8/07/2020, 13:50
(Última modificación: 8/07/2020, 13:52 por Aotsuki Ayame. Editado 1 vez en total.)
¡Puuff!
¡¡¡FFFFSSSSCHIUUUUUUSSSSHH!!!
Una nube de humo estalló justo junto a Daruu, en el mismo lugar donde había pagado con sangre el precio del tributo, y en el preciso momento en el que un láser de energía destructora atravesaba una de las paredes más altas del estadio y terminaba perdiéndose en algún punto del cielo.
Sólo que, quizás, no recibió lo que él esperaba. Una extraña criatura humanoide fue lo que apareció frente a él. Parecía tener la misma silueta que Ayame, pero sus rasgos se habían vuelto irreconocibles, ferales como los de una bestia desatada. Además, presentaba cinco colas tras el final de su espalda y cuatro afilados cuernos sobre su frente. Y estaba cubierta de los pies a la cabeza por un extraño chakra burbujeante de color blanco como la nieve. Era la misma figura que Daruu había visto tantas otras veces, cuando Ayame perdía el control sobre su bijū.
Pero en aquella ocasión, el chakra se encogió y retrocedió rápidamente, hasta terminar desapareciendo en algún punto entre sus omóplatos. Ayame no tardó ni cinco segundos en regresar a la normalidad, respirando entrecortadamente. Y suspiró aliviada al sentir la hierba bajo su cuerpo, el calor del verano, y el aire acariciando su piel. Dos últimas lágrimas resbalaron por sus mejillas.
—Daa...
Aquello fue lo único que fue capaz de formular, antes de que el aire se llenara de una extraña electricidad estática que le puso los pelos de punta.
¡¡¡Zzzzzzssssssssssssssssssttttt!!!
El rayo más monstruoso que jamás había visto cegó sus pupilas momentáneamente, el trueno más terrorífico que jamás había escuchado taladró sus tímpanos hasta ensordecerla. Y, entonces, llegó el silencio y la lluvia. Pero Ayame se había quedado petrificada, hiperventilando. Incapaz de mover siquiera la cabeza para comprobar qué había pasado, de dónde había venido aquel trueno o dónde había caído, no podía evitar preguntarse si Kurama había ido detrás de ella. No pudo evitar preguntarse si aún seguía viva.