Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
—Mi chakra es muy fuerte, chicos, pero me temo que siempre he sido un flacucho con poca forma física —dijo—. Los médicos creían que podrían hacer algo, pero pasó mucho tiempo desde el ataque de Akame y la asistencia médica de verdad. En un hospital. —Miró a Reiji—. Había que tomar una decisión, Reiji-kun. Y había gente muriéndose. Lo del Valle de los Dojos fue una masacre. Si hubieran destinado recursos para mí, quizás me hubiesen salvado el brazo. Pero los demás lo necesitaban.
Les dedicó una sonrisa triste.
»Pero no está todo perdido. Veréis, un compañero vuestro, un genin prometedor... ¡Takumi! Sí, así es como se llamaba. Estuvo enseñándome una colección privada con información de bastante interés. Hablando con unos y otros, creo que han logrado un resultado prometedor. —Señaló la puerta—. Cuando os repongáis, si me acompañais a mi despacho, os lo enseñaré.
Respira Reiji. Respira con calma. Eso fue lo que me dije a mi mismo en aquel momento. Pero no era fácil, aunque como el mismo Hanabi había dicho, era irónico que fuese el quien intentase tranquilizarnos. Al fin y al cabo, era el quien habia perdido el brazo. Pero había que reconocer que la impresión, el impacto inicial y asimilar aquello, tampoco era sencillo.
—Tiene razón...
Y mucha. Si los médicos se hubieran dedicado a Hanabi, quizas muchos heridos de gravedad hubieran perdido la vida aquel día por falta de atención médica. Su brazo a cambió de que otros, quizas desconocidos e incluso de otras aldeas, viviesen. Eso dejaba claro una cosa: Si aquel dia hubiese muerto por ponerme delante de Hanabi a defenderlo, hubiese merecido la pena. Oonindo no podía permitirse perder a un hombre como Hanabi.
—¿Takumi el marionetista? —Pregunté interesado. A mi también se me había venido a la cabeza cuando estábamos en el estadio, mientras buscaba al medico, que si Hanabi perdía el brazo, esa sería una buena idea. Solo que, tras encontrar un medico, no esperaba aquel desenlace. —¿Quiere decir eso qué si que tiene solución?
Era bastante buena noticia. Quizás unas gotas de esperanza tras el impacto inicial era lo que hacía falta para que nos repusieramos un poco. Me jodía ver ese vacío donde se suponía que debía estar su brazo y saber que no podía hacer nada. Pero de nada servía quedarse impotente pensando en las cosas que no podía hacer. Había que avanzar.
—Si, será mejor que vayamos a su despacho, una de las cosas que veníamos a contarle es la localización de Kurama, y cuando sepa dónde es, va a necesitar su silla.
Un rayo de esperanza. Una luz al final del túnel. Eso es lo que interpretó Datsue de las palabras de Hanabi. Takumi era un chico con el que apenas se había cruzado por el dojo en el que se hospedaban durante el torneo. Un genin que no le había llamado demasiado la atención, pero que ahora, parecía, era clave para germinar cierta idea.
Se moría de ganas de saber qué era.
—Vamos entonces —se levantó de golpe. Quizá demasiado de golpe. Por unos instantes la vista se le nubló y creyó sentir una repentina bajada de tensión. Pero el bajón pasó y, aunque seguía sintiéndose algo débil, se recompuso.
Luego quiso coger la silla y estamparla en la cabeza de Reiji. ¡No era el momento de soltar lo de Kurama! ¡No ahora que querían descubrir de qué se trataba el experimento! Refrenó las ganas y miró a Hanabi, atento a su reacción.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
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—¿Takumi el marionetista? —preguntó Reiji, interesado.
—Así es —asintió Hanabi.
—¿Quiere decir eso qué si que tiene solución?
—No creo que pueda llamarse solución, pero creo que te va a gustar. A ti en particular. —Hanabi le dedicó una enigmática sonrisa—. Datsue, ¿puedes levantar...? ¡Eh, cuidado!
El Uchiha se había levantado de golpe, puesto pálido como la cera, y amenazado con caerse de nuevo al suelo. Finalmente, consiguió estabilizarse.
—Si, será mejor que vayamos a su despacho, una de las cosas que veníamos a contarle es la localización de Kurama, y cuando sepa dónde es, va a necesitar su silla.
Hanabi estaba moviéndose hacia la puerta ya cuando Reiji soltó la bomba. Aunque más que un susto, la expresión de Hanabi era de curiosidad. Se dio la vuelta y levantó una ceja.
