14/07/2020, 19:52
Un segundo. Un segundo y lo que parecía haber acabado no había hecho más que empezar. Sarutobi Hanabi comprobó atónito cómo Kintsugi desaparecía de su vista y aquél miembro de Dragón Rojo, terrorífico, enorme y poderoso aparecía ante él y su shinobi. Hanabi apretó la mandíbula mientras el gigante se dirigía a él. Entrecerró los ojos y le mantuvo la mirada. Quizás en otro momento habría disputado con todas de la ley una batalla de Poder contra ese monstruo genocida. Pero ahora no era el momento. Él no podía. No estaba como...
Un golpe, a su izquierda. Dio un respingo. Umikiba Kaido había golpeado a la Morikage en su lugar. Tragó saliva. El asalto no había terminado. Quizás todo había sido una treta de Kaido y de él. Quizás las palabras de Yui no habían hecho efecto. O quizás solo había sido una coincidencia.
De pronto, un tañido. El de un cascabel. Sutil, pero no desapercibido. Sin embargo, el grito de Kintsugi, que resistía todavía, fue todo lo que él Uzukage necesitó.
Quizás a Kintsugi le pareciese una broma de mal gusto, pero esa armadura de escamas a medio regenerar pedía a gritos una técnica insignia de su querido y leal shinobi.
Era la hora de Reiji, el Rompecráneos.
—¡Reiji, fuerte, directo, letal! —ordenó.
Un golpe, a su izquierda. Dio un respingo. Umikiba Kaido había golpeado a la Morikage en su lugar. Tragó saliva. El asalto no había terminado. Quizás todo había sido una treta de Kaido y de él. Quizás las palabras de Yui no habían hecho efecto. O quizás solo había sido una coincidencia.
De pronto, un tañido. El de un cascabel. Sutil, pero no desapercibido. Sin embargo, el grito de Kintsugi, que resistía todavía, fue todo lo que él Uzukage necesitó.
Quizás a Kintsugi le pareciese una broma de mal gusto, pero esa armadura de escamas a medio regenerar pedía a gritos una técnica insignia de su querido y leal shinobi.
Era la hora de Reiji, el Rompecráneos.
—¡Reiji, fuerte, directo, letal! —ordenó.