27/06/2020, 18:36
Pero si Datsue había mordido el polvo, ¿cómo es que aquella onda de viento gigantesca se abalanzaba sobre él? Si estaba en el suelo, ¿cómo es que había podido lanzar un ataque tan poderoso? ¿Si había ganado, cómo es que Daruu tenía, ahora más que nunca, miedo a la derrota?
¿Miedo a la derrota?
¿Él, que nunca había querido destacar?
Algo en su interior se revolvió. Algo en su interior se negó a aceptar que iba a perder.
Daruu cruzó los brazos por delante suyo, en cruz, y realizó un movimiento circular sobre un eje perpendicular a su cuerpo. Una maniobra exprés de defensa que había ideado tiempo atrás y que adaptaba una de las técnicas más famosas de su clan. Una cúpula de chakra en espiral que se enfrentó de lleno a la onda de viento y la partió en dos. El suelo de madera a ambos lados se resquebrajó, dejándole en una isla sin conquistar. Tan sólo recibió el daño residual equivalente a un pequeño golpe.
El Hyūga chasqueó la lengua, molesto, y agitó el brazo, lanzando tres nuevos senbon al costado malherido de su oponente. Sus ojos detectaban una pequeña llama, todavía latente.
Pero a veces, una llama a punto de apagarse incendiaba todo a su alrededor. Había que extinguirla.
«¡Ríndete, ríndete ya, cabronazo! ¡No eres invencible! ¡NO ERES INVENCIBLE!»
¿Miedo a la derrota?
¿Él, que nunca había querido destacar?
Algo en su interior se revolvió. Algo en su interior se negó a aceptar que iba a perder.
Defensa de 50 PV + Poder 80 vs. Daño de 100 PV + Poder 40
Daruu cruzó los brazos por delante suyo, en cruz, y realizó un movimiento circular sobre un eje perpendicular a su cuerpo. Una maniobra exprés de defensa que había ideado tiempo atrás y que adaptaba una de las técnicas más famosas de su clan. Una cúpula de chakra en espiral que se enfrentó de lleno a la onda de viento y la partió en dos. El suelo de madera a ambos lados se resquebrajó, dejándole en una isla sin conquistar. Tan sólo recibió el daño residual equivalente a un pequeño golpe.
El Hyūga chasqueó la lengua, molesto, y agitó el brazo, lanzando tres nuevos senbon al costado malherido de su oponente. Sus ojos detectaban una pequeña llama, todavía latente.
Pero a veces, una llama a punto de apagarse incendiaba todo a su alrededor. Había que extinguirla.
«¡Ríndete, ríndete ya, cabronazo! ¡No eres invencible! ¡NO ERES INVENCIBLE!»