—¿Las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta? ¿En la Cordillera Tsukima, probablemente? ¿Con un enlace en Yukio? —Al parecer, el Uzukage estaba bien informado ya, aunque, ¿era la misma localización que iban a confesarle sus subordinados?—. ¿Esa? No sé cómo os habréis enterado. ¿Aotsuki Ayame? A mí me lo dijo la Arashikage hace tiempo. Tenemos planes al respecto.
»Vamos, me contais de camino —dijo, y les urgió a acompañarles a través del pasillo y hacia las escaleras. Una vez en el despacho, Hanabi rodeó su escritorio. Allí tenía una caja grande de madera, con un aspecto bastante pesado. Les miró con una sonrisa y los ojos cerrados, y abrió los dos pequeños broches que mantenían la caja cerrada. Agarró la tapa y la levantó, poco a poco...
Un brazo.
Allí había un brazo de madera, parecido al que tenían las marionetas, que acababa en una especie de conectores de metal. La chapa de acero inoxidable revelaba el símbolo de Amegakure, quizás un beneficio directo de forjar alianzas con otras naciones. Pero había más: Hanabi le dio la vuelta al brazo, y allí encontraron...
...varias cuchillas de metal, en forma de disco. Con el emblema de Uzushiogakure.
»Qué mejor sitio para el mejor de los aceros de Uzushio, ¿verdad, Sasaki?
—¿Las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta? ¿En la Cordillera Tsukima, probablemente? ¿Con un enlace en Yukio? —¿Como es que lo sabia?¿Es que no había ninguna forma de sorprender a Hanabi? Por que la otra vez, cuando le contamos lo de Gyūki, también parecía muy tranquilo.—. ¿Esa? No sé cómo os habréis enterado. ¿Aotsuki Ayame? A mí me lo dijo la Arashikage hace tiempo. Tenemos planes al respecto.
»Vamos, me contais de camino
—Bueno en realidad... Ayame, Yuuna y yo nos enteramos al mismo tiempo, pero que conste que le deje un reporte para informarle. —Aunque al parecer no lo habia leído, o se le habia olvidado, pero ya daba igual. —El caso es que Kokuō, el cinco colas, tras escuchar el mensaje de Gyūki, nos dijo donde estaba Kurama y nos dio el nombre de una persona con más información.
Aunque me hubiera gustado que se enterase por mí. Pero bueno, por lo menos ahora conocía la fuente de la información y como había salido a la luz. Algo es algo.
Entonces fue cuando llegamos al despacho. Allí, sobre la mesa, habia una caja enorme de aspecto pesado. Presupuse, sin equivocarme, que se trataba de lo que quería enseñarnos Hanabi. Supe que no me había equivocado por que cuando la abrió z allí estaba lo que me había imaginado. Bueno, tal vez no exactamente como yo lo había imaginado.
Era un brazo de madera articulado, muy parecido al que podría llevar una marioneta grande, que terminaba en un trozo de metal con una placa de Amegakure. Cosas de las alianzas, la tecnología allí estaba mas avanzada. Y Luego vino la sorpresa. Algo familiar para mí.
»Qué mejor sitio para el mejor de los aceros de Uzushio, ¿verdad, Sasaki?
—El dia que se lo traje, ya sabía que lo dejaba en las mejores ma... — Quizas equivocarme no me había venido tan mal, o quizás me había equivocado por no tener la cabeza donde tocaba. —En el mejor de los cuidados.
Con suerte mi error disimulaba que, en realidad, me dolía y me molestaba que hubiera sido otra persona, y no yo, quien adaptase el diseño de los Sasaki a ese brazo. Al fin y al cabo, habíamos sido mi padre y yo quienes habíamos forjado ese arma. Teníamos que haber sido nosotros quien la adaptasen al nuevo brazo. Era un poco frustrante pensar que lo había podido hacer cualquier otro herrero...
«Ah, qué tontos. Pues claro que lo sabe». ¿Cómo no iba a estar enterado Hanabi de algo tan importante? Después de todo, la Alianza estaba para algo, y si Amegakure lo sabía desde hacía meses, era imposible que Uzu se mantuviese en las tinieblas.
