2/07/2020, 00:37
Aquél bastardo se reemplazó por un arma. Yui detectó el cambio enseguida, y rápidamente se preparó para combatir a... a...
...a quien sería su peor enemigo en mucho tiempo.
Yui lo notó en su mirada, una mirada que evitó inmediatamente al detectar el destello carmesí, pero que ya había tenido su efecto. Porque no era sólo la mirada: era su manera de moverse, resuelta, sin miedo. Aquél ninja tenía todo lo que un buen amejin debía tener, según todos sus estándares. Valor. No, no valor. Resolución. Un shinobi que no intenta las cosas. Un shinobi que va y que las hace. La fachada de bravuconería inicial desveló un guerrero mucho más tenaz, más parecido al rayo de verdad. El rayo no avisa. El rayo llega.
Un terror primitivo invadió a Amekoro Yui, después de mucho tiempo. Lo supo. Lo supo. Aquél shinobi no era uno cualquiera. Aquél era uno de esos shinobis con los que hay que tener cuidado.
Yui tuvo miedo. Pero el miedo está para enfrentarlo.
Entonces sintió una sacudida terrible, que le cortó la respiración. «¡HANABI, HIJO DE LA GRAN PUTA CABRÓN, PAYASO, AHORA N...!»
Un filo azul eléctrico se movió hacia ella en su momento de mayor indefensión. El terror de cualquier Hōzuki. Su perdición.
Bueno, la perdición de los Hōzuki pusilánimes.
Yui SONRIÓ.
—¡VAMOOOOOOOOOS!
Sólo había dos opciones: o la lanza atravesaba su corazón o era canalizada a través de todo su cuerpo como una mortífera corriente eléctrica. Y si había que recibir un PUTO RAYO en la puta cara, si tenía que convertirse en un PUTO PARARRAYOS, ¡ella demostraría que su mayor debilidad podía ser la más peligrosa de sus fortalezas!
...y Yui, envuelta en una cegadora luz de dolor, apretando los dientes, apuntó con sus dedos de nuevo hacia Zaide.
¡¡BAAM!!
La bala, electrificada, se sintió atraída por el creador de la técnica que la nutría y la hacía más fuerte, buscando el centro de su pecho.
...a quien sería su peor enemigo en mucho tiempo.
Yui lo notó en su mirada, una mirada que evitó inmediatamente al detectar el destello carmesí, pero que ya había tenido su efecto. Porque no era sólo la mirada: era su manera de moverse, resuelta, sin miedo. Aquél ninja tenía todo lo que un buen amejin debía tener, según todos sus estándares. Valor. No, no valor. Resolución. Un shinobi que no intenta las cosas. Un shinobi que va y que las hace. La fachada de bravuconería inicial desveló un guerrero mucho más tenaz, más parecido al rayo de verdad. El rayo no avisa. El rayo llega.
Un terror primitivo invadió a Amekoro Yui, después de mucho tiempo. Lo supo. Lo supo. Aquél shinobi no era uno cualquiera. Aquél era uno de esos shinobis con los que hay que tener cuidado.
Yui tuvo miedo. Pero el miedo está para enfrentarlo.
Entonces sintió una sacudida terrible, que le cortó la respiración. «¡HANABI, HIJO DE LA GRAN PUTA CABRÓN, PAYASO, AHORA N...!»
Un filo azul eléctrico se movió hacia ella en su momento de mayor indefensión. El terror de cualquier Hōzuki. Su perdición.
Bueno, la perdición de los Hōzuki pusilánimes.
Yui SONRIÓ.
—¡VAMOOOOOOOOOS!
Sólo había dos opciones: o la lanza atravesaba su corazón o era canalizada a través de todo su cuerpo como una mortífera corriente eléctrica. Y si había que recibir un PUTO RAYO en la puta cara, si tenía que convertirse en un PUTO PARARRAYOS, ¡ella demostraría que su mayor debilidad podía ser la más peligrosa de sus fortalezas!
...y Yui, envuelta en una cegadora luz de dolor, apretando los dientes, apuntó con sus dedos de nuevo hacia Zaide.
Resistencia 100
Voluntad 80
Voluntad 80
¡¡BAAM!!
La bala, electrificada, se sintió atraída por el creador de la técnica que la nutría y la hacía más fuerte, buscando el centro de su pecho.