26/06/2020, 16:45
Oh, llevaba esperando aquel momento desde hacía casi dos semanas. Lo último que pudo ver el público de él, antes de ser devorado por la neblina, fue su sonrisa. No era una sonrisa triunfadora. Ni siquiera alegre. Era la sonrisa de un joven que se ha preparado mucho para un tema en específico, un tema que ve en la pregunta final de un examen. De aquella pregunta dependía el aprobado o el suspenso. De aquella pregunta dependía todo.
No necesitaba pensar la respuesta. La tenía. Hana, Eri y el propio Shukaku habían ayudado a confeccionarla. Lo primero, era actuar más rápido que un kusareño en gritar: ¡me rindo! Lo segundo… Bueno, lo segundo están a punto de verlo.
El Sharingan se apagó al mismo tiempo que llevaba una mano a un bolsillo del chaleco. Se movió hacia un lado por puro instinto de supervivencia, pero ello no evitó que cuatro agujas más se clavaran en su torso.
—¡Tsk! —gruñó, soltando la esfera que había pillado. ¡Aquel hijo de puta sí pretendía dejarle como un erizo! Pensaba devolvérsela. Activó un sello de la Hermandad. Número nueve. Canal: Daruu.
Sintió una ráfaga de viento pasándole al lado. No se inmutó.
La bomba sonora tocó el suelo y estalló con violencia. Él no la oyó, claro, pero sabía que por unos preciosos segundos era casi invulnerable y, su oponente, un blanco más fácil. No por nada se había asegurado de que le afectase aún si se encontraba lejos, aprovechándose, como había hecho Daruu, de cierto regalo que le había colocado detrás de la oreja. Las venganzas saben mejor cuando se las endulza con ironía.
Apoyó las manos en el suelo para tomar impulso con las piernas cargadas de chakra y saltó, elevándose a diez metros de altura. Sus manos se entrelazaron en el sello Serpiente.
El sello explosivo que había dejado al apoyarse en el suelo estalló con violencia. Pero algo le decía que si Daruu había repetido táctica, el Sunshin que había sentido a su espalda no era más que un clon.
Se llevo una mano al pecho; la otra al dorsal de esa mano. El sello de los Cuatro Sentidos desapareció de su piel; un pergamino mediano surgió de una mano. Volvía a oír y, de algún modo, eso le permitía recuperar cierta vista.
—¡¡¡DARUU!!!! —rugió, todavía con el sello de la Hermandad Intrépida activado.
Abrió el pergamino allí donde su voz se repitió como un eco. Una esfera flamígera salió disparada y estalló en algún punto.
Quizá el público no lo vio, pero sintió el característico calor que se tiene al estar cerca de un incendio.
—¡¡¡DARUU!!
Terminó de desenrollar el pergamino, apuntando de nuevo a su eco, y un vendaval surgió despedido del papel con la fuerza para tumbar a un elefante. Tiró el pergamino. Aterrizó en el suelo como buenamente pudo —no era fácil con una visión tan limitada—.
—¡Daruu! ¡Daruu! ¡Daruu! —exclamaba, imitando a cierta kunoichi de Amegakure que también usaba su voz para localizar a la presa. Si bien él no con tanta eficacia, había que reconocer.
No necesitaba pensar la respuesta. La tenía. Hana, Eri y el propio Shukaku habían ayudado a confeccionarla. Lo primero, era actuar más rápido que un kusareño en gritar: ¡me rindo! Lo segundo… Bueno, lo segundo están a punto de verlo.
El Sharingan se apagó al mismo tiempo que llevaba una mano a un bolsillo del chaleco. Se movió hacia un lado por puro instinto de supervivencia, pero ello no evitó que cuatro agujas más se clavaran en su torso.
—¡Tsk! —gruñó, soltando la esfera que había pillado. ¡Aquel hijo de puta sí pretendía dejarle como un erizo! Pensaba devolvérsela. Activó un sello de la Hermandad. Número nueve. Canal: Daruu.
Sintió una ráfaga de viento pasándole al lado. No se inmutó.
¡¡¡BAAAAAAAAAMMMMMMMM!!
La bomba sonora tocó el suelo y estalló con violencia. Él no la oyó, claro, pero sabía que por unos preciosos segundos era casi invulnerable y, su oponente, un blanco más fácil. No por nada se había asegurado de que le afectase aún si se encontraba lejos, aprovechándose, como había hecho Daruu, de cierto regalo que le había colocado detrás de la oreja. Las venganzas saben mejor cuando se las endulza con ironía.
Apoyó las manos en el suelo para tomar impulso con las piernas cargadas de chakra y saltó, elevándose a diez metros de altura. Sus manos se entrelazaron en el sello Serpiente.
¡¡¡BOOOOOOOOMMMM!!!
El sello explosivo que había dejado al apoyarse en el suelo estalló con violencia. Pero algo le decía que si Daruu había repetido táctica, el Sunshin que había sentido a su espalda no era más que un clon.
Se llevo una mano al pecho; la otra al dorsal de esa mano. El sello de los Cuatro Sentidos desapareció de su piel; un pergamino mediano surgió de una mano. Volvía a oír y, de algún modo, eso le permitía recuperar cierta vista.
—¡¡¡DARUU!!!! —rugió, todavía con el sello de la Hermandad Intrépida activado.
Abrió el pergamino allí donde su voz se repitió como un eco. Una esfera flamígera salió disparada y estalló en algún punto.
¡¡¡BOOOOOOOMMMM!!!
Quizá el público no lo vio, pero sintió el característico calor que se tiene al estar cerca de un incendio.
—¡¡¡DARUU!!
Terminó de desenrollar el pergamino, apuntando de nuevo a su eco, y un vendaval surgió despedido del papel con la fuerza para tumbar a un elefante. Tiró el pergamino. Aterrizó en el suelo como buenamente pudo —no era fácil con una visión tan limitada—.
—¡Daruu! ¡Daruu! ¡Daruu! —exclamaba, imitando a cierta kunoichi de Amegakure que también usaba su voz para localizar a la presa. Si bien él no con tanta eficacia, había que reconocer.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado