxilio. Eso os hace intuirlo. Cuando veis un rayo caer del cielo, lo confirmáis.
¡Algo no va bien!
No, algo no iba bien. Ese algo había caído del cielo. Ese algo se encontraba ahora en mitad del ring. Ese algo era…
Esta cuenta representa a la totalidad de los administradores de NinjaWorld.es
Ese algo era una triqueta negra bañada en un mar rojo que parecía desbordarse de la emoción. En el ojo derecho. El único al que le quedaba algo de luz. Cuando Uchiha Zaide aterrizó con la gracilidad de un felino en el centro del tatami, una pluma de franjas negras y grises se sostuvo por un instante eterno frente a su mirada.
Miró hacia arriba y guiñó un ojo, agradecido, al águila que le había transportado. Luego observó, como un niño recién llegado a un parque de atracciones, sus alrededores. Los dos combatientes de la gran final. El público en la grada. Los Kages. Los Señores Feudales. Todos habían venido a presenciar el espectáculo. Oh, y qué espectáculo.
Tomó aire e hinchó el pecho.
—¡¡¡LAMENTO LLEGAR TARDE A LA FIESTA!!!
Y entonces vació los pulmones en el cuerno de guerra que llevaba atado con un cordel al cuello. Y entonces rio. Y entonces supo que ya no había vuelta atrás. El tablero reposaba sobre la mesa; las piezas estaban colocadas.
Era una figura delgada e insignificante al lado de los titanes en quienes —probablemente— todos pondrían sus miradas en los próximos instantes. Cayó del cielo con la agilidad de un gato, tan inconspicuo como una gota de lluvia en el País de la Tormenta y tan fugaz como una estrella atravesando el cielo nocturno. Él lo sabía: mientras que gente como Zaide estaba hecha para brillar, incluso sin quererlo, con el fulgor de un Sol, otros preferían vivir en la sombra. Sobretodo en Verano, y a ser posible con un mojito en la mano, por aquello del calor.
Estaba cambiado. Quienes todavía le reconocieran —al fin y al cabo su rostro empapelaba buena parte de las calles de Ōnindo, cortesía de las Grandes Villas— se toparían con aquella inconfundible quemadura que le deformaba la mitad izquierda del rostro; la marca indeleble de su pasado. Solo que ahora no la cubría con vendas ni otros menesteres sino que se mostraba clara. No orgullosa, pero sí carente de impostura. Su indumentaria había perdido también sobriedad, aunque seguía sin lucir extravagante: una camisa blanca desabrochada a la altura del pecho, y sobre esta una chaqueta de color azul pálido. Ceñían a su cintura unos pantalones color índigo varios correajes de cuero curtido, de los que colgaban sus dos portaobjetos. Su fiel chokutō, enfunadada en su vaina colgándole a la espalda —al modo shinobi—.
Akame se incorporó con el sonido del cuerno de guerra de Zaide todavía retumbando en sus oídos. Sus ojos carmesíes se permitieron el lujo de pasearse por los alrededores en lo que le pareció una eternidad; qué ironía, hacía poco menos de dos años era él mismo quien se encontraba, victorioso, en aquel ring. Recibiendo un premio que poco o nada le beneficaría a él y sí a aquellos que se habían estado lucrando de su trabajo. La ironía le arrancó una sonrisa, inevitablemente. Luego se subió ligeramente el kasa de paja que cubría su cabeza repleta de pelo negro y ralo para mirar a los dos contendientes, que se mantenían de pie, visiblemente exhaustos, sobre el tatami.
Se detuvo en las placas doradas que adornaban sus chalecos. Primero, en la de Datsue; un escalofrío le recorrió la espalda, aunque no hubiera podido saber por qué.
Un hombre fuerte, alto y fornido. Musculoso, a diferencia de las otras dos piezas del tablero que a pesar de lucir físicamente más insulsos, no dejaban de ser dos seres poderosos. Azul, azul como el cielo mismo. O como el mar. Su descenso fue ligeramente más abrupto: levantó una estela de polvo, sus cabellos se azotaron con el fulgor del viento, y el haori se meneó al ritmo de las olas rompientes que adornaban su tela oscura. Ese algo era Umikiba Kaido.
A medida de que fue recuperando la compostura tras la abrupta entrada en el evento principal, su sonrisa fue curvándose, como de costumbre. Aquél manojo de dientes afilados volvió a relucir, brillante, y un suspiro abandonó su morada; reflejando la nostalgia que le causaba el panorama. Daruu, Datsue. Un vencedor, y un perdedor. Y al parecer, su querida Amegakure había prevalecido esta vez. No obstante, ambos se tomaban de la mano y compartían la gloria de la gran demostración de poder y gloria durante lo que imaginaba Kaido que había sido un portentoso y vistoso combate. Qué ingenuos...
El cuerno que anunciaba lo que estaba por venir sonó, y su moral se elevó hasta los cielos que surcaba el águila de Uchiha Zaide.
Su mirada se paseó por la conspicua figura de un derrotado Datsue. Luego, se meneó lasciva hacia un viejo conocido.
—Daruu-kun...
Para él, la consigna era aún más clara: Hacer historia, la muerte no era una opción.
El Heraldo del Dragón aterrizó sobre el ring como lo haría un meteorito sobre un lago helado. Fue tal el impacto que se generó un cráter a su alrededor y la madera se levantó hecha trizas. Sus ojos dorados buscaron por un momento las figuras de los tres Kages. Luego bufó, como el hombre de negocios que al inspeccionar los dientes de un caballo decide que es demasiado viejo para invertir en él.
Mientras el águila de Zaide continuaba el vuelo al otro lado del ring, con otro Ryūnosuke a la espalda, él corría a las puertas del estadio. Allí por donde entraba y salía cada participante.
