2/07/2020, 00:47
Si hubiese sido otro Amedama Daruu, probablemente se habría lanzado a atacar a Akame, o a tratar de atrapar a su antiguo amigo Kaido para devolverle a la aldea. Si hubiese sido otro Amedama Daruu, tal vez se habría sentido aterrorizado por todo lo que estaba pasando, incluso por el inesperado aliado que liberó todo su potencial, haciendo que el suelo se resquebrajara, se prendiese fuego. Si hubiese sido otro Amedama Daruu, tras ladear el cuerpo y esquivar por los pelos la bala de Umikiba Kaido, habría ayudado al Uzukage contra aquellos exiliados, a pesar de que era, definitivamente, una mala idea dado su estado maltrecho.
Pero no era ese Amedama Daruu, y él mismo se había adjudicado un papel en aquella refriega. Un papel importante, quizás un papel que no hiciera mucha diferencia en el gran esquema de las cosas. Pero se conformaba con hacer una pequeña diferencia. A veces las pequeñas diferencias podían cambiar el mundo.
Y aquella pequeña diferencia podía salvar su mundo.
—Hanabi, cúbrame. Tengo algo importante que hacer —Sentenció, tras esquivar el proyectil, y se dio la vuelta sin prestar atención a nada más. Sin prestar atención al peligro que corría su Arashikage, a la que creía capaz de enfrentarse a todo. Quizás eso fuese un error. Sin prestar atención al extraño chakra que recorría el cuerpo del aún más extraño Uchiha que acompañaba a Akame. Quizás eso también fuese un error.
Quizás el error más grande de todos fuese confiárselo todo a Hanabi, que con su chakra monstruosamente cegador parecía casi invencible. El error estaría, en ese caso, en el casi.
Pero a Amedama Daruu no le importaba, porque todavía tenía a alguien a quien salvar. Sus ojos se desviaron a una zona en concreto de la grada, en dirección a la enfermería...
...y su sangre quedó helada.
No obstante, volvió a la realidad y corrió. Corrió. ¿Qué otra cosa podía hacer? Corrió, y si podía, se mezclaría entre el público, que rápidamente era evacuado del estadio.
Correría. Subiría. Escalaría.
Pero no era ese Amedama Daruu, y él mismo se había adjudicado un papel en aquella refriega. Un papel importante, quizás un papel que no hiciera mucha diferencia en el gran esquema de las cosas. Pero se conformaba con hacer una pequeña diferencia. A veces las pequeñas diferencias podían cambiar el mundo.
Y aquella pequeña diferencia podía salvar su mundo.
—Hanabi, cúbrame. Tengo algo importante que hacer —Sentenció, tras esquivar el proyectil, y se dio la vuelta sin prestar atención a nada más. Sin prestar atención al peligro que corría su Arashikage, a la que creía capaz de enfrentarse a todo. Quizás eso fuese un error. Sin prestar atención al extraño chakra que recorría el cuerpo del aún más extraño Uchiha que acompañaba a Akame. Quizás eso también fuese un error.
Quizás el error más grande de todos fuese confiárselo todo a Hanabi, que con su chakra monstruosamente cegador parecía casi invencible. El error estaría, en ese caso, en el casi.
Pero a Amedama Daruu no le importaba, porque todavía tenía a alguien a quien salvar. Sus ojos se desviaron a una zona en concreto de la grada, en dirección a la enfermería...
...y su sangre quedó helada.
No obstante, volvió a la realidad y corrió. Corrió. ¿Qué otra cosa podía hacer? Corrió, y si podía, se mezclaría entre el público, que rápidamente era evacuado del estadio.
Correría. Subiría. Escalaría.