Ahora, ¿qué planes eran esos? ¿Cómo pensaban afrontarlo? Aquella intriga fue la única que pudo hacer que se olvidase, por un momento, del brazo de Hanabi. Pero, volviendo al brazo de Hanabi…
—¡Hostia puta! —no pudo evitar exclamar, mientras ellos dos hablaban, cuando se dio cuenta de qué guardaba aquella caja y de las implicaciones que tenía—. ¡Un brazo biónico! ¡Como el del protagonista de ese anime de alquimistas! ¡Qué chuuuuulooooo!
Joder, ¡él también quería uno! Si hasta tenía anclado los discos de metal que le había forjado Reiji. Lucía lo suficientemente resistente como para bloquear cualquier acero, y un puñetazo con aquellos nudillos debía doler un huevo. ¿Qué de cosas más podría hacer con él? Qué coño, ¡era mejor que un brazo de verdad!
«Si tanto te gusta arráncate un brazo».
«Bueno… Tampoco… Tampoco hace falta».
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Si Hanabi había detectado el malestar de Reiji, no lo había mostrado. Quizás fue por la que acababa de soltar su compañero, porque se había quedado con la boca abierta, como si no supiera bien qué contestar.
—Eeeeeeeeeeeeeeh... —¿Anime? ¿Alquimistas? ¿Biónico? ¿De qué estaba hablando? Era como si estuviera sintonizado en una onda completamente diferente. «Dios mío, ¿tan viejo soy? ¡Pero si ni siquiera les saco tanta edad! ¿Cuándo me he quedado desconectado de la juventud?»
»En fin. En fin, cambiando de tema. —Hanabi carraspeó y se sentó en el asiento. Tocó el brazo y le hizo un movimiento de cabeza a Reiji—. Reiji-kun, ¿puedes ayudarme a ponérmelo? Es complicado, pesa bastante —El Uzukage se quitó el haori, revelando otra pieza metálica con conexiones enganchada al hombro con cirugía. Era complejo, pero estaba bastante claro dónde había que ponerlo—. ¿Qué queríais, chicos? ¿Charlar?
No. Nadie quería nunca "charlar" con él. Especialmente cuando se trataba de Uchiha Datsue.
Si Hanabi no tenia ni idea de lo que estaba diciendo Datsue, yo igual o menos. ¿De que hablaba? ¿De un comic?¿De algo de la tele? Yo no veía mucho la tele, quizas nada. A veces mi padre la ponía por las noches para ver a unos ninjas que competian en una carrera de obstáculos de uno en uno, para ver quien llegaba primero a la meta.
—En fin. En fin, cambiando de tema. —Mejor. Menos hablar del brazo perdido y el desconocido que había jugueteado con mi arma, y más hablar de otras cosas. Lo que fuese.—. Reiji-kun, ¿puedes ayudarme a ponérmelo? Es complicado, pesa bastante
—Por supuesto, Hanabi-sama.
El problema no era solo el peso, aunque estaba bastante claro dónde había que encajar el brazo con la pieza del hombro, era imposible hacerlo con una sola mano. Y claro, alguien que tiene que ponerse algo así, normalmente, nunca va a tener ambas manos.
Entendía también por que me lo había pedido a mí. Datsue parecía tan fascinado con el brazo este, que igual lo cogía y salia corriendo para quedarselo para él. Aunque, Datsue no haría algo así ¿Verdad?
Conecte el brazo con cuidado y volví a mi asiento frente al escritorio.
—¿Qué queríais, chicos? ¿Charlar?
—Pues veníamos a contarle lo de Kurama, aunque parece que ya lo sabe. —¿Sabría también a que más había venido?¿Podría Hanabi leer la mente de sus subordinados? O quizas yo era demasiado evidente con mis expresiones. —Aunque si Arashikage-sama se olvido de contarle algun detalle, como le dije, yo estaba presente cuando kokuō dijo donde se escondía su hermano, así que tengo la misma información que Ayame-san y puedo contarle los datalles que le falten.
Y por otra parte... Yo había venido a pedir otra cosa. Aunque quizas...
—Además... yo había venido por que quería pedirle algo.
Pese a lo molón del brazo y lo mucho que se le asemejaba a cierto anime que había visto en el pasado, no pudo evitar que su rostro se arrugase de dolor cuando Reiji ayudó a Hanabi a colocárselo. Lo disimuló apartando la mirada hacia alguno de los muchos libros que poblaban las estanterías mientras tomaba asiento.
«¿Por qué tuviste que hacerlo, hmm? ¿Por qué cojones tuviste que hacerlo?» Se dio cuenta que no importaba la respuesta. No importaba el motivo. Aquella línea iba a ser la última que Akame cruzase.
