12/07/2020, 12:49
Hanabi soltó una risilla nerviosa, y se llevó una mano al pecho. Una punzada de dolor. Por primera vez en mucho tiempo, necesitaba esas pastillas. ¿Dónde diantre estaban? Sin recordar que se había deshecho de ellas hacía mucho tiempo, rebuscó inconscientemente en el bolsillo de su haori.
—Ya hablaremos de lo de la reunión por teléfono cuando pongamos a salvo a la gente, Kintsugi. Creo que este no es el momen... ¡agh! —El líder del Remolino se llevó la mano al pecho de nuevo. Otra punzada—. No lo entiendes, Reiji. El hijo de Rasen...
¡Bom! No se crean que iban a dejar de darle sustos al bueno de Sarutobi. Otro de esos dragones apareció entonces rompiendo las puertas del estadio con una roca. Seguidamente el Hijo Descarriado de la Tormenta comenzó a acercarse. Hanabi trató de levantarse, pero estaba muy débil. ¿Venía a atacarles?
»Esperad.
No. No venía atacarles. Se le notaba en el andar. En la mirada. Había una intención oculta. Había una intención oculta, y no era contra ellos. Era contra...
¡Flash! En tan sólo un instante, Kaido apareció sobre el Dragón. Hanabi no sabía si Yui había hecho algo más a Kaido que gritarle, que inspirarle. Pero al parecer, tal y como Aotsuki Ayame hiciese un día y ella les contase en la última reunión, había conseguido abrirse paso a través del influjo del sello que le oprimía la mente. Ahora caía sobre uno de sus esclavistas blandiendo aquella extraña y serrada espada.
Pero Hanabi dudó: ¿aquél cambio era permanente, o sería temporal, como la última vez?
—Ya hablaremos de lo de la reunión por teléfono cuando pongamos a salvo a la gente, Kintsugi. Creo que este no es el momen... ¡agh! —El líder del Remolino se llevó la mano al pecho de nuevo. Otra punzada—. No lo entiendes, Reiji. El hijo de Rasen...
¡Bom! No se crean que iban a dejar de darle sustos al bueno de Sarutobi. Otro de esos dragones apareció entonces rompiendo las puertas del estadio con una roca. Seguidamente el Hijo Descarriado de la Tormenta comenzó a acercarse. Hanabi trató de levantarse, pero estaba muy débil. ¿Venía a atacarles?
»Esperad.
No. No venía atacarles. Se le notaba en el andar. En la mirada. Había una intención oculta. Había una intención oculta, y no era contra ellos. Era contra...
¡Flash! En tan sólo un instante, Kaido apareció sobre el Dragón. Hanabi no sabía si Yui había hecho algo más a Kaido que gritarle, que inspirarle. Pero al parecer, tal y como Aotsuki Ayame hiciese un día y ella les contase en la última reunión, había conseguido abrirse paso a través del influjo del sello que le oprimía la mente. Ahora caía sobre uno de sus esclavistas blandiendo aquella extraña y serrada espada.
Pero Hanabi dudó: ¿aquél cambio era permanente, o sería temporal, como la última vez?