13/07/2020, 21:06
(Última modificación: 13/07/2020, 21:07 por Aotsuki Ayame.)
Lo que pasó a continuación, fue una sucesión de acontecimientos tan repentina y caótica que Kintsugi no pudo reaccionar a tiempo para defenderse.
De repente ya no estaba junto a Hanabi y junto a Reiji. Sintió un fuerte tirón, y entonces apareció de golpe en el otro extremo del estadio, apoyada contra la pared. La cuchilla de agua impactó de forma brutal contra su cuerpo, aplastándola aún más contra la pared. Kintsugi apenas exhaló un gemido de dolor antes de desplomarse sobre sus propias rodillas, y después caer al suelo entre renovados resuellos de dolor.
«Un... intercambio...» La Morikage maldijo para sí, siseando entre dientes en un vano intento por aliviar el dolor.
Afortunadamente, seguía consciente. Hacía falta más que eso para doblegarla.
Pero ese tal Ryūnosuke ahora estaba junto al Uzukage y su joven shinobi. Demasiado cerca para su gusto.
«No... Bastante daño habéis hecho ya asesinando a los Señores Feudales. Y Hanabi aún me debe respuestas.» Kintsugi chasqueó la lengua, con fastidio. Era el momento en el que la mariposa debía batir sus alas, y desatar el huracán en la otra parte del mundo.
Aprovechando que Ryūnosuke parecía tener toda su atención centrada en el Uzukage, Kintsugi sacó algo de su portaobjetos, maniobró con él entre sus manos, y entonces lo arrojó.
Una delgada aguja se clavó a apenas cuatro metros del Enorme Dragón, con una pequeña sorpresa en forma de cascabel que tintineó delicadamente. Un sonido que se clavaría en los tímpanos de Ryūnosuke, desestabilizándolo momentáneamente.
—¡¡AHORA!! —exclamó la Morikage, encogiendo y estirando los dedos, una y otra vez. Y el hilo de alambre atado a estos haciéndolo sonar sin descanso para sus oídos.
De repente ya no estaba junto a Hanabi y junto a Reiji. Sintió un fuerte tirón, y entonces apareció de golpe en el otro extremo del estadio, apoyada contra la pared. La cuchilla de agua impactó de forma brutal contra su cuerpo, aplastándola aún más contra la pared. Kintsugi apenas exhaló un gemido de dolor antes de desplomarse sobre sus propias rodillas, y después caer al suelo entre renovados resuellos de dolor.
«Un... intercambio...» La Morikage maldijo para sí, siseando entre dientes en un vano intento por aliviar el dolor.
Afortunadamente, seguía consciente. Hacía falta más que eso para doblegarla.
Pero ese tal Ryūnosuke ahora estaba junto al Uzukage y su joven shinobi. Demasiado cerca para su gusto.
«No... Bastante daño habéis hecho ya asesinando a los Señores Feudales. Y Hanabi aún me debe respuestas.» Kintsugi chasqueó la lengua, con fastidio. Era el momento en el que la mariposa debía batir sus alas, y desatar el huracán en la otra parte del mundo.
Aprovechando que Ryūnosuke parecía tener toda su atención centrada en el Uzukage, Kintsugi sacó algo de su portaobjetos, maniobró con él entre sus manos, y entonces lo arrojó.
«Cling»
Una delgada aguja se clavó a apenas cuatro metros del Enorme Dragón, con una pequeña sorpresa en forma de cascabel que tintineó delicadamente. Un sonido que se clavaría en los tímpanos de Ryūnosuke, desestabilizándolo momentáneamente.
—¡¡AHORA!! —exclamó la Morikage, encogiendo y estirando los dedos, una y otra vez. Y el hilo de alambre atado a estos haciéndolo sonar sin descanso para sus oídos.
«Cling»
«Cling»
«Cling»
«Cling»
«Cling»