8/07/2020, 02:56
Amekoro Yui se abalanzó sobre Kaido, sin embargo, desviando la bala. Y Sasaki Reiji apareció frente a él. También Kintsugi estaba allí. Lo hizo tan de golpe que cuando se agachó para hacerle un torniquete, su primer instinto fue tratar de apartarse. Yui se abalanzó sobre su ex-pupilo y la Morikage levantó una barrera de Doton.
—¡Dioses, Sasaki-kun, qué...!
—Hanabi-sama. Lucharé a su lado, seré su brazo.
Hanabi, serio, observó la espalda de Reiji. El muchacho no tenía ninguna oportunidad, pero...
—Gracias. De verdad. Ten cuidado. —Entonces, Hanabi observó con curiosidad: Kintsugi aplicó una técnica extraña que hizo crecer hebras de oro a través de las alas de la mariposa tallada en la piedra de la barrera.
»Gracias a ti también... —Hanabi cerró los ojos e inclinó la cabeza. Pero la ladeó instantes después y observó a Yui con preocupación. ¿Qué pretendía? ¿Romper la voluntad del Dragón Rojo como casi había conseguido Ayame?
De pronto, un estruendo. Más bien, dos estruendos. Hanabi miró a un lado, miró a otro. El caos. Trató de levantarse, pero sólo se hizo más daño y tuvo que arrodillarse, impotente. Luego, vino el trueno. Yui salió corriendo, gritando. Llorando.
Hanabi tragó saliva.
—Kintsugi. Esto es una distracción. Han ido a por los Señores Feudales.
»Hemos perdido. Hemos...
«Rasen, por favor, dime que tú has resistido. Eres fuerte, viejo zorro. ¡Rasen...!»
—¡Dioses, Sasaki-kun, qué...!
—Hanabi-sama. Lucharé a su lado, seré su brazo.
Hanabi, serio, observó la espalda de Reiji. El muchacho no tenía ninguna oportunidad, pero...
—Gracias. De verdad. Ten cuidado. —Entonces, Hanabi observó con curiosidad: Kintsugi aplicó una técnica extraña que hizo crecer hebras de oro a través de las alas de la mariposa tallada en la piedra de la barrera.
»Gracias a ti también... —Hanabi cerró los ojos e inclinó la cabeza. Pero la ladeó instantes después y observó a Yui con preocupación. ¿Qué pretendía? ¿Romper la voluntad del Dragón Rojo como casi había conseguido Ayame?
De pronto, un estruendo. Más bien, dos estruendos. Hanabi miró a un lado, miró a otro. El caos. Trató de levantarse, pero sólo se hizo más daño y tuvo que arrodillarse, impotente. Luego, vino el trueno. Yui salió corriendo, gritando. Llorando.
Hanabi tragó saliva.
—Kintsugi. Esto es una distracción. Han ido a por los Señores Feudales.
»Hemos perdido. Hemos...
«Rasen, por favor, dime que tú has resistido. Eres fuerte, viejo zorro. ¡Rasen...!»