Abrió las puertas…
… y entró sabiendo que tan solo había una opción.
* * *
Ese algo era Ryūnosuke, y por partida doble.
El segundo Heraldo del Dragón aterrizó al otro lado del ring como lo haría un hipopótamo en una piscina. Fue tal el impacto que el suelo vibró —quizá también ayudado por las miles de personas que de repente se habían levantado, asustadas—, y la madera del ring se hundió bajo su peso. Sus ojos dorados buscaron por un momento las figuras de los Tres Kages. Luego dejó escapar un bufido, como si esperase encontrarse a leones y en su lugar obtuviese gatos.
Mientras el águila de Zaide ascendía hasta perderse en las nubes, Ryūnosuke corría a las puertas del estadio. Allí por donde entraba y salía cada participante.
Normas de entrada: Puede entrar cualquier participante nombrado, con el PV restante de su combate*, con un mínimo garantizado de 25 PV, y con el CK recuperado al máximo, salvo si se acabó el combate con 0 o menos. En dicho caso, entrará al combate con 25 CK. Esta norma no aplica a Datsue ni Daruu, que acaban de finalizar su combate y tendrán el PV y CK que les corresponde en el siguiente turno.
*Ayame tiene la posibilidad de haber aprovechado este tiempo para curarse, si así lo considera, gracias a su Asimilación Acuática. En este caso tendrá que restarse el CK correspondiente por el PV regenerado, sin darle tiempo a regenerar su CK
Reglas de posteo: Plazo máximo de 72h. Es decir, una vez posteado yo (con todos los NPCs), Akame y Kaido, tendréis 72h para publicar el vuestro, y no 72h por cada user que postee. Si se os pasa el plazo, ya no podréis postear. Y atentos a esto, porque podría tener consecuencias fatales para vuestro PJ, dependiendo de la situación (esto se aplica también a nosotros). Salvo que se indique lo contrario, no habrá orden de posteo en las rondas, más allá de respetar el orden: Dragón Rojo → Vosotros → Dragón Rojo → Vosotros.
Cosas importantes: Procuremos entre todos llevar las directrices dadas en el torneo. Es decir, realizar una acción o conjunto de acciones corto, evitando en la medida de lo posible las continuas interrupciones para simplemente reaccionar a la acción del oponente y responder con otra acción, sin poner miles de condicionantes como: “si mi oponente hace esto, yo hago esto otro; pero si llega a hacer esto otro, yo haría esto que viene”. Con tanto user junto, esto es indispensable para que no se vuelva un caos del malo.
Hana, Ren, Etsu, Ranko. Vosotros os encontráis en el lado oeste del estadio, en los pasillos interiores. Para evitar embrollo, postearéis directamente en este tema. Podréis acceder aquí si conseguís llegar al ring.
Daigo, Roga, Takumi. Vosotros os encontráis en el lado este. Postead directamente en este tema.
El resto postead aquí, por el momento.
Aviso: En la siguiente ronda pongo las AOs de los NPCs, que se me olvidó ponerlas con las prisas.
Esta cuenta representa a la totalidad de los administradores de NinjaWorld.es
27/06/2020, 20:18 (Última modificación: 27/06/2020, 21:22 por Aotsuki Ayame. Editado 2 veces en total.)
Ayame pegó un salto ligero y empezó a subir las escaleras prácticamente de dos en dos. Tenía que darse prisa. Los médicos no la habían soltado hasta hacía unos pocos minutos, por muchas protestas, peticiones y lloriqueos, no estaban para atender las súplicas de la kunoichi, sino las heridas que había recibido en su combate contra Daigo. Pero ella deseaba con todas sus fuerzas salir de allí, y correr para ir a ver la gran final entre Amedama Daruu y Uchiha Datsue, dos de sus amigos más queridos. Y su cuerpo reaccionaba a ese deseo, curándose a una velocidad antinatural, impulsado por la energía de Kokuō que corría por sus venas y por su propia habilidad para recopilar el agua del ambiente y asimilarla para sí misma.
«Vamos, vamos, vamos... ¡Espero que no hayan terminado!» Rogó, entre renovados jadeos, mientras seguía corriendo, tan rápido como le permitían las piernas, hacia las gradas superiores del estadio. Estaba claro que no había terminado de recuperarse, aún las molestias de los golpes recibidos con cada paso que daba, pero no estaba dispuesta a esperar más tiempo.
Pero tuvo que detenerse en seco entre dos escalones cuando algo parecido a un desagradable cosquilleo la sacudió de arriba a abajo, poniéndole la piel de gallina y erizando su vello. Ayame se quedó momentáneamente congelada en el sitio, estremeciéndose, con la mirada puesta en el vacío.
«Q... ¿Qué ha sido eso...?» Pensó, con una gota de sudor frío resbalando por su sien.
Y entonces escuchó gritos, alaridos y llantos provenientes de las gradas del exterior. El caos se había desatado allí fuera. Y aquella vez no había sido por su culpa. Aquella vez no había sido ella quien había perdido el control sobre su bijū.
«E... ¡Espera! ¿No habrá sido...?» El terror la invadió de sólo pensarlo.
«No. El Uchiha no ha perdido el control. Mi Hermano y él ya se llevaban bien, no tendría por qué haber pasado algo así.»
Ayame quiso seguir avanzando, pero entonces alguien se cruzó en su camino y la kunoichi se tensó en un acto reflejo. Era una persona, no podría haber discernido si era hombre o mujer, que ocultaba su rostro tras una máscara.
—Algo no va bien —le escuchó decir.
Y Ayame se asustó aún más.
—¡Espere! ¿Qué ha pasado? —le exigió saber, con la urgencia temblando en su voz.