8/07/2020, 01:34
(Última modificación: 8/07/2020, 01:37 por Amedama Daruu. Editado 1 vez en total.)
Hay que ser valiente, siempre. Los de la Tormenta nos crecemos en la adversidad.
Eso le decía su hermana a Amekoro Jinzaemon siempre que éste dudaba de una decisión importante. En realidad, las decisiones importantes siempre las tomaban entre los dos, y quizás Yui siempre había tenido más peso. Pero sólo ella había tenido el valor de estar en primera línea. Siempre.
En realidad, Jinzaemon era un cobarde. De niños, ambos compartieron clase en el Torreón de la Academia. Ella, tan bruta como lo era ahora. Él, tan discreto y furtivo. Por eso había decidido aprender Genjutsu, y perfeccionarlo.
Pero el Genjutsu no le salvaría ahora. Su fiel bastón, capaz de crear auténticas Tormentas dentro de los oídos de sus oponentes, no le salvaría ahora. No cuando uno se enfrentaba a un rayo de verdad.
Ni siquiera lo vio venir. Sólo corría, desesperado, por la verde hierba del Valle de los Dojos, cuando cayó fulminado por el Kirin de Uchiha Zaide junto a sus dos guardaespaldas. Su cadáver calcinado por el trueno cayó de rodillas antes de desmoronarse.
Y entonces, empezó a llover. En un último estertor, Jinzaemon sonrió.
«Lluvia... al menos sentiré la lluvia antes de...»
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