Debía asegurarse de ello.
—Además... yo había venido porque quería pedirle algo.
—Reiji quiere sellar a Gyūki en un barco —lo dijo como si nada. Con el mismo tono y cara neutra con la que anunciaría que Reiji quería un té para beber. Como si no acabase de soltar una auténtica bomba en forma de idea. A decir verdad, Datsue era de los que le gustaba ir poco a poco con una noticia tan fuerte. Pero después de verle el brazo a Hanabi, o, más bien, su manga colgando en el aire, Datsue pensaba que lo mejor era no tenerle en angustia por más tiempo y soltarlo todo directamente—. Para protegerle, obviamente —aclaró por si acaso—. Un complicado fūinjutsu en el que Gyūki podría entrar y salir de su sellado a voluntad. Como experto en la materia, lo único que puedo decir al respecto es que dicho sello… no existe. —Tal y como ya le había avanzado al propio Reiji—. Se podría estudiar la forma de conseguirlo, pero… Bueno, animé a Reiji a hacerle una visita para que le comentase la idea primero.
Era algo demasiado complejo como para lanzarse de cabeza a su estudio sin antes tener luz verde por parte del Uzukage. Y, lo que era más importante incluso, del propio Gyūki. Un fūinjutsu así podía llevar meses de perfeccionamiento, años, o incluso toda una vida. Él, que no era un especialista en la rama de sellados —a él más bien le apasionaba hacer ingeniería inversa para romperlos—, dudaba incluso que con toda una vida fuese capaz de lograrlo. Pero en Uzu había mucha más gente aparte de él —y mejor preparada— para una tarea así. Uzumaki Eri y el Consejo de Sabios, entre otros.
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19/09/2020, 15:27 (Última modificación: 19/09/2020, 15:28 por Amedama Daruu.)
¿Que qué querían? ¿¡Que qué querían?
Una quimera. Un imposible. Una fantasía. Una locura. Un disparate. Había muchas palabras para definir la idea, aunque todas pasaban por admitir que era una idea de buena fe. Si Reiji tuviera el mismo conocimiento que Datsue, o incluso que él, que poco sabía, pero sabía, hubiera visto también que se trataba de algo irrealizable.
Todavía perplejo, Hanabi tuvo que sacudir la cabeza y parpadear varias veces para volver a nuestro mundo.
—Perdona, pero, ¿a qué ha venido esto tan de golpe? —Carraspeó—. Quiero decir, Reiji-kun, no te ofendas. Es que me ha pillado fatal. ¿Estábais almorzando tan tranquilamente y se te ocurrió que podías meterlo en el barco? —rio.
»En cualquier caso... —Hanabi cerró los ojos, suspiró, y dejó las bromas aparte—. Me temo que sería del todo imposible. Para sellar a un bijuu se necesita un recipiente muy especial, si no, no podría soportar el chakra. Las técnicas para crear jinchūriki ya son extremadamente complejas, y aún así son imperfectas.
»No, me temo que eso es imposi...
¡BLAM!
Las puertas del despacho se abrieron de golpe. Dos ANBU, tras sus máscaras, resollaban con dificultad.
—¡¡Ha-Hanabi-sama!! ¡Un bi... un bi... un bi...!
—¡Qué, qué! ¡Qué pasa! —exclamó Hanabi, que se había llevado una mano al pecho.
Datsue ni siquiera esperó a que Hanabi preguntase. No. Le solto mi petición así, de golpe, sin charla inicial ni nada. Como el que dice "Buenos días, ¿Que tal?" . Y eso que era mí idea. Vale que no sabia nada de Fuinjutsu, pero había sido yo el que lo había pensado, vaya.
—Perdona, pero, ¿a qué ha venido esto tan de golpe? —Bueno, la culpa de que lo soltasen de golpe era de Datsue.—. Quiero decir, Reiji-kun, no te ofendas. Es que me ha pillado fatal. ¿Estábais almorzando tan tranquilamente y se te ocurrió que podías meterlo en el barco?
A mi no me parecía gracioso. Se trataba de salvar una vida. Vale, una de un ser muy muy grande, pero una vida. La de alguien a quién Yuuna, Katsudon y Yo le debíamos la vida.
—No. El nos salvo la vida y yo hice que Kurama averiguase que seguía con vida. Se lo debo. Tenía que buscar una forma de protegerlo y se me ocurrió eso.
»En cualquier caso... —¿Llegaba la hora de decir que para eso habia que convencer al consejo?—. Me temo que sería del todo imposible. Para sellar a un bijuu se necesita un recipiente muy especial, si no, no podría soportar el chakra. Las técnicas para crear jinchūriki ya son extremadamente complejas, y aún así son imperfectas.
—¿Imposible? Somos Uzushiogakure, la capital del Fuinjutsu. —Aunque yo no era un negado. —¡Tenemos a los mejores expertos en el tema, nada es imposible!
»No, me temo que eso es imposi...
¡BLAM!
Pensaba volver a insistir, lo que hiciera falta. A cabezón, no me ganaba ni siquiera un Kusajin, y desde luego, nadie en Uzu era más cabezón que yo. Sin embargo, las puertas se abrieron de golpe y aparecieron dos ANBU que parecían haber corrido la carrera de sus vidas.
—¡¡Ha-Hanabi-sama!! ¡Un bi... un bi... un bi...!
—¡Qué, qué! ¡Qué pasa!
—¡¡Un bijuu está atacando el puerto!!
¡¿QUÉ QUE?! ¿Un bijuu? Mierda. ¿Que mierdas hacia un bijuu en el puerto? ¿Habría convencido Kurama a uno de sus hermanos para que se uniese a su causa y ahora lo había mandado a buscarme para sacar información sobre Gyūki? Joder...
Y aunque eso quizas era lo que debería importarme más...
—Mierda. Yuuna. El barco.
Dije mientras salia corriendo sin esperar a Hababi o Datsue, casi apartando a los ANBU de un empujón. No sabía si realmente Yuuna estaba en el barco o trabajando con mi padre en ese momento, pero la probabilidad estaba ahí. Así que no podía esperar. Ademas, me habia costado bastante reformar y arreglar el barco. Muchas horas en la forja para poder pagarmelo. No iba a dejar que ni siquiera un Bijuu gigante arruinarse mi esfuerzo.
Datsue casi se cae al suelo del susto, como un niño que está jugando a un juego de terror con los cascos puestos, de noche, y de repente aparece al lado su madre para preguntarle qué quiere de cenar. Así de inmerso estaba en la explicación de Hanabi; y así de sopetón le llegó ese golpetazo cuando se abrieron las puertas del despacho.
Lo peor de todo es que no le dejaron recuperarse del susto.
—¡¿C-cómo?!
—Mierda. Yuuna. El barco.
«¿El… barco…?» Datsue sacudió la cabeza, incrédulo. Pero no era el momento de hacerle replantear a Reiji su orden de prioridades. ¡Un jodido bijū estaba atacando el puerto! Todavía sin llegar a asimilarlo del todo, miró a Hanabi, con la mirada encendida por el Sharingan.
—¡Avisaré a Eri por el camino! —exclamó, tomando el camino contrario a Reiji. En vez de por la puerta, por la ventana. En vez de por las escaleras, saltando al vacío.
»¿Eri? ¡¿Eri, me recibes?! —exclamó, haciendo uso del sello intrépido que compartían—. ¡Dime que estás en la villa, por Shiona-sama! ¡Un bijū ha aparecido en el puerto! ¡TE NECESITO!
Oh, sí, la necesitaba. Porque para frenar a un bijū enloquecido no había shinobi ni kunoichi en Ōnindo mejor capacitado que ella. Y dígase una cosa de Uzumaki Eri: nunca le había fallado.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
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Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
En el alféizar de su ventana, ajustándose una de las vendas que ocultaban parcialmente su frente y entonando una melodía la cual no recordaba ni su letra, ni su nombre; se encontraba Uzumaki Eri. Las nubes iban acorde con su estado de humor, algo chafado por el calor y la inexistente brisa, pero no podía pedirle nada más a un simple y cálido día de verano.
Pronto se dispondría a cumplir sus tareas diarias, cuando, de pronto...
—¿Eri? ¡¿Eri, me recibes?! —Eri no solo recibía la voz de Datsue, no, la estaba dejando completamente sorda. Se llevó una mano al sello, dispuesta a contestarle de mala manera cuando escuchó lo siguiente—: ¡Dime que estás en la villa, por Shiona-sama! ¡Un bijū ha aparecido en el puerto! ¡TE NECESITO!
Cayó de culo contra el suelo de su apartamento. «¿¡Un bijū!?» Pensó, llevándose una mano a la cabeza. El día acababa de dar un giro completamente inesperado.
Tocó el sello, miró hacia el puerto.
—Voy para allá.
No necesitó decir nada más, se apoyó en la ventana y salió cual rayo hacia el lugar indicado, con el corazón latiendo a mil por hora.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
—Proteged a los civiles —ordenó Hanabi a sus ANBU, que habían tenido que apartarse para que Reiji no les arrollase. Luego se dio la vuelta hacia Datsue, quien dijo que iba a avisar a Eri, y asintió, serio. El Uchiha saltó por la ventana y al vacío. Hanabi esperó a estar solo. Necesitaba estar solo.
Necesitaba liberarse.
El chakra del Uzukage estalló. Toda la planta tembló como si fuese el epicentro de un terremoto. Los libros cayeron de sus estanterías. Un círculo de ascuas se formó alrededor de Hanabi, quien hizo un giro rápido con el pie para mitigarlo. Saltó encima de la mesa, y de ahí al alféizar de la ventana, y de ahí al vacío, como Datsue. Pero en lugar de eso, formuló el sello del Carnero.
«Soyokaze no Jutsu.»
El Sarutobi se elevó en el cielo, por encima del tejado, y quedó suspendido en el aire unos instantes. Pájaro. Serpiente. Dragón. Carnero. El aire a su alrededor formó hilos, que luego fueron chorros, que luego fueron poderosos látigos que le irguieron en el aire, como si el mero hecho de caer fuese algo impropio para un Uzukage. El viento formó un anillo frente a él. Hanabi sopló un chorro de llamas, y extendió los brazos hacia adelante. «Si alguien tiene que enfrentarse a un bijū, yo seré el primero.»
«Ninpō: Hanabi no Hayate.»
Un tornado de fuego iluminó toda Uzushiogakure con una luz rojiza. El Uzukage salió disparado en dirección contraria, hacia el puerto, sobrevolándolo todo. Se dio la vuelta. Hanabi encogió las rodillas y aterrizó sobre las tejas de un edificio alto. Se deslizó sobre ellas, levantando algunas, y saltó de nuevo, formulando el sello del Carnero. «Soyokaze no Jutsu.» Volvió a soplar. Y se elevó.
Entonces, la expresión de Hanabi cambió. Levantó las cejas, abrió los ojos y la boca. Por un instante quedó paralizado, y casi cae en unos contenedores. Pero volvió a levantarse con el Fūton, y dejó que la inercia le llevase.
«Yuuna...»
· · ·
Ya sea porque alguno de ellos se retrasó, porque fue muy deprisa, o porque eligió otras calles o tejados, nuestros tres intrépidos ninja se encontraron en un cruce de calles a tres. Datsue por la izquierda, Eri por la derecha, y Reiji por el centro. A su alrededor, los ANBU trataban de conducir a los civiles fuera de la villa. Sólo algunos corrían en la misma dirección que ellos. Hubo un golpe, como el de algo chocando con gran fuerza en el agua.
Rápido Reiji, corre, corre más rápido. Eso es lo que me decía a mi mismo. Tenía mis razones, aunque quizás Datsue y Hanabi las habían podido mal interpretar. Como había dicho cuando sugerí encerrar un bijuu en el barco, se puede reparar, pero...
Pero aquella noche habiamos pasado allí la noche, y yo me había marchado mucho antes para llegar a primera hora al edificio del Uzukage. Yuuna no debía estar allí. Debía estar con mi padre en la forja. Pero ¿Y si no? Era esa incertidumbre la que me hacía correr hacía el puerto. Por que hacía más o menos un año, había estado apunto de perderla allí mismo. Y si lo hubiera pasado lo peor, probablemente yo...
Tenia que ir más rápido aún. Y aunque en un cruce de calles me encontré con Datsue, y con Eri, a la que no veía desde hacía tiempo, no era el momento para pararse a charlar. Tenia que ir más rápido aún. Así que solo les dedique una mirada rápida, quizás no el suficiente tiempo para que notasen mi preocupación, y salte al tejado del edificio más cercano, para evitar a las multitudes que huían guiadas por los ANBU.
Arriba del tejado, forme el sello del carnero con una mano, de las pocas cosas que podía hacer, y utilizaría el Shunshin para llegar hasta el puerto, aunque eso me dejase agotado. Tenia que asegurarme de que ella se había ido a la forja. De que no estaba allí, de que estaba a salvo. Luego ya me preocuparía de que el barco saliera lo menos dañado posible.