23/06/2020, 23:47
Cuando el Byakugan de Daruu vio aquél rastro de chakra turquesa acumulándose alrededor de Datsue, el Hyūga sonrió. Sonrió porque llevaba mucho tiempo preparándose para aquél momento.
Porque era un momento en el que haría auténtica historia.
La gigantesca bola de fuego de Datsue avanzó sin piedad hacia la nube de humo de Amedama. Se tragó el polvo que había levantado al huir de la bomba. Se tragó también el humo que la misma liberó. Y se habría tragado a Daruu, muy probablemente, pero en el último instante, el fuego quedó sin lamer su piel, y se fue más allá, con el sabor amargo de quien no ha probado bocado.
Y Daruu sonrió...
...porque había hecho historia.
Uchiha Datsue sintió sendos pinchazos en las sienes. Fue un dolor penetrante, que se filtró desde los laterales de su cráneo hasta sus ojos. Entonces la luz de su Sharingan se apagó, como si alguien hubiera pulsado un botón. En realidad, era literalmente así. Déjenme contarles una cosa sobre los Hyūga, y es que no son tan infames como los Uchiha, que con su Sharingan son capaces de proezas vistosas y destructivas. Pero no por ello significa que sus capacidades sean menos letales. Daruu, tras Datsue, apagó los tenketsu que suministraban chakra a los ojos del uzujin. Y con un abrazo letal, dio una palmada y formó el sello del Mono. Sus manos tocaron a Datsue cariñosamente.
Y su amistad iluminó con un destello eléctrico la emoción del público. Un brutal calambrazo a bocajarro, que culminó con Daruu dando un salto corto atrás y lanzando un Jūken a distancia contra la espalda de Datsue para tumbarlo en el suelo.
—Level up, Datsue.
Y sonrió.
Porque se había convertido en el primer shinobi que había logrado meterse dentro del Susano'o de un adversario.
Quizás no había sido del todo limpio, eso es verdad. Quizás se había aprovechado de un objeto que entregó a Datsue con otra finalidad, eso también es verdad. Pero eran ninjas. Se trataba de eso. ¿No?
Porque era un momento en el que haría auténtica historia.
La gigantesca bola de fuego de Datsue avanzó sin piedad hacia la nube de humo de Amedama. Se tragó el polvo que había levantado al huir de la bomba. Se tragó también el humo que la misma liberó. Y se habría tragado a Daruu, muy probablemente, pero en el último instante, el fuego quedó sin lamer su piel, y se fue más allá, con el sabor amargo de quien no ha probado bocado.
Y Daruu sonrió...
...porque había hecho historia.
Uchiha Datsue sintió sendos pinchazos en las sienes. Fue un dolor penetrante, que se filtró desde los laterales de su cráneo hasta sus ojos. Entonces la luz de su Sharingan se apagó, como si alguien hubiera pulsado un botón. En realidad, era literalmente así. Déjenme contarles una cosa sobre los Hyūga, y es que no son tan infames como los Uchiha, que con su Sharingan son capaces de proezas vistosas y destructivas. Pero no por ello significa que sus capacidades sean menos letales. Daruu, tras Datsue, apagó los tenketsu que suministraban chakra a los ojos del uzujin. Y con un abrazo letal, dio una palmada y formó el sello del Mono. Sus manos tocaron a Datsue cariñosamente.
Y su amistad iluminó con un destello eléctrico la emoción del público. Un brutal calambrazo a bocajarro, que culminó con Daruu dando un salto corto atrás y lanzando un Jūken a distancia contra la espalda de Datsue para tumbarlo en el suelo.
—Level up, Datsue.
Y sonrió.
Porque se había convertido en el primer shinobi que había logrado meterse dentro del Susano'o de un adversario.
Quizás no había sido del todo limpio, eso es verdad. Quizás se había aprovechado de un objeto que entregó a Datsue con otra finalidad, eso también es verdad. Pero eran ninjas. Se trataba de eso. ¿No?