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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#24




Todo empezó con una larga sombra, que se proyectó a lo largo de todo el estadio a una velocidad antinatural. Las temperaturas bajaron repentinamente. El cielo azul se convirtió en una vorágine de nubarrones oscuros. Los bebés en brazos de sus progenitores empezaron a llorar. Los vítores y aplausos por el combate se transformaron en caras de desconcierto y voces agitadas. Nadie sabía ni comprendía exactamente qué estaba pasando, pero como el cervatillo que oye una rama partiéndose a su espalda, intuyeron que algo no iba bien.

Fue entonces cuando se oyó un cuerno de guerra y el estadio entero retumbó con su eco.


Daigo, te encuentras en una pequeña sala en la que un enfermero te está colocando unas vendas. Te has despertado hace un rato, pero el cansancio sigue apoderado de ti y lo único que te mantiene despierto es el dolor que sientes en los nudillos. En la carne. En los huesos. Tus ojos deambulan por la enfermería y te encuentras con Roga, tumbado en otra camilla, inconsciente. No obstante, no tienes tiempo a preguntar por su estado. Acabas de notar algo. El vello se te eriza; la sangre te hierve, emocionada, como siempre te ocurre antes de un gran combate. Algo instintivo, primitivo incluso, hace que te levantes ante la mirada atónita del enfermero. Tu cuerpo nunca te engaña, y ahora te lo está diciendo a gritos.

Algo no va bien.


Takumi, estuviste poco tiempo en la enfermería, dadas tus pocas heridas, y ahora te encuentras en el camerino. Había algo que los médicos no podían curar, algo que solo tú podías arreglar: Mono. Tu marioneta. Creíste que la wakizashi de tu adversario la había destrozado, pero por suerte no había tocado ningún engranaje delicado. Te perdiste de ver unos cuantos combates, pero ahora sonríes, satisfecho, al dejar a Mono casi como nuevo. Le faltan algunos parches, pero está funcional. Sales del camerino y oyes un estruendo en dirección contraria a la que caminas. Las puertas que conducen al ring se abrieron, y lo que hay al otro lado te deja temblando de arriba abajo.

Algo no va bien.


Ren, dos enfermeros conducen la camilla de ruedas sobre la que estás tumbada a lo largo de un pasillo. Estuviste al borde del desmayo, pero te inyectaron antídoto y te vendaron las piernas, y ahora te sientes algo mejor. Aún así, los enfermeros piensan llevarte directa al hospital. Estáis llegando a la puerta exterior cuando, de pronto, os cruzáis con una chiquilla que conoces muy bien. Tanto como para que en alguna ocasión la llamases hermana. Hana, no, claro que no. Claro que no podías esperar a visitarla en el hospital. Tenías que verla cuánto antes. Tú acabaste como una rosa el combate, y te sabes de memoria el camino. Ya lo tuviste que recorrer una vez, al fin y al cabo. Pero antes de que ambas os podáis saludar, oís un gran estruendo. Los cimientos sobre vuestras cabezas se sacuden. Los enfermeros se detienen, asustados. Oís el chillido de un samurái que vigilaba las puertas que dan acceso al ring.

Algo no va bien.


Etsu, Ranko, ambos os encontráis en una enfermería, donde unas personas con bata blanca os aplican primeros auxilios. Etsu, te encuentras tumbado en la cama mientras una enfermera te aplica un ungüento en los moratones. Ya te han vendado las heridas más sangrantes, así como también hicieron con Akane, que tuvo que recibir sutura. Ranko, han detenido la hemorragia por completo, te han vendado y te han ofrecido una píldora estimuladora de sangre. Minutos atrás estabas tan mal que casi te desmayas, pero ahora ya has recuperado algo de color en las mejillas. Los tres oís el sonido de un cuerno de guerra a través de las rejillas metálicas que beben aire del exterior. Justo después, llega a vosotros un alarido procedente del pasillo.

Algo no va bien.


Reiji, tuviste el privilegio de subir al piso de arriba del estadio, en las gradas superiores. Tienes unas vistas privilegiadas, lo has visto todo. De refilón, ves a un ANBU desapareciendo por unas escaleras internas. El peligro está en el ring, y ese ANBU, cuya placa no has visto, decide que es buen momento para escaquearse al interior del estadio. Tú, por partida doble, sabes que…

… algo no va bien.


Ayame, estás subiendo las escaleras internas del estadio. Pese a asegurar que te encontrabas bien, los médicos insistieron en hacerte una revisión completa. Finalmente, has conseguido pasar las pruebas y te diriges, a paso ágil, hacia las gradas superiores del estadio con la ilusión de llegar a tiempo para la gran final. Respiras algo extraño en el ambiente, demasiado eléctrico, demasiado tenso. Es algo que solo tú notarías. Entonces, escuchas decenas de gritos procedentes de las gradas. Una figura con máscara —un ANBU, aunque no le ves la placa—, aparece en tu camino y te dice lo que tú ya sabes:

Algo no va bien.


Eri, te encuentras en las gradas bajas del estadio, a pie de ring. Te has deleitado y sufrido por los tuyos en cada combate. Lo has visto todo. Concluyes que, definitivamente…

… algo no va bien.


Daruu, Datsue, os encontráis en medio del ring. Estáis de pie, con la mano alzada. Sonriendo a vuestros Kages. Oís desde la grada gritos que no corresponden a los habituales vítores de celebración. ¿Kusajines protestando? No, no... Son otra cosa. Son más bien chillidos. Son más bien peticiones de auxilio. Eso os hace intuirlo. Cuando veis un rayo caer del cielo, lo confirmáis.

¡Algo no va bien!


No, algo no iba bien. Ese algo había caído del cielo. Ese algo se encontraba ahora en mitad del ring. Ese algo era…
[Imagen: MsR3sea.png]

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RE: [Dojos 220, 1º div, Final] Daruu vs Datsue - por Sama-sama - 27/06/2020, 19